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Científicos recurren a la difamación
para salvar un barco que se hunde


Por Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Septiembre 7, 2011

El edificio de la Perturbación del Clima, ex Cambio Climático, ex Calentamiento Global, ha sufrido dos gravísimos golpes en los últimos días: primero fue la publicación del estudio realizado por Roy Spencer y su colega W.D. Braswell, “Sobre el Mal Diagnóstico de las Realimentaciones de la Temperatura de Superficie de las Variaciones en el Balance de la Energía Radiante de la Tierra,” [1], y muy poco tiempo después la publicación de los resultados del experimento CLOUD realizado en el acelerador de partículas del CERN, en Suiza, donde se comprueba la acción de los rayos cósmicos como facilitadores de la creación de nubes y su posterior efecto sobre el clima.

El golpe recibido resultó doblemente catastrófico porque la credibilidad de la hipótesis del cambio climáti-co antropogénico cae así a sus niveles más bajos en décadas, sino que también hizo que los partidarios del famoso pero inexistente “consenso científico” hayan perdido la cabeza y lanzaran una serie de ataque irracionales y difamatorios contra Spencer, Braswell y todos los demás científicos escépticos de la fracasada hipótesis del cambio climático humano.

Pero, aunque no sorprende la reacción y lo vicioso de los ataques, causó sorpresa la extraordinaria velocidad –sin precedentes en la historia- del proceso de fabricación de un estudio destinado a “control de daños”, que refutara tan malas noticias para el establishment climático. En menos de seis semanas se escribió el estudio, se envió a la revista Geophysical Research Letters, luego a al proceso de revisión por otros científicos, y su aceptación por la revista y su publicación, anunciada para estos días. Un verdade-ro récord mundial que se contrapone vergonzosamente con los tiempos que demora el mismo proceso para estudios de los escépticos –y eso si consiguen que el sistema de “revisión por los amigos” permita su publicación. Por ejemplo, Anthony Watts comenta sobre este punto lo siguiente:

Se me ha dado una copia adelantada [de la respuesta de Trenberth, Gleick, etc] de la que he publicado extractos más abajo. Este paper parece haber sido confeccionado en tiempo record, con un tiempo total desde el envío hasta su aceptación y publicación de unas seis semanas, basados en la fecha de publicación del 26 de julio 2001 del paper original de Spencer & Braswell. Deberíamos todos sentirnos con suerte de tener un servicio de “peer review” tan expeditivo. Quizás PeerEx, algo como FedEx? Compárese con los dos años que llevó para que el paper de Lindzen y Choi pasaran por la puerta. O sino qué les parece la historia del WUWT: “La revista Science estuvo sentada durante meses sobre la crítica de Spencer al paper de Dessler.”
También dice Anthony Watts que un párrafo del Op-ed del Daily Climate le irritó de manera particular:

“Durante los años, Spencer y Christy desarrollaron una reputación de cometer errores en serie que otros científicos se vieron forzados a destapar.” Eso, mis amigos, nos deja sin aliento por su tremenda arrogancia, muestra de agenda, y el hundimiento del proceso científico en una sola frase.

Todo el proceso de la ciencia es acerca de construir sobre un anterior conocimiento incompleto con nuevo conocimiento, y descartar al viejo conocimiento a favor de nuevas evidencias que están mejor apoyadas por evidencias observacionales. Todos los científicos cometen errores, es parte del procesos de aprendizaje de la ciencia. Cualquier científicos que crea que él/ella no han cometido errores, que nunca hicieron una corrección, o no han construido sobre los errores de otros para mejorar a la ciencia, se están engañando a ellos mismos.

Y el comentario, “…errores que otros científicos se vieron forzados a destapar,” es ridículo. Por la misma naturaleza del proceso científico, los científicos trabajan para descubrir fallas en el trabajo de otros, y cuando los errores e irrelevancias han sido eliminadas por estos procesos, lo que permanece en el crisol de la investigación científica es considerada como el producto puro.

Podría decir lo mismo acerca del GISS en relación al problema Y2K de las temperaturas de Hansen y Gavin Schmidt que requirieron de una corrección, es también algo que otros científicos “se vieron forzados a destapar.”
Y ese es el camino de la ciencia. Las opiniones carecen de importancia, los certificados, diplomas, títulos, premios, y distinciones no cuentan. Sólo importa la evidencia comprobada. En el caso de Spencer y Braswell, ellos también aportan evidencia observacional para considerar que podría requerir que se hagan ajustes a los modelos matemáticos. La diferencia aquí ha sido que, en lugar de tomar el camino de la reconsideración y argumentar usando a la ciencia siguiendo el proceso del “peer review”, Abraham, Gelick y Trenberth ignoraron ese proceso y recurrieron a la diatriba de los ataques “ad hominem” que, en mi opinión personal, al usar la frase “…otros científicos se vieron forzados a destapa,” cruza el umbral desde el argumento al libelo difamatorio.

Aparentemente, les resulta imposible considerar a la evidencia observacional apoyando una sensibilidad climática más baja, y así ellos han rechazado al proceso científico de corregir y construir sobre el nuevo conocimiento eligiendo en su lugar un ataque al más puro estilo de los pasquines sensacionalistas.

Lo mismo que Spencer y Braswell, a Einstein también le tocó su cuota de ataques por su trabajo científi-co. Hitler comisionó a un grupo de 100 científicos alemanes para escribir un libro llamado “Hundert Auto-ren gegen Einstein,” (o “100 autores en contra de Einstein”), se le preguntó al genio: “¿No le molesta tener a tantos científicos en contra suyo?” Y Einstein respondió con su acostumbrada genial humildad. “No hacen falta 100 científicos para probar que estoy equivocado. Sólo es necesario un único hecho.” Lo mismo vale para el famoso consenso científico del supuesto 97% de la comunidad científica.

Claramente, ni Abraham, ni Gleick ni Trenberth comparten ninguna de las humildes virtudes demostradas por Albert Einstein. Hay un inmenso universo de diferencia.

Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC



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