En esta primavera, más que en otras estaciones se nos ha llenado los oídos con la necesidad de hacer Penitencia: andar menos en auto, viajar menos, calentarnos menos, hacernos vegetarianos, usar más las rutas de ciclistas, ir con mayor frecuencia a los centros de reciclado.
Porque el fin del mundo está próximo. Somos los culpables por nuestros excesos, pero seguimos pecando.
La gente sigue siendo tan crédula como durante la Edad Media cuando se les predecían catástrofes que arribarían en 20 o 100 años, y ello porque no habría nadie que pudiese verificar lo que pasaría en 20 o 100 años. Las imágenes generadas por computadoras y proyectadas sobre las pantallas de la televisión han reemplazado los pases mágicos y las técnicas de mistificación de los saltimbanquis.
El Apocalipsis de San Juan ha sido reemplazado por los Apocalipsis de Al Gore y sus acólitos: hambrunas, inundaciones, sequías, envenenamientos alimentarios, peste aviar, Waldsterben, tornados y la desaparición de los osos polares. Los científicos ávidos de subsidios para sus programas de investigación está listos para entregarnos no importa qué escenario alucinante. En lugar de las indulgencias nos vende los certificados de Kioto. Nos hacían creer entonces que era por la salud de nuestras almas, de las del Purgatorio y la de los pequeños idólatras infieles; ahora es por el clima, el planeta, el ambiente y las generaciones futuras.
Extraño esto que sucede, porque lo que sucede es exactamente lo contrario: el calentamiento global ha sido reemplazado un enfriamiento global durante 10 años, hay menos tornados e inundaciones y la población de osos polares se ha duplicado en 20 años.
De hecho, nunca hemos estado tan bien como ahora. En nuestro país (y lo mismo en muchos otros del Sur) el nivel de vida se ha multiplicado por tres después de la última guerra, tenemos una expectativa de vida de por los menos 10 años más larga, tenemos una abundancia de alimentos sanos, la posibilidad de educación, de información, de viajes, de contactos…
El Evangelio, la Buena Noticia, están el las antípodas de este alarmismo. “Mirad los lirios del campo…” Junto al amor al prójimo él propaga la confianza en la vida y en el futuro.
El mensaje del Resucitado era: “nolite timere”, No tengáis miedo!
Las Pascuas son, para mí, un mensaje de optimismo y de confianza.
Pierre Lutgen,
Hostert, Luxembourg
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