El escape de este acartonado y dogmático tratamiento de lal ciencia, escribe Lüdecke, vino con Galileo, quien le dio la prioridad más alta a la medición sistemática, que todavía permanece siendo el método estándar de la ciencia. Con el método de Galileo las hipótesis y teorías que no son confirmadas por las mediciones son descartadas y no se siguen más. El método de Galileo llevó a avances gigantescos en la tecnología, medicina y ciencias, de las que la humanidad se está beneficiando inmensamente.
Richard Feynman resumió el método de Galileo de manpera hermosa, diciendo que si una hipótesis está en desa-cuerdo con las observaciones, entonces está equivocada.
Este método fundamental, escribe Lüdecke, ya no está en uso en la ciencia del clima y, lo que es peor, el viejo método escolástico medieval está hoy invadiendo peligrosamente a otros campos de la ciencia.
Según Lüdecke, la cuestión clave hoy es “¿Es el cambio climático observado desde 1850 desusado? Y por ello sería debido al hombre, ¿o está bien dentro del rango de la variabilidad natural que el planeta ha visto a lo largo de su historia? El físico alemán dice que el peso de la carga de la prueba claramente no está sobre los escépticos de la hipótesis, sino sobre quienes proponen la hipótesis. Escribe:
NO tiene sentido favorecer a cierta hipótesis –sin sentido de acuerdo con nuestro aún válido paradigma científico– cuando no se puede mostrar información medida que la apoye. Uno puede ocuparse con una hipótesis, ponerla en el centro de su investigación, y hasta tener una fe completa en ella. Sin embargo, no se la puede usar como base para tomar acciones racionales sin antes haber confirmado las mediciones. Resumiendo: Si no podemos observar ninguna actividad inusual en el clima desde 1850 comparado con los tiempos anteriores a ese, entonces no tenemos otra elección que asumir al cambio natural del clima.
Para poder asumir que hubo “actividad inusual”, dice Lüdecke, sería necesario tener información muy completa sobre los océanos antes de 1850. Eso no existe, y por ello no es posible una comparación. Lüdecke recuerda, “Es obligatorio probar que la información desde 1850 es por cierto inusual cuando se la compara con el período anterior.” Una comparación es muy difícil de hacer con las temperaturas atmosféricas. Con la información sobre los océanos: “¿Quién puede decirnos hoy la distribución de temperaturas en los océanos durante el Período Cálido Medieval?” Lüdecke escribe: “Suponer hoy que es inusual sin ser capaces de compararlo con algo en el pasado no es ciencia, para nada,” nos dice.
Cuando se trata de eventos extremos del tiempo, hay una gran cantidad de pinturas y documentos escritos mostrando que esos eventos también existían en el pasado, y que los actuales eventos del tiempo no son en absoluto nada nuevo. Hasta el mismo IPCC ha llegado a esa conclusión. El climatólogo alemán pone a las supo-siciones o profecías sobre el clima futuro en la categoría de “bola de cristal” y no de ciencia.
El profesor Lüdecke también dispara sobre el sobre-énfasis de los modelos del clima, escribiendo que “los modelos ya fracasan con el pasado,” y que ellos no pueden predecir al próximo El Niño correctamente, o el desaparecido “punto caliente” en la tropósfera:
Usando la vara de medición de Feynman estos modelos del clima no son apenas inexactos o un poco falsos; ellos son TOTALMENTE FALSOS. […] Cualquiera que venda pronósticos del clima como algo científico está usando al paradigma medieval. Está practicando ciencia moral en lugar de física.”
Ouch! Lüdecke también llama “dudosa” a la alianza entre el IPCC y los políticos, y algo que fue tramado con el fin de alcanzar un resultado ya determinado de antemano. Él llama a la manera en que se hace la política del clima “sinsentido embellecido.”
En su conclusión el profesor alemán aconseja a quienes están debatiendo con algún alarmista, o escuchando una presentación de un alarmista, no hacérselo fácil. Hay tres puntos que él hace notar.
- El moderno paradigma de la ciencia moderna de la prioridad de las mediciones sobre los modelos teóricos, todavía siegue siendo válido. El alarmista del clima tiene la obligación de probar que su hipótesis está confirmada por observaciones y mediciones. No le toca a usted probar su hipótesis es falsa.
- Cuando el alarmista del clima “comience a dar rodeos” insista en que nombre un estudio con peer review que pruebe, basado en mediciones, que el cambio del clima desde 1850 no tiene precedentes cuando es comparado con tiempos anteriores.
- No permita ser arrastrado en el debate a los modelos del clima. Que los modelos son incapaces de describir el desarrollo del clima significa que son falsos, según el punto 1.
El distinguido profesor termina atacando a los hacedores de las políticas climáticas, advirtiendo que están bordeando una “actividad criminal” en su conciente mal uso de la ciencia para dar forma a políticas:
Estamos permitiendo que cientos de miles y millones de personas en los países más pobres del mundo sufran hambrunas para así financiar la protección del clima y la transformación de la energía que no están basadas en la actual válido paradigma científico. Eso no solamente idiota, sin que además las personas políticamente responsables están bordeando la actividad criminal.”