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Más Verde De Lo Que Usted Cree
por Denis Dutton, Octubre, 26, 2001
Profesor de filosofía que da conferencias sobre los peligros de la pseudociencia en las facultades de ciencia
de la Universidad de Canterbury, em Nueva Zelanda. También es el editor del sitio web "Arts & Letters Daily.
Nota del Editor: Tech Central Station recientemente auspició un evento junto al científico ecologista dinamarqués Bjorn Lomborg, para discutir su nuevo libro, "El Ecologista Escéptico: Midiendo el Verdadero Estado del Mundo" (Cambridge Univ. 515 pp. $69.95; tapas blandas, $27.95).
El libro de Lomborg ha atraído significativa atención en Europa y está ahora haciendo olas en los Estados Unidos. El distinguido escritor y estudioso Dennis Dutton, el editor de "Arts & Letters Daily", hizo la revisión y crítica del libro para el Washington Post. Con seguridad los lectores de Tech Central Station estarán interesados en la opinión de Dutton sobre el libro, de manera que la reproducimos aquí.
Que la humanidad enfrenta problemas ambientales es algo incuestionable. Que los expertos ecologistas han tratado regularmente de meternos miedo hasta la médula con sus cánticos apocalípticos, también está fuera de toda duda. En los años 60, la sobrepoblación iba a provocar una hambruna masiva a escala mundial para 1980. Una década más tarde se nos estaba diciendo que al mundo se le agotaría el petróleo para 1990. Esta era una perspectiva especialmente escalofriante ya que, como lo informaba Newsweek en 1975, el mundo estaba en una tendencia climática al enfriamiento que reduciría las producciones agrícolas durante el resto del siglo, llevándonos con toda posibilidad a una nueva Edad de Hielo.
Bjorn Lomborg, un jóven profesor de estadística y científico político en la Universidad de Aarhus en Dinamarca, conoce tod lo que hay que saber sobre el permanente llamado --a los periodistas, políticos y al público -- que hacen los cuentos apocalípticos del ecologismo, ya que él mismo ha debido tragarse muchos de ellos. En 1987, Lomborg --quien se describe como de izquierda y ex miembro de Greenpeace -- se topó con un artículo de la revista "Wired" sobre Julian Simon, un economista de la Universidad de Maryland. Simon afirmaba que la "letanía" del Movimiento Verde -- sus miedos acerca de la sobrepoblación, especies animales desapareciendo a cada hora, deforestación -- era una histeria sin sentido, y que la calidad de vida sobre el planeta estaba mejorando de manera radical. Lomborg fue "shockeado" por esto, y regresó a Dinamarca dispuesto a realizar la investigación que refutaría a Simon.
Lomborg y su equipo de académicos descubrieron algo refrescante y animador: en cada una de sus afirmaciones, Simon estaba en lo cierto. Todavía más, Lombrog encontró, luego de un profundo análisis, que los cimientos fácticos sobre los que se apoyaban los ecologistas catastrofistas estaban profundamente errados: exageraciones, tergiversaciones, "mentiras blancas" y aún convenientes errores tipogríficos habían sido absorbidos sin reparos por el folklore ecologista de los escenarios de desastre.
Lomborg todavía comparte los básicos sentimientos que subyacen en el movimiento Verde: que debemos esforzarnos por lograr un mundo más limpio y más sano para todos, incluyendo a los animales (él mismo es un vegetariano con objeciones éticas sobre comer carne). Pero su objetivo en este nuevo catálogo de asuntos ambientales es contrarrestar el pesimismo con una imagen clara y cientifíica, basada en el Verdadero Estado de la Tierra, y tener una visión racional de lo que podemos esperar en el siglo 21.
En un masivo argumento que excede las 500 páginas, apoyado por más de 3.000 referencias y notas al pie, y 182 tablas y diagramas, Lomborg pasa revista a una cantidad de logros espectaculares en la vida reciente del planeta. Liderando estos logros está la declinación de la pobreza y hambrunas a lo largo del mundo. Las hambrunas aún existen, pero hay menos de ellas como nunca antes, a medida que nuestra capacidad de producir abundante cantidades de alimentos sigue mejorando. Lo mismo sucede con otros horribles escenarios de agotamiento de los recursos. Enfáticamente, no nos estamos quedando sin energía ni recursos minerales; la bomba poblacional tiene la mecha mojada y, lejos de matarnos, los pesticidas y productos químicos están mejorando la longevidad y la calidad de vida. Como tampoco tenemos que temer nada de la modificación genética de organismos.
Como una enciplopedia fáctica, el libro tiene un inmenso valor de entretenimiento, de modo particular en la manera en que Lomborg rastrea las leyendas urbanas del movimiento Verde hasta sus orígenes. Considere la frecuente afirmación sobre que 40,000 especies se extinguen cada año. Lomborg hace notar que tamaña pérdida anual de especies podría ser desastrosa para la futura vida en la Tierra, sumando quizás una pérdida del 25 al 50% de todas las especies durante los próximos 50 años. Consigue, sin embargo, ubicar a la fuente de la historia -- una despistada y totalmente errada suposición hecha por un científico en 1979. Desde entonces está siendo repetida sin parar -- y en 1982 fue aumentada por el archi-apocalíptico Paul Ehrlich a 250.000 especies anuales (Ehrlich también predijo que la mitad de las especies del planeta estarían extinguidas para el año 2000).
Lomborg baja a estas desquiciadas predicciones de vuelta a la Tierra al recordarnos que la única documentación científica sobre la pérdida de especies son las cifras de las Naciones Unidas, que muestran una real pérdida que varía entre 0,1 y 1 por ciento de todas las especies, para los próximos 50 años. Esto incluye a escarabajos, hormigas, moscas, gusanos, bacterias y hongos, que conforman el 99 por ciento de todas las especies, más un pequeño número de mamíferos y pájaros. La extinción, nos asegura Lomborg, es un problema que debe ser enfrentado de manera realista para resolverlo, y no una catástrofe que debamos lamentar.
O sino consideremos a la deforestación. Se afirma que el mundo ha perdido dos tercios de sus bosques desde los albores de la agricultura. Las cifras reales, nos demuestra Lomborg, es de un 20%, y esta cifra casi no ha variado desde la Segunda Guerra Mundial. Los bosques tropicales están declinando a la pequeña tasa anual de 0.46%, pero esto es contrarrestado por el crecimiento de las plantaciones comerciales, que deberían ser alentadas, ya que sus productos le quitan presión a los bosques tropicales. De hecho, las necesidades mundiales de madera y papel podrían ser satisfechas de manera permanente por sólo tres plantaciones que cubrirían apenas el 5% de la cobertura mundial de bosques.
Luego tenemos a la eliminación de los residuos. ¿Estamos realmente quedándonos sin terrenos para guardar nuestra basura? Lomborg nos demuestra que todos los requerimientos de los Estados Unidos a través de todo el siglo 21 (suponiendo que la población se duplicara) podría ser satisfecha por un solo basurero de 33 metros de altura y 48 kilómetros cuadrados. Eso es una enorme cantidad de basura, pero visto como el total de los residuos de la creciente población norteamericana durante 100 años, ciertamente no es inmanejable, y si es manejada de modo adecuado no impondría necesariamente una seria amenaza de contaminación del aire o del agua.
Hablando de basura, Lomborg favorece el reciclado, pero sólo cuando tiene sentido hacerlo, y nos proporciona un hilarante análisis de una propuesta de la revista ecologista "Environment", de enviar por correo los cepillos dentales usados a una planta donde serían reciclados como mobiliario para jardín. Esto le costaría a la población de los Estados Unidos unos $4.000 millones para implementarlo, y eso sin tener en cuenta los costos que tendría el sistema postal para manejar anualmente 1.000 millones de nuevos envíos postales de cepillos dentales nuevos y usados. La cura del reciclado puede llegar a ser peor que la enfermedad del consumo (aunque veo que esto podría ser visto por el Servicio Postal de EEUU como una gran oportunidad de aumentar sus ingresos)
Muchas políticas ambientales bien intencionadas pueden tener resutlados sorprendentes. Suponga que minúsculas cantidades de residuos de pesticidas tuvieran el potencial de causar cáncer en un ínfimo número de casos. Una estimación la ubica alrededor de 20 casos anuales en los Estados Unidos (no demasiados en un país donde 300 personas mueren por año ahogadas en la bañadera). De modo que prohibimos a los pesticidas. Lomborg apunta que, a su vez esto aumentaría agudamente el precio de las frutas y verduras que ayudan a prevenir el cáncer. Al reducir el consumo, especialmente entre los pobres, la prohibición de pesticidas causará más muertes por cáncer (quizás 26.000 casos anuales) que lo que provocarían los pesticidas, en primer lugar.Algunas veces, como en el caso de los cepillos dentales, lo mejor que se puede hacer acerca del "problema" es exactamente nada.
Lomborg goza ubicando a lo que parecen ser serios asuntos ambientales en un contexto comparativo, lo que a menudo puede disminuírlos en escala considerablemente. El derrame de petróleo del Exxon Valdez fue mostrado como un desastre de magnitudes sin parangón. Por ejemplo, mató 25.000 aves. Nos muestra luego como los efectos a largo plazo del derrame fueron mucho menos dañinos de lo que los ecologistas profetizaron, y también puso a la mortandad de aves en su correcta perspectiva. En Gran Bretaña, unas 300.000 aves fueron muertas por mamíferos, en su mayoría por gatos, cada 24 horas, y 250.000 murieron al chocar contra vidrios de las ventanas de casas y oficinas en los Estados Unidos, cada 24 horas. ¿Cómo puede Lomborg saberlo? Me lo pregunté yo mismo, de modo que en este tema (como en todos los demás) fuí a las referencias dadas en su libro, rastreé y comprobé las fuentes por mi propia cuenta, y descubrí que todas ellas eran correctas. De hecho, desde que el "Ecologista Escéptico" fue publicado el mes pasado en Gran Bretaña, un ejército de enfurecidos ecologistas ha estado reptando sobre el libro intentando refutarlo. Todas las afirmaciones de Lomborg han resistido los ataques.
El capítulo más largo y detallado del libro es sobre el Calentamiento Global y el Tratado de Kyoto. Lomborg está de acuerdo con que la trendencia al calentamiento es real pero afirma que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) exagera las posibles amenazas y las actuales proporciones del calentamiento, mientras que desprecia los beneficios de una mayor cantidad de dióxido de carbono en el aire y las más cálidas temperaturas nocturnas. Estos cambios mejorarían las producciones agrícolas en los EEUU y China, y causaría un gran aumento de las cosechas de Canadá y Rusia. De cualquier forma, Lomborg es un promotor de la energía solar, que él cree que reemplazará al petróleo como nuestra mayor fuente de energía en los próximos 50 años.
Su conclusión más abrumadora: aún si el Protocolo de Kyoto fuese implementado totalmente, sólo retrasaría al calentamiento en apenas seis años --posponiéndolo desde el 2100 hasta el 2106. ¿Cuál es el costo para la economía mundial de este casi invisible beneficio que le estaremos heredando a nuestros tataranietos? Cualquier cosa entre $80.000 a $350.000 millones anuales. Lomborg está muy perturbado por estas cifras, ya que ve a las mejoras en la salud pública como el mayor reto que hoy enfrenta la raza humana -- especialmente los enormes avances contra las enfermedades y la pobreza que vendrían del incremento del abastecimiento de agua limpia y potable, y la calidad de la salud pública en el Tercer Mundo.
Los costos impuestos por Kyoto podrían proporcionar agua limpia y sanidad a todo el mundo en desarrollo, salvando 2 millones de vidas, manteniendo a 500 millones de personas libres de serias enfermedades. Para futuros, ignotos y quizás inexistentes beneficios, Kyoto haría un derroche de dinero que debería ser aplicado ya mismo a reales problemas de vida y muerte. Los cálculos de Lomborg son minuciosos, sus argumentos son convincentes: la implementación del Tratado de Kyoto sería un error imperdonable.
La inspiración original de Lomborg, Julian Simon, estaba un poquito adelantado a su tiempo. Este calvo economista, vagamente del ala derecha del espectro político, tenía al dinero como su tema, a quien, a fines del siglo 20, con el movimiento Verde en ascendencia, nadie queria conocer. Mientras Paul Ehrlich, como premio por estar equivocado en todas y cada una de sus profecías aterrorizantes sobre la población y el ambiente, recibía una lluvia de premios, incluyendo una beca para "genios" de la Fundación MacArthur. Como alegremente hacía notar Simon "Yo ni siquiera recibí una hamburguesa de McDonald". Este irrefrenable estudioso, sin embargo, provocó que un jóven Danés, tratara de rebatir sus afirmaciones --un proceso que lo llevó a cuestionar los cimientos fácticos del mismo movimiento ecologista mundial. Al revés que Simon, Lomborg tiene el aura cultural correcto: un jóven Europeo de izquierda con el aspecto de una estrella de cine. Simon, quien murió súbitamente en 1998, hubiese amado ver como están yendo las cosas.
Las buenas noticias de Lomborg sobre el ambiente son malas noticias para los ideólogos Verdes. Su lúcido y ricamente informativo libro es ahora el lugar desde el que se deberían discutir las decisiones políticas sobre el ambiente. De hecho, "El Ecologista Escéptico" es el trabajo más significativo sobre el ambiente desde la aparición de su diametralmente opuesto, "Primavera Silenciosa" de Rachel Carson en 1962. Es un logro magnífico.
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