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La Organización Meteorológica Mundial
Nos da la Razón

Nunca esperamos que la Organización Mundial de Meteorología nos diese la razón en relación a nuestras afirmaciones de que no hay señales de calentamiento global, ni que las cosas hayan cambiado mucho en el clima. ¿No lo cree? Lea y ríase.

Por Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC

De acuerdo a la página Preguntas Frecuentes sobre el Cambio Climático de la Orga-nización Mundial de Meteorología (OMM) y del Programa del Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP), se puede leer la siguiente información que creemos que tiene algunos fundamentos científicos.

A medida de que el mundo se calienta se espera que aumenten algunos eventos climáticos extremos como la frecuencia de las olas de calor y las lluvias torrenciales, pero permanece incierto si se tienen que esperar cambios en la frecuencia de algunos otros extremos climáticos.

En otras palabras menos elegantes, no saben un pepino sobre el futuro del clima. Hay que fijarse que esta gente siempre redacta sus partes de prensa con mucho cuidado, porque en la redacción está casi siempre el efecto buscado más que en la ciencia que les respalda. Siempre hablan de incierto, en inglés no se bajan de la palabra uncertain, que en su significado más profundo y certero es ignorancia. Entonces, cada vez que ellos dicen hay incertidumbre sobre& no quieren decir, no estamos muy seguros (que implicaría un cierto o muy ligero conocimiento) sino que directamente están diciendo no lo sabemos lo ignoramos completamente.

Además, es importante notar que no es posible asociar a ningún evento del tiempo o climático en particular con el calentamiento global. Esta asocia-ción causal, si es que existe, entre la frecuencia de los eventos extremos y el calen-tamiento global sólo se puede determinar a través de análisis estadísticos de infor-mación a largo plazo, porque el sistema climático natural puede producir eventos del tiempo y del clima que a menudo parecen ser inusuales en el clima reciente.

Pero todos los medios de comunicación y los funcionarios políticos y otros torpes de los Servicios Meteorológicos de muchos países todavía creen que el calentamiento global es la causa de un aumento de sequías, lluvias torrenciales, huracanes y tifones que no han ocurrido todavía, sino que, al revés, existe evidencia registrada de que han disminuido. El mundo al revés.

No hay todavía ninguna evidencia de un crecimiento mundial en la frecuencia de sequías. En el futuro, sin embargo, se espera que muchas regiones experi-menten sequías más frecuentes, prolongadas y severas, debido principal-mente a la evaporación más rápida de la humedad de las plantas, suelos, lagos y reservorios. Se espera que esto ocurra aun cuando aumenten las pre-cipitaciones y los eventos de lluvias torrenciales se hagan más comunes.


Si quisiéramos hallar contradicciones, aquí tenemos bastante como para hacer dulce! La gente que dirige y promociona la alarma del calentamiento global tiene entre sus premisas básicas al aumento de las sequías y al aumento de las lluvias torrenciales contradic-ción si las hay. Quieren salir del paso diciendo muy ingenuamente que las sequías se darán en algunas partes del planeta (no saben dónde todavía) y que las lluvias inundarán y mata-rán gente en otras partes (tampoco saben dónde). Esperan que la gente les crea, por su-puesto, porque si no les creen, nadie se asustará y nadie les hará caso. Y una consecuencia podría ser la que los políticos decidieron en la última reunión del G8 en Escocia, en Julio de 2005: olvidarse del tratado de Kioto y dirigir la atención hacia un aumento de la eficiencia en el consumo y producción de energía, y en el desarrollo de nuevas tecnologías.

Otro de los problemas con esta explicación tan simplista del futuro aumento de la evapora-ción de la humedad por las plantas y las superficies de tierra y agua es que, simplemente está ocurriendo exactamente al revés. La evaporación está disminuyendo, y hay bastan-tes estudios científicos al respecto que lo han demostrado hasta el cansancio. Precisamente este punto lo hemos tratado en este mismo sitio hace años, en un corto artículo llamado: Evaporación en Sartén, en donde se habla del nuevo estudio de Roderick y Farquar (Science, vol. 298, p. 1410, 15 nov. 2002), que parece arrojar esa idea por la ventana.

Los científicos revelan que la información de 50 años de mediciones de evaporación de sartén (o en receptáculos planos y abiertos como un sartén), revelan una sostenida dis-minución de la tasa de evaporación en el hemisferio norte contrario a la afirmación de la OMS y la UNEP sobre que la evaporación aumentará y ello causará el aumento de las lluvias. No aumentará porque está disminuyendo. Les guste o no, el asunto es comple-tamente al revés sin embargo esta gente de la OMS y de la UNEP continúan enviando información FALSA. No sería la primera vez. Ni la última.

La anterior declaración de la OMS es lo mismo que decir: No hay evidencia de que las sequías hayan aumentado a pesar de los muchos años de aumento del CO2, y del fuerte aumento de la temperatura en la década del 30, y no se han observado aumentos de sequías como tampoco ningún cambio en el clima PERO, nuestra Religión Verde nos obliga a creer que el Mesías del Calentamiento llegará en cualquier momento. Tenemos FE. ¿Podemos llamar ciencia a esa creencia o a esa manera de emitir partes de prensa?

Hay muy poca evidencia que apoye ninguna tendencia significativa en la frecuencia o intensidad de las tormentas tropicales, o de huracanes en el Atlántico Norte durante las varias décadas pasadas. Aunque la frecuencia de los huracanes fue alta durante 1995 y 1996, entre los años 60 y fines de los 80s ocurrió una cantidad anormal-mente baja de huracanes, incluyendo a aquellos que golpearon a los Estados Unidos durante este período (Figura 8.2)

Pero la prensa y la TV se han vuelto locos con los huracanes Dennis y Emily de este mes de julio 2005, a pesar de que huracanes de esa magnitud son comunes en el Caribe. El hura-cán Emily, que todos los calentadores rogaban a Dios que llegara a categoría 5 (la máxima), se mantuvo en 4 y antes de llegar a la Península de Yucatán (Cancún) cayó a categoría 3. Lástima. Otra vez será.

Información muy confiable del Atlántico Norte desde la década de los 40 indican que la potencia pico de los huracanes más poderosos no ha cambiado, y que la máxima intensidad promedio de todos los huracanes ha disminuido. También hay eviden-cia de una disminución en la frecuencia de los ciclones en el Océano Índico durante las dos décadas pasadas en relación a registros anteriores y a un aumento en la frecuen-cia de los tifones en el Pacífico Occidental.

Tampoco aumentaron las tormentas en aquella parte del mundo, y ello es confirmado por la última parte del mensaje de la OMM y la UNEP:

Se han observado amplias variaciones en el número total de tormentas tropicales, incluyendo huracanes, tifones, y ciclones ocurriendo por décadas, sin notarse ninguna tendencia aparente de largo plazo en ninguna de las bacías oceánicas. Existe muy poco consenso sobre la manera en que el calentamiento global afectará la intensidad y la frecuencia de estas tormentas en el futuro.


Bueno, OMM y UNEP, nos han prestado ustedes un excelente servicio a todos quienes nos mantenemos escépticos acerca de las predicciones Apocalípticas sobre el calentamiento global. Se han olvidado, sin embargo, de decir que tampoco hay consenso sobre el calentamiento, es decir, no parece que el calentamiento vaya a seguirse produciendo como hasta ahora y, como lo hemos venido advirtiendo desde estas páginas, es bastante probable que se esté iniciando un ciclo de enfriamiento que terminará en una nueva Pe-queña Edad de Hielo.

Si quiere invertir en su futuro, compre propiedades en el cinturón ecuatorial de América del Sur o en el Caribe mejicano: se valorizarán muchísimo cuando la gente se congele en Washington, Chicago, Miami, o en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, para no mencionar París, Berlín, Madrid, y Moscú. Las ciudades del trópico al borde del mar mantendrán mejor el calor y no serán tan frías como las ciudades mediterráneas como Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba, Quito, Caracas, o Bogotá. No diga después que no le avisaron&



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