Un control más estricto de las armas no habría impedido
la masacre de la Escuela Virginia Technology
Opinión de John Stossel
(Conductor del Programa 02/20 de ABC)
Abril 26, 2007
El martes pasado el gobernador de Virginia anunció que el cerraría el hueco en las leyes que permitió a Seung-Hi Cho comprar las armas que usó para matar a 32 personas –y a sí mismo- en el campus de la Virginia Tech. OK, es una buena idea mantener las armas fuera de la gente es mentalmente inestable. Pero seamos cuidadosos acerca de cuán lejos tienen que ir las voces que claman por el control de armas, porque la idea de que el control de las armas disminuye al crimen es un mito.
Después del tiroteo de 1997 en Dunblane, Inglaterra, la Gran Bretaña impuso una las leyes más estrictas del mundo para el control de las armas, prohibiendo a sus ciudadanos casi todo tipo de armas de puño. Inglaterra pareció hacerse más segura por algunos minutos, cuando 162.000 armas recién convertidas en ilegales fueron entregadas a los funcionarios por ciudadanos obedientes de la ley.
Pero esto no disminuyó en Inglaterra la cantidad de crímenes relacionados con las armas. En reali-dad, el crimen relacionado con armas de fuego se ha casi duplicado desde que Inglaterra impuso la prohibición de las armas.
¿Podrían las leyes más estrictas dar por resultado más crímenes? Parece ser ilógico pero tiene mucho sentido si se considera un hecho muy simple: Los criminales no obedecen a la ley. Las leyes de armas estrictas como las de Gran Bretaña probablemente afecte solamente a las acciones de personas que en primer lugar, nunca cometerían crímenes, porque no está en su naturaleza hacerlo.
La prohibición inglesa no hizo que las armas desaparecieran por arte de magia. Los funcionarios estiman que siguen en circulación más de 250.000 armas ilegales en el país. Sin el temor a las represalias y defensa por parte de sus víctimas que podrían andar “cargados”, los criminales en posesión de esas armas tienen ahora un trabajo mucho más fácil que realizar, y la incidencia del crimen con armas de fuego ha aumentado. Como dice el refrán: “Si las armas están fuera de la ley, los fuera de la ley tendrán las armas.”
Es verdad que si el control de armas hubiese sido más estricto en Virginia, Seung-Hui Cho habría tenido más dificultades para obtener las armas que usó para balear a estudiantes y maestros inocentes. Pero es una necedad suponer que las leyes más estrictas van a impedir que maníacos como Cho cometan crímenes odiosos. Un criminal desequilibrado hallará una manera de hacerse de un arma de fuego. O una bomba.
La triste verdad, es que si en Virginia las leyes hubiesen sido menos estrictas, hay una posibilidad de que la tragedia en Virginia Tech hubiese tenido menos víctimas.
En enero 2006 se propuso una ley en el estado de Virginia que habría obligado a que Virginia Tech cambie su actual política y permita que los estudiantes y miembros de la facultad porten legalmente armas en el campus. Los adolescentes estudiantes de collage portando armas me ponen nervioso, pero ¿no debería los adultos ser capaces de decidir si quieren armarse –sólo por las dudas? Cuando la ley fue derrotada, un vocero de Virginia Tech vitoreó la decisión, diciendo: “Esto ayudará que los padres, estudiantes, profesores y visitantes se sientan seguros en el campus.”
Sin embargo, un defensor de los derechos a las armas lamentó el fracaso de la ley con una escalo-friante precisión: “Uno nunca sabe cuando surgirá la maldad.”
En 2002, a maldad arribó a la Escuela de Leyes Appalachian de Virginia. Un estudiante disgustado abrió fuego en el campus de la escuela matando a tres e hiriendo a más. La escuela de leyes también prohibía las armas dentro del campus, pero afortunadamente dos estudiantes tenían armas en sus automóviles. Cuano ambos escucharon los disparos, buscaron sus armas y las usaron contra el ase-sino, ayudando a mantenerlo acorralado hasta que llegó la policía.
No hay manera de saber si la carrera asesina de Seug-Hui Cho podría haber sido detenida de la misma manera, pero lo que es cierto es que las leyes de control de armas estrictas no siempre tienen el efecto que los legisladores pretenden. Más armas, (en las manos adecuadas) pueden detener al crimen, y menos armas (en las manos erradas) pueden aumentar el crimen. El control de las armas no es control del crimen.
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