Hielo Marino
Temperatura Polo Norte
En artículo anterior se comentaba la tenacidad de la permanente campaña de demo-nización y desinformación, supuestamente por razones “Ecológicas”, de las opera-ciones mineras a cielo abierto y que dicha campaña se basaba en numerosas falacias, aprovechando el nulo conocimiento del tema minero por parte del público despreve-nido.
Dos de los comentarios de lectores acerca de aquel primer artículo, solicitaban ampliación del tema con lo cual me han creado cierta obligación moral, consecuencia de la cual se ofrece el presente (aunque el tema da para mucho más).
Uno de los argumentos frecuentes contra la minería, es el famoso “drenaje ácido de mina” (DAM) al que con ligereza nada inocente, se insinúa como inevitable a causa de la explotación a cielo abierto que, aseguran algunos “expertos”, se debe a que la roca que forma las paredes del rajo (o “cantera”) queda excesivamente fracturada (hay quienes dicen “triturada” o destruida) al fin de la vida útil de la mina, permitiendo así mayor superficie de contacto con la atmósfera y la humedad.
El drenaje ácido sólo se puede generar en minas de sulfuros, pero la exitosa afirmación efectista mencionada, lo usa hasta para canteras de caliza (lo cual es un absurdo aun cuando en la caliza existieran sulfuros: los sulfuros en calizas no se oxidan Señores !).
Entre los golpes efectistas (debiera decir mentirosos) se ha llegado a emplear actores profesiona-les haciendo afirmaciones o recomendaciones tendenciosas con el grado de seriedad e idoneidad esperable, con un fondo de escena lleno de explosiones espectaculares que recuerdan las películas del desembarco de Normandía. En consecuencia el público suele imaginar algo parecido a enormes “hongos atómicos”, con miles de toneladas de “roca molida” volando a kilómetros de distancia. Nada más lejos de la realidad.
El uso de explosivos en minería busca fragmentar al máximo la roca entre la “Espalda” y el “Frente” de cantera, pero dejando la espalda intacta (Mínima fracturación) para las próximos operaciones de perforación y voladura. El motivo es que si la “espalda” quedara muy fracturada, no sólo es difícil perforar nuevos barrenos (se traban las herramientas), sino que los gases del explosivo se escapan por las fisuras (“Tiro soplado”), perdiéndose gran parte de su poder de fragmentación y por lo tanto desperdiciando energía. De modo que es falso que “en el rajo toda la roca se fractu-ra” (sea Frente o Espalda). Como podemos ver en cualquier talud o corte de una ruta de montaña por ejemplo, la “espalda” debe quedar lo más entera posible, justamente para evitar futuros des-moronamientos. Lo cierto es que al Frente se lo trata de fracturar al máximo, pero a la Espalda se la trata de preservar lo más entera posible.
El “rendimiento” ideal del explosivo es mayor cuanto más “entera” esté la roca a volar y no al revés. La diferencia es para tenerla en cuenta: si la roca está “entera” o “sana”, por cada tone-lada se usan entre 120 y 140 gramos de explosivo (ANFO, el más común y seguro: incluso se lo puede arrojar al fuego). Si está muy “rajeteada” pueden ser necesarios hasta 200 gramos /Ton.
En algunos casos, como en la explotación de bloques de mármol o granitos (los mismos materiales que, una vez aserrados, la mayoría de los lectores tienen por ejemplo en las mesadas de su coci-na), para asegurar “la salud” de dicha espalda (vital para ese negocio), se usan explosivos de menor potencia denominados técnicamente de "precorte" ( tales como Nagovil, pólvora, etc.) que permiten dejar el nuevo frente de cantera con el mínimo de fracturación posible para poder conti-nuar extrayendo bloques sanos.
Lo mismo sucede en las minas a cielo abierto, aunque en este caso no es necesaria tanta exqui-sitez en el corte.
Como indica el Sr Alejo Roldán, (frecuente colaborador de Estrucplan) más que una “Ex”-plosión (¡gran desparramo!) en realidad se busca producir una “Im”-plosión , para lograr mineral con la máxima fragmentación posible, pero también con el mínimo “desparramo” (o sea con máxima acu-mulación local al pie del frente de cantera). Así se combina el mayor aprovechamiento posible del explosivo, con el mayor ahorro de costos, para cargar fácilmente ese mineral quebrado en los camiones que lo llevan a planta de tratamiento.
En el gráfico siguiente, se da una idea aproximada del proceso:
El fin de la vida útil de un yacimiento nunca, o muy raramente, sucede porque “se acabó todo” el mineral existente, sino porque los costos han crecido hasta anular el beneficio económico de hacerlo (en otras palabras: lo que se acabó es el negocio). En consecuencia, al abandonar la mina o cantera, sólo queda expuesta roca o mineral “firme” (con ínfima fracturación) que no alcanzó a ser volada porque formaba parte de la última “espalda” de la explotación. En ella la superficie específica de contacto con el aire y la humedad es baja (o muy cercana a la fracturación natural de la roca original intocada ), precisamente porque siempre se buscó preservar las paredes de rajo o cantera.
Diferente es el caso del mineral sulfurado demásiado pobre para ser tratado, que se fué acumu-lando en escombreras porque al estar “quebrado” (es decir muy fragmentado), es mucho mayor la superficie específica (relación superficie / peso) de contacto con el aire y la humedad. El mismo caso sucede con los relaves de planta (descartes). Estos dos últimos son los que Sí se deben vigilar para evitar el célebre “Drenaje ácido de Mina” (DAM).
Escombreras y relaves se producen tanto en minas a cielo abierto, como subterráneas y requieren los mismos cuidados.
Hay múltiples técnicas para controlar el efecto DAM que, en general, consiste en aislarlos de la intemperie (hay varias formás) formando una capa aislante (generalmente arcilla a la que se puede agregar cal o calizas o rocas calcáreas impuras de bajo costo, llamadas “barreras geoquímicas”), que no sólo saturan el ácido que pudiera formarse, sino que retardan, inhiben, o directamente impiden la oxidación y la formación del DAM.
Estos materiales calcáreos no solo reaccionan saturando los ácidos, sino que además tienen un efecto “reductor” secundario (lo contrario de “oxidante”) bien conocido por los químicos.
El rajo abandonado, debido a la presencia de la capa freática (mal llamada “Napa”) normalmente se llena de agua, formándose una laguna que aísla la roca del aire evitando el avance de la oxidación, con lo cual el laboreo propiamente dicho pasa ser un problema menor. Incluso hay casos en que han sido reciclados como atracción turística. Hago notar que en las “ácidas” aguas del dique de cola de mina Alumbrera ( ¡ PH 8 !: el mismo que provee Obras Sanitarias en la canilla del lector ), hay cada vez más patos y gallaretas.
El esquema siguiente ilustra a grandes rasgos la situación.
Para la disposición final de las escombreras y su control post-minado, se busca un piso imper-meable en las cercanías o se lo prepara a propósito. Si el relieve del sitio elegido es negativo (hondonada) siempre habrá alguna acumulación temporaria anual de agua (lagunas o charcos someros) por lo cual se usa la Alternativa húmeda.
Si el relieve es llano o mejor aún, levemente positivo, no habrá acumulación de agua por lluvias (Alternativa seca) ya que drena rápidamente y la oxidación se autocontrola porque la humedad no puede estacionarse en ella.
Suele decirse que en ambos casos se producen “grietas por desecación”, que permitirían la llegada de agua y aire a niveles profundos. Quienes eso creen, es porque nunca vieron una escombrera : la oxidación de los sulfuros remanentes, sobre todo pirita, tiende a producir sulfatos (sobre todo yeso y sulfatos ferroso-férricos). Ambos son “Expansivos” y “cementantes” por lo cual tienden a “auto-rellenar” y sellar rápidamente las grietas que pudieran producirse. Ambos tienen además poder impermeabilizante, de modo que en pocos años los mismos sulfatos sellan todos los poros, impermeabilizando la superficie hasta 3 o 4 m de profundidad y se transforman así en la mejor defensa contra la humedad y la oxidación. Ejemplo: basta con ver las viejas escombreras de Mina capillitas (Catamarca) donde las viejas escombreras (anteriores a 1945), originalmente material “volado” suelto, hoy están tan “soldadas” y cementadas que además de ser absolutamente imper-meables, para cavar en ellas con un pico habría que dinamitarlas previamente (son casi tan sólidas como el hormigón) .
Finalmente: he tratado de responder algunos interrogantes o inquietudes planteadas por los lectores, pero el tema da para mucho más.
Si despierta interés en los lectores (eso espero), podemos continuar mediante contribuciones técnicas futuras, que no tienen porqué limitarse a aportes del suscripto.
Comprendo que las explicaciones pueden resultar algo difíciles de interpretar para legos, por eso he simplificado al máximo la expresión ( a veces demásiado), pero por eso mismo pido a los colegas, ingenieros, químicos, etc, etc, que hagan abstracción de las infinitas variantes y críticas que se podrían dar o hacer y que tengan paciencia en beneficio del lector menos informado. Sus contribu-ciones y observaciones (¡Sr Alejo Roldan!) serán muy bienvenidas.
Dr Peralta E.H.
Geólogo
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