Por Eduardo Ferreyra
Una vez que el asunto técnico de la contaminación de efluentes de la planta de celulosa de Botnia va camino a desaparecer –ya no se insiste en la contaminación sino que se apunta al “soberanía” y a la “contaminación visual” que causará la chimenea de 110 metros. Esta supuesta contaminación visual es la que vamos a analizar ahora gracias al excelente programa Google Earth que nos muestra la manera en que las cosas se ven desde la visión de un cóndor volando sobre el río Uruguay.
El argumento es que el turismo que le gusta bañarse en las costas entrerrianas del río Uruguay –especialmente el famoso Balneario Ñandubaysal- huirá despavorido por la vista de la chimenea de Botnia. Ya hemos publicado una foto tomada en la playa de Ñandubaysal, mostrando la manera en que la chimenea se ve a través de un teleobjetivo de 300 milímetros. También se publicó la foto obtenida con un tele de 80 milímetros, donde la chimenea es un palito en el horizonte, a la derecha de la foto.
Si la foto se hubiese obtenido con una lente “normal” de 50 mm, hubiese resultado difícil poder ver la costa uruguaya, no ya la chimenea. Pero la gente no tiene visión telescópica de 300 mm sino que su visión corresponde a lo que muestra una lente de 50 mm. Vea las diferencias:
Las fotos satelitales serán de mucha utilidad para apreciar la relación que hay en las distancias entre las distintas partes involucradas, Fray bentos, la planta, el puente, la ruta que cortan los piqueteros, la ciudad de Gualeguaychú, el río del mismo nombre y los balnearios Ñandubaysal, en la costa entrerriana y el balneario Las Cañas, al sur de Fray Bentos.
La distancia entre el balneario Ñandubaysal y la chimenea es de 13,5 kilómetros. La visión normal del horizonte es de 16 kilómetros. Las construcciones elevadas no son, por sí mismas, motivo de la huida en desbandada del turismo. Si así fuese no habría turismo en París, espantados por su famosa torre; o en las ciudades famosas por sus elevadas antenas y edificios, como la descomunal antena de Seattle, USA; la de Montreal, Canadá; el altísimo arco de Saint Louis, USA; o la hermosa antena con restaurant giratorio de Stuttgart, Alemania; o las Torres Petronas, en Malasia, o el edificio Sears en Chicago, y varios miles más de ejemplos que son verdaderos atractivos turísticos. No tengo dudas de que, una vez terminada la planta de Botnia, su famosa chimenea se convertirá en un real atractivo turístico, que atraerá gente que querrá ver con sus propios ojos el motivo que ha causado la locura que embarga a los pobladores de Gualeguaychú.
La locura que aqueja a Gualeguaychú, reflejada en declaraciones de los dirigentes de la asamblea que hay ex miembros de las fuerzas armadas (carapintadas) que se han ofrecido como voluntarios para tirarle un par de misiles a Botnia, se ha trasladado a las protestas que se hicieron ante el Banco Mundial en Washington, en donde el marido de la Dra. Picolotti, el Sr. Daniel Taillant además de declarar que una abuelita se había ofrecido de kamikaze para inmolarse en Botnia con una bomba organizó protes-tas con carteles como el de la foto de abajo, donde se expresa otra locura:
También viene a cuento el estado de polución que sufre el Río Gualeguaychú, que de acuerdo a la foto satelital no parece ser portador de aguas prístinas ya que viene cargado de los efluentes de diferentes fábricas instaladas en el polo industrial de esa ciudad, cuya contaminación se aprecia por el color verdoso que emana de su desmbocadura. Ya ha mencionado el Dr. Féliz, en su artículo “Réquiem para una asamblea,” los problemas crónicos de contaminación de los acuíferos de la zona por la planta de Jugos BAGGIO, que ha motivado quejas de los pobladores afectados, y la creación de expedientes que duermen el sueño de los justos y olvidados en algún cajón de la burocracia estatal.
Sin embargo, en una perfecta muestra de su incoherencia irracional, la famosa Asamblea Ciudadana Ambiental (?) no hizo nada por los suyos, pero se encarga de intentar arruinar a sus vecinos. También tenemos que preguntarnos si los turistas de Ñandubaysal están al tanto de esa peligrosa polución... o si los dueños del balneario les han avisado que no conviene bañarse en esas aguas. Son esas cosas del negocio turístico, que parecen impulsar conflictos y posibles guerras con países amigos...
Y por último, se nos hace sospechosa la súbita vocación ecologista del gobierno nacional que declara de rango constitucional el derecho a cortar rutas y puentes (el derecho a la expresión de los pueblos), en regiones que no hay una excesiva contaminación ambiental, cuando en su propio “patio trasero” tiene una muestra de lo que en realidad debería preocuparle con carácter urgente. Pero de las incoherencias, incongruencias y torpezas de los encargados de administrar la riqueza nacional ya hemos hablado mucho y largo en estas páginas. Vea usted el aspecto de tinta china del riachuelo al pasar por el sur de la Capital Federal de nuestra querida y vapuleada (por los políticos) República Argentina:
Como corolario, la flamante secretaria de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, la Dra. Romina Picolotti, nombrada a los apurones en su cargo gracias a su actuación impulsora del conflicto con Uruguay, con un asesoramiento cuya efectividad llevó a la debacle del Tribunal de La Haya, al del fiasco del Tribunal del Mercosur, y después de la solicitud al Banco Mundial de negarle el préstamo a Botnia, la concesión inmediata del mismo, más una cifra mayor como seguro por imprevistos, ha sido separada de la delegación que acudirá a La Haya cuando deba la Argentina defender su acusación a Uruguay de no haberle consultado por las pasteras. La primera decisión sensata del gobierno.
Nos preguntamos ¿qué harán cuando el tribunal de La Haya les muestre a nuestros representantes el acuerdo firmado con Uruguay, en marzo 2004, por el Canciller Bielsa, y el informe del presidente argentino al Senado de la Nación en diciembre del mismo años, refiriéndose al ventajoso acuerdo firmado con el estado uruguayo sobre las plantas de celulosa?
Dicen, además, que el gobierno argentino lleva un “tapado” a La Haya, un informe “secreto” del Dr. Rabinovich, de la Universidad de La Plata, sobre la contaminación de las papeleras. Nos imaginamos que el informe será sobre los efectos de las antiguas plantas de celulosa de hace 40 o 50 años, mucho antes de que se adoptaran las nuevas tecnologías que son hoy la norma obligada en la Unión Europea –y las mismas que se usarán en Fray Bentos. Ese tipo de información, tanto de la obsoleta tecnología que se sigue usando hoy en Argentina (en Entre Ríos también, y la Asamblea mutis…), como de las actuales libres de cloro elemental la tiene el Tribunal desde hace mucho tiempo. Porque es imposible que el Dr. Rabinovich haya hecho un estudio de los efluentes contaminantes de una planta que todavía no ha comenzado a funcionar.
Seguimos preguntándonos si quien asesora al gobierno argentino sigue siendo el Angelito de la Guardia de los Kennedy.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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