El padre Neuwirth
Cuando el párroco Neuwirth llegó en la década del 70 a esta aldea, se encontró con una pobla-ción de decadencia, sin trabajo, y con problemas de alcoholismo. Lo primero que hizo fue agrandar la escuela y formar un taller de tejidos para hamacas. Pero su obsesión había sido siempre el rescate de las raíces musicales del pueblo.
Así fue como en 1988 el padre Neuwirth se acercó a Rubén, entonces de 17 años, y lo invitó a tocar el violín en Urubichá. Lo tomé como una aventura. Todos los años pasaba las vacaciones de verano en la finca de mi padre, muy cerca de Urubichá y me pareció interesante la propuesta del párroco, que me conocía desde muy pequeño, comenta el músico.
El párroco quería que los chicos observaran que los violines y violoncelos no eran cosa de viejos, sino que también los jóvenes tocar y disfrutar de la música, recuerda.
Cuando en 1996 recibió la oferta de formar el coro y la orquesta para el festival Misiones de Chiquitos, Rubén ya era conocido en la comunidad, pero todos ignoran los cambios que se producirían en Urubichá gracias a la música.
Luego del festival se despertó en los chicos una pasión por aprender a tocar instrumentos musicales. No había joven que no llevara su violín o violoncelo a cuestas por las calles. Bien temprano por la mañana, antes del horario del comienzo de clases se podían oír las melodías de los violines ejecutados por los chicos de Urubichá.
Pese a la pobreza del lugar, es asombroso ver la ilusión y las ganas. Los chicos llegan con puntualidad a la hora de la clase de música, son muy respetuosos, y tienen muchas ganas de aprender. Hay chicos que vienen con su violín, cabalgando más de dos horas por el monte.
Las transformaciones alcanzaron también al resto de la comunidad guaraya. Los pueblos in-dígenas de la región estuvieron discriminados y olvidados durante muchos años. En Urubichá no existe una red de agua potable, ni luz eléctrica, Sólo hay un teléfono público que nunca funciona, comenta Rubén-
Pero el atractivo de la música de Urubichá se presentó como una oportunidad de sacar a la región del aislamiento. El mejoramiento de los caminos de acceso permitió la llegada masiva de turistas desde Santa Cruz de la Sierra. La frecuencia de los ómnibus se incrementó de uno cada tres semanas a dos por día. Con el arribo de los visitantes interesados por la música, los adultos de Urubichá descubrieron también la posibilidad de vender instrumentos fabricados artesanalmente por ellos mismos.
La fama del coro y la orquesta de Urubichá trascendió las fronteras, y comenzaron a recibir invitaciones para participar en festivales dentro y fuera del país en decenas de conciertos en Venezuela, Ecuador y Colombia. En 2000 participaron en XIII Festival de Sarrebourg (Francia) y en la Quincena Musical de San Sebastián (España).
Por su trabajo, la orquesta recibió en marzo de este año 2004 el premio Bartolomé de las Casas, otorgado por el Príncipe Felipe de Asturias a instituciones que luchan por los derechos de los indígenas.
En mayo de 2003, dos jóvenes de la agrupación fueron invitados a interpretar frente al Papa Juan Pablo II antiguas piezas musicales de la época de las misiones.
La experiencia de Urubichá se trasladó además a otras comunidades indígenas. En 1998, Rubén creó el Sistema de Coros y Orquestas (Sicor) que tiene como fin conformar otras orquestas similares en pueblos de la región. Actualmente existen unas diez orquestas que involucran a más de 700 chicos.
En Urubichá funciona además un Instituto de Formación Integral con 400 alumnos que aprenden canto e instrumentos musicales.
Los profesores de los diferentes coros pertenecen a la comunidad de Urubichá. Es una mane-ra de generar trabajo y mantener viva la tradición musical, admite Rubén.
En un pueblo que durante mucho tiempo estuvo aislado, pertenecer a la orquesta o al proyecto se ha convertido ahora en un motivo de orgullo para los habitantes de Urubichá, y una puerta que abre nuevas oportunidades para muchos indígenas.
Más información en el sitio web del Sicor: http://www.sicor.org.bo
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Notas de FAEC:
1) El idioma guarayo pertenece a la rama lingüística del Guaraní, y la palabra Urubichá significa agua negra. (I = agua, como en I-guazú = agua grande.). Tal es la explicación de los mismos guarayos de Urubichá. Quizás se deba a que el poblado está construido al borde mismo de una extensa laguna que está conectada al Río Blanco aunque el color de sus aguas es normalmente negro durante la época de crecida (Octubre a Abril) y blanquecino durante los meses de seca (junio a octubre). Sin embargo, el color de las aguas de la laguna (conocida como la Madre de Urubichá es siempre de color negro)
2) La misión de Urubichá fue fundada, como todas las misiones de Bolivia, por la orden de los Jesuitas. Una vez producida su expulsión de América, los Franciscanos se hicieron cargo de las antiguas misiones, que hasta hoy son conocidas como las Misiones Jesuíticas de la Chiquitanía.
3) Hay dos misiones Jesuíticas que no están en la región de la Chiquitanía (que comprende a las ciudades de San Javier, Concepción, San Ignacio y San , sino en otra región a unos 120 km más al norte, al sur de la región conocida como el Beni. Se trata de la región de Guarayos que alberga a las misiones de Urubichá y de Yaguarú, a unos 20 kilómetros una de otra, y las dos misiones Jesuíticas más al norte en Sudamérica.