por Eduardo Ferreyra
Los Paraguas de Cherburgo, hermosa película con Catherine Deneuve, ganó el premio Palma de Oro en Cannes, 1964. Los paraguas que los elefantes en el bazar están abriendo precipitadamente en Buenos Aires no ganarán ningún premio.
Un sorpresivo gambito han desarrollado los funcionarios del gobierno argentino en esta partida de ajedrez que mantienen con el pueblo uruguayo –porque desde el momento en que desde Gualeguaychú se Malvinizó al conflicto por las “pasteras”, y se anunció la “Jihad” ecologista contra las pasteras, el asunto no es ni con el gobierno uruguayo ni con las empresas papeleras, sino con la gente de Uruguay.
Sin que los uruguayos hiciesen el menor gesto amistoso ni la menor invitación, la senadora Cristina de Kirchner, esposa del presidente argentino y posible futura presidenta de la Argentina –si tenemos los argentinos la necesaria ceguera política - visitó al país hermano y realizó una serie de entrevistas bus-cando una distensión del conflicto. Al mismo tiempo el Sr. Carlos “Chacho” Álvarez, en su condición de mandamás argentino en el MERCOSUR, hizo los movimientos y declaraciones adecuadas, de acuerdo a “las líneas que se le bajaron”.
Pero los elefantes y los pingüinos se han seguido moviendo con su acostumbrada gracia y elegancia en el bazar, y la cristalería sigue cayendo a pedazos. Aprovechando que la presidenta del Tribunal de La Haya es una Lady Británica, para influenciar negativamente su voto hicieron la extemporánea presentación en las Naciones Unidas con el consabido reclamo por las Islas Malvinas, sabiendo que Gran Bretaña lo rechazará como es su aburrida costumbre desde hace 173 años, pero sabiendo también que esto irritará al espíritu imperial Británico, del que la baronesa en el tribunal es una digna representante.
Creen que al irritarse y predisponerse contra la Argentina, la baronesa británica montará en cólera y ordenará a los otros 15 jueces del tribunal que voten a favor de Uruguay. Con un voto negativo, el gobierno cree que podrá convencer a los argentinos de que la postura argentina, santa y legítima, ha sido derrotada por el odio Inglés por el asunto Malvinas. Así creen también “salvar la ropa” y echarle la culpa del fracaso argentino a los ingleses –una vez más. Con la ropa salvada, el prestigio presidencial intacto (en su pasmosa soberbia nunca se equivoca), las encuestas fabricadas mostrarán la favorable “opinión pública”, y el camino a la reelección será campo orégano.
¿Saben una cosa? En la forma en que los argentinos han venido creyendo en todo lo que el gobierno les ha venido diciendo –y no sólo en el asunto de las “pasteras”- es posible que terminemos los argentinos tragándonos el anzuelo, la línea, la caña y el bote además!
Pero quienes algo saben de diplomacia, o sobre cómo funcionan las cosas en el Viejo Mundo (no son una maravilla, por supuesto, pero si comparamos…) comprenden que las provocaciones argentinas en nada influyen en el ánimo justiciero de los miembros del tribunal que está compuesto por representantes de países como Jordania, Madagascar, China, Sierra Leona, Venezuela, Estados Unidos, Japón, Alemania, Eslovaquia, Francia, Nueva Zelanda, México, Marruecos y de la Federación Rusa, que poco y nada se les importa si Argentina y Gran Bretaña tienen un conflicto de 173 años de edad, y que jamás se han dejado influir por la opinión de ninguno de los presidentes del tribunal. Allá nadie “baja línea” a nadie. Son gente de otra categoría moral.
Si el tribunal vota en contra de la presentación argentina será porque el reclamo no ha tenido la validez necesaria, las pruebas presentadas no fueron pruebas suficientes, y/o la defensa hecha por Uruguay ha sido la correcta y sus derechos han sido más legítimos que los aducidos por la representación argentina.
Si vota a favor nuestra –me como el sombrero- será por las razones opuestas.
Como quiera que sea la cosa, mi opinión es que los gobernantes argentinos saben que han perdido los partidos de truco que jugaban en Gualeguaychú y La Haya (digo yo que lo sabían desde el mismo momento que alguien se le ocurrió nombrar a La Haya), y ahora quieren jugar “el bueno” –pero iniciando conversaciones más amigables con el gobierno uruguayo –después de que lo pusieron como trapo de piso y lo único que no le dijeron fue “bonito”. El viaje de la Sra. Fernández de Kirchner tuvo esa intención, y quieren ahora darle una salida más elegante al papelón internacional que se viene encima.
Hasta es probable que, si se avienen a un arreglo diplomático amistoso con Uruguay –para beneficio de ambas nacioness, pero para desazón y odio de la Asamblea de Gualeguaychú y sus amigos y socios de Greenpeace- antes de que se pronuncie la Corte de La Haya, Argentina retire su denuncia y nos demos de abrazos y besos con los uruguayos. Y hasta es posible que nos hagamos socios en la futura explota-ción de varias otras papeleras e instalarse en Corrientes, Misiones, y Santa Fe –porque es seguro que a Entre Ríos la pondrán en penitencia, mirando al rincón y con el bonete de “burro” por largos años –por lo menos hasta que la dinastía Busti haya pasado a la historia y la Asamblea Ciudadana de Gualeguaychú se haya disuelto por falta de motivos para chillar.
Por eso es que la apertura de los paraguas porteños se multiplica por doquier. Y como dije antes, aunque los de Cherburgo ganaron la Palma de Oro, los Paraguas de Buenos Aires no ganarán ningún premio, pero se abren con la intención de que no se les escape el Premio Mayor: que un papelón presidencial ponga en peligro una reelección en el 2007 y el descomunal negocio que ello significa.
El pantano se hace cada día más hondo, pero mientras más se mueven los atrapados en las arenas mo-vedizas, más se hunden en ellas. Un consejo de viejo hombre de selva: déjense estar, descansen flotando sobre sus espaldas, y esperen a que alguien les tire una soga salvadora. Pero cuidado, no sigan movién-dose con la torpeza o la “elegancia” que han venido mostrando. No sea que se ahorquen con esa soga.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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