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¡A esto le llaman Ciencia!

Hace 10 años ya que FORCES comenzó a denunciar el fraude del fumador pasivo. Durante este tiempo hemos puesto en Internet una gran cantidad de evidencias. Hoy se corona este esfuerzo con este nuevo compendio, que no sólo explica el Gran Fraude en términos más simples que nunca, sino que además pone a disposición del público TODOS los estudios que se hayan realizado acerca del fumador pasivo y la relación que hay con el cáncer y las enfermedades cardiovascu-lares.

Todos los estudios científicos son descargables desde la web, uno por uno, o todos juntos en un archivo “zip”. Significado estadístico, autores, financiación de los estudios; todo está allí, 25 años de investigación científica sobre el tema “fumador pasivo” –y para probar qué? Nada. Sólo se prueba que es imposible probar que el fumar pasivo sea perjudicial.

La evidencia que suministramos ahora es completa –y podemos apoyarla con consultas epidemiológicas con epidemiólogos profesionales en cualquier tribunal, en cualquier país del mundo. Sin embargo, aún hay quienes en nuestro propio lado cuestionan la validez del enfrentamiento científico como la herramienta que realmente podría poner fin a esta guerra contra el fumar en público, con la victoria final de la libertad y la verdad.

Asociaciones de negocios, abogados, políticos, gente en los medios –hasta ejecutivos de las tabacaleras y activistas por-libre elección, aún ignoran este fraude estadístico/falsa representación de la ciencia (basura), y por ello cuestionan su efectividad como una herramienta legal y política. En su lugar, ellos presentan trillados, banales e inútiles argumentos tales como asuntos de economías locales o generales, libertad de elección personal, constitucionalidad, estilos de vida, análisis sinfín de de motivaciones y aún de psicología anti-fumar.

Un momento! Esos no son argumentos sin valor –se ha vuelto usted loco? Nada de eso, pero tenemos que enfrentar la realidad.

En los entremezclados valores sociales de hoy, no se puede argumentar que “la Salud” es la razón Suprema en la sociedad. Lo que sea real o se suponga acerca de la salud se ha vuelto totalmente irrelevante –la percepción es lo único que importa. De tal manera, mientras la gente perciba que el humo del cigarrillo ajeno, el “fumar pasivo”, es una amenaza para la salud, será sorda y ciega a cualquier otro argumento, sin importar lo importante y fundamentales que estos argumentos sean, sin importar las consecuencias.

De esto resulta que sólo cuando la percepción de la amenaza es anulada y retirada de la visión de la gente, demostrando que la evidencia ha sido más interpretada y presentada, será el momento en la gente, y los políticos que hacen las leyes, estarán dispuestos a analizar y considerar los nuevos argumentos. Dada la enorme propaganda en contra de fumar (y los fumadores) casi el único sitio en donde se puede probar que el peligro del fumador pasivo es un fraude es en un juzgado. De todos los argumentos usados contra las prohibiciones para fumar –políticos/legales/culturales- el argumento del fraude científico es el único que apenas ha sido usado –de hecho, seguir usando las categorías mencionadas es una porfiada negativa a usar lo único que podría tener éxito.

¿Por qué es esto? La lista de especulaciones es interminable, pero una vale la pena de ser mencionada: aquellos que están enojados por la coerción anti-tabaco creen en las mentiras diseminadas por las autoridades que ellos temen. En algún lugar, bien dentro de ellos, creen que fumar es malo, y que el “fumar pasivamente” también tiene que serlo –o por lo menos, el fraude y la correspondiente prohibición es lo que es necesario para “hacerles abandonar un hábito tan malo”.

De manera que renuncian a educarse a ellos mismos usando la excusa de que “luchar contra la ciencia no va a funcionar”, olvidando que no es ciencia, sino que es ciencia basura. De tal forma no tienen que enfrentar a las autoridades de salud y poner en peligro la estructura que los oprime, sin embargo, ellos lo creen de todas maneras. Por otro lado, no les gustan las prohibiciones, pero siguen luchando (y perdiendo) al usar las mismas armas sin filo con la esperanza de que un día “vencerán”. No lo harán, a menos de que el fraude sea arrancado de raíz, lo mismo que la ciencia basura que lo apoya.

Por supuesto, los antifumadores se rehúsan, sabiamente, a enfrentar a sus adversarios en el campo científico, ya que saben muy bien que no tendrían la menor posibilidad en un debate científico, y se aseguran de que sus oponentes también crean que el arma científica es inútil! De tal modo, tenemos aquí una guerra declarada unilateralmente declarada –por ello un agresión- donde el atacado se defiende con gemidos y armas sin filo, siguen errándole al blanco, y están temerosos de ganar usando la única real arma que ellos tienen. Qué ironía!

PREFACIO

En los últimos tiempos vemos como un desarrollo positivo la creciente toma de conciencia del público de que los estudios médicos sobre el fumador pasivo son una fabricación estadística, junto al convencimiento de que las autoridades usan esa “evidencia basura” para impulsar regulaciones prohibitivas. Muchos lectores, sin embargo, nos han solicitado una exhaustiva lita de las razones por las cuales estos estudios resultan ser basura política.

Las autoridades a menudo declaran o sugieren que “el fumar es indefendible.” Esa afirmación es absurda. Fumar es perfectamente defendible porque ninguna de las alarmas que giran alrededor del “fumador pasivo” tienen alguna base científica, mientras que las relativas al fumador activo son bastantes exageradas también. Ambas afirmaciones se basan en incalculables factores. Dejaremos de lado, por el momento, al fumador activo, y consideraremos los “peligros” del fumador pasivo, que son la base de las prohibiciones impuestas para “proteger la salud de los no fumadores” – una protección que no tiene una base real desde que el “fumar pasivamente” nunca se ha podido demostrar estadísticamente o científicamente que sea peligroso, o aún riesgoso. Por lo tanto, lo que resulta indefendible es la falsa representación de autoridad. Tal falsa representación es fácilmente demostrable.

LA LARGA LISTA DE ERRORES METODOLÓGICOS
EN LA CIENCIA BASURA DEL “FUMADOR PASIVO”


Las aseveraciones de exposición no son auténticas. La exposición no es mensurable. Los estudios en realidad no miden nada, sino que se basan en memorias vagas e imprecisas de pacientes preguntados que intentan evocar en pocos minutos su tiempo vida individual de exposición al cigarrillo.

  1. Los errores en los recuerdos de exposición individual, muy probablemente grandes, son desconocidos, e inescrutables. Las afirmaciones numéricas digitales de exposición son, por consiguiente, incongruentes y no permisibles. Su representación numérica da una impresión de confiabilidad y precisión que es demostradamente falsa y engañosa.
  2. Se ha demostrado que el prejuicio en el recuerdo de la exposición es mayor en sujetos que tienden a amplificar sus recuerdos de exposición al humo de otros como una justificación para su enfermedad, con el cáncer de pulmón o una enfermedad cardiovascular.
  3. Se ha demostrado que la predisposición hacia la clasificación errónea es mayor en los sujetos con cáncer de pulmón o problemas cardiovasculares porque es más probable que ellos se clasifiquen a sí mismos como no fumadores.
  4. Es inevitable un error de incompatibilidad entre casos y controles porque los grupos comparados no sin homogéneos y difieren en muchas características además del recuerdo de la exposición como fumador pasivo.

  5. Es muy probable que los errores de confusión por definición sean más prevalecientes entre los casos de cáncer de pulmón y enfermedades cardíacas. Los elementos que confunden son todas las otras causas potenciales conocidas y desconocidas del cáncer de pulmón y cardíacas que interfiere con la atribución específica del riesgo del fumador pasivo.
  6. Los estudios sobre fumadores pasivos muy raras veces investigan los probables errores de diagnóstico.
  7. Se ha comprobado que los errores de publicación favorecen la publicación de estudios que afirman asociaciones de aumentos del riesgo.
  8. Los errores estadísticos de muestras y el significado estadístico son groseramente inconsistentes entre los estudios de fumadores pasivos debido a las débiles diferencias del recuerdo de la exposición y el pequeño número de sujetos en cada estudio. La mayor parte de los estudios no alcanzó significado estadístico. En cualquier evento, significativo o no, los índices estadísticos de todos los estudios sobre fumadores pasivos son ilusorios porque se derivan de interpretaciones numéricas groseramente ilusorias y engañosas de vagos recuerdos de exposición individual.
  9. Los resultados de los diferentes estudios no han sido consistentes y reproducibles.
  10. El criterio epidemiológico de la interferencia causal (el criterio Hill) no se consigue en los estudios de fumadores pasivos.
  11. Los intentos de resumir los resultados de diferentes estudios por técnicas de meta-análisis estadísticos son ilegítimos. Los resultados se obtienen combinando estudios homogéneos y seleccionados, dando arbitrariamente peso proporcional preferencial a ciertos estudio que, en cualquier caso, están invalidados por las fuentes de error listados más arriba.

¿Qué tiene que garantizar un estudio epidemiológico?

  1. Un estudio debe garantizar que sus representaciones numéricas del recuerdo del tiempo de exposición al “humo ambiental” (o ETS – Environmental Tobacco Sources) de toda la vida sean mediciones reales de verdaderas exposiciones.
  2. Un estudio debe garantizar que los casos y los controles, así como los grupos de expuestos y de control estén afectados por un sesgo o prejuicio en el recuerdo de la exposición en la misma medida o la misma tasa.
  3. Un estudio debe garantizar que los casos y los controles, así como los grupos de expuestos y de control estén afectados por la selección de sujetos y errores de clasificación en la misma medida o la misma tasa.
  4. Un estudio debe garantizar que los casos y los controles, así como los grupos de expuestos y de control estén afectados de la misma manera y la misma tasa por conocidos factores de confusión causales.
  5. Un estudio debe garantizar la precisión de registros patológicos y de diagnóstico.
  6. Los resultados de diferentes estudios que tratan el mismo sujeto tienen que ser reproducibles de manera consistente.
En cualquier estudio, el margen estadístico de error de los riesgos informados también debería alcanzar no menos del 95% del nivel de significado.