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Gracias INVAP

Por José Antonio Artusi

La noticia, como era previsible, pasó casi desapercibida. Los Principios on line la publicó el 14 de Julio:

“Autorizan la operación del reactor nuclear que INVAP construye en Australia”

Héctor Eduardo Otheguy, Gerente General de INVAP Sociedad del Estado, informó que en el día de la fecha se ha recibido, por parte de ARPANSA, la Autoridad Regulatoria Nuclear Australiana, la autorización de operar el reactor de investigaciones y de producción de radioisótopos de uso medicinal e industrial cuya construcción está concluyendo la empresa argentina en Sydney: “El reactor, denominado OPAL por sus propietarios, la Organización Australiana de Ciencia y Tecno-logía Nuclear (ANSTO), que es nuestro cliente, es uno de los más modernos y seguros del mun-do, y es la más importante venta de un producto de la Ciencia y la Tecnología argentinas hasta la fecha”.

"La autorización de operación implica que podemos comenzar a cargar los combustibles -de siliciuro de uranio, fabricados por la Comisión Nacional de Energía Atómica- y poner en marcha el reactor, hasta alcanzar su potencia máxima de 20 MW. Implica también el equivalente de una recepción provisoria de la obra por parte del cliente"; señaló Otheguy

"Estamos orgullosos de haber alcanzado esta etapa, la última en la construcción del OPAL, que pronto estará funcionando a pleno. ANSTO prevé que su inauguración oficial tendrá lugar en abril de 2007. También queremos destacar la competencia profesional de nuestros técnicos tanto de INVAP SE como de la CNEA - y agradecemos a todos los que colaboran en esta obra, así como el apoyo recibido de parte del Gobierno Nacional y Provincial en todas las etapas del proyecto"; finalizó el Gerente General de INVAP S.E.”

Hasta aquí la transcripción textual de la gacetilla difun-dida por INVAP. Ahora, mis reflexiones:

INVAP Sociedad del Estado es una empresa enteramente estatal, propiedad de la provincia de Río Negro, y trabaja en estrecha cooperación con la Comisión Nacional de Energía Atómica. En el año 2001 INVAP ganó la licitación internacional que le permite ahora estar culminando el reactor OPAL. Venció, en aquella contienda, a empresas transnacionales de primera línea como Siemens. Los ge-rentes de esas empresas, alemanas, canadienses, france-sas, deben estar todavía preguntándose cómo fue posible que fueran relegadas por una empresa estatal, de un país del tercer mundo, propiedad de una provincia pequeña y periférica. En ese mismo momento, se suscribió un acuer-do bilateral entre Argentina y Australia, sobre la coope-ración para el uso pacífico de la energía nuclear.

Como era previsible, los lobbies de las empresas transnacionales que se disfrazan de “verdes” y de “pacifistas” montaron una fabulosa campaña de desinformación, tendiente a que no se ratificara ese acuerdo por el Congre-so de la Nación. Escraches facistoides y disparates de la más diversa laya fueron utilizados para intentar con-fundir y atemorizar a la opinión pública, y para amilanar a los legisladores. Se pretendió vanamente hacer creer a los argentinos que aquel tratado significaba la inminencia de la instalación de un “basurero nuclear” en nuestro país. Nada más alejado de la realidad, pero la insistencia y la publicidad a cargo de especialistas tan renombrados en la materia como Pergolini y Natalia Oreiro a veces  pueden más que la información oficial, de la que siempre se desconfía.

Sin embargo, no se puede tapar el sol con las manos. En el 2002, junto al entonces concejal Miguel Angel Pepe, indignados ante tanta mentira, invitamos a representantes de INVAP a dar una charla en nuestra ciudad. La respuesta fue inmediata, y positiva. A los pocos días, teníamos el gusto de conocer al Lic. Hugo Albani y al Dr. José María Dentone, de INVAP, y al Ing. Darío Jinchuk, de la CNEA. Brindaron una magnífica exposición en el auditorio Arturo Illia. Despejaron todas las dudas y eliminaron todas las objeciones que se intentaban hacer caer sobre el acuerdo bilateral y sobre el contrato entre INVAP y ANSTO. Antes de la charla, visitamos el bunker de LALCEC, esa magnífica organización de la sociedad civil que es un orgullo de los uruguayenses. La visita no era arbitraria; algunos de los equipos de radioterapia que están instalados allí y que han salvado tantas vidas son “Made in Río Negro”, Industria Argentina, marca INVAP.

Hoy ya nadie habla del reactor y del inexistente “basurero nuclear”. Por suerte, los diputados nacionales – en un rapto de cordura y sensatez – hicieron oídos sordos a las tremendistas advertencias y aprobaron el tratado con Australia, que ya había contado con la unanimidad de los senadores.

En realidad, las ONGs transnacionales seudo-ecologistas cambiaron el “verso”, empezaron a hablar del agua supuestamente contaminada de Ezeiza, y como todos los estudios serios nacionales e internacionales deses-timaron la denuncia, ahora seguramente seguirán con que no hay que desarrollar la minería del uranio y no hay que terminar Atucha II. Habrá que ignorarlos.

Cuando yo era chico, una simpática publicidad de YPF – cuando ésta todavía era la gran petrolera nacional, antes de la ignominiosa entrega – era una calcomanía con la figura de Carlos Gardel, que decía: “Si no cargo YPF, Carlitos llora”. Era una forma de defender los intereses nacionales a través de la identificación con un símbolo. Hoy, me parece que si no defiendo a INVAP, “Carlitos llora”. Por eso, siento la obligación de agradecer. A todos los trabajadores de INVAP. Por demostrarnos que los argentinos podemos.

Por demostrar que las empresas del Estado pueden ser rentables, eficientes y competitivas, aún en el plano internacional y en sectores de tecnología de punta. Por devolvernos el orgullo y la autoestima. Por predicar con el ejemplo, por mostrar que no se hace patria quemando banderas norteamericanas y diciendo pavadas contra el imperialismo, sino trabajando duro, a conciencia, en pos del desarrollo nacional. Por probar que la ciencia y la tecnología son estrategias clave para la soberanía y la autodeterminación. Por el reactor OPAL. Por las bombas de cobalto del bunker de Lalcec. Y por lo que falta; por los reactores CAREM, por los parques eólicos, por los radares, por los satélites, por lo que vendrá. Por la sonrisa de Carlitos. Gracias.

José Antonio Artusi

El autor dirige el sitio digital de noticias y opiniones "Los Principios on line".
www.losprincipiosonline.com.ar

 

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