por Eduardo Ferreyra
La nueva estrella en el firmamento del alarmismo es el agua, y la posibilidad de que se produzcan disturbios sociales y hasta grandes guerras por la posesión de sus “reservas”. En esta nueva bolsa de alarmas se han metido demasiados gatos.
La revista National Geographic en Español sacó a la venta en marzo 2006 un “ejemplar de colección”, plagado de hermosas fotografías, titulado: Agua: La Crisis del Siglo XXI. Entre los autores que contribuyen con sus textos se ven a Lynn Margulis y Dorion Sagan escribiendo su artículo Agua y Origen. Michel Cousteau, hijo del “comandante” Jacques -que una vez recomendaba el uso de bombas atómicas para controlar la explosión demográfica- escribe sobre su especialidad, Agua y Océano.
Rafael L. Bras y Mario Molina escriben sobre Agua y Clima. El número especial del National Geographic contiene fotografías espectaculares –y ese es su único valor. La contribución de los autores se limita a apenas algunos párrafos, plagados de lugares comunes y perogrulladas, que sirven para rellenar los espacios vacíos y llenar el ojo del potencial comprador de la lujosa publicación con nombres famosos. Se quedó en nada más que eso. Una lujosa publicación con bellas fotografías, ideales para recortar y hacer cuadritos para habitaciones de hosterías y hoteles baratos. No hay información nueva que valga la pena mencionar.
En cuanto a Mario Molina, el Premio Nóbel ganado gracias al fantástico fraude científico que es la alarma por una inexistente destrucción de la capa de ozono, parece habérsele subido a la cabeza. Si mal no recordamos, la mentada hipótesis –aún sin demostración en laboratorios o en la realidad de las observa-ciones de un mundo que está allí desmintiendo la teoría- fue iniciada a principios de los años 70 por el profesor F. Sherwood Rowland, quien tenía por ayudante a un estudiante mexicano llamado Mario Molina, luego recibido en la Universidad de California. Algunas otras observaciones fueron contribuidas por el belga Paul Crutzen, quien también se llevó parte del dinero del premio y parte de la dudosa gloria de haber contribuido a uno de los más notables fraudes científicos del Siglo 20.
En la página del número de colección que habla sobre Mario Molina lo presenta como: “Pionero de la química de la capa de ozono de la estratosfera, predijo el adelgazamientote dicha capa… etc. Sus investigaciones condujeron al Protocolo de Montreal.” Y nombra muchos de los premios y doctorados “Honoris Causa” logrados en su carrera. De Rowland y Crutzen –ni una palabra. El ayudante se alzó con la gloria.
El Agua y un Problema a Medias
En la penúltima página de esta hermosa colección de fotografías aparece un extraño título: VISIÓN POSITIVA DEL AGUA, cortas párrafos escritos por Gary Wolf Peter Gleick. Parece que los editores se dieron cuenta de que el contenido de su publicación era tan catastrófico y negativo que se vieron en la obligación moral de incluir un contrapeso. Y como el texto es tan breve, lo incluyo aquí:
En el futuro, todas las personas y los ecosistemas naturales tienen agua en suficiencia y de calidad adecuada para satisfacer sus necesidades básicas. Esa agua se ofrece de manera económica y eficiente por medio de instituciones abiertas y transparentes en sus mecanismos de operación. Sólo se construye nueva infraestructura donde se necesita únicamente después de consultar a las comunidades locales. Su escala es adecuada a su necesidad. Las disputas inter-nacionales por recursos hídricos compartidos se resuelven diplomáticamente, con base en principios de equidad y justicia. Se recaban y comparten extensa y abiertamente datos sobre recursos hídricos. Se restauran los ecosistemas degradados y dañados, como el delta del río Colorado y del mar Aral. Las aguas subterráneas y superficiales son administradas en conjunto, como un solo sistema y se vigila y protege la calidad del agua.
¿Lo lograremos?Gay Wolf / Peter Gleick
Parece que los autores de esta visión “positiva del agua” refieren ese positivismo a un futuro donde el agua parece que estará controlada por alguna autoridad supranacional, algún Gran Hermano Mundial que sólo permitirá el uso del agua si se siguen sus estrictas reglas –que serán dictadas por no sabemos quién, pero que lo podemos imaginar. También creemos que, sabiendo quienes están por detrás de esas iniciativas, los usos industriales del agua estarán limitados a “permisos especiales” otorgados por la organización que emite los permisos y estará en control de todo lo que suceda en el mundo. El fabuloso negocio del Gran Gobierno Unimundial.
Hace ya bastante tiempo que ha comenzado la campaña periodística a nivel mundial acerca de la futura escasez de agua, y el enorme valor que adquirirán las “reservas estratégicas” de agua en el mundo, tales como nuestro mentado “Acuífero Guaraní.” Se habla de guerras que se producirán cuando pueblos sedientos quieran apoderarse de esas “reservas” y usarlas para calmar su sed y sus necesidades industriales. Esto no resiste un somero análisis -aunque los desprevenidos se lo creen.
Transportar Reservas de Agua
En los supermercados norteamericanos y algunos en otros lugares del mundo se puede comprar agua mineral Perrier y Evian, famosas marcas de agua mineral francesas. La diferencia de precio entre los almacenes franceses y del resto del mundo es considerable, afectada por el transporte y el manipuleo de la mercadería, fletes marítimos, impuestos y tasas, etc. No creo que el agua del acuífero guaraní pueda ser transportada para países sedientos de África, o fábricas sedientas de Europa y Estados Unidos, por que la ecuación económico-financiera de la producción no cierra. Alimentar una caldera con agua a $1 ó $2 dólares el litro no parece ser un buen negocio.
¿Cuáles son las reservas?
Las reservas de agua del mundo son nada menos que todos los océanos del planeta. El ciclo de agua no es demasiado complejo, y nos han demostrado los científicos que actualmente hay en la Tierra una cantidad igual a la que existía cuando se formó después de desprenderse del Sol. Una afortunada coinci-dencia de factores, como distancia del Sol, diámetro y densidad del planeta, hizo que la atmósfera no se disipara como en Marte, y que tampoco lo hiciera el hidrógeno que quedó atrapado en la molécula H2O. En otras palabras, el agua no se “gasta”, se usa y se renueva –algo parecido a las antiguas camisas “lavi-listo,” se usan, se lavan y se vuelven a usar –sin planchar.
Los tan mentados acuíferos son alimentados por el agua que se filtra desde la superficie a través de grietas en los estratos rocosos y por capilaridad y porosidad en tierras arcillosas o sedimentarias. El agua de las lluvias se ha evaporado primero de los mares, en mayor medida, y de la evapotranspiración de la vegetación de toda la Tierra.
Un milímetro de lluvia caída equivale a un litro de agua por metro cuadrado de superficie. Eso equi-vale a 10.000 litros de agua por hectárea o 1.000 toneladas de agua por kilómetro cuadrado –por cada MILÍMETRO de agua caída del cielo. Los cálculos son simples:
Dado que 1 ha = 10.000 m2, 10.000 m2 x 1 litro = 10.000 litros o 10 toneladas por Ha,
100 há = 1 km2 entonces 10 toneladas por hectárea = 1.000 toneladas de agua por kilómetro cuadrado.Una razonable lluvia de 50 milímetros hace caer sobre la tierra 1.000 x 50 = 50.000 toneladas de agua por kilómetro cuadrado, lo que para una región de 20 x 20 kilómetros de lado (400 km2) significan: 50.000 x 400 = 20.000.000 toneladas de agua. Sí, 20 millones de toneladas de agua. Cuando en una región llueven –nada extraño, por cierto- 100 milímetros en dos horas, han llovido 40 millones de toneladas de agua que han sido previamente evaporadas del mar, condensadas en los niveles más fríos de la atmósfera y descargados sobre tierra, o sobre el mar. Cuando esa cantidad de agua cae sobre las cordilleras, lo hace en forma de nieve, pero la cantidad de agua siegue siendo la misma: algo descomunal.
Las constantes nevadas sobre los Andes, los Alpes en Europa, las Rocallosas en América del Norte, el Himalaya en Asia, y demás montañas del mundo, son inmensos, inconmensurables reservorios de agua DULCE en el mundo. Cuando la primavera trae el calor a esas regiones el deshielo alimenta los innume-rables ríos del mundo y muchas veces causa inundaciones catastróficas, que se suman a las inundaciones y catástrofes causadas por los monzones y estaciones lluviosas. No es agua lo que está faltando. Más bien, hay y de sobra!
El Amazonas y los Andes
Cuando el deshielo llega a los Andes Sudamericanos, los ríos son alimentados por millones de metros cúbicos de agua que descienden de la cordillera en dirección al Océano Pacífico y en dirección al Atlán-tico formando varias cuencas que desaguan en el Atlántico sur, el medio y el Caribe. Una parte del agua de deshielo y de las lluvias se filtra hacia el interior de la tierra y rellena los "acuíferos". Aquí vemos que la principal cuenca es la amazónica, formada en parte por agua de deshielo andino y lluvias caídas sobre la selva amazónica, una región de unos 12 millones de kilómetros cuadrados, 8 millones sólo en parte Brasileña. El régimen de lluvias del Amazonas varía ampliamente, pero vemos que en la triple frontera de Brasil, Colombia y Perú, en la región de Tabatinga y Leticia, el promedio ronda los 6.000 mm anuales. Se puede hablar de un promedio amazónico de 2500 mm anuales.
Si por cada kilómetro cuadrado llueven 1.000 toneladas pr milímetro de lluvia, para 12 millones de kilómetros cuadrados la cantidad de agua recibida por la región es de:
12.000.000 km2 x 2.500 mm x 1.000 ton = 30.000.000.000 toneladas
(30 mil millones de toneladas, o metros cúbicos)
¿Cuánto más llueve en la Cordillera, tanto al norte como al sur? Es un cálculo que se lo dejo a quienes quieran entretenerse. Se sabe que el caudal del Río Amazonas, medido en su desembocadura en el Atlántico, es de entre 100.000 a 200.000 metros cúbicos por segundo. En un minuto ingresan al mar haciéndolo más dulce,
9.000.000 de metros cúbicos por minuto, o
540 millones de metros cúbicos por hora, o
10.800 millones de metros cúbicos diarios.
Esa es la más gigantesca reserva de agua dulce del mundo: sólo hay que tomarla del río, filtrarla para potabilizarla y usarla. Hay que sumarle a estas cantidades los caudales de los Río Paraná, Paraguay, y Uruguay; los del Orinoco, los que desaguan directamente en el Caribe a través de las Guayanas, los ríos Patagónicos, los de la cuenca occidental del Pacífico. Y estamos hablando nada más que de América del Sur.
No hay necesidad de preocuparse por acuíferos subterráneos de dudosa disponibilidad, que hay que perforar y bombear para extraer y transportar a ultramar. ¿Para qué? Los demás ríos del mundo tienen caudales que bastan y sobran para abastecer de agua para las necesidades de las poblaciones vecinas y sus industrias.
Sería bueno que la gente comenzara a preguntarse qué hay por detrás de toda la alarma por el “agua dulce” del mundo. Sabemos por experiencia que la primera manera de hacer que la gente acepte que se la robe sin protestar es infundirle miedo, de la clase que sea. Los asaltantes usan pistolas y cuchillos y amenazan con quitarnos la vida. Razón suficiente para darles el dinero. Pero ¿miedo a quedarnos sin agua dulce? ¿Alguien puede creer tamaña patraña?
El Problema es Geopolítico
En nuestra serie de tres artículos “G300: Los dueños del mundo”, expusimos suficientes evidencias de quiénes son los que están impulsando desde bambalinas todas las alarmas ambientales con que los medios nos azotan todos los días. Es obligación informarnos de todas las fuentes posibles sobre el tema porque de estar correctamente informados depende que nuestro futuro sea vivir en un mundo imaginado por Orwell y “Gran Hermano Te Vigila”, o el que siempre hemos soñado para nosotros y nuestros hijos.
La escasez de agua en los países más pobres de África no depende del uso que se hace de ella, aunque hay variaciones en su disponibilidad que dependen de algunos factores climáticos como El Niño que causan repetidas sequías. Pero más importantes son los factores políticos que han dominado África durante siglos, desde la colonización inglesa, francesa, alemana, italiana, portuguesa, holandesa y española. Se debe hoy más a la crónica corrupción de la inmensa mayoría de los gobiernos africanos.
Las obras de infraestructura hídrica y potabilización de agua para sus pueblos cuesta dinero que los dictadores africanos no parecen estar dispuestos a gastar –sacándolo de sus cuentas numeradas en Suiza. Los únicos que parecen considerar a los pobres de África como seres humanos son los demás pobres de Sudamérica y Asia. Para norteamericanos y europeos los pobres, sedientos y famélicos africanos son simplemente cifras en una molesta estadística. Donar unos cuántos dólares y euros al año para “salvar” a los niños moribundos de África parece aliviar la culpa ecológica de los desarrollados y bien alimentados europeos y americanos del norte –y algunos sudamericanos de holgada posición económica.
El problema del suministro y potabilización de agua es simplemente político, porque los políticos no tienen mucha intención de resolver el problema de sus representados sino que están más preocupados en servirse de ellos para su propio enriquecimiento. Una vez que se reconozca esta verdad de hierro y se comience a obligar a los políticos a ejecutar las inversiones en generación de energía, infraestructura de servicios y promover la industrialización y la con ello la generación de puestos de trabajo, las razones para alarmarse por una inexistente escasez de agua habrán desaparecido. El G300 deberá idear nuevas formas de infundir miedo a la gente. Debemos estar atentos y no creer de inmediato lo que nos dicen lujosas publicaciones como las del National Geographic o las gacetillas de Greenpeace y demás ONGs del ultraecologismo.
¿Agua? Es lo que sobra –el 70% del planeta es agua. Lo demás son patrañas.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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