Por El Fueguino Adoptado
(y Eduardo Ferreyra)
Nuevamente nos hace su aporte nuestro colaborador en el Fin del Mundo, el miembro de la Justicia de Tierra del Fuego, con un análisis que merece la atención de los lecto-res de este sitio. Al final he añadido algunos datos necesarios para comprender la magnitud de Gran Estafa del Mercado de Bonos de Contaminación y la pasividad con que la gente está aceptando que se la despoje de su dinero. El cuento de "salvar al planeta" da para todo...
Mucho se dice, escribe y filma acerca del calentamiento global hipotéticamente causado por un aumento del CO2 y gases que causan efecto invernadero en la atmósfera terrestre. Se machaca hasta el hartazgo sobre el tema utilizando renombrados personajes en todos los medios de comunicación, habiéndose instalando en la opinión pública una verdad que, a la luz de muchos estudios, cada día parece tener más de revelada y menos de científica.
En efecto, existen estudios llevados a cabo con auténtico rigor científico que contradicen sólidamente la teoría que responsabiliza al hombre por el aumento de la temperatura global. Sin embargo, poco o nada se sabe de ellos a través de los medios masivos de comunicación. Sólo aisladamente se los menciona y, por supuesto, sin la extensión, la pompa y el grado de alarma que envuelve a los que sostienen esta especie de teoría oficial del dióxido de carbono.
Pues bien. Una pregunta resuena en mi mente con más fuerza cada día: ¿Por qué?
¿Por qué los medios de comunicación difunden la teoría del dióxido de carbono casi con exclusividad?
¿Por qué no son dados a conocer los muy serios estudios que señalan inequívocamente al sol como el responsable del transitorio calentamiento global?
¿Por qué no se dice que desde el año 1998 el planeta no sólo no aumenta su tempera-tura, sino que se está enfriando?
La respuesta, aunque muda, también viene a mi mente.
Es evidente que grupos muy poderosos inyectan jugosas sumas de dinero para que el tema sea dado a conocer de un modo y no de otro, detrás de un claro objetivo, cual es evitar a toda costa el desarrollo económico.
Esos mismos grupos también operan en idéntico sentido, pero por un interés algo más tangible.
Veamos. ¿Por qué se acentúan y precipitan abrumadoramente las noticias de que el mundo se calienta irremediablemente si no hacemos algo para reducir las emisiones de dióxido de carbono y de los gases que producen el efecto invernadero? Hablando en criollo y para no parecer inocente: ¿donde está la tarasca (dinero) en todo este asunto?
¡En Kioto, señores! Está en Kioto. El comercio de derechos de emisión creado en el Pro-tocolo de Kioto ya opera y funciona así:"...los países industrializados que lo ratificaron (al Protocolo de Kioto) deben reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a un nivel no infe-rior al 5% registrado en 1990 para el período 2008-2012. El Protocolo ha creado diferentes mecanismos de flexibilización para ayudar a estos países a atenuar la carga que implica esta reducción de emisiones. Estos son: La implementa-ción conjunta, el Comercio de Emisiones y el Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL).
"Argentina, en su condición de país en desarrollo, puede participar solamente en el Mecanismo para un Desarrollo Limpio. Con él, los países industrializados pueden implementar proyectos en países como el nuestro, que reduzcan las emisiones de GEI y utilizar los créditos de carbono resultantes para cumplir con sus propias metas o bien comercializarlos en los mercados internacionales creados para su comercialización."
(texto disponible en http://www.ambiente.gov.ar/?idarticulo=1257 )
¿Entiende ahora el por qué de la urgencia?
¿Entiende ahora por qué le dicen sin cesar y con singular grado de alarma, que el mundo se calienta y que debemos hacer algo para reducir las emisiones de CO2?
Es que si el mundo comenzara a enfriarse -como en realidad ya lo ha hecho pero a Ud. no se lo han dicho- tal como muchos auténticos científicos lo vienen anunciando, vaya para-doja, ¡el negocio de los derechos de emisión se hace humo!.
Y no sólo ese comercio es lo que se hará humo. También desaparecerán en el mundo los intentos por imponer a los países no desarrollados -como el nuestro- "tecnología limpia".
Se preguntará Ud. qué tiene de malo que la tecnología limpia se imponga... Bien. Le res-pondo: por el momento, su insanable ineficiencia, lo que constituye la principal garantía de que Ud. jamás salga del subdesarrollo.
De todas maneras, lo que más me inquieta de todo este asunto es que, para lograr su difu-sión, los políticos se disfracen de científicos; y los científicos se prostituyan, afirmando como cierto aquello que no resiste el menor análisis.
Es que la ciencia es sagrada. Parafraseando a Maradona, "la ciencia no se mancha".
Si ensuciamos su sagrado nombre afirmando falsedades a sabiendas, sepultamos la más cara virtud del hombre. Sepultamos la razón; ni más ni menos que aquello que nos distingue del resto de los seres vivos. Y ante eso sí que estamos fritos, por mucho que el mundo se enfríe.
El fueguino adoptadoNOTA de FAEC: la urgencia por que se implementen leyes que obliguen a todas las industrias en el mundo que sobrepasen un cierto nivel de emisiones a comprar bonos “CO2-offset”, reside en que el negocio está montado desde hace mucho tiempo y no se ha movido con la rapidez que la codicia de sus creadores deseaba. Y sus impulsores han caído en cuenta de que en dos o tres años más el negocio se les congelará, virtualmente hablando. La Tierra comenzará a enfriarse y la gente caerá en cuenta que nada de las alarmas por el calentamiento tenía el menor asidero. Ni la más mínima base científica –aunque sí muchos gráficos coloridos y abundantes vistosos y caros video-juegos que llaman “modelos computarizados del clima”.
Entre los principales creadores de la idea del mercado de bonos de emisión de CO2 está el misterioso Sr. Maurice Strong, quien fue el secretario general de la famosa Cumbre Ambiental de Río en 1992. También resulta extraño que Strong tenga el origen de su fortuna en el petróleo, y sea accionista mayoritario de la Ontario Hydro, generadora de electricidad de Canadá, dueña de varias centrales nucleares del tipo CANDU.
La Gran Estafa de los Permisos de Contaminación no reducirá la emisión de CO2 al ambiente en lo más mínimo, ya que sólo impulsa la compra y venta de bonos o “permi-sos de emisión” cuyo producido “supuestamente” será invertido en proyectos tendientes a reducir la cantidad de CO2 en el ambiente, como forestaciones, o generación de energía eléctrica por medios alternativos como células fotovoltaicas y molinos de viento, o reci-claje de basura produciendo metano o biogas, como quieren hacer en Alta Gracia, Córdoba, por ejemplo.
Los documentos disponibles sobre toda la historia del Protocolo de Kioto muestran que en 1997 el Sr. Albert Gore, entonces vicepresidente de los EEUU, llevó a la Casa Blanca y a su amigo Bill Clinton, el proyecto que le había presentado la corporación ENRON –la misma que después quebró fraudulentamente y sus directivos condenados a 25 años de cárcel- para que Estados Unidos firmase un tratado para detener el calentamiento global, que se presentaría ante las Naciones Unidas en una reunión a realizarse en la ciudad japonesa de Kioto.
La corporación ENRON traficaba con carbón, gas y petróleo, pero había comprado a las más grandes compañías productoras de generadores eólicos y de paneles fotovoltaicos. Calculaba que las ganancias que perdería con el carbón y el petróleo las recuperaría con creces con el negociado de los bonos de contaminación.
Para ello necesitaba que al CO2 lo declarasen enemigo público Numero Uno del planeta, para poder crear e imponer el mercado de los créditos y permisos de emisión. Se lo llamaba “CO2 offset”, o “compensación de CO2”. Quienes emitiesen más deberían reducir sus emisiones (y su producción de bienes, y quedar fuera del mercado) o comprar esos “permisos” de contaminación para seguir produciendo, o aumentar su producción si así lo querían –y sus emisiones también. Sólo había que pagar por ello.
No se trata de “salvar al planeta” sino de aumentar las ganancias a costa de los consumi-dores. Total, los subsidios a todas las actividades que “salvarán al planeta” salen de los impuestos –es decir, de nuestros bolsillos, del público asustado que permitió que se les robe impunemente. La ecuación es simple: comprar bonos, producir más, añadirle al producto el costo de los bonos y que los costos mayores los paguen los consumidores.
Todos los detalles de este innoble accionar fue publicado ya hace tiempo en nuestro sitio en el artículo: “Kioto nació en un despacho de ENRON”, con una entrevista que se le hace al abogado Christopher Horner, el empleado de ENRON que tuvo a su cargo el diseño de las cláusulas del Tratado Kioto que permitieron la creación del “mercado de bonos”.
Pero no son las industrias las que se beneficiarán con el mercado de permisos de conta-minación sino los intermediarios que, con las autorizaciones de los gobiernos, funcionan como corredores de bolsa, pero traficando bonos de contaminación. Para aprovechar este brillante negocio, el señor Al Gore se asoció con el Sr. Maurice Strong y fundaron una de esas compañías que trafica con bonos de contaminación: en 2003 fundaron la Generation Investment Management PLC, establecida en Londres.
Para generar la histeria necesaria para que los gobiernos promulguen las leyes necesa-rias que obliguen a las empresas a comprar esos bonos, es que el Sr. Al Gore puso todas sus fichas en la mesa y lanzó una campaña a escala mundial que incluyó la documental “Una Verdad Inconveniente,” y la presión necesaria sobre los políticos del IPCC para que sus informes sobre el cambio climático “sean siempre más aterradores que los anteriores, pero menos que los que vendrán.”
No parece importarles que las recomendaciones a los políticos -ingenuos y crédulos- que hace el IPCC cada cinco años se hagan siempre antes de que el Informe Final haya sido revisado y redactado. Como diría la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Mara-villas, “¡No, no! Primero la condena, después el veredicto!”.
Cabe preguntarse, ¿es que la gente no se da cuenta de la manera en que se la está engañando? Será posible que no caigan en cuenta de están siendo conducidos como un rebaño de ovejas al matadero?
La última pregunta: Una vez que se demuestre que el cambio de clima es natural, que no hay peligro ni catástrofe alguna por el calor, que todo el asunto del IPCC y las leyes con que se nos quiere estafar son un delito de lesa humanidad, ¿Alguien pagará por ello? ¿Alguien será llevado a la justicia para rendir cuenta de su mal desempeño en la función pública?Vea desde donde nos leen
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