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Es hora de admitir el fracaso, dice un destacado inmunólogo al Ministerio de Salud de Israel

David Charbonneau, Ph.D.

Children's Health Defense
Enero, 12, 2022

En una carta abierta al Ministerio de Salud de Israel, el profesor Ehud Qimron, jefe del departamento de microbiología e inmunología de la Universidad de Tel Aviv, escribió: “Cuando los conceptos destructivos colapsan uno por uno, no queda más que decirles a los expertos que dirigieron la gestión de la pandemia, te lo dijimos”.

El profesor Ehud Qimron, jefe del departamento de microbiología e inmunología de la Universidad de Tel Aviv y uno de los principales inmunólogos de Israel, denunció la semana pasada lo que llamó la mala gestión de la pandemia por parte del gobierno israelí.

En una carta abierta al Ministerio de Salud de Israel, Qimron escribió:

“Dos años después, finalmente te das cuenta de que un virus respiratorio no se puede derrotar y que cualquier intento de este tipo está condenado al fracaso. No lo admite, porque no ha admitido casi ningún error en los últimos dos años, pero en retrospectiva, está claro que ha fallado estrepitosamente en casi todas sus acciones, e incluso los medios ya están teniendo dificultades para cubrir su vergüenza."

En su detallada y crítica carta, Qimron acusó al gobierno de ignorar la ciencia epidemiológica establecida sobre infec-ciones e inmunidad natural, negó evidencia sobre el fracaso de la vacunación y las pruebas, no estableció protocolos confiables para informar los efectos secundarios y participó en bloqueos inútiles que "destruyeron la educación de nuestros hijos y su futuro”.

Gran parte de la carta está dedicada a criticar el hecho de que el gobierno no haya consultado o seguido las recomen-daciones de los científicos más calificados en el campo, sino que se confabuló con Pfizer para publicar "artículos no objetivos junto con altos ejecutivos de Pfizer sobre la efectividad y seguridad de las vacunas". Qimron comparó las “políticas destructivas” de Israel, políticas reflejadas en los EE. UU., con las “políticas sensatas de algunos otros países”.

Concluyó que actualmente no hay ninguna emergencia médica.

“La única emergencia ahora es que aún establece políticas y tiene grandes presupuestos para propaganda e ingeniería psicológica en lugar de dirigirlos para fortalecer el sistema de atención médica”, escribió Qimron.

Lea la carta original en hebreo aquí o la traducción completa a continuación:

Ministerio de Salud, es hora de admitir el fracaso

Al final, la verdad siempre se revelará y la verdad sobre la política de coronavirus comienza a revelarse. Cuando los conceptos destructivos se derrumban uno a uno, no queda más que decirles a los expertos que lideraron el manejo de la pandemia: se lo habíamos dicho.

Dos años después, finalmente se da usted cuenta de que un virus respiratorio no se puede derrotar y que cualquier intento de este tipo está condenado al fracaso. No lo admite, porque no ha admitido casi ningún error en los últimos dos años, pero en retrospectiva, está claro que ha fallado estrepitosamente en casi todas sus acciones, e incluso los medios ya están teniendo dificultades para cubrir su vergüenza.

Se negó usted a admitir que la infección llega en oleadas que se desvanecen por sí solas, a pesar de años de observaciones y conocimientos científicos. Insiste en atribuir cada declive de una ola únicamente a sus acciones, y así, a través de la falsa propaganda, "superó la plaga". Y otra vez la venció, y otra y otra y otra vez.

Usted se negó a admitir que las pruebas o tests masivos son ineficaces, a pesar de que sus propios planes de contingencia así lo indican explícitamente ("Plan de preparación del sistema de salud contra la influenza pandé-mica, 2007", p. 26).

Usted se negó a admitir que la recuperación es más protectora que una vacuna, a pesar de que el conocimiento previo y las observaciones muestran que las personas vacunadas no recuperadas tienen más probabilidades de infectarse que las personas recuperadas.

Se negó usted a admitir que los vacunados son contagiosos a pesar de las observaciones. En base a esto, esperaba lograr la inmunidad colectiva mediante la vacunación, y también fracasó en eso.

Insiste en ignorar que la enfermedad es decenas de veces más peligrosa para los grupos de riesgo y adultos mayores que para los jóvenes que no están en grupos de riesgo, a pesar del conocimiento que llegó desde China ya en 2020.

Usted se negó a adoptar la “Declaración de Barrington”, firmada por más de 60.000 científicos y profesionales médicos, u otros programas de sentido común.

Eligió usted ridiculizarlos, calumniarlos, distorsionarlos y desacreditarlos. En lugar de los programas y las personas adecuados, ha elegido profesionales que carecen de la formación pertinente para la gestión de una pandemia (físicos como principales asesores gubernamentales, veterinarios, agentes de seguridad, personal de los medios de comunicación, etc.).

No ha establecido usted un sistema efectivo para informar los efectos secundarios de las vacunas, e incluso se han eliminado los informes sobre los efectos secundarios de su página de Facebook. Los médicos evitan relacionar los efectos secundarios con la vacuna, no sea que los persigan como lo hicieron con algunos de sus colegas.

Ha ignorado usted muchos informes de cambios en la intensidad menstrual y la duración del ciclo menstrual. Ocul-tó datos que permiten una investigación objetiva y adecuada (por ejemplo, eliminó los datos de los pasajeros en el aeropuerto Ben Gurion). En su lugar, eligió publicar artículos no objetivos junto con altos ejecutivos de Pfizer sobre la eficacia y seguridad de las vacunas.

Daño irreversible a la confianza
Sin embargo, desde las alturas de su arrogancia, también ha ignorado usted el hecho de que al final se revelará la verdad. Y comienza a revelarse. La verdad es que ha llevado la confianza del público en usted a un nivel sin precedentes y ha erosionado su estatus como fuente de autoridad.

La verdad es que ha quemado cientos de miles de millones de shekels en vano: por publicar intimidaciones, por pruebas ineficaces, por cierres destructivos y por interrumpir la rutina de la vida en los últimos dos años.

Ha destruido usted la educación de nuestros hijos y su futuro. Hizo que los niños se sintieran culpables, asus-tados, fumaran, bebieran, se volvieran adictos, abandonaran la escuela y se pelearan, como atestiguan los directores de escuelas de todo el país. Ha dañado usted los medios de subsistencia, la economía, los derechos humanos, la salud mental y la salud física.

Calumnió usted a compañeros que no se rendían a usted, puso al pueblo en contra, dividió a la sociedad y polarizó el discurso. Usted calificó, sin ninguna base científica, a las personas que optaron por no vacunarse como enemi-gos del público y como propagadores de enfermedades.

Usted promueve, de manera sin precedentes, una política draconiana de discriminación, negación de derechos y selección de personas, incluidos niños, para su elección médica. Una selección que carece de toda justificación epidemiológica.

Cuando compara las políticas destructivas que está siguiendo con las políticas sanas de algunos otros países, puede ver claramente que la destrucción que ha causado solo ha agregado víctimas más allá de las vulnerables al virus.

La economía que usted arruinó, los desempleados que causó y los niños cuya educación ha destruido, son las víctimas excedentes como resultado de sus propias acciones únicamente.

Actualmente no hay una emergencia médica, pero ha estado cultivando tal condición durante dos años debido a la sed de poder, presupuestos y control.

La única emergencia ahora es que aún establece políticas y tiene grandes presupuestos para propaganda e ingeniería psicológica en lugar de dirigirlos para fortalecer el sistema de atención médica.

¡Esta emergencia debe parar!

Profesor Udi Qimron,
Facultad de Medicina,Universidad de Tel Aviv



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