Por Luis Anastasía (*)
''La educación consiste en enseñar a los hombres
no lo que deben pensar sino a pensar.''
Anónimo
''Cuando una multitud ejerce la autoridad,
es más cruel aún que los tiranos.''
Platón
Hace unos 2.300 años Platón, el atleta, poeta y filósofo más conocido por el apodo que por su verdadero nombre, fundó la Academia, lugar desde donde promulgaba el uso de la razón como el camino para llegar al conocimiento, sistematizando el pensamiento inductivo utilizado por su maestro Sócrates. Unos 800 años después de su fundación la Academia fue cerrada por el emperador Justiniano, porque la veía como un obstáculo para el crecimiento y la expansión del cristianismo ya que la razón es opuesta a la fe. Pero lo que legó al mundo es indeleble y nuestra forma de pensamiento actual está fuertemente influida por sus logros, teniendo en cuenta que se puede considerar como el antecesor, entre otras cosas, que esta-bleció las bases para la generación y validación del pensamiento científico, lo que actualmente se conoce como la epistemología.
Sin duda que la historia del hombre está signada esporádicamente por mentes brillantes que hacen avanzar a grandes pasos el conocimiento y el desarrollo de las ideas, anticipándose por muchas genera-ciones a su propio tiempo.
Mucho más cercano en el tiempo y en el espacio que Platón y su Academia, en las postrimerías de la América precolombina surge Netzahualcóyotl, Señor de Texcoco y Rey de los Mexica. Nacido en 1402 fue tal vez el Rey Ideal que infructuosamente buscó Platón. Excepcional arquitecto e ingeniero, por el sistema de acueductos y la bella arquitectura de su ciudad se le considera que construyó la Roma de América. Por la hermosura y diversidad de los jardines se la compara con los Jardines de Babilonia. Fue un poeta cuya herencia artística es comparable a su legado como filósofo. En su reino se rodeó de los más grandes filósofos y artistas, siendo el impulsor de la Atenas de América. Estas referencias históricas para comparar sus logros con lo que tradicionalmente nos enseñan como hitos en la historia de la civilización, pero siempre mirando a Asia y Europa, las utilizo sólo para poder tener una escala de referencia de la magnitud de este excepcional pensador y estadista americano, que reinó con valentía y sabiduría. Uno de los aspectos que más me llamó la atención y despertó mi admiración cuando estudié su vida y obra fue que gobernó con estructuras e instituciones que cumplirían las funciones de Ministerios en un estado moderno.
Uno de ellos, de quien dependía el sistema de educación, era el Ministerio del Arte y de la Guerra. En nuestra concepción actual suena como una contradicción. Sin embargo Netzahualcóyotl consideraba que únicamente quien profundizara en todas las ramas de las artes y amara profundamente la belleza de la vida, podía decidir sobre la guerra. El sistema de educación se basaba en escuelas donde asistían los niños sin distinción de estamento social y todos recibían la misma enseñanza. Pero la misma falta era castigada con más rigor si era cometida por un hijo de la clase gobernante que si la cometía el hijo de un campesino o de un artesano, pues consideraba que gobernar era mucho más un deber y responsabilidad que un privilegio. Estaba tan imbuido de este concepto y filosofía de vida que condenó a muerte a uno de sus hijos por soberbio, arrogante y belicoso.
Hoy, al inicio del siglo XXI veo con espanto y angustiado asombro con cuanta liviandad, facilidad e impu-nidad la clase gobernante, y en esto incluyo a la Asamblea Ciudadana Ambiental, utiliza las palabras agresión y guerra por causa de este conflicto artificial originado en las plantas de celulosa. Hoy, en el mero inicio del tercer milenio, soy testigo incrédulo del uso de la irracionalidad en la educación y de la muerte del conocimiento científico.
El germen primordial para llegar al conocimiento es establecer los criterios de legitimidad de los argu-mentos que se consideran en torno a la aproximación a un tema. Para evaluar estos criterios de legiti-midad de argumentos que dieron origen al conflicto por las plantas de celulosa debemos hacer un rápido repaso de su génesis.
En el año 2000, según unos, o en el 2002, según otros, grupos ambientalistas de Uruguay que habían iniciado un movimiento de oposición a la instalación de las plantas de celulosa al norte de Fray Bentos fueron a la ciudad de Gualeguaychú para alertar sobre los negativos y catastróficos efectos ambientales, según ellos, que causarán las plantas cuando entren en operación.
Esta alerta temprana prendió fértilmente en las organizaciones ambientales de Gualeguaychú con una legitimidad que objetivamente podemos reconocer únicamente en el contexto de los argumentos ex-puestos. A partir de ahí el movimiento opositor al desarrollo forestoindustrial en la margen uruguaya del río, creció en número hasta desembocar en la Asamblea Ciudadana Ambiental. En este marco de acción se entró en una espiral de profundización y radicalización, donde se fueron convenciendo sistemática-mente por efectos ambientales cada vez más drásticos y apocalípticos según las ideas y conceptos que se exponían con mayor gravedad cada vez hasta llegar a la idea de genocidio, agresión y guerra. Esto ha tenido un efecto real e innegable en la sociedad, expresándose especialmente en miedo a morir.
Sin duda que si se escucha reiteradamente que la gente se va a morir de cáncer, que va a suceder muta-ciones y que varias enfermedades van a caer como las siete plagas sobre ellos y sus hijos, es absoluta-mente lógica la reacción generada. Reacción que se plasma en una situación en la cual los ambientalistas consideran que hay una conspiración en la cual el mundo entero, no sólo Uruguay, actúa mintiendo pues los únicos poseedores de la verdad son los ambientalistas. Están tan convencidos de su verdad que ni siquiera aceptan que alguien pueda pensar de una manera diferente. Tan empapados en su pensamiento que sostienen que tal vez si se juntan más de cien mil uruguayos del lado oriental del puente, entonces y sólo entonces podrían empezar a pensar que están equivocados. Sin embargo, como todos los argumen-tos son falaces o directamente falsos, la legitimidad deja de ser tal.
El punto más grave de todo es que estos argumentos falaces y falsos se han instalado en la educación formal e informal. La educación, cuyo objetivo básico es guiar a través de la aventura del conocimiento, es impartida por la palabra, la acción, las actitudes y los sentimientos en un proceso de concienciación cultural, moral y conductual. Todos nosotros en cada momento somos responsables, por tanto, de la educación de los demás y de sí mismos. Y con mucha más responsabilidad quienes son o actúan como referentes en todos los niveles de la sociedad.
Es totalmente lógico que si un referente del gobierno argentino, como lo es el Embajador Estrada Oyue-la, encargado de asuntos ambientales de la cancillería, insiste que la gente se va a morir de cáncer y que no existirá turismo en una ciudad en la cual no se va a poder respirar, que el río se llenará de algas tóxi-cas, la gente le va a creer, en primer lugar por ser quien es y en segundo lugar porque dice exactamen-te lo que quieren escuchar. Y ésto por mencionar sólo un ejemplo, aún cuando según expresan los pro-pios asambleístas, la primera vez que Estrada Oyuela los recibió los trató de ''loquitos''.
Lo más terrible, lo que realmente tiene las consecuencias más espantosa en el desarrollo de este con-flicto, es el efecto que está teniendo en los niños, en el desarrollo intelectual, sicológico y social temprano de mentes inocentes. En lo único que puedo estar de acuerdo con el Embajador Estrada es justamente en lo que dijo respecto a que este conflicto que durará 80 años. Están sembrando con alta eficacia en los niños todo lo necesario para que sea así.
No sólo integrantes importantes de la clase política se han ido sumando a la escala de declaraciones cada vez más alarmantes, también figuras relevantes del medio artístico argentino se han manifestado en contra de las celulosas con declaraciones absurdamente insólitas e inverosímiles.
Los niños son receptores pasivos de todo lo que dicen los adultos sobre este tema, especialmente sensi-bles a lo que legítimamente pueden estar sintiendo y trasmitiendo los padres. Una joven madre de Gualeguaychú sostiene que se tiene que ir porque ''la gente que vive cerca de las papeleras muere de cáncer, de sida''.
Transformaron a los niños y jóvenes de receptores y espectadores a actores protagonistas. Llevados a las Marchas del Grito Blanco, manifestación multitudinaria realizadas en los años 2005 y 2006 en Gualeguaychú, declaradas de interés educativo por Consejo General de Educación de Entre Ríos, leían proclamas y hacían declaraciones a la prensa. A mí se me heló el alma desde la primera marcha cuando escuchaba decir cosas como que ellos no quieren morirse, que no van poder tener hijos. Un niño decía que ahora no va a la playa de Ñandubaysal porque ya está contaminada por las ''papeleras''.
Ahora, en las escuelas y colegios se enseña en forma sistemática el brutal y negativo efecto espantoso que van a tener las plantas de celulosa. Juan Veronesi es uno de los principales referentes de la Asam-blea Ciudadana Ambiental y uno de los más activos protagonistas. Antiguo docente de la Provincia de Misiones es uno de los responsables de realizar ciclos de charlas en las escuelas de Gualeguaychú explicando, según su entender, el daño ambiental, social y efectos en la salud que van a tener las pape-leras. Según sus palabras, los niños "... fueron sumamente importantes para la ampliación de todo esto. Se fueron convenciendo y llegaban a sus casas y les contaban a sus padres sobre lo que habían visto en el aula''. Narra como una anécdota risueña el resultado obtenido luego de una de las charlas, cuando un niño dijo "Bueno, si hace falta yo puedo ir pal' río con la escopeta de mi papá.'' Y encima remata tomando esta anécdota, que para mí de risueña no tiene absolutamente nada, como un importante indicador de lo fundamental e trascendente que ''es la tarea docente para difundir ciertas ideas''. Generalmente los niños no aceptan matices. La vida se divide en héroes y villanos, negro y blanco. En este esquema mani-queo la deplorable anécdota de la escopeta es esperable en una concepción de fanatismo.
Desde los inicios de este conflicto tuvimos cierta evolución. Ya existía en Gualeguaychú movimientos en pro del cuidado ambiental, cosa que no podemos menos que compartir, y que obtuvo logros importantes en su accionar. Algunos de los fundadores originales de la Asamblea Ciudadana Ambiental, provenientes de esta actividad social y ambiental, mantenían una postura de expectativa incredulidad, basados en argumentos y antecedentes técnicos de recibo referentes al funcionamiento de las ''papeleras''. Sin em-bargo, con el tiempo se ha dado que uno de los principales referentes históricos y fundador de la Asam-blea, el Ing. Héctor Rubio, cambió su pensamiento y postura después de bastante tiempo de recabar e intercambiar información y analizarla en su justo contexto. Viajó además a Finlandia donde vio en funcionamiento las plantas de celulosa de Botnia. Por eso mismo ahora la Asamblea lo declara traidor y espera que en algún momento vaya a explicarse ante ella, autoerigida como tribunal de conducta y censores de todo pensamiento contrario a su convicción y posición. Hoy, cuando el Ing. Rubio se arriesga a opinar o comentar algo en la prensa, tanto en Argentina como en Uruguay, corre el riesgo de ser ''escrachado'' o que ''apedreen mi casa''.
De hecho, en la sociedad de Gualeguaychú existe un muy escaso grupo de personas que creen que es posible que puede existir un desarrollo industrial totalmente compatible con el correcto y correspon-diente cuidado ambiental en un estricto marco legal y de fiscalización, conjuntamente con otras formas de desarrollo agroindustrial y turístico. Tal como existe en otras partes del mundo.
Este reducido grupo vive casi en el ostracismo en su propia ciudad, ostracismo en el que ahora está incluido también el Ing. Rubio, padeciendo incluso boicot económico.
Por otro lado tenemos a los asistentes más permanentes de la Asamblea Ciudadana Ambiental quienes se fueron radicalizando cada vez más hasta llegar a expresar amenazas de destrucción y sabotaje. Este grupo más radical manifiesta ahora estar en un objetivo mayor que trasciende el original de defender a Gualeguaychú de la contaminación. Ellos quieren ahora defender al Uruguay del avance de la forestación para que ni nuestro país ni Entre Ríos se conviertan en desiertos. También quieren protegernos, ante nuestra aparente pasividad, de la ''cloaca en que se va a convertir'' nuestro país. Más aún, hemos escu-chado decir que quieren defender al Hombre (se escucha así, con mayúscula) de la contaminación y del avance del imperialismo, reivindicando la lucha de clases de Carlos Marx.
Entre ambas posiciones opuestas se encuentra un importante porcentaje de habitantes de Gualeguay-chú que a su vez se dividen en un sector que cada vez es más escéptico frente a lo que sostiene la Asam-blea, aún cuando sigan pensando que puede haber contaminación, pues consideran que el potencial efecto no va a ser tan grave. Y el otro sector sigue acompañando y participando de la Asamblea. Pero la clave es que fundamentalmente la Asamblea es quien decide, trascendiendo toda estructura social y legal, qué es lo que está mal y lo que está bien, actuando en consecuencia.
Lo peor, lo más grave que va a suceder es cuando entren en funcionamiento las plantas, o en este caso y siendo más preciso, cuando Botnia esté operando y se demuestre que no contamina, que cumpla con total holgura con la normativa internacional más exigente, que nada de lo catastróficamente predicho se cumpla y quede de manifiesto que quienes promovieron todo este conflicto no tenían razón alguna. Sean asambleístas, políticos o personalidades que fueron funcionales al mantenimiento y crecimiento de este conflicto. Y no me refiero sólo a argentinos. No olvidemos en ningún momento que ésto no es una cues-tión de enfrentamiento entre Argentina y Uruguay sino de un grupo de argentinos y de uruguayos que se oponen a las plantas de celulosa porque ''saben que van a contaminar'' y de argentinos y de urugua-yos que piensan que se puede incorporar valor agregado a la madera en su desarrollo industrial con cada vez mejor y mayor cuidado ambiental.
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