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Falsos miedos sexuales
usados para prohibir a los BPA

Quinta Parte de “Los archivos del BPA”.

Por Alan Caruba

Warning Signs.com
Mayo, 23, 2011

Durante el curso de los cuatro primeros artículos de esta serie de Archivos de los BPA, o bisfenol-A, el producto que ha sido usado con toda seguridad durante más de medio siglo para proteger contenedores metálicos y plásti-co de alimentos y líquidos de la descomposición y el resultante riesgo para la salud.

Todos los días hay en algún lugar del mundo una constante repetición de mentiras en relación con el BPA. Con frecuencia apuntan a los miedos de las madres de recién nacidos, pero también alegan una amplia variedad de otras amenazas para la salud incluyendo una saludable salud sexual para hombres y mujeres.

Del mismo modo que el fraude del calentamiento global fue promocionado y mantenido por una campaña que afirmaba que cualquier cosa desde el cabello enrulado a las ventiscas era el resultado de una dramático ciclo de calentamiento que estaba sucediendo por predicho a suceder, el esfuerzo para prohibir al BPA usa la misma técnica.

La campaña está impulsada por grupos de activistas ecologistas y consu-midores que dependen a ese tipo de campañas de miedo para mantener el financiamiento y ganar miembros que se confía que ignorarán o rechazarán la ciencia que disputa tales campañas.

En mayo de 2011, el Miami Herald publicó lo que parecer un parte de prensa del Natural Resources Defense Council que aseguraba que el “Bisfenol-A está ligado con la obesidad, una cuenta reducida de esperma, y cambios pre-cancerosos en el cuerpo se encuentra en los cuerpos de 90% del los norteamericanos. Ahora un estudio descubre que usted puede disminuir a la mitad los niveles de BPA y otras sustancias en tres días a través de un cambio en la dieta.”

Tres “miedos” diferentes están capturados en este parte de prensa, todos apuntando a miedos sobre la salud, pero ninguno de ellos refleja el hecho de que minúsculas cantidades son excretadas rutinariamente y no imponen riesgo alguno. Tampoco dicen que los “estudios” siempre involucran la administración de grandes cantidades de BPA a ratas de laboratorio de un manera que nunca refleja la verdadera exposición.

El último blanco de la campaña anti-BPA es el amplio uso de envases de plástico para alimentos y líquidos, junto al uso para recubrir el interior de las latas de metal para ese propósito.

Desde sus primeros orígenes, los ecologistas han procurado prohibir sustancias químicas en general, aun cuando los plásticos transformaron y mejoraron la vida en todo el mundo. En los EEUU la expectativa de vida promedio en el último siglo creció desde 37 años en 1900 hasta el actual de 78 años!

A principios de este año, la Sociedad de Toxicología Alemana publicó una revisión de más de 5000 estudios previos sobre el BPA que concluía diciendo que “la exposición al BPA no representa ningún riesgo digno de notarse para la salud de la población humana, incluyendo recién nacidos y bebés.” Los investigadores conclu-yeron con que el BPA no es mutagénico y como tampoco es probable que sea cancerígeno.

Sin embargo, esto no ha impedido la constante repetición de mentiras asegurando que el BPA es una amena-za para la salud. Como tampoco una variedad de esfuerzos, incluyendo la propuesta de prohibiciones a nivel estadual para el uso del BPA. En abril 2011, el Competitive Enterprise Institute publicó un informe de 14 pági-nas que incluye tres páginas de notas profusamente documentadas que refutan los esfuerzos de la legislatura de Maryland para prohibir una fórmula para infantes y envases de alimentos para bebé que contengan más de 0,5 partes por mil millones (ppmm) de BPA.

“En las políticas públicas las malas ideas tienen una desgraciada tendencia a expandirse,” dio la Dra. Angela Logomasini, PhD. Los esfuerzos para prohibir al BPA en Maine, Maryland y aun en el Congreso llevan a una gran cantidad de enfermedades transmitidas por los alimentos y aun la muerte si tales prohibiciones siguen siendo promulgadas.

La fuente de estas prohibiciones es el movimiento ecologista que llegó a la notoriedad pública al conseguir la prohibición del DDT. El resultado fue un aumento en las muertes provocadas por la malaria en las naciones que obedecieron a la prohibición, y una rápida explosión de una plaga de las chinches de cama en EEUU.

Tan amplia han sido las campañas contra las sustancias químicas benéficas que protegen a la salud humana que se acuño una palabra para identificar al fenómeno: “quimifobia”. Es un miedo irracional a las sustancias químicas cuando, de hecho, el cuerpo humano es una fábrica de sustancias químicas, produciendo químicos para la digestión, hormonas, y otras cosas mientras que limpia al organismo de las sustancias que rechaza.

El simpe sentido común sugiere que “partes en mil millones” de cualquier sustancia con pueden, de manera alguna, imponer un riesgo a la salud humana.

En su libro “El Principio de Precaución: Una Evaluación Crítica de Riesgos Ambientales,” publicado por el Cato Institute, el autor Indur Goklany escribió: “Manteniéndose en sus orígenes del escepticismo tecnológico, el principio de precaución ha sido invocado cada vez más como una justificación, entre otras cosas, para el control internacional, cuando no prohibiciones directas, de varias tecnologías -que a despecho de sustan-ciales beneficios a la humanidad, en algunos casos a ciertos aspectos de lo ambiental- podrían empeorar otros aspectos del ambientes o la salud pública.”

En el corazón del ambientalismo está la creencia que los humanos están haciendo peligrar a la Tierra por el uso de tecnologías notables que fueron desarrolladas en el siglo pasado.

Por eso, distribuyendo mentiras sobre conteos de esperma, disrupción endócrina, e inexistentes amenazas a los niños y adultos vía envases de plástico y metálicos para comidas y líquidos, la agenda final para reducir la población mundial es central para la campaña en contra del uso del BPA:

No hay sustitutos posibles para el BPA. Prohibiéndolo garantizará que morirá gente.

© Alan Caruba, 2011



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