En la guerra de Vietnam los Chinos redescubrieron los beneficios de una tisana hecha con una humilde mala hierba, la artemisia annua (armoise china) en la lucha contra la malaria. Utilizada desde milenios contra toda clase de fiebres más o menos tropicales, se revelaba de una eficacia extraordinaria para proteger a los soldados del Vietcong contra el paludismo.
Estos beneficios redescubiertos después de 40 años apenas condujeron a consecuencia en otros conti-nentes, por muchas razones: se desconfiaba de un producto chino, Europa y los Estados Unidos no tenían necesidad porque el DDT había permitido erradicar completamente la malaria en Florida, Italia, Córcega, España, Inglaterra… y las sociedades farmacéuticas veían de un mal ojo una tisana gratuita que volvía inútil sus píldoras contra la malaria. Pero mientras tanto algunas de estas píldoras habían perdido su eficacia y las demás tenían efectos dañinos de toda clase sobre la salud, sobre todo neuro-lógicos.
Había pues interés en estudiar de más cerca las propiedades y los constituyentes de la artemisia annua. Se revelaba conteniendo un conjunto fuertemente complejo. Uno de ellos, la artemisinina estaba ausente de las otras variedades de la armoise. Y por lo tanto era única en su género, un endoperóxido (por ej.: el agua oxigenada es un peróxido) que atacaba y mataba al plasmodio de la malaria en la sangre humana. Pero los estudios hechos en los años 80 (de manera especial los trabajos de Elford y Robets en Inglaterra), habían revelado que la eficacia de artemisinina era duplicada o triplicada por otras sustancias presentes en la tisana, notablemente por los flavonoides. Se estaba pues lejos de una monoterapia debida a la artemisinina sola.
Pero reconocer eso hubiese sido un reconocimiento del fracaso, así como admitir que la tisana de arte-misia annua, por la sinergia de todas sustancias que contenía, era el medicamento más eficaz contra la malaria. En más de 2000 años de uso no se ha desarrollado ninguna resistencia por los mosquitos con-tra la tisana mientras que para los productos químicos como la cloroquina, amodiaquina, mefloquina, la resistencia era notoria y se volvió catastrófica. La astucia fue afirmar que combinando los efectos de la artemisinina con uno u otro de esos productos químicos le daba una garantía de eficacia mayor y se financió a una enorme cantidad de estudios para demostrarlo, con mayor o menor éxito.
Pero la extracción de la artemisinina de las plantas es un procedimiento costoso y muy poco rentable. Se ha ensayado durante muchos años producirla industrialmente, sin éxito, la naturaleza guardaba el secreto de su mecanismo.
Quedaba un problema mayor. El extracto de la artemisinina no es soluble en agua, y por ello difícil de transferir a la corriente sanguínea, mientras que en la infusión de la tisana, incluso en el agua fría se daba perfectamente; sin duda combinándose con los flavonoides para formar un complejo que es perfectamente soluble. Este complejo es fluorescente y permite por ello la dosimetría de las sustancias activas y la calidad de la tisana o de las píldoras.
Pero los químicos debían transformar químicamente al polvo de la artemisinina en los derivados solubles como el artesunato o el artemeter. Pero una operación como esa tiene su costo, que hizo que las píl-doras ACT (artemisia combined therapy = terapia combinada de artemisia) alcanzara un precio exorbi-tante, inaccesible para una familia africana. Y la tentación de producir falsificaciones es muy grande. En ciertos países más del 50% de las píldoras ACT son falsificadas… y matan. Recuerden ustedes e film “El Jardinero Constante”. Hay una enorme cantidad de dinero en juego. Además, los productos artesu-nato y artemter son muy poco estables en las píldoras ACT y pierden su eficacia en pocas semanas bajo las temperaturas tropicales.
No nos parece nada extraño que otras sustancias como los flavonoides jueguen un rol curativo impor-tante contra las inflamaciones y las fiebres. Nuestras abuelas nos hacían beber las tisanas de “Batter-alzem” (artemisia vulgaris) . La artemisia annua además contiene escopoletina que tiene un efecto bactericida bien conocido.
Los investigadores luxemburgueses de la ONG- IFBV han descubierto recientemente que la tisana de artemisia annua esteriliza al agua. Si ello se confirma en el terreno, ¡qué importancia capital tendrá para los países tropicales donde todos los días mueren 15.000 niños a causa de la diarrea y del cólera!
También más y más asociaciones de Luxemburgo (ALASSEM, ASEC, IFBV, Co-Labor, Kraiderguart, Téi vum Séi, muchos Rotary Clubs, la Cruz Roja, y cuentan con el apoyo de la Arcelor Mittal Foundation y de muchas comunidades) unen sus esfuerzos para hacer conocer mejor a la planta. Ellos trabajan con una red de universidades en Europa, en África y en la América Latina.
Este año los luxemburgueses produjeron más de 100 kilos de la tisana, pero la meta esencial descansa en que la tisana se encuentre en el jardín de cada familia africana. Actualmente las semillas proceden-tes de Luxemburgo se reproducen en Benin, Togo, Guinea, Kenya, Katanga, en el Perú, Colombia, en Camerún, Ruanda y Burundi, el Senegal, Congo y Brasil, en África Central, en Malawi, Ghana y Zambia…
Pierre Lutgen
Doctor en Ciencias
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