En los últimos meses han aparecido varias noticias y varios estudios sobre el fenómeno, tristemente famoso, llamado el Agujero de Ozono. En uno de los últimos estudios publicados por Science Direct y a través de Elsevier, se titula. Traducido al español, “La disminución del ozono de la antártida causada por emisiones de gases vlcánicos” y culpan al cloro del Monte Erebus.
No es un estudio que pretenda revelar la verdad al público, y liberar a los CFCs de la culpa de destruir al ozono, sino que en la frase final del Abstracto dice:
Siguen estos estudios la tendencia revivir al fraude científico del “Terror del Ozono” para apoyar la tambaleante hipótesis del calentamiento global y su adjunto cambio climático. Es menester hacer que la gente se convenza de que son las acciones y productos sintéticos creados por el hombre los que están destruyendo al planeta. Que los científicos siempre estuvieron acertados en sus análisis, sus estudios y sus predicciones sobre las catástrofes que nos aguardan –a menos de que sigamos los consejos y advertencias de los políticos. Que le pagaron sabrosos sueldos a esos científicos para que produjesen el material de propaganda con que convencerán a todos de que deberán entregarse atados de pies y manos a los paternales y bondadosos políticos que les salvarán de todo mal.
La Química No Juega Este Partido
De manera que se insiste en que es el cloro quien destruye al ozono de la famosa capa. En verdad, la química tiene muy poco que ver en el asunto del ozono antártico o ártico, o en cualquier lugar de la Tierra que se quiera. Es un asunto que estuve debatiendo desde allá por 1985, cuando a Sherwood Rowland y al inútil de su ayudante mejicano, Mario Molina, les dieron el Premio Nobel de Química por “haber alertado a la humanidad del peligro de la desaparición de la capa de ozono y haberle evitado a la humanidad una catástrofe sin precedentes.” El gran científico francés, notable vulcanólogo y entonces ministro de “control de riesgos de catástrofes naturales” de Francia, el Dr. Haroun Tazieff dijo entonces que “Es el escándalo científico más grande de la historia.” Miles de científicos estuvieron de acuerdo. Otros, de menor equipaje moral, mantuvieron un silencio cómplice.
El asunto es muy simple: de acuerdo con la teoría del “Dímero de Molina”, que es un conjunto de reacciones químicas que sucederían en la estratosfera, la radiación UV de menos de 290 nm disociaría a las moléculas de las varias clases de CFCs que habría en la estratosfera, liberando al átomo de cloro que se combinaría con el ozono para formar dióxido de cloro. La reacción del cloro sobre el ozono se realizaría sobre los cristales de hielo porque esa reacción no puede, de acuerdo con la teoría homogénea de los gases, realizarse en la atmósfera libre, gas actuando contra gas. Necesita de una superficie sólida como los cristales, que no son de hielo (porque a esa atura en la estratosfera polar no hay vapor de agua) sino de CO2 congelado o hielo seco. La temperatura de menos de 87º C bajo cero de esa altura congela al CO2. Todo esto tiene varios e insolubles problemas:
Esta es una cantidad tan insignificante que desecha totalmente a la teoría del dímero de Molina. Por debajo de los 35 km de altura no hay presencia de rayos UV-C porque fueron absorbidos al 100% por el oxígeno y el nitrógeno.
La atmósfera filtra a la radiación solar de manera selectiva. La radiación UV-C, de hasta 290 nm es totalmente filtrada y no podría disociar a las moléculas de CFC o las de oxígeno y nitrógeno más abajo de los 35 km. Para disociar a las moléculas de CFC es necesaria una energía que contiene los fotones de longitud de onda igual o inferior a 242 nm.
En este link, de este mismo sitio, hay una buena explicación bastante reciente sobre la tasa de fotolisis (disociación de las moléculas de ozono) dada por científicos europeos, que derrumbaría totalmente los postulados de la errada teoría del agujero de ozono.
http://mitosyfraudes.org/Ozo/tasa_fotolisis.html
En el estudio publicado en Science News sobre la actividad del volcán Erebus y su emisión de cloro directamente al corazón del “agujero”, tiene severos fallos y desconocimientos. Veamos:
Pero hay una razón más para desechar al ozono como una molécula con capacidad para absorber energía UV y ser un escudo protector:
Vimos que el oxígeno absorbe Ciento Dieciocho Mil Ciento Once kilocalorías de un fotón que llega desde el sol y la molécula de ozono apenas 32 Kcal. Es decir, la molécula de ozono se puede comparar con la de oxígeno como un enano raquítico se compara con Terminator. Para peor, 6 moléculas de oxígeno equivalen a 2 de ozono (porque son necesarias 6 de O2 para crear 2 de O3, recuerda?). Entonces, para proteger una fortaleza contra un ataque, ¿es preferible usar dos enanos raquíticos o 6 Terminators?
El Dímero de Molina
Mario Molina diseñó una increíblemente compleja teoría química llamada química “heterogénea”, o “dímera”, (Molina y Molina, 1987). La teoría requiere de temperaturas extremadamente bajas, por debajo de los -78º C, que ocurre solamente en la estratosfera de la Antártida durante muy pocas semanas del invierno Austral. También requiere de la formación de nubes estratosféricas polares (NEP) que están compuestas de gases congelados como el dióxido de carbono y el ácido nítrico, en lugar de agua, como las nubes comunes. Por último, la nueva teoría de Molina requiere que la luz del Sol llegue en el momento justo.
Estas condiciones sólo pueden ocurrir en la Antártida después de tres o cuatro meses de oscuridad total, permitiendo que la temperatura de la estratosfera baje por debajo de los -78º C. Entonces, en el momento justo en que la primavera regresa al polo sur, y la luz del Sol se derrama sobre la Antártida, justo entonces, siendo todas las condiciones correctas, con la estratosfera "cargada y lista para disparar", la luz solar supuestamente pone en marcha una serie de reacciones muy complejas que disocian las moléculas en donde está encerrado el cloro, liberándolo para que vague por la estratosfera y destruya la capa de ozono.
Las fórmulas químicas de Molina son las siguientes:
El resultado neto de esta compleja serie de reacciones químicas es que dos moléculas de ozono (O3) serán convertidas en tres moléculas de oxígeno (O2). Este es el corazón mismo de la explicación para la destrucción del ozono Antártico por parte del cloro que supuestamente provendría de los CFC. Es el así llamado "ciclo cloro catalítico del ozono", o el "proceso catalítico del cloro" que ha asustado a tanta gente. Este autor lo ha rebautizado como el "Ciclo Cloro Paralítico" porque “no camina”. Por favor, note que los CFCs no están involucrados para nada en las reacciones químicas de Molina. El cloro de Molina proviene de dos "reservorios" naturales: el nitrato de cloro (ClONO2) y el ácido clorhídrico (HCl).
Segundo: es necesario que haya hielo (una superficie sólida) para que la reacción pueda comenzar, por ello es que son necesarias las NEP, o nubes estratosféricas polares. Este hielo tan especial se forma únicamente cuando las temperaturas caen por debajo de los –78º C y a una altura de entre 12 y 20 kilómetros de altura.
Tercero: sin la luz solar (hv significa un fotón de radiación UV-C) esta reacción no podría ocurrir. Concentrémonos entonces en la reacción número (5). Esta ecuación crucial dice que cuando una molécula de Cl2O2 (peróxido de cloro) es impactada por la radiación UV, se dividirá en un átomo de cloro (Cl), que andará vagando por allí comiendo ozono, y una molécula de OClO, un tipo especial de dióxido de cloro
.Se supone entonces que el OClO (a veces conocido como ClOO) sufrirá una colisión contra un cristal de hielo y producirá oxígeno molecular y liberará un átomo de cloro. El asunto crucial es este: Dado que el mecanismo teórico jamás ha sido definitivamente establecido en ninguna prueba de laboratorio, podemos preguntar: ¿Funciona de esta manera la química en la estratosfera?
"NO!", dice Igor J. Eberstein, del Goddard Space Flight Center de la NASA. En un estudio publicado en Geophysical Research Letters en Mayo de 1990, Eberstein demuestra que el camino más probable de la fotodisociación del peróxido de cloro es la conversión en dos radicales de ClO; es decir, la NASA nos lleva de regreso al monómero.
Un camino secundario de disociación es el Cl2 y un oxígeno atómico. Si esto se está volviendo demasiado técnico - espero que no - por favor sepa perdonarme, pero no hay otra explicación posible para legos. Por otro lado, si alguien no comprende estas reacciones químicas fundamentales, él o ella, no deberían discutir sobre asuntos de la capa de ozono, o defender algo que no comprende a fondo. Menos aún, si no lo comprende a la perfección, no debería poner toda su confianza en los medios de prensa o las gacetillas de las ONGs verdes, porque es como pedirle al zorro que nos cuide el gallinero. (O a los políticos que administren nuestra riqueza nacional).
Los teorizadores de la destrucción del ozono ignoran de manera muy conveniente estos caminos de "mínima-energía", una ley fundamental de la termodinámica, sin ninguna clase de excepciones. Ellos afirman que las reacciones químicas se producen de esta manera:
Cl2O2 + hv à Cl + ClOO
Eberstein demuestra que la reacción en realidad sigue uno de los dos caminos más probables de la mínima energía:
Camino 1: Cl2O2 + H se transforma en 2 ClO o,
Camino 2: Cl2O2 + hv a Cl2O + O
De acuerdo a Eberstein,
Pero Eberstein no está solo en su crítica a la chapucería química. Escribiendo en el Journal of Geophysical Research, en Oct. 20, 1990, G.W. Lawrence y sus asociados demuelen la popular versión de la Ecuación de Molina (6) y la presunta disociación fotoquímica del óxido de cloro para liberar al cloro. Después de una serie de experimentos de laboratorio muy complejos, Lawrence, Clemitshaw y Apkarian (1990) llegan a la conclusión:
La luz solar es otro elemento requerido por la teoría del "dímero" químico de Molina. La luz del Sol es el gatillo que dispara a la reacción química que destruye moléculas de ozono; esta es la razón por la que el agujero de ozono aparece sólo durante la primavera Antártica, aunque las moléculas de cloro han estado allí durante toda la noche invernal.
Nuevamente, la realidad se entromete. La Administración Nacional de la Atmósfera (NOAA) anunció en Septiembre de 1990 que sus satélites polares estaban detectando el desarrollo del agujero de ozono un mes completo antes de la aparición de la luz del Sol. En otras palabras, el agujero está bien desarrollado antes de que la luz solar impacte sobre la estratosfera de la Antártida, exactamente lo opuesto a lo que sostiene la teoría de la química heterogénea de Molina. Si realmente las reacciones químicas están creando al agujero, estas reacciones están ocurriendo en la oscuridad, lo que invalida a la teoría.
No resulta sorprendente, pero los medios masivos de prensa ignoraron la importancia de este descubrimiento del NOAA refutando la teoría del "dímero" de Molina. En vez de ello, la prensa se explayó con nuevas historias de horror, informando que los satélites del NOAA demostraban que la destrucción del ozono en la Antártida era más seria de lo que se creía, porque el agujero estaba apareciendo -inesperadamente- más temprano! Si la teoría es correcta debía aparecer más tarde. Ahora sabemos que la teoría nunca estuvo correcta. La química nunca tomó parte en las variaciones naturales de los niveles de ozono en los polos o en el resto del planeta. Todo, absolutamente todo ha sido una gigantesca trampa con cero de ciencia correcta donde apoyarse. Todo fue producto de lo que hoy se llama: Ciencia por parte de prensa donde los redactores relatan algo que muchas veces no está en los estudios, o deforman aluna parte para ajustarla su agenda alarmista. Pero los periodistas nunca dejarán que la verdad se interponga y obstaculice a un buen parte prensa o una hermosa nota con predicciones catastróficas.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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