Censura en las redes sociales: un científico corrige
las tonterías de los anti-transgénicos,
Facebook amenaza con prohibirlo
Por Cameron English
American Council on Science & Health
22 de junio de 2021
Facebook ha demostrado ser incapaz de prevenir de manera confiable la pro-pagación de "información errónea". Si necesitábamos más pruebas, la empre-sa amenazó recientemente con "restringir" el relato de un destacado investi-gador por hablar de ciencia.
No se debe confiar en que las plataformas de redes sociales censuren la "de-sinformación" científica. Como informamos en los últimos meses, los esfuer-zos de compañías tecnológicas como Facebook se ven obstaculizados por el partidismo y el doble rasero. El resultado es que a algunos usuarios (general-mente los principales medios de comunicación) se les permite estropear la ciencia con impunidad, mientras que a otros se les silencia por cometer el más mínimo de los delitos, reales o imaginarios. Ver mi historia de abril Follow The Science? Cómo la hipocresía de los medios socava el pensamiento crítico en la era de COVID para obtener más información sobre esto.
¿Facebook protege los sentimientos de los activistas anti-transgénicos?
Justo en el momento justo, Facebook ha ofrecido otro ejemplo de por qué falla la censura de las redes sociales. El 19 de junio, la compañía marcó una publicación de 2015 escrita por el genetista de la Universidad de Florida Kevin Folta. [1] ¿Cuál fue su ofensa? Folta criticó a dos activistas contra los pesticidas por hacer declaraciones engañosas sobre el herbicida glifosato. Afirmaron falsamente que el herbicida causa cáncer y alegaron que el New England Journal of Medicine (NEJM) reconoció el vínculo causal entre los dos.
En realidad, la revista publicó un artículo de opinión de dos autores, uno de los cuales fue sorprendi-do tomando $ 100,000 de compañías de alimentos orgánicos para realizar "estudios" que harían que sus productos se vieran bien. Eso es muy diferente a que el NEJM adopte una postura editorial sobre los efectos del glifosato en la salud. Por señalar esta distinción obvia, a Folta se le dijo que su publica-ción violaba los “estándares comunitarios” de Facebook y se le advirtió que su cuenta podría ser sus-pendida si cometía otro delito.
Hay dos posibilidades: Facebook es incapaz de resolver de manera constante las disputas basadas en la ciencia, o la compañía acepta sin crítica los informes de abuso de activistas que quieren que Folta y otros científicos se eliminen de la plataforma. Cualquiera de los dos es posible dado el descuidado historial de verificación de datos de la empresa, pero ninguno es excusable. Las pautas de la comuni-dad suelta de Facebook hacen que esta situación sea aún más ridícula:
"Queremos que las personas puedan hablar abiertamente sobre los temas que les importan, incluso si algunos no están de acuerdo o los encuentran objetables. En algunos casos, permiti-mos contenido para la conciencia pública que, de otro modo, iría en contra de nuestras Normas de la comunidad, si es de interés periodístico y de interés público. Hacemos esto solo después de sopesar el valor del interés público contra el riesgo de daño ...
Presumiblemente, esto incluiría académicos que intentan educar educadamente al público sobre temas científicos controvertidos, pero luego leemos esto:
"Nuestro compromiso con la expresión es primordial, pero reconocemos que Internet crea nuevas y mayores oportunidades de abuso ... Reconocemos que las palabras significan cosas diferentes o afectan a las personas de manera diferente según su comunidad local, idioma o antecedentes. Trabajamos arduamente para tener en cuenta estos matices y, al mismo tiempo, aplicamos nuestras políticas de manera coherente y justa a las personas y su expresión. Nuestra aplicación de estos estándares se basa en la información que tenemos a nuestra disposición."
¿Qué te parece eso para una escapatoria? La compañía dice que puede etiquetar el contenido como "abusivo" si no es auténtico o amenaza la seguridad, privacidad o dignidad de sus usuarios. No me queda claro cómo la corrección de Folta cruzó cualquiera de esas líneas. Pero, de nuevo, todo este ejercicio es intrínsecamente subjetivo; el censor define el alcance de la censura, y "riesgo de daño" es un lenguaje orwelliano espeluznante que podría significar casi cualquier cosa.
¿Quién vigila a los vigilantes?
La ciencia solo funciona porque los investigadores tienen libertad para presentar pruebas que contra-digan el dogma establecido. Ésta es la base de toda la empresa. "La ciencia es un mosaico de visiones parciales y conflictivas", escribió el físico Freeman Dyson en The Scientist as Rebel. "Pero hay un ele-mento común en estas visiones. El elemento común es la rebelión contra las restricciones impuestas por la cultura prevaleciente localmente". Cuando el tema es el tratamiento de Galileo por parte de la Iglesia Católica, todos en la academia parecen comprender la importancia del debate abierto. [2] Aunque cuando logran establecer las reglas, muchos investigadores están muy contentos de ayudar a las empresas de redes sociales a silenciar las voces controvertidas.
El truco, en este caso, es que la opinión de Folta fue todo menos contraria. Excluyendo a las personas a las que se les paga por afirmar que el glifosato causa cáncer (abogados litigantes, activistas), nadie familiarizado con el herbicida cree que es cancerígeno.
Antes de que alguien señale inútilmente que las empresas privadas no están sujetas a las restriccio-nes descritas en la Constitución, permítanme recordarles por qué eso es completamente irrelevante. Permitir que intereses poderosos (digamos, corporaciones multimillonarias) dicten los límites del discurso público conlleva costos, uno de los cuales es que pueden volverse contra usted el martillo de la prohibición. El hecho de que usted "siga la ciencia" claramente no es un control para una empresa que se cree calificada para juzgar su "autenticidad".
[1] Divulgación completa: soy coanfitrión del podcast Science Facts and Falacies con Folta.
[2] Entre paréntesis, este es un evento poco entendido en la historia de la ciencia. Vea este análisis del historiador Thomas Woods