Del sitio The Scientist
Algunas importaciones Europeas nunca han sido recibidas en los Estados Unidos con los brazos abiertos, particularmente en estos días de guerras comerciales con la UE y mercados libres. Las rabiosas tácticas usadas con mayor frecuencia por un duro núcleo de extremistas de los derecho de los animales deben ahora estar en el ranking de las tendencias menos deseadas de las que cruzan el Atlántico en los últimos tiempos.
Una clara señal de que algo nuevo había desembarcado llegó a principios de junio durante el encuentro de la Organización de la Industria de Biotecnología en San Francisco. Según dijo el agente especial del FBI, Philip Celestini, “Los grupos ecologistas y de derechos animales son ahora la principal amenaza interna de terrorismo en los Estados Unidos.” En una charla que según el Financial Times dejó a la audiencia conmovida, Celestini dijo que los extremistas animales están usando ahora “lo que nosotros llamamos la 'estrategia Europea', porque se usó primero en el continente europeo y luego se extendió con rapidez a la Gran Bretaña y luego a los EUU”.
“El FBI estuvo un poco lento para responder a la amenaza,” dio Celestini, “Pero a medida de que fuimos notando una escalada en las tácticas violentas, no nos quedó otra opción que distraer recursos de otros asuntos apremiantes. Ahora tenemos agentes en San Francisco y 35 oficinas del FBI en toda la nación que se están enfrentando con el terrorismo animal.”
En Gran Bretaña, la gente con conexiones aún distantes con las firmas que ensayan con animales están muy familiarizadas con un constante acoso, daño a las propiedades, y violencia en las manos de los activistas animales. En abril formaron un grupo de apoyo, Víctimas del Extremismo de los Derechos Animales (VARE). “Ellos tienen que hablar con otros que han sufrido a manos de los extremistas para descubrir como han enfrentado la situación y han vivido a través de esas experiencias aterradoras.”
En Gran Bretaña, 'Stop Hungtindon Animal Cruelty' – SHAC (o 'Detengan la Crueldad Animal de Huntingdon) es el grupo que enfoca su atención principalmente sobre las compañías o individuos que tienen relaciones comerciales con el blanco principal de su odio: Huntingdon Life Sciences (HLS). Cuando las autoridades federales de EEUU arrestaron en mayo a siete miembros de SHAC-USA, un desprendimiento del grupo original, los acusaron con conducir una campaña para “aterrorizar” a los empleados de compañías asociadas con HLS. La acusación dice que SHAC-USA recomendó “las 20 tácticas más altas” en su sitio de Internet, incluyendo el vandalismo de propiedades, incendiar automóviles, asalto físico, rociar líquido corrosivo en los ojos de cualquiera, destrozar las ventanas de las casas elegidas como blanco, y amenazar con matar a asociados o los hijos.
Aunque el agente del FBI Celestini dice que los EEUU han estado lentos para reaccionar ante el problema, el Reino Unido, que ha luchado durante años contra la violencia de los activistas animales, todavía no ha logrado controlar la situación. Leyes especiales para detener la violencia no han impedido que unas pocas docenas de activistas extremistas lleven a cabo su desagradable negocio.
Lo que algunos científicos y las industrias de drogas y biotecnología quieren es que el gobierno introduzca una nueva y única pieza de legislación que siga las líneas generales de las leyes que Gran Bretaña usa contra los “hinchas de fútbol”.
Las encuestas muestran que la mayoría de los Británicos comprenden es la necesidad para la investigación sobre animales, aunque la mayor parte siente que deberían agotarse otras opciones primero. Con esto en mente, el gobierno Británico decidió este año instalar un centro para reemplazar, refinar y reducir el uso de los animales (las “3R”).
Algunos científicos Británicos temen que al hacer esto el gobierno se está rindiendo ante los activistas animales. Steve Jones, una profesor de genética en el University Collage London, dice que aceptar como buena a las 3R es como renunciar al As de espadas antes de haber comenzado a jugar al póker. Es venderse a la brigada anticiencia al conceder que hay algo intrínsecamente errado con la investigación en animales.
Por el otro lado, parece que se necesita aplicar la atención necesaria para minimizar el número de animales usados en investigación y en el mejoramiento de los tratamientos. En este contexto, los grupos de activistas animales del centro de la corriente son una apropiada y bienvenida parte del debate público sobre el asunto. También es vital que no sean pintados con el mismo pincel como a sus contrapartes extremistas.
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