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¿A Quién le importa quién ganó el Nobel de la Paz?

Por Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Octubre 10, 2009

Pobre Alfred Nobel, ¡Qué hicieron de tu loable intención!

Alfred Nobel inventó la nitroglicerina y la convirtió en dinamita añadiéndole arcilla y permitiendo que fuese segura su manipulación. La minería se benefició inmensamente, y como consecuencia del auge de la minería también la industria dio un salto monumental hacia adelante. Pero también su invento fue usado para fabricar explosivos con fines militares y las muertes que causaron pesaron tanto sobre la conciencia de Nobel que, como medio de redimirse y creer que así su alma no ardería en el infierno, instituyó su famoso Premio para quienes hubieren logrado –durante el año anterior- logros y avances científicos notables “que llevaran al progreso de la humanidad y al desarrollo de la industria.”

También instituyó un Premio para la literatura y otro para la paz. Aunque al principio los premios científicos no fueron usados con intenciones políticas (salvo recientemente algunos pocos como el de química de 1995 para los inventores del “fraude del ozono”, Sherwood Rowland, Mario Molina, y Paul Crutzen), los de literatura y, especialmente el de la Paz fueron desde hace algunas décadas claras herramientas de manipulación política por la supuesta honorabilidad que ese premio otorgaba –hasta mediados del Siglo 20. La credibilidad de los Premios Nobel de la Paz fue yendo cuesta abajo a velocidad creciente y hoy, las pocas personas decentes que quedan en el mundo consideran que, de no ser por la jugosa cantidad de dinero que viene detrás, ni valdría la pena viajar a recibirlo, o comprometerse políticamente con los cinco miembros del Parlamento Noruego que deciden quién sí y quién no. A menos que uno sea un activista de izquierda, como se viene comprobando desde hace bastante.

Cinco Oscuros Noruegos

Le damos demasiado valor a la opinión de cinco oscuros noruegos, todos menos uno, miembros de partidos socialistas del izquierdista Reino de Noruega. Piense un poco sobre esto: el Comité del Nobel de la Paz está compuesto por cinco miembros del parlamento noruego elegidos por éste. En su testamento, Alfred Nobel, millonario sueco de la dinamita que pensó en todo el asunto de sus premios, quería que fuesen específicamente los noruegos quienes eligiesen al ganador, aparentemente porque consideraba que los noruegos, por estar fuera del centro de la corriente política europea serían menos corruptos que los suecos o los demás europeos. También creía Nobel que la nobleza de Suecia era especialmente digna de desprecio y no se cansó de describirlos como “desperdicios de asilos de débiles mentales.” No se llevaba bien con ellos y no desperdiciaba las ocasiones de hacérselo saber. A la muerte de Nobel, la nobleza sueca se hizo cargo de su Fundación y se tomó revancha, confirmando lo que Nobel pensaba de ella.

Un pequeño problema con la intención de Alfred Nobel es que mientras los noruegos están relativamente fuera de la gran corriente política europea, también tienen una tendencia a ser excéntricos. Noruega es un hermoso país, y los noruegos tienen uno de los niveles de vida más altos del planeta –gracias a su reducida población y a los grandes yacimientos de gas y petróleo –causantes del calentamiento global, según Al Gore y los mismos noruegos -aunque las contradicciones y las incoherencias no parecen molestarles. Ya lo dije, son excéntricos...

A causa de su excentricidad, los cinco noruegos que eligen al ganador del Premio Nobel de la Paz hicieron en los últimos años algunas elecciones bastantes peculiares, que poco y nada tienen que ver con los deseos del Sr. Nobel. Como dato interesante, al comité del Nobel lo componen cinco mujeres y un varoncito, por lo que sobrevuelan sospechas de una fuerte influencia de las emociones y los sentimientos sobre sus decisiones que deberían ser más hieráticas. Estos son:

Comité del Premio Nobel de la Paz

Antecedentes poco gloriosos

Fijémonos en los ganadores norteamericanos más recientes: ¿En qué sentido Al Gore cumplió con los deseos de don Alfredo sobre que su dinero fuese a “la persona que habrá hecho lo más o el mejor trabajo para la fraternidad entre las naciones, para la abolición o reducción de los ejércitos regulares, y para el mantenimiento y promo-ción de congresos para la paz”?

Jimmy Carter ganó el premio en 2002 por su habilidad para ser un ex presidente, aunque no estoy seguro de que haya provocado ninguna paz o reducido algún ejército por ahí. El Nobel de la Paz, como todos los demás, es una tirada de dados rodando en la mesa, y algunas veces va para alguien que aparentemente lo merece –Martín Luther King lo ganó, la Madre Teresa también- pero muchas veces lo reciben quienes no hicieron nada para merecerlo, o que en realidad merecían un pelotón de fusilamiento. El Mahatma Ghandi nunca lo ganó pero si lo ganó en 1994 Yasser Arafat, terrorista irredento, por ayudar a dejar de andar a los tiros con los judíos (por un muy breve período, claro, como se sabía, después del premio que recibieron por el mismo motivo en 1978 Anwar Al Sadat y Menachem Begin), como también lo recibió Henry Kissinger junto a Le Duc Tho por negociar la paz en Vietnam –premio que Le Duc Tho rechazó en un arranque de decencia y coherencia política, lo mismo que hizo Jean Paul Sartre en su momento. Kissinger, no, dinero fresco y fama no se rechazan así nomás. El renunciamiento y la decencia andan escasos por esos lados.

¿Y del premio a Mikail Gorbachov, dictador Soviético hasta que se le cayó la estantería y se congració con Occidente con su glasnost y su perestroika (así no quedaba fuera del negocio del ecologismo multinacional). O los curiosos premios a Rigoberta Menchú en 1992, cuyo mérito fue tener algunos familiares muertos durante los enfrentamientos entre los terroristas insurgentes de su país y las tropas del gobierno, y contar historias que no eran tan verdaderas como se comprobó después; o en 2004 la del Wangari Maathai, la activista de Kenya por ayudar a plantar millones de árboles y, como lo pone el comité de los cinco: “Ella tomo el acercamiento holístico para el desarrollo sustentable que abarca la democracia, los derechos humanos y los derechos de la mujer en particular. –aunque parece que la castración ritual femenina de las mujeres de su tribu (extirpación del clítoris que ella apoya, favorece y recomienda) también es parte de los "derechos" de la mujer.

Luego tenemos como ganador del Nobel de la Paz 1988 a nada menos que… las Naciones Unidas, una organización que ha demostrado desde su formación una insólita incapacidad para evitar guerras y de agravarlas cada vez que intervino -Corea 1950- o cuando debió intervenir y no lo hizo, durante la espantosa masacre de Tutsis y Hutus en Ruanda-Burundi; o en sus terribles intervenciones en la última guerra de los Balcanes donde no hubo “error” que los generales de casco azul dejaran de cometer. O en 1982 cuando el Consejo de Seguridad se hizo el distraído durante la Guerra de Malvinas, dejando que uno de sus miembros con derecho a veto siguiera ignorando las recomendaciones de la Asamblea para iniciar el proceso de descolonización de las islas mientras llevaba al grueso de la fuerza naval de la Otan para seguir con la colonia. A lo largo de tantos años los cinco oscuros noruegos no han demostrado tener un par de dedos de frente cuando se trató de determinar qué consideran ellos que es la “Paz”.

Literatura y Otras Manipulaciones

Lo mismo pasa con el premio Nobel de literatura, pero que esta vez es elegido por jueces suecos. Suecia es mucho más grande y cosmopolita que Noruega, pero casi sin excepción, el premio va a algún oscuro y hasta entonces ignorado escritor, usualmente europeo, cuyo trabajo es desconocido fuera de un círculo de quienes hablan alemán, o de países germano-céntricos. Se hacen excepciones con algunos escritores franceses, o algún latinoamericano –siempre que sea de ultra izquierda como García Márquez – evidenciando por qué algunos fabulosos escritores jamás tuvieron ni la menor chance de recibir un Nobel, como Jorge Luis Borges (algo que hoy seguramente debe estar agradeciendo) o el peruano Mario Vargas Llosa.

Eso se comprueba con el Nobel de este año a Herta Müller, con su obra relacionada con el totalitarismo y la tiranía en Rumania, que por lo menos es algo más valioso que la temática de la anterior ganadora de 2004, Elfriede Jelinek, de dudosa fama como escritora sobre perversiones sexuales. Muchos grandes escritores, sin embargo, ganaron un Nobel, pero León Tolstoi no, por ejemplo, o José Ortega y Gasset, o populares escritores que vendieron millones y millones de sus libros como Corín Tellado, o Sydney Sheldon. ¿Será requisito para ganar un Nobel escribir en difícil y gustarle a cinco snobs de un comité?

Es posible que la enorme cantidad de dinero que va junto con el premio explique algo de su magia y la fascinación con la que muchos dicen, “¡Ah, es premio Nobel! Es alguien importante, es lo máximo, seguro que tiene razón en todo lo que dice.” Es como si haber recibido un Nobel fuese un pasaporte y pase libre para decir cualquier tontería o incursionar en otros campos ajenos a su especialidad opinando con fuerza de ley como si tuviese alguna remota idea del tema. Es el caso del Sr. Paul Krugman, premio Nobel en economía, Keynesiano él, pero que opina con campante soltura sobre calen-tamiento global y cambio climático sin saber qué es la constante solar o la Ley de Stefan-Boltzman. Pero audaces y aventureros hubo siempre y los seguirá habiendo –siempre que haya burros de orejas largas y entendimiento escaso, que creen que Al Gore debe ser reverenciado por su Nobel y que la verdad revelada sale de sus labios.

Misteriosa o Incomprensible Excusa

¿Por qué le dieron el Nobel de la Paz a Barack Obama? A esta altura del partido nadie se engaña. La excusa del Comité es:

“…por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y cooperación entre los pueblos. El Comité da especial importancia a la visión de Obama [y su trabajo para conseguirlo] de un mundo sin armas nucleares.”

Pero la careta se les cae cuando cinco párrafos más adelante dicen:

“Gracias a la iniciativa de Obama, los Estados Unidos están ahora jugando un rol más constructivo en enfrentar los grandes desafíos climáticos que el mundo está confrontando. La democracia y los derechos humanos serán fortalecidos”.

Pregunto, ¿Qué tienen que ver el piano y la alpargata? ¿Qué papel juega el cambio climático con el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos? Esto tiene un tremendo olor a demagogia barata –pero de la muy barata- que parece ser el alimento cotidiano de cientos de millones de deficientes mentales, y de otros no tan deficientes pero muy, muy sinvergüenzas.

Para embarrarla más aún, Mr. Obama se muestra “sorprendido” por el premio (somos grandes ya! No nos sigan tomando el pelo!) y para compensar por la vaguedad de los motivos expresados por el “comité de los cinco” dijo que “Aceptaré este premio como una llamada a la acción,” dijo. “Un llamado a todas las naciones para confrontar los desafíos comunes del siglo 21.” Pregunto yo: ¿Un llamado de quién? ¿De las cinco ancianas y un varoncito de un oscuro co-mité en Noruega? ¿Y quién es el juez infalible que dice que los viejitos están en lo cierto? ¿Es que se ha perdido total-mente la cordura y el sentido común?

Mr. Obama procede luego a resumir las ambiciones –por las que le fue otorgado el premio, y no por otra cosa- de los Estados Unidos y de la comunidad global. Hablando del desarme nuclear, el cambio climático, el conflicto sin resolver Palestino-Israelí, las persecuciones religiosas y étnicas, y la lucha contra la pobreza y las enfermedades. Hizo una detallada expresión de deseos, la misma que estuvo haciendo desde hace casi un año atrás –y de lo que nada se ha concretado, o por lo menos él no ha podido o no quiso concretar. Por ello, este Nobel de la Paz debe cambiar su título al Nobel de los Buenos Deseos Incumplidos. Y haciendo memoria uno ve que, siguiendo su actual filosofía, este comité de los cinco debería premiar con un Nobel Póstumo y Retroactivo a Mr. Neville Chamberlain, el viejo Canciller de Gran Bretaña quien en 1939 declaró a su retorno de una reunión con Adolfo Hitler y su alegre pandilla de psicópatas que “Nosotros, el Führer y canciller alemán, y el Primer Ministro de Gran Bretaña, hemos tenido hoy una reunión más y hemos acordado en reconocer que la cuestión de las relaciones Anglo-alemanas es de primordial importancia para nuestros dos países y para Europa. Vemos al acuerdo firmado anoche y al acuerdo naval Anglo-alemán como el deseo simbólico de nuestros dos pueblos de jamás volver ir a la guerra contra el otro.”

Nobel de la Paz por loables e incumplidos deseos. Exactamente igual que el Nobel entregado ayer a Mr. Obama, quien todavía no ha terminado la guerra de su país en Afganistán, ni le hizo saber a sus fabricantes de armas que comiencen a desmantelar sus fábricas porque ahora la Paz se viene sí o sí. No lo hará nunca, porque Obama tiene otras órdenes al respecto, aunque el comité de cuatro viejas y un varoncito noruego crean otra cosa.

Dice Obama que donará el dinero para “caridad”. Para Obama resulta fácil hacer caridad, y eso se vio después de los TRILLONES de dólares de “caridad” que les dio a las organizaciones financieras y bancos para agradecerles por la crisis financiera y económica global que nos regalaron por su demostrada incapacidad al prestarle dinero al "negro desemplea-do de Alabama", y su inveterada avaricia.

Los Científicos También Gana Nobeles

Sí, ¿por qué no? Si tantos inútiles y sinvergüenzas ganaron un Nobel, ¿por qué no quienes contribuyen con su trabajo a mejorar nuestras vidas? Esta parte del Nobel está más justificada, y por lo menos sigue algunas de las directivas que dejó Don Alfredo, aunque las principales fueron borradas apenas la nobleza de Suecia se hizo cargo de su fundación. El proceso de la elección de los ganadores es bastante impredecible, aunque hay agencias de apuestas que han acertado con la elección de los ganadores. Por supuesto yo estoy a favor de distribuir al azar grandes sumas de dinero a ignotos escritores que trabajan esforzadamente, a químicos y físicos, a médicos y biólogos, a especialistas en agricultura y ganadería, a toda esa gente que tan útiles son para la supervivencia de la gente y el mantenimiento de esa tendencia a un nivel de vida mejor para todos –que en el fondo es la mejor manera de “luchar contra la pobreza” sin quedarse con fondos públicos, como viene siendo la costumbre en todos los gobiernos que dicen querer eliminar la pobreza…

¿Por qué no? Eso puede hacerse con toda facilidad, por lo menos mientras el resto de nosotros no tomemos al proceso de la elección de un Nobel por un comité de cinco escandinavos con demasiada seriedad. No la merece. Tampoco nos conviene dejar que nos sigan tomando por imbéciles. Porque si se lo permitimos, seremos imbéciles, nomás

Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC


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