Yo me convertí en científica del clima porque me preocupa el ambiente, pero tenemos la obligación moral de ser imparciales.
Como científica del clima estoy bajo presión para que sea una activista política. Esto proviene principalmente de los ecologistas. Dan Cass, director de una granja eólica y activista solar, prefiere que yo no pierda mi tiempo debatien-do “negacionistas tarados” sino que use activismo político para impedir una catástrofe climática”.Los científicos del clima arriesgan su credibilidad si no son absolutamente neutrales en asuntos políticos tales como el impuesto al carbono. Fotografía: Greeg Wood/AFP/Getty Images
“A menudo escucho o leo en un discurso científicos palabras como degradación, mejora, bueno y pobre. Esas palabras cargadas de valor no deberían de ser usadas para presentar información científica porque ellas implican un estado preferido o una clase de opciones políticas… Las palabras científicas apropiadas son, por ejemplo, cambio, aumento, o disminución.” (Science, Científicos y Abogacía Política”).Yo me convertí en científica del clima porque a mí siempre me preocupó el ambiente, ya que una vívida charla sobre la capa de ozono en la escuela primaria (aquí, en página 4) y la influencia de mi hermano, que era verde mucho antes de que estuviese de moda. Pero me preocupa más restaurar la credibilidad en la ciencia que llamar a la gente a la acción; más sobre mejorar la comprensión del público de la ciencia de modo que la sociedad pueda tomar deci-siones mejor informadas, que tomar las decisiones de la gente por ellos. La ciencia no nos da las respuestas a nuestros problemas. Tampoco deberían hacerlo los científicos.
Comentario de Eduardo Ferreyra: la Dra. Edwards da la impresión de ser sincera y honesta. De tener una mente científica, desapasionada, y no dejarse llevar por exageraciones ni romanticismos verdes. Algo por el estilo de la Dra. Judith Curry, la científica del clima que abandonó las filas de los que proponen ciegamente la hipótesis del CO2 como culpable del calentamiento y cambio climático, para hacerse cada día más escéptica. Más temprano que tarde la Dra. Edwards terminará siguiendo sus pasos y se alejará del centro de la corriente principal o mayoritaria. No parece sentirse muy cómoda dentro de los rebaños.
Pero su anécdota de la primaria demuestra cómo el “científico” que les dio la charla era un activista y no una persona de honestidad científica como la que exige la Dra. Edwards. La anécdota que la doctora nos refiere en su link a una “página 4” más arriba, dice así (no se moleste en descargar el PDF):
Yo puedo rastrear mi interés por el ambiente hasta una moneda: una moneda de 10 peni-ques de fines de la década de 1980 mientras estaba en los años finales de la primaria. Un científico vino a hablarnos acerca de la capa de ozono. Habló clara y apasionadamente sobre la manera en que nos protege del sol, pero que estaba siendo dañada por gases que hacen los humanos. Él nos dijo que en algunos lugares ahora tenía el espesor de una mone-da de 10 peniques.El “científico” se aprovechó de la inocencia y la ignorancia de los niños –algo perverso- para reclutarlos para la “causa” y les dijo una media verdad que, como es sabido, es una mentira completa: el espesor que mencionó es la imagen que dan en los libros de texto y en Wikipedia para el caso de que la capa de ozono, que está en la estratosfera entre los 15 y los 50 km de altura, fuese traída a nivel del mar don-de la presión atmosférica la reduciría a un espesor que varía entre 1,2 y 5,4 milímetros. Los valores de la concentración del ozono, expresados en Unidades Dobson (UD) varían entre 540 UD y unas 120 UD dentro del famoso e infausto “agujero del ozono” de la Antártida.
El gráfico muestra una región de Europa y África del norte el día 6 de junio de 2005 donde se observan valores entre 300 y 480 UD. Es de notar que los valores del ozono en el ecuador es de alrededor de 290 UD, y que durante la ocurrencia del agujero de ozono en la Antártida (agosto-septiembre) en las regiones de la Patagonia los valores del ozono rondan los 540-600 UD.
Una moneda tiene un espesor promedio de 1,8 milímetros, algunas más, otras menos. El “científico" les dijo esa media verdad porque los niños tienen la idea correcta de que ese "escudo" protector tiene varios kilómetros de espesor y que la mano de hombre y sus horribles gases la redujeron al espesor de una moneda. Una de mis máximas favoritas la dijo un cardenal inglés allá por el siglo 14, y los maestros de primaria tienen la obligación de tener presente constantemente: "Be very, very careful what you put into that head, because you will never, ever get it out." Thomas Cardinal Wolsey (1471-1530) ["Sea muy, muy cuidadoso con lo que pone en esa cabeza; porque no lo podrá sacar de allí nunca, jamás..."]
Ojalá la Dra. Edwards repase sus conocimientos sobre la capa de ozono y podrá comprobar que se tra-ta de otro fraude pseudocientífico impulsado por los intereses corporativos y geopolíticos que mueven las fundaciones “filantrópicas” y los grupos que practican la filosofía antihumana del Reverendo Thomas Malthus: “el hombre es el cáncer del planeta”.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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