El cambio climático se ha movido otra vez al centro de la escena. En su Mensaje a la Unión, el presidente Obama declaró, “Pero por el bien de nuestros hijos y nuestro futuro, debemos combatir más al cambio climático.” Dos días más tarde los senadores Sanders y Boxer introdu-jeron un paquete legislativo haciendo un llamado para un impuesto al carbono a las minas de carbón, refinerías, e instalaciones de gas natu-ral.
Hace una semana un estimado de 35.000 activistas se juntaron en una demostración en Washington urgiendo al presidente Obama bloquear al proyecto del oleoducto Keystone XL.
Estos esfuerzos abogan por una reducción del uso de la energía de hidrocarburos del petróleo, carbón y gas natural mientras exigen más incentivos para las energías eólicas, solar y biocombustibles. Los proponentes dicen que el uso de las renovables reducen las emisiones de dióxido de carbono que afirman están causando al calentamiento global. Pero no dicen nada del gran secreto de las energías renovables.
Las energías renovables permanecen siendo una minúscula parte de nuestra provisión de energía. De acuerdo con el Departamento de Energía de Estados Unidos, para fines de 2011 estaban operando 39.000 turbinas de viento en EEUU, pero sólo suministraron el 2,9% de la electricidad del país, comparado con 42% del carbón, 25% del gas na-tural, 20% de la energía nuclear, y 6% de fuentes de hidroelectricidad. Después de 20 años de subsidios y manda-tos, la energía solar permaneció siendo absolutamente trivial, contribuyendo con un infinitesimal 0,04% de la elec-tricidad de EEUU. El etanol y el biodiesel proveyeron alrededor del 11% del combustible para vehículos al pesado costo de usar el 40% de las cosechas de maíz.
El gran secreto de la energía renovable es que las dos fuentes más grandes, viento y biocombustibles, no reducen las emisiones de dióxido de carbono. La energía eólica es altamente variable. La entrega de la energía eólica puede variar desde insignificante al 100% de la potencia nominal a cero nuevamente en sólo unas pocas horas. En promedio, ls sistemas de turbinas de viento proveen energía nominal sólo el 30% del tiempo, de manera que no pueden reemplazar a las fuentes de hidrocarburos o nuclear. Las plantas de carbón o gas natural tienen que usarse como respaldo del sistema eólico, subiendo o disminuyendo de manera ineficiente para reflejar (o compensar por) los cambios en la velocidad del viento.
Su automóvil tiene dos clasificaciones; una para conducción en las ciudades y otra para las rutas abiertas. Un automóvil típico puede obtener 23 millas por galón (mpg) en ciudad y 33 mpg en las autopistas. La conducción “detenerse y arrancar” usa más combustible y produce más emisiones que el manejo en ruta a velocidad constante.
Las granjas eólicas cambian a nuestras redes eléctricas en un sistema eléctrico de “detenerse y arrancar”. Un análisis de las instalaciones en Holanda y Colorado muestran que la combinación de sistemas viento-hidrocarburos usan más combustibles, producen más contaminantes de óxidos de nitrógeno y dióxidos de azufre, y emiten más dióxido de carbono que los sistemas a carbón o gas natural. A pesar de las afirmaciones en contrario, el agregado de las granjas eólicas a nuestra red eléctrica no reduce las emisiones de CO2
Tampoco lo hace el uso de los biocombustibles. Durante años, los dedicados a combatir al cambio climático asu-mieron que la quema de biocombustibles eran “carbono neutro”. Aunque la quema de madera o material de plantas libera CO2 a la atmósfera como cualquier otra combustión, el concepto de “carbono neutro” asumió que a medida de que las plantas usadas para fabricar biocombustibles crecían ellas absorbían la cantidad de CO2 equivalente a la emitida cuando se quemaba.
Pero una opinión de la Agencia Europea del Ambiente mostraba “un serio error” en la contabilidad del gas inverna-dero. El concepto de carbono neutro no toma en cuenta al CO2 que sería absorbido pero la vegetación natural que crece en tierras no usadas por la producción de biocombustibles. Un estudio de 2011 de la Academia Nacional de Ciencias descubrió que, después de considerar los efectos del uso del suelo, la producción de etanol para reempla-zo de la gasolina posiblemente “aumentaría contaminantes tales como materia de particulado, ozono, y óxidos de azufre.” El estudio también encontró que las emisiones de gases invernadero del etanol probablemente serían mayores que las de la gasolina.
De modo que, aún si usted suscribe la teoría del cambio climático causado por el hombre, es muy poco probable que el desplegado de la energía renovable reducirá significativamente las emisiones de gases invernadero.
[*] Steve Goreham es Director ejecutivo de Climate Science Coalition of America y autor del nuevo libro “The Mad, Mad, Mad World of Climatism: mankind and Climate Change mania.”
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