por Eduardo Ferreyra
Otra demostración de la notoria costumbre del presidente de la nación de nombrar marionetas en puestos claves de su gobierno, que resultan útiles fusibles (¿Cabezas de Turco?) a la hora de “salvar la ropa” cuando las cosas salen mal.
Antes que nada, nuestras felicitaciones a la Dra. Romina Picolotti por su reciente nombramiento al fren-e de la Secretaría de Medio Ambiente de la Nación. Esperamos que este nombramiento no signifique un conflicto de intereses entre sus relaciones con organizaciones extranjeras que promueven el retraso de la industrialización y desarrollo argentino financiando la actividad de la CDHA, ONG fundada por la Dra. Picolotti en 1999, como lo expresa la misma página “Financiación” de la organización: http://www.cedha.org.ar/es/financiamiento/
El nombramiento también abre las puertas a una serie de conjeturas sobre las verdaderas razones de este inopinado nombramiento. Nombrar a una abogada especialista en promover juicios relacionados con la violación de derechos humanos y el ambiente, no parece ser una medida que haya tomado en cuenta la capacidad profesional y técnica del candidato al puesto de monitorear y resolver problemas técnicos ambientales de una nación. Sería como nombrar al zorro guardián de gallinero.
En realidad, según nos muestra la experiencia de los últimos años, no interesa tanto la personalidad de quien esté al frente de alguno de los ministerios o secretarías, dado que lo que realmente importa aquí es que el Señor Presidente de la República es quien controla y dirige todo en la Argentina, no habiendo mostrado ninguna inclinación por delegar responsabilidades en sus funcionarios. Una cuestionable soberbia que nos puede resultar perjudicial a los argentinos.
También entra en el análisis a realizar si la Dra. Picolotti podrá –o querrá- formar un equipo de profe-sionales que esté capacitado científicamente para afrontar el desafío que significa manejar la política ambiental del país. No nos cabe la menor duda de que la Argentina cuenta con la calidad y cantidad de profesionales con soberbias calificaciones para llevar adelante esa tarea. Lo que queda por ver es si realmente se elegirán a los más adecuados. El tiempo lo dirá, y deseamos sinceramente que la Dra. Picolotti tenga toda la voluntad -y la suerte- en el manejo de esa brasa ardiente que el Presidente Kirchner le acaba de regalar.
En realidad, el presidente Kirchner acaba de abrir otra enorme Caja de Pandora.
Otro asunto que no puede escapar a la atención del ciudadano es la relación que la ex-asesora de la Asamblea Piquetera de Gualeguaychú mantiene con la organización multinacional Greenpeace, quien acaba de acusar a las autoridades nacionales de “complicidad” (¿ser secuaces?) de la CNEA –una organización gubernamental argentina- para violar leyes y constituciones porteñas y argentinas. Esto es grave, pero nadie parece haber reaccionado ante el delito de Falsa Denuncia. Hay demasiada gente que mira para otro lado cuando delante de sus narices se cometen delitos –como los cortes de ruta y puentes, y las falsas denuncias que terminan costando fortunas al erario público.
Es notorio que Greenpeace estuvo (y seguirá?) colaborando activamente con los Piqueteros del Puente, pero no está demasiado claro si existe una colusión o entendimiento entre Greenpeace y el CEDHA, aun-que dadas las políticas que siguen ambas ONGs y las conexiones con organizaciones del Esta-blishment imperial británico, la Internacional Ecologista y el de las Fundaciones Norteame-ricanas de la Izquierda Liberal de la Costa Este, todo permite sospechar que lo hubo, y que seguirán operando de manera encubierta.
Lo importante es que si sigue habiendo este entendimiento, Greenpeace pasaría a ser quien dirija la política ambiental de Argentina, lo que significa que los argentinos podemos ir despidiéndonos de toda esperanza de desarrollo, industrialización y mejora en las condiciones de vida de la población. Como dijo una vez Savater refiriéndose al espíritu “conservador” del ultraecologismo retrógrado inspirado por Greenpeace: “Conservaditos… pero bien pobres.”
La Pobreza como contaminante
Sin embargo, reconocemos que las últimas declaraciones de algunos miembros del CEDHA, y la misma Dra. Picolotti son alentadoras y dignas de alabanza. Han reconocido, por fin, que la pobreza es la peor de las contaminaciones, y que el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente tiene su comienzo por la creación de puestos de trabajo y oportunidades para desarrollar actividades producti-vas. Es el trabajo fecundo del individuo, ya sea personal o en reunión de grupos que aportan esfuerzos, conocimientos y capital (capitalismo?) el que transformará los recursos de cada país en la fortuna común de todos los habitantes. Si queremos repartir una torta, lo primero es fabricarla y no ponerse a discutir sobre el sexo de los ángles.
Este terreno es un verdadero pantano del que a los argentinos nos será realmente complicado salir, por-que existe la extendida noción de que las “fuentes de trabajo” –es decir fábricas y empresas- son algo al que todo el mundo tiene “el derecho” de meter la mano y servirse a gusto y placer (olvidando que para "exigir derechos" hay primero que "cumplir con obligaciones"), y ser saqueadas de manera impune y desvergonzada mediante la descomunal abundancia de leyes laborales e impositivas que existen en Argentina, leyes que han venido entorpeciendo su desarrollo al mantener alejadas las inversiones ho-nestas en el sector productivo, facilitando sólo la radicación de empresas que realizan inversiones “leo-ninas” y “saqueadoras” de la cosa pública. Ya tenemos experiencia en ello, y es hora de que se le ponga remedio.
Son tantas las cosas que los argentinos tenemos que rever en la manera en que hemos venido enfren-tando nuestro ingreso al futuro (como diría Marshall McLuhan, “Mirando por el espejo retrovisor”), que el aspecto del medio ambiente aparece como una oportunidad electoralista muy conveniente, destinada mayormente a distraer la atención de la gente de la incapacidad del gobierno para manejar una serie de variables económicas y sociales que se le han escapado de las manos. Como ser, una inflación que no podrá ser contenida mediante leyes o acuerdos. Cuando una caldera levanta más pre-sión de la que puede contener –explota. Exactamente lo que pasó con la ley de convertibilidad y la explosión de la Caldera Nacional en diciembre de 2001.
No hay otra explicación para la intención del gobierno de adelantar las elecciones para marzo del 2007, porque la explosión de la caldera podría arruinar las expectativas de un nuevo período de gobierno. Pero no nos parece que la Malvinización del conflicto con Uruguay haya sido acertada para asegurar un con-senso de la población. Le ha servido para ir distrayendo la atención del populacho sobre las inapropiadas medidas contra la exportación de carnes –no bajó un centavo en las carnicerías, pero se perdieron déca-das de tremendos esfuerzos para abrir mercados internacionales, hoy aprovechados por nuestros com-petidores – o por la constante negativa a rebajar retenciones a sectores del agro como los productores lecheros, la exportación de cereales, etc.
Cuidar las políticas ambiente tanto como al ambiente
Pero nuestra preocupación es el ambiente y la manera en que la gente puede mejorar sus posibilidades de llevar una vida mejor; la creación de fuentes de producción y distribución de la riqueza nacional. Para ello hemos tratado siempre desde FAEC de mostrar la manera en que intereses extranacionales se concentran en impedir las actividades productivas del país o de la región del MERCOSUR, en especial el accionar que Greenpeace ha venido llevando a cabo en Argentina y Brasil contra las actividades produc-tivas que permitirían llegar a una independencia económica de los centros industriales de Europa y los EEUU, como ser su oposición a las centrales nucleares y la actividad nuclear en general; o contra los productos de la agricultura transgénica; o contra ciertos productos y sustancias químicas valiosas para la industria y, por ende, para el desarrollo de los países pobres.
También hay que recordar la manera en que esa actividad anti-cloro, por ejemplo, llevó a que en 1991 Greenpeace aconsejase al gobierno que suspendiese en Lima, Perú, el uso del cloro para potabilizar el agua. A las dos semanas se declaró la recordada epidemia de cólera en Sudamérica –recordada en espe-cial por los familiares de las más de 10.000 personas que murieron gracias a Greenpeace.
Entonces, resta por ver cuál será la relación entre los miembros de la comunidad verde, la Dra. Picolotti y sus colaboradores en el CEDHA, Greenpeace, los Piqueteros del Puente, y el recién llegado a esta co-fradía, el Dr. Kirchner, quien está aprendiendo de memoria los primeros versículos de la Letanía Verde. Esperemos que a los argentinos no nos salga demasiado caro la fiesta con que se preparan a festejar la “toma de conciencia ecológica” de nuestra ya demasiado castigada Argentina.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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