por Eduardo Ferreyra
La nueva derrota de los reclamos argentinos por las papeleras invita a reflexionar sobre la capacidad demostrada por los funcionarios del gobierno en la manera que hay que comportarse en el terreno interno de la administración de la cosa pública, y en un mundo que se globaliza a pasos acelerados. Nada es casual. Todo tiene relación con todo.
En el asunto de la instalación de las plantas de celulosa de Uruguay, a esta altura de los acontecimientos el tema técnico y científico ha quedado aclarado con una profusión de datos, y una verdadera catarata de estudios técnicos de impacto ambiental que no deja ya lugar a la menor duda: la planta de la empresa Botnia usará la tecnología industrial más avanzada del planeta, y la contaminación que se podrá medir es despreciable.
El reclamo de la gente de Gualeguaychú por los posibles efectos adversos para la salud y el ambiente tuvo, en un principio, hace ya varios años, un motivo que resulta justificado. La propaganda de grupos ecologistas estuvo alarmando a la gente con datos tomados fuera de contexto, o mención a informaciones obsoletas de perjuicios y problemas causados por plantas obsoletas en España, o sino presentando a la planta de Valdivia, Chile, como causante de extinción de cisnes –que en realidad fue mudanza a otros ámbitos provocados por la escasez de su alimento, el “lechucillo”, problema no causado por la planta chilena sino por un aumento del hierro en el agua del río, en donde la planta no tuvo ninguna responsa-bilidad –las plantas de celulosa no producen efluentes con hierro.
Pero una vez que los estudios de impacto ambiental fueron acumulándose, y los informes de consultores canadienses-pedidos por el mismo gobierno argentino- dejaron muy claro que los daños al ambiente y a la salud de las poblaciones aledañas es virtualmente inexistente, la actitud de los vecinos y asambleístas de Gualeguaychú dejaron de tener una base de razonabilidad y lógica y mostraron que el problema se asienta hoy sobre dos columnas: una grave neurosis entre los asambleístas que se niegan a reconocer la validez de los estudios técnicos, y una oscura motivación política que incluye apetitos políticos locales y regionales, y un deseo de explotar demagógicamente un movimiento que nación con alguna razón, pero que ha dejado de tener validez.
Lo grave no es ya la neurosis de la gente de Entre Ríos, sino la persistencia de las autoridades nacionales de continuar con el uso de una política demagógica que resulta muy preocupante para los argentinos. A los profundos y crasos errores de evaluación hechos por los asesores del gobierno, tanto los oficiales como “los de afuera,” como Greenpeace y el CEDHA, se debe añadir la larga serie de errores y torpes manejos que el gobierno nacional ha venido llevando adelante con respecto a temas candentes como su vana intención de controlar los precios y la inflación.
En este terreno resulta preocupante –por la ineptitud demostrada- su manejo al estilo “tropa de elefan-tes en un bazar” con las exportaciones de carne y cereales, su arbitrario comportamiento y discrimina-ción en su enfrentamiento con otro tipo de piquetes a los que reprimió sin piedad ni consideración, declarando por otra parte, con una notable ignorancia (o desprecio?) de la Constitución Argentina, que el corte de rutas y puentes internacionales es el inalienable derecho a expresarse que no puede ser reprimido.
Parece que el presidente Kirchner cree que la aplicación de lo ordenado por las leyes que nos “deberían” gobernar es “reprimir”. La violencia, en uno u otro sentido, parece ocupar su pensamiento cada vez que pronuncia un discurso. Cree que “represión” es caerle a garrotazos por la nuca a quienes están fuera de la ley, en este caso, cortando puentes y rutas. Quizás a su cohorte de asesores –que parecería estar liderada por el Angelito de la Guardia de los Kennedy- no se les ha ocurrido que el trámite simple y pa-cífico que se debe aplicar es llevar ante la Justicia Federal y procesar a los dirigentes de la Asamblea Patotera de Gualeguaychú por el delito de sedición continuada (entre varias otras cosas bastante graves). Las demandas civiles por daños y perjucios y lucro cesante vendrán más tarde desde empresas uruguayas, chilenas, y brasileras -"e anche" argentinas, paraguayas y bolivianas).¿El multimillonario costo en dolares lo pagaremos los argentinos, los asambleístas, o los funcionarios y sus ineptos asesores? Una consulta popular seria lo adecuado. Que sea el pueblo quien decida.
Se sabe quiénes son los miembros de la Asamblea Ciudadana; quiénes son los que se han arrogado una representación que la Constitución y las leyes no les confiere; hay videos, fotos y documentos firmados por varios cientos o miles de personas, con número de documento y domicilio. Al alcance del largo (o muy cortito?) brazo de la Justicia. Ahora deben afrontar las consecuencias de sus actos de ilegalidad manifiesta y probada más allá de cualquier duda razonable. Por comprensible que fuese el reclamo que les impulsa, no es justificativo para la comisión de delitos graves como la sedición.
Pero el gobierno no hará nada –por ahora.
Argentina jugará en Primera B
Haciendo un parangón con el fútbol, en el partido que Argentina estaría jugando en el mundo, parecería que vamos camino de perder la categoría de país serio de la Champion League y nos llevará a jugar en Primera B junto a gran cantidad de países Africanos –perdón africanos! – que no cuentan con los recur-sos naturales de alto valor estratégico, ni la capacidad y cultura de los profesionales, técnicos y científi-cos argentinos. Quizás una punta del ovillo sea la calificación de Argentina entre los países con corrup-ción más extendida, junto a los países africanos y ex países de la Unión Soviética.
La corrupción no se manifiesta solamente en la capacidad de los funcionarios de hacer grandes negocia-dos y enriquecerse a costa de los dineros públicos –un mal que en la Argentina es endémico y sin miras de disminuir. Se manifiesta también, en alto grado, en el “amiguismo” imperante que lleva a nombrar ministros, funcionarios, asesores y operadores políticos que tienen una ignorancia supina sobre lo que tienen que hacer, o sobre la manera en que se deben hacer las cosas. Son personas que, aunque a priori parecen que no “meten la mano en la lata,” hicieron, hacen y seguirán haciendo análisis y evaluaciones de problemas que han fracasado de manera calamitosa. Estos errores de análisis le han costado al país una cifra descomunal de dinero en viajes para litigar infructuosamente en La Haya; en Washington ante el Banco Mundial; en Montevideo ante el MERCOSUR, y seguramente ante cualquier tribunal que se pretenda acudir en el futuro.
Hay “operadores” en este tema de las “papeleras” que podrían ser personajes de una novela de García Márquez, que resulta difícil creer que hayan podido llegar al nivel que llegaron –y nos obliga a pregun-tarnos ¿Cómo hicieron para llegar? y ¿Cómo hacen para mantenerse?
En diálogo con Radio 10, el Sr. Estrada Oyuela, encargado de la Cancillería de temas ambientales, aseguró que la decisión del Banco Mundial tuvo en cuenta un informe de impacto ambiental que está “plagado de errores”. Claro que no mencionó que entre los estudios considerados por el Banco Mundial estaba el solicitado por el mismísimo gobierno argentino, estudio de canadienses que precisamente considera que no hay motivos de alarma ni preocupación por el futuro funcionamiento de la planta de Botnia.“Ese estudio no contempló, por ejemplo, que dos meses por año el río corre al revés. También ocurre esto cuando hay sudestada”, señaló. “Cuando se da este fenómeno hay que correr la to-ma de agua para la población de Fray Bentos y asegurarla luego de la toma de agua de Botnia, lo que implicaría tomar agua afectada por la planta.” ... “Además, va a encontrar algas y algu-nas bastante tóxicas”, añadió.
Esto debe haber tomado de sorpresa a todos los viejos lobos de río que han pasado una vida entera navegando el río Uruguay y no habían tomado en cuenta es “corriente de subida” del río, que le habría ahorrado mucho combustible. Caso notable. Sí, puede haber un estancamiento de las aguas del Paraná y el Uruguay en su desembocadura al Río de la Plata durante las sudestadas: el elevamiento del nivel del Río de la Plata impide durante algunas horas el libre ingreso de las corrientes al océano. Pero que ese efecto se refleje 250 kilómetros o más río arriba… y lleve una “contaminación” que no existirá hasta las costas entrerrianas ya resulta desopilante.
La futura existencia de algas “bastante tóxicas” ¿es problema causado por una planta que aún no fun-ciona, o es nada más que una profecía al estilo “tiradora del Tarot”?
El periodismo comienza a preocuparse
El miércoles 22 de noviembre, el excelente y respetado periodista y columnista de Radio Cadena 3 de Córdoba, Miguel Clariá, hizo un comentario lapidario en su columna diaria de La Mesa de Café (hacer clic sobre la edición del 22-11-2006, “Callejón sin Salida” para escuchar su opinión: haga clic aquí) sobre el estado en que nuestra diplomacia ha manejado el tema. Un brevísimo resumen que ilustra lo que la mayoría de los argentinos serios pensamos, queda ilustrado en la extracción de frases sueltas que mere-cen ser analizadas:
"El corte de los puentes no es un problema uruguayo; es un problema argentino… que habrá que resolver tarde o temprano” … “En la partida de ajedrez contra Uruguay, atacamos con un alfil y lo bajaron; atacamos con la torre y la bajaron; la dama la barrieron también y el Rey está en jaque."; “La demagogia es para consumo interno, pero afuera no resuelve los problemas…”; “Cuando se usa a la demagogia en la alta política se hacen papelones.” “No hay más alternativas que despejar el puente…”; “No nos importa la ley; hacemos lo que queremos y en el mundo perdemos por go-leada…”; “El apoyo a las pasteras ha sido universal…”; “En el Banco Mundial apoyaron el crédito los representantes de México, Brasil, España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Italia, …”;
Cuando se refirió a las declaraciones del Presidente Kirchner, se mostró shockeado por la manera en que presentó al problema, como si se tratase de una conspiración mundial en contra de Argentina. Es bueno recordar lo que el Presidente dijo en su discurso:
“Cuando vamos a dar batallas, como es el caso de la defensa del medio ambiente, no vamos pensando en los intereses internacionales que ya decidieron que esta región tiene que ser el basurero industrial del mundo". En este contexto, el jefe del Estado sugirió que el enfoque de los diarios sobre los préstamos para la firma finlandesa debió haber sido otro. “Volvieron a ganar los intereses de Botnia, ese es el titulo, téngalo claro”, disparó.
Enojado, insistió: “Acá no ganó la posición de un país, ganaron los intereses de Botnia y esto no se dice en ningún lado”.
Lo que mereció el comentario del Sr. Mario Pereira, el conductor del programa de radio donde discuten con Miguel Clariá temas de importancia diaria: “Lo que en el fondo dice el presidente es que 'los perver-sos del mundo, los canallas del mundo, nos han hecho daño. Miren lo que nos hacen; miren lo que nos han hecho.”
Y termina Clariá su duro editorial con una fuerte crítica a la Sra. Picolotti, por su actuación como asesora del gobierno y de la Asamblea de Gualeguaychú: “Si vos vas a la justicia, como hay que ir, por lo menos buscáte un abogado defensor que esté capacitado para defenderte, sino te van a condenar sin reme-dio.” Tanto Miguel Clariá como Mario Pereira se han dado cuenta de que el presidente Kirchner muestra a la Argentina entera -no ya tan sólo a los piqueteros de Entre Ríos- como víctimas de una conjura mundial en contra de los inocentes latinoamericanos.
En un poco elegante pase de manos convierte a porfiados e irracionales delincuentes comunes en inocen-tes víctimas de una nación egoísta. Rápido parece haberse olvidado de que su mayor "logro" en el go-bierno fue la "confiscación" de 70.000 millones de dólares de bonistas europeos y japoneses. "Confisca-ción" es un eufemismo para "asalto a mano armada." Lo mismo lo sufrimos el resto de los argentinos con el trístemente célebre "Corralito" y la pesificación de los ahorros.
Entonces, recopilando todos los datos que rodean al tema, se ha podido comprobar que, a pesar del con-sejo –gratis- de numerosos renombrados técnicos y científicos argentinos, el gobierno prefirió recurrir a consultores inexpertos y caros como el CEDHA y además, nombrar a su dueña y presidente Secretaria del Ambiente y Recursos Naturales de la Argentina, desde donde ha seguido asesorando al gobierno con su acostumbrada ineficacia: se perdió en La Haya 14 a 1, en el MERCOSUR se calificó de ilegítima a la protesta ambiental, y ahora en el Banco Mundial 23 a 1. Aunque al señor presidente le disguste, se trata de una serie de derrotas catastróficas anunciadas y totalmente previsible: en la jerga futbolera se dice: Una goleada histórica.
Mientras los Asambleístas de Gualeguaychú se mantienen en estado de sedición permanente, ante la impavidez, inoperancia y/o incapacidad gubernamental, la Argentina sigue cuesta abajo en la rodada en una serie de papelones internacionales que el resto de los argentinos no nos merecemos. Cuando las políticas sobre cualquier cosa se basan en un voluntarismo que ignora la ciencia y la lógica, los resultados no pueden ser otros que los fracasos sufridos. Con este tipo y calidad de asesoramiento Argentina seguirá jugando en Primera B, al lado de Chad, Sierra Leona, Liberia, y otros países "privilegiados" de África.
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