Asumiendo que se concreten los diagnósticos que desde el año 2008 anticipan próximos ciclos solares largos y con baja intensidad de manchas y tormentas solares, es esperable que entre el 2020 y el 2030 se produz-can temperaturas extremadamente bajas en todo el planeta que podrían prolongarse varias décadas.
Si se cumplen los peores pronósticos, esta baja temperatura sería comparable a la “Pequeña Edad del Hielo” que afectó al mundo entre 1600 y 1700, épocas que quedaron registradas en documentos históricos y reflejadas por cuadros e ilustraciones de artistas de la época, como las famosas Ferias del Hielo realizadas durante meses sobre el RíoTámesis congelado hasta su desembocadura en el Canal de la Mancha.
Las consecuencias para Argentina serían extremadamente graves, pues siendo un país eminentemente agropecuario, depende fundamentalmente del buen clima para la adecuada marcha de sus cosechas y cría de ganado. Como país de clima tradicionalmente templado, una gran parte de su población vive en zonas donde muy raramente las temperaturas descienden por bajo 0º C, y sus viviendas e infraestructura no están preparadas para resistir congelamientos ni nevadas.
Empeorando la situación, la irracional fantasía del “calentamiento global” machacada sin cesar por diferen-tes agrupaciones ambientalistas y medios de prensa hace que las expectativas y previsiones que pudieran adoptarse lo hacen en el sentido contrario al real peligro, por lo que habrá muy pocos años desde que se confirme el enfriamiento para que se adopten las medias precautorias necesarias.
¿Qué podemos esperar del clima en el futuro inmediato, y cuáles serían los puntos críticos a resolver?
De acuerdo a las crónicas españolas, en estas costas el clima era extremadamente frío y seco. Las terribles penurias descriptas en las expediciones que costeaban el Paraná hasta llegar a Asunción nos hablan que había muy poca vida animal, un vasto desierto que se extendía hasta el horizonte con sólo pastos duros y sin árboles, viento y frío muy intensos, y temperaturas que frecuentemente descendían bajo cero.
Podemos fácilmente imaginar que en la zona de la ciudad de Buenos Aires las temperaturas mínimas segura-mente descenderían por entre los -10º C y -15º C, muy bajas precipitaciones durante el invierno y un vera-no corto y cálido.
Lo que ahora llamamos "Pampa húmeda" seguramente sería muy di-ferente, similar a la estepa patagónica, casi sin lagunas ni cursos de agua. El viento y la falta de vegetación tendrían un enorme efecto erosivo, con grandes voladuras de polvo y aparición de médanos, especialmente en el centro-oeste de la provincia de Bs As. hasta la región de La Pampa.
La zona del Cuyo estaría casi totalmente cubierta de nieve durante el invierno, con grandes temporales, incremento de glaciares y nie-ves eternas en la cordillera que posiblemente incrementarían los caudales actuales del río Atuel durante los deshielos, que serían relativamente breves.
La Patagonia sería una región aún más seca y fría que en la actua-lidad, con una sensible reducción de bosques en la precordillera por las enormes cantidades de nieve que seguramente caerían, y un clima algo mas benigno en un verano muy breve y suave. Sería factible que durante seis meses del año, o más, las temperaturas del país sean como las que se registraron durante el mes de julio 2007, como se ve en el gráfico del SMN de la derecha, un "botón de muestra" de lo que sería normal.
En el Noreste habría pequeños oasis de vegetación subtropical en laderas protegidas de la zona de Yungas y grandes masas de vegetación xerófila achaparrada en el resto, aunque posiblemente tendrían algo más de lluvias que en el sur, especialmente en la zona de Tucumán.
El Noroeste posiblemente sería la región que mejor podría sobrellevar la futura crisis climática, pues aunque las temperaturas descenderían en ocasiones por debajo del 0º, posiblemente conservaría buena parte de su régimen de lluvias, aunque no serían de descartar episodios de nevadas esporádicas y grandes turbonadas de lluvia y viento.
Los efectos del clima serían aun peores en el Hemisferio Norte, donde está la mayor parte de la masa conti-nental y población humana. El frío extremo haría muy dura la situación de Canadá (que posiblemente perde-ría su capacidad de producir cosechas y debería depender exclusivamente de la importación de alimentos excepto lo que produjera en invernáculos) y los países europeos en general, donde tal vez sólo se verían algo mas aliviados España, Italia, Grecia y parte de Francia. La situación de los países nórdicos, bálticos, Rusia, Corea y China sería extremadamente grave, especialmente por las complicaciones alimentarias que sufrirían, además de requerir muchísimo mas combustible del que consumen actualmente.
La reducción en la capacidad de producción agrícola en el país tendrá consecuencias devastadoras. La producción de maíz sólo podrá realizarse mediante sistemas de riego, y si no hay adecuados controles podría colapsar rápidamente el uso de las aguas subterráneas, con graves problemas para la sostenibilidad de la población en la región central del país.
San Luis, La Pampa, y gran parte de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe dejarán de ser tierras aptas para la agricultura, y provocarán muy serios problemas económicos, migraciones internas y despoblación del inte-rior. Muchas regiones ganaderas deberán adaptarse a la cría de ovejas y cabras. Y la agricultura se reducirá a trigo y soja, con enormes reducciones de maíz y girasol, y también de la tradicional papa de Balcarce.
Se multiplicarán las pérdidas en Tucumán por heladas (a menos que haya novedosos sistemas de protección de cultivos frutales) y seguramente se perderá gran parte de las cosechas de azúcar y verduras. La falta de agua en gran parte del territorio condicionará la capacidad de sostener población. La ciudad de Córdoba se verá en grandes problemas por la reducción en el caudal del embalse y la falta de agua potable.
Las migraciones internas generadas por la falta de producción agrícola colapsará la capacidad de Buenos Aires y Rosario para sostener nuevos núcleos de población, con incrementos insostenibles en la demanda de agua y energía. Los cordones segundo y tercero del conurbano, que actualmente tienen unos 8 millones de personas en condiciones extremadamente precarias sentirán muy fuertemente el impacto de temperaturas glaciales, pues las viviendas no están adaptadas para el frío. Se incrementarán las enfermedades del frío y transmisibles por agrupamiento humano (neumonía, gripe, tuberculosis, etc.) aunque seguramente se redu-cirán los casos de dengue y mal de Chagas.
Si se producen situaciones de frío extremos durante varias semanas (con temperaturas por debajo de 0º) se plantearán problemas nuevos, ni siquiera pensados hasta el presente, como el congelamiento de las cañerías de distribución de agua potable y el colapso energético y de provisión de gas.
Bajo esas circunstancias, podrían producirse importantes conflictos sociales con el desplazamiento interur-bano de grandes núcleos de población que intentarían obtener por la violencia abrigo, agua y alimentos. Si no existen fuerzas armadas capacitadas para disponer el orden, es posible que la anarquía terminara domi-nando en la sociedad.
En el Mundo:
En primer lugar, la enorme reducción en la capacidad de producir alimentos provocará un aumento genera-lizado de éstos, y posiblemente importante carestías, que afectará inmediatamente a los sectores más pobres del mundo, con hambrunas para millones de personas. África, Asia, Centro y Sudamérica serán afectadas por esos problemas, aunque tal vez tendrían menos problemas en sus cosechas (a excepción de Argentina, Uruguay y Chile, por ubicación geográfica).
Es posible que parte de los problemas puedan solucionarse con enormes inversiones extranjeras que inten-tarán producir allí lo que ya no sería posible obtener en sus tierras propias (Europa, Canadá, Rusia, Corea y parte de China).
Sin embargo, y considerando que en la actualidad hay sólo un inestable equilibrio producción-consumo de alimentos, y las reservas mundiales son mínimas, es esperable un déficit crónico de alimentos que tendrá enormes consecuencias sociales, políticas y económicas.
La producción y reservas de combustibles sufrirán un vuelco espectacular. Es posible que todas las conver-saciones actuales respecto de los bio-combustibles sean dejados de lado ante el enorme incremento y es-casez de estos insumos, y vuelva a reconsiderarse la utilización del carbón y las centrales nucleares.
Si logran superar el impacto inicial de encarecimiento de alimentos y energía, probablemente India y Brasil quedarán entre los menos desfavorecidos, por su situación geográfica (el cambio de clima incrementaría la nieve en el Himalaya y el caudal de los ríos hindúes), en tanto China tendrá enormes dificultades para con-servar su desarrollo actual.
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