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Papeleras, Investigación y Chagas

por Eduardo Ferreyra

Mientras haya personas que piensan con el cerebro y no con el bolsillo, e investigadores con talento y vocación, el futuro de las generaciones argentinas no corre peligro. Sólo que la investigación científica argentina hace demasiados años que viene siendo increíblemente postergada en los planes para "engrandecer" a la Argentina que los gobiernos prometen antes de enviarnos como borregos a las urnas.

El pasado 21 de abril hemos recibido el siguiente email de un lector que, por su dirección y el “nick” de su email, parece ser un ingeniero en geología, perteneciente a una prestigiosa universidad argentina. Dado que las críticas no son bien recibidas en los círculos oficiales, y si esas críticas provienen de personal civil de la administración pública o de personas con cargos cuyos sueldos son pagados por la Nación o algunas provincias, parece que se producen “descuelgues de cuadros”, “renuncias forzadas”, o presiones inaguantables que provocan desempleos casi inmediatos y lamentables.

Por ello he preferido mantener en reserva el nombre del autor del mensaje y publicarlo en este sitio con la misma intención que publiqué anteriormente la carta de un ingeniero nuclear en "Un lector que sabe pensar”: con la simple intención de que la gente sepa un poco más de tantas cosas que se ignoran, y que aquellos que están allá arriba (por ahora) se den cuenta que la gente no es tan tonta como ellos creen, ni que se tragan el cuento del ecologismo salvador del planeta y protector de la gente. Leamos lo que nuestro presunto geólogo amigo opina sobre el desgraciado tema de las pasteras Uruguayas.

Estimado Señor Ferreyra:

Demás está decir que concuerdo con su artículo acerca de las papeleras uruguayas en Elefantes en el bazar". Ahora bien: no soy abogado, de modo que me choca opinar sobre un tema en el cual no soy idóneo, pero tuve la ocurrencia (no se si mala o buena) de concurrir hace unas 3 semanas a un ciclo de conferencias en Tucumán, donde me equivoqué de salón y fui a parar a la exposición de una abogada de Córdoba de apellido yugoslavo (Zlata.......?. No recuerdo bien), especialista en "derecho y mala praxis ambiental".

Es muy probable (o seguro) que yo haya entendido menos de lo deseable, pero acerca de las papeleras uruguayas y ante la consulta de un ingeniero que no se explicaba cuál era el temor de los entrerrianos, esta señora explicó:

  1. Que el asunto no era "contaminación si versus contaminación no" y que en realidad la famosa excusa de "contaminación" era  una variante de la industria del Juicio. En otras palabras (y siempre asumiendo que puedo haber entendido mal) que "el presidente Vázquez está mal asesorado" (textual).

  2. Que lo que la argentina quiere es plata proveniente de esa inversión extranjera en país ajeno.

  3. Que de nada serviría otro estudio ambiental, ni nuevas medidas de "remediación", porque "al no haber impacto ambiental cero" eso "se arreglaba únicamente con muchos $$$". (Cosa que sería lógica según el principio de "quien rompe paga").

  4. Que se estaba inflando artificialmente el barullo para agrandar el supuesto daño ambiental y por lo tanto la indemnización y nada más. (Según mi grotesco entender, seria algo así como "un juicio de 1000 fojas, significa más $$$ que un juicio por igual motivo de sólo 99 fojas".

  5. También dijo que el tratado firmado, se obviaba construyendo las plantas papeleras a mas de 10 Km de la frontera, donde "el Estado Uruguayo es realmente soberano" (?) y punto.

Aquí volvió a repetir eso de que la contaminación no le interesaba a nadie y "que el presidente Vázquez está mal asesorado".

Con una audiencia compuesta mayormente por abogados, fue notorio el aluvión de  sonrisas socarrona-sobradoras y cómplices de los que entendían de qué estaba hablando ella.

Por supuesto, toda esta impresión mía, estaba abrumada por el aluvión de citas de números de leyes y artículos (de esos que marean el entendimiento de los humanos normales o que se dedican a otra cosa).

Conclusión: si esa señora tiene razón, este asunto no es más que otra manifestación de la famosa viveza criolla y sus 3 típicos refranes o principios básicos:

a) "El vivo vive del sonso y el sonso de su trabajo."

b) "El que no llora no mama."

c) Hacéte amigo del juez.... (o del presidente "K"?).

La triste conclusión es que los argentinos parecemos especialmente aptos para vivir del trabajo ajeno y del ingenuo que se anime a invertir en industrias que puedan ayudar a nuestro desa-rrollo.

En este sentido, me parece que hace pocas décadas la mentalidad era distinta, pero a partir de 1973, me parece que los argentinos hemos bajado los brazos y ya no creemos en que algún día seremos una potencia industrial y mucho menos que "la Argentina es un país condenado al éxito" (como dijo cierto ex presidente, no hace muchos años). Al contrario: ahora pretende-mos vivir sin trabajar, sin producir, con la excusa de "no somos vagos ni desidiosos, somos ecologistas".

Amargamente.

Nuestro geólogo de identidad reservada
DNI 7.975.xxx


No son pocos los lectores que nos hacen conocer opiniones donde queda en evidencia, como tema central, que la Argentina ha estado transitando desde hace varias décadas por caminos trazados por una corporación de tipo Mafioso, donde las “familias” de turno siguen a “chitas callando” las órdenes y “sugerencias” del Capo Mafia, el redivivo don Corleone de turno. Los turnos a veces son muy breves (5 Corleones en una semana), otras veces son reelegidos por sus correspondientes Familias por varios e intermnables períodos más. Cada provincia tiene su patrón de estancia, a veces su Capo Mafia regional.

Para conseguir eso se hacen necesarias reformas de reglas básicas –por ejemplo Constituciones Nacionales y Provinciales- donde lo primero que se eliminó fueron todas aquellas cosas que impedían o dificultaban que los gobiernos de los “Políticos de Partido” oprimiesen y saquearan a quienes les habían elegido.

Esta pésima práctica fue repetida demasiadas veces en el pasado, y sus resultados no fueron para nada beneficiosos para la Nación. Sólo hay que pensar que, si esas reformas hubiesen sido buenas y convenientes, no estaríamos los argentinos en la situación que hoy estamos, ni tampoco habríamos transitado por rutas de sangre, dolor y muerte.

¿Por qué las sonrisas “socarronas-sobradoras” de quienes escuchaban una explicación muy acertada sobre el estado de salud de la MORAL de la Argentina? ¿Por qué se da por supuesta y por natural la existencia de la CORRUPCIÓN, no sólo la OFICIAL, sino también de todos los argentinos que son cómplices “por omisión” de esa corrupción. Por no protestar con toda su voz contra la corrupción en el Sistema de la In-Justicia, en el Sistema Legislador –tiemblen pueblos, las Cámaras están sesio-nando!- en la administración pública, desde el cafetero hasta la punta del mástil de la autoridad.

¿Por qué los argentinos, que sabemos dónde se esconde y se refugia la corrupción, aceptamos como natural que esto siga eternizándose y chupando, como una garrapata, la sangre de la Nación, haciendo cada vez más amplia la brecha entre quienes mueren de hambre, Chagas, y disentería, y los que hacen giras por el exterior (volviendo cargados con TV de 35 pulgadas, o laptops, o algo tan estúpido como eso).

Pagar el traslado de las plantas y los sueldos

Se ha conocido hoy que la Argentina habría ofrecido a Uruguay pagar el traslado de las plantas a otra parte y de hacerse cargo de los sueldos y salarios de los técnicos y operarios de ambas plantas durante 90 días. Sobre este tema hay unas dos o tres cosas para comentar.

Primero: Resulta fácil hacer un ofrecimiento de esa naturaleza sabiendo, con certeza, que Uruguay no aceptará jamás esa opción. Las razones son varias, entre las que se cuentan que el estado uruguayo no puede forzar a las plantas a instalarse en otro lugar porque no existe una base legal –ni lógica- para siquiera sugerírselo. Otra razón para el rechazo uruguayo a la propuesta es que se trata de una propuesta humillante. Uruguay hizo un trato con dos empresas industriales que le traerán al país un indudable beneficio que podría convertirse en una pequeña bola de nieve y provocar un gran movimiento comercial e industrial. Por de pronto, ya hay una nueva papelera Sueca –Stora Enso- que anunció su instalación en el país. Las empresas no han quebrdo ninguna ley, ni pa-recen que tengan intenciones (ni menos aún, posibilidades) de hacerlo. En los países serios todavía rige el principio de la presunción de inocencia y nadie puede ser condenado sin pruebas que hayan conducido a declarar su culpabilidad. En los países serios, dije.

Aceptar la propuesta argentina sería reconocer que las plantas de celulosa contaminan de mane-ra peligrosa y perjudicial al ambiente, cosa que no hará –siempre y cuando la planta de Botnia trabaje con las mismas normas ambientales con que lo hacen en Finlandia, y la de Ence con las normas que usa hoy en Pontevedra. Simple, pero imposible de comprender por la Asamblea ciudadana y los asesores presidenciales. ¿No será que la abogada Zlata…. tiene razón? ¿Y que las sonrisas socarrona-sobradoras tienen un motivo real para existir? ¿No será que el ambiente y la gente poco importan y que los motivos caminan por otros pasillos?

Segundo: No creo que los asesores presidenciales hayan siquiera realizado un ligero cálculo de la inversión necesaria para trasladar las plantas de lugar. Los sueldos y salarios no son gran cosa: un promedio de 300 dólares mensuales por 2000 obreros y técnicos son 600.000 dólares, por tres meses da un total de us$1.800.000. Pero bien podría usarse ese dinero, por ejemplo, para cons-truir el puente que deja siempre aislado a la gente en Tartagal, o para proveer de medicinas e insumos a los miserables hospitales y dispensarios de la campaña argentina. ¿Qué clase de priori-dades tienen en mente los asesores del presidente –si es que el presidente permite que lo asesoren?

Luego viene la compra del terreno de 200 hectáreas para instalar la planta de Botnia y otro igual para la de Ence. ¿Cuánto vale la hectárea en esos pagos? Dado que es territorio agrícola ganadero en producción, se puede calcular un promedio mínimo de us$5000 la hectárea (una pichincha), lo que nos lleva a un total de otros us$ 2.000.000, que les vendría de perlas a los argentinos que viven en El Impenetrable, para promover la formación de cooperativas de producción y constituir un fondo para financiar la compra de maquinaria agrícola, o el desarrollo de alguna infraestructura imprescindible para proveer de agua potable a los pobladores de esas regiones de Chaco y Formosa.

Me parece que, a menos de que esté muy, pero muy equivocado, prefiero que el dinero que se regatea y se les mezquina a las regiones paupérrimas del norte y noroeste argentino no les sea regalado a los uruguayos simplemente para pagar la caprichosa fiesta de los ecologistas de GualeguayPeace y GreenChú y calmarles una neurosis artificialmente inducida.

¿Y cuánto cuesta volver a construir lo que ya se ha construido? Esta parte ya es más costosa, pero no creo que baje de los us$ 200 millones. Tenemos que añadir los us$ 400 millones que Uruguay dice que va a exigir como indemnización por las pérdidas sufridas por los cortes, y comienzo a transpirar al pensar en los límites que nos lleva el pensamiento irracional. Aunque no es santo de mi devoción, a veces Nietzche decía cosas sabias como: “No hay nada peor que la ignorancia en acción.”

Como argentino me niego de manera rotunda, enfática y porfiada, a que se despilfarre el dinero por un irracional capricho ecologista. Me niego a que los argentinos pobres y famélicos de Tucumán, Salta, Jujuy, Formosa, Chaco, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca –bueno, TODO EL PAIS, se vean privados de las mejoras que esa descomunal masa de dinero les traería –de ser invertido con tino y honestidad en ellos. Pero caemos nuevamente en el espinoso asunto de la manera en que los funcionarios responsables distribuirían esa fortuna entre las regiones pobres –o lo harían entre ellos? No acepto apuestas porque juego con ventaja: conozco el resultado.

Tercero: Sería mejor invertir en ciencia e investigación

Por último, la noche del jueves pudimos ver al Dr. Nelson Castro en su excelente audición de cable “Juego Limpio”, dando un notable informe, bien imparcial, sobre el diferendo con Uruguay. Mostró la opinión de la gente de Fray Bentos y la manera en que se han visto perjudicados por el corte. Situación angustiosa para todos quienes viven del tráfico que pasa por el puente. También vimos a los Asambleístas de GualeguayPeace descansando en cómodas reposeras, opinando que “comprenden la situación de los Fraybentinos,” pero que “no se hacen cargo” de su problema. Es decir, se les importa un pepino frito el daño que están causando de manera real y concreta a gente que no tiene ni arte ni parte en el problema. Se trata, claro está, del más puro espíritu Piquete-ro. “Lo único que importa es lo que yo quiero –los otros no cuentan”. Para protestar por un mal hipotético, no demostrado, no acontencido, y que no existirá, se toma de rehén a un pueblo hermano, inocente de toda culpa y se lo somete a perjuicios económicos y sufrimientos morales concretos y demostrados.

¿A qué extremos de bajeza se nos está llevando a los argentinos? ¿Somos todos tan “derechos y humanos” como los piqueteros de GualeguayPeace? Dios, no!

En el bloque final de El Juego Limpio del Dr. Castro pudimos ver un viento fresco y revitalizador en la persona del Dr. Alberto C. Frasch, investigador del Conicet, quien acaba de ser nombrado miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, la benemérita NAS, U.S. National Academy of Sciences. Además de enterarnos de tan enorme honor para la ciencia argentina, se pudo enterar la audiencia que el Dr. Frasch está en las etapas finales de su investigación para lograr una cura y un posiblemente una vacuna para el flagelo latinoamericano transmi-tido por el Tripanozoma crucis, llamado Mal de Chagas-Mazza, que afecta a más de 15 millones de personas desde México hasta el la mitad de Argentina y Chile –de los cuales por lo menos 2 millones son argentinos que aún esperan que sus gobiernos hagan algo en serio sobre su situación.

Una búsqueda en Google le pondrá decenas de páginas sobre Alberto Frasch, de cuyo primer link http://www.hhmi.org/news/frasch_michaeli-esp.html que pertencen al Howard Hughes Medical Institute, hemos tomado este párrafo:

“Un equipo de científicos internacionales ha secuenciado los genomas de tres especies de parásitos que causan enfermedades que matan o incapacitan a millones de personas, principalmente en países tropicales y subtropicales. Los científicos del Instituto Médico Howard Hughes (HHMI) que participaron en el proyecto dicen que la secuenciación de los genomas de los protozoos parásitos que causan la enfermedad de Chagas, la enfermedad africana del sueño y la leishmaniasis, podría afectar significativamente la salud mundial. Algunos de los genes descubiertos podrían resultar ser buenos blancos de ataque de drogas y de vacunas.”

Alberto Frasch, becario de investigación internacional del HHMI de Argentina, concuerda. “Tener un genoma secuenciado debería ayudarnos inmensurablemente a encontrar drogas nuevas?, dijo Frasch, quien es director del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, Universidad Nacional de General San Martín, en Buenos Aires, y autor de los artículos sobre T. cruzi y L. major.

Decía el Dr. Frasch, hablando sobre la investigación científica en el mundo, que el nivel de los investi-gadores argentinos es elevadísimo. Algo que ya sabíamos dado la cantidad espeluznante de científicos e investigadores argentinos que han estado emigrando en los últimos años, contratados por universidades, instituciones o laboratorios privados que reconocen un talento y una capacidad que nuestros gobiernos no han sabido premiar ni proteger hasta el día de hoy. ¿Tenemos que recordar la historia y el triste fin del Dr. René Favaloro para demostrar la actitud que impera en los gobiernos argentinos en relación a la ciencia y a los beneficios que los investigadores argentinos han dado, dan y seguirán dando a la sociedad?

Abogo por que las autoridades a cargo de la salud y bienestar del pueblo argentino, desde el presidente Kirchner para abajo, en los niveles que deciden el presupuesto que se adjudica a la investigación científica, ya sea a través del CONICET o de universidades o investigadores privados, sea ampliado con el aporte de las sumas que tan generosamente se ofrecen para aliviar una caprichosa e irracional neurosis de los piqueteros de GualeguayPeace.


Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Fundación Argentina de Ecología Científica


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