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Ola de inseguridad: una solución
Armarse hasta los dientes


Por Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Diciembre 16, 2008

Las leyes que prohíben la tenencia de armas han demostrado su absoluto fracaso para poner coto al crimen, y han alentado a los criminales a ganar las calles y tomar a los ciudadanos decentes por asalto. La única solución es la defensa propia y volver a tomar la justicia en nuestras manos –de donde jamás debió salir.

¿Qué país puede preservar sus libertades si sus gobernantes
no son advertidos de tiempo en tiempo que su pueblo
mantiene el espíritu de resistencia? Déjenle tomar las armas.
Thomas Jefferson, 1787.

Los estados totalitarios pueden hacer grandes cosas, pero hay una cosa
que no pueden hacer: no le pueden dar al obrero de fábrica un fusil y decirle
que lo lleve a casa y lo tenga en su dormitorio.
Ese fusil colgado en la pared de la clase trabajadora o la choza del labrador
es el símbolo de la democracia. Es nuestro deber hacer que se mantenga allí.”
George Orwell, 1941

Es criminal enseñarle a un hombre a no defenderse cuando está siendo
víctima constante de ataques brutales. Es legal y legítimo poseer una
escopeta o un fusil. Nosotros creemos en obedecer la ley.
Malcolm X, Activista norteamericano de Derechos Civiles.

El aumento de los asaltos violentos a los domicilios de la población no es un hecho exclusivo de Argentina, ni está restringido a los países donde la población tiene un fácil acceso a las amas de puño, de caza o de colección. Por el contrario, en los países donde la población obediente de las leyes tiene armas en sus casas, la incidencia de crímenes violentos con armas de fuego es menor y los asaltos domiciliarios son esca-sos. Este informe pretende demostrar –y lo conseguirá- que la leyes que prohíben y restringen el acceso a las armas a la población han fracasado en reducir o controlar el crimen violento en todos los países donde han sido impuestas.

La población comienza a rebelarse

La gente pacífica de Gran Bretaña ha ganado las calles para reclamar la derogación de las leyes que pro-hibieron la tenencia de armas y dejó a la población inerme en manos de los criminales quienes, obviamente no hicieron caso de las leyes y entregaron las suyas al gobierno. Después de todo, ¿por qué deberían hacerlo? ¿Acaso su modo de vida no se basa en quebrar las leyes? Sería una incoherencia de su parte obedecer las leyes –y peor todavía si son leyes estúpidas.

Una gigantesca manifestación de pacíficos ciudadanos desfiló hace poco por las calles de Londres, exigien-do a sus políticos el regreso de su legítimo derecho a tener armas en sus hogares, ya sea para defensa, o para la práctica del deporte de la caza, el tiro al blanco o la simple colección de armas antiguas y moder-nas. En estos videos de YouTube que muestro más abajo se pueden ver los detalles, y quienes no entien-dan el inglés, por lo menos verán la gigantesca marcha pacífica de iracundos ciudadanos obedientes de la ley que se han visto despojados de su derecho más elemental: el conservar la vida mediante la defensa propia. Hasta podrá ver al actor inglés Edgard Fox que impersonaba al terrorista en “El Día del Chacal”, opinando sobre la necesidad de que los ingleses retorne a su vieja tradición de poseedores de armas de caza, y de defensa personal.

Se narra en uno de los videos el caso del granjero Tony Martin que sufrió un asalto en su casa por parte de dos criminales –de “frondoso prontuario,” como siempre dicen las noticias policiales- donde el granjero disparó en defensa propia ante el ataque de dos asaltantes armados y da muerte al joven Fred Barras, de 16 años –pero que contaba ya con 29 condenas por asalto en su prontuario. Quiero saber si alguien puede responder a una simple pregunta: “¿Qué hace suelto una bestia con 29 condenas por asalto?” Es una pregunta que nos hacemos los argentinos cada vez que los diarios nos cuentan de asaltantes y violadores que reinciden por décima, centésima, o milésima vez y todavía permanecen en libertad. Resulta muy evidente que hay algo errado en nuestro sistema judicial, en los análisis de nuestros legisladores hacen de la realidad y que promulgan leyes cada vez más protectoras para los delincuentes y más represivas para los ciudadanos honestos.

En este increíble caso, Tony Martin fue condenado a prisión perpetua por “homicidio”, pero el asaltante Brendan Fearan, de 30 años y con 34 condenas por robo y asaltos, recibió apenas dos años de prisión –una mancha más, ¿qué le hace al tigre? Pero añadiendo insulto a la injuria, Brendan Fearan salió en libertad apenas dieciocho meses después y ahora está demandando judicialmente al granjero Martin para obtener una indemnización. Ha recibido del sistema judicial inglés un subsidio de 1000 libras esterlinas para los gastos del juicio. Un ejemplo de un absurdo sistema donde los contribuyentes pagan para que los criminales se salgan con la suya y sigan gozando del “derecho a trabajar.” ¿Cuánto faltará para que en Argentina comience a suceder lo mismo? Los progres y garantistas van ganando terreno centímetro a centímetro, sin que la gente lo note. Es un lento pero seguro trabajo de hormiga. Una vez que hayan cerrado la trampa será demasiado tarde para volver atrás. Vea el video desde esta pagina o vaya a esta página de YouTube: http://www.youtube.com/v/yTq2NEUlhDE

La historia se repite con demasiada frecuencia, y los pueblos que olvidan la historia están condenados a sufrirla nuevamente, pero con consecuencias cada vez peores. Es una norma obligada en los gobiernos de orientación socialista y populista el querer controlar y planificar centralmente toda la vida de una nación, hasta el más mínimo detalle. Comienzan con la economía, pero rápidamente se lanzan sobre su segundo más importante objetivo: la capacidad de los ciudadanos expoliados de reaccionar de manera violenta, con las armas en la mano, ejemplo que vimos en la fenecida Unión Socialista de Repúblicas Soviéticas, donde a partir de la era Stalinista poseer un arma era castigada con la desaparición forzada de por vida del acusado.

Otro régimen socialista de triste memoria, el régimen “nacional socialista” de Adolfo Hitler hizo exactamente lo mismo. El carismático Adolfo le dijo a su pueblo apenas subió al poder: “Confíen en mí –entréguenme sus armas. Yo les protegeré.” No le fue nada bien al pueblo alemán después de esa entrega sumisa de sus armas. De inmediato cayó en la más feroz y brutal tiranía que haya visto en su historia, tiranía que lo llevó a la más espantosa debacle nacional que el mundo haya presenciado jamás. Los gobiernos socialistas no confían en sus pueblos, y por ello deben tenerlos indefensos y desarmados. Temen las reacciones popu-lares al fracaso inevitable de sus desastrosas políticas económicas y a sus planes quinquenales, o a la “ordenada planificación central” de las libertades individuales.

Pensamientos sobre la prohibición de armas

Serias Preguntas que Debemos Hacernos

¿Cómo estamos en Argentina?

Actualmente se ha prorrogado un año más la insólita ley de la “entrega voluntaria de armas” de la gente, a cambio de $100 o 200 pesos. Sólo se ha recogido un 80% de chatarra inservible y algunos viejos revólveres 32 y 38 que los muertos habían dejado a sus viudas. Esto se hizo, declaran los responsables de la idea, para quitarles a los criminales la posibilidad de obtenerlas, y reducir los crímenes con armas de fuego. Pero de algo podemos estar absolutamente seguros: no hubo ni un solo criminal que entregara su “herra-mienta de trabajo.”

El programa es y será un fracaso: en los Estados Unidos existieron varios de estos programas destinados a quitar las armas de las calles y del alcance de los criminales. Se llaman “Gun Buy Back”, o “Recompra de Armas”. De acuerdo con fuentes del gobierno, esos programas no tienen ningún efecto (1) Los programas “buy back” retiran no más del 2% de las armas de una comunidad y las armas retiradas no se parecen en nada a las usadas para cometer crímenes. No se ha visto ningún efecto sobre la prevención del crimen (2). Hasta un 62% de las personas que entregan sus armas tienen otra en sus domicilios, y el 27% dijo que comprarían otra en menos de un año (3). Más del 50% de las armas logradas en los programas “buy back” tenían más de 15 años de antigüedad; mientras que casi la mitad de las capturadas a los delincuentes juveniles tienen menos de tres años (4).

De acuerdo con la experiencia, el real efecto de estos programas ha sido:

El hecho es que, como los explica el investigador Senior del Programa de Justicia Criminal de la Universidad de Harvard, David Kennedy, “Esos programas hacen muy poco bien. Las armas que llegan a los “buy backs” no son las mismas que podrían haber sido usadas para cometer crímenes. Si se mira a la gente que están entregando esas armas, de manera constante son las menos inclinadas al crimen: personas mayores y mu-jeres. (5)

Referencias a Programas de recompra de armas:
  1. “Prevención del Crimen: Qué Funciona, Qué No, Qué es Prometedor”, National Institute of Justice, Julio 1998
  2. Garen Wintemute, Violence Prevention Research Program, U.C., Davis, 1997
  3. Jon Vernick, John Hopkins Center for Gun Policy and Research, estudios en Sacramento y St. Louis
  4. District of Columbia buyback program, 1999
  5. David Kennedy, Senior Researcher, Harvard University Kennedy School Program in Criminal Justice, in appearance on Fox News, November 22, 2000

Insistir en desarmar a la población civil mientras se arma a otros grupos violentos, no es una política que se deba apoyar. Vemos con preocupación la liberalidad con que el RENAR ha entregado permisos de tenencia y portación de armas a los piqueteros de Luís D'Elía y Pérsico, y a los sicarios en muchos sindicatos. La tele-visión nacional nos mostró que no las usan para defensa propia sino para tirotearse cuando hay problemas entre ellos. No hay coherencia entre la ley de “indefensión civil” y la cantidad de armas de puño en poder de las bandas sindicales. Lo mismo sucedía en Alemania o la URSS, donde las fuerzas de choque del estado contaban cada vez con mayor poder de fuego que les permitía atrocidades como la “Noche de los Cristales Rotos”.

El resultado es que después de que este programa fuese puesto en práctica la ola de asaltos domiciliarios se incrementó a niveles estratosféricos, aunque según los jefes de la policía, ministros del interior y de justicia, “no hay una ola de inseguridad”. ¿Vivirán dentro de un termo?

El domingo 14 de diciembre se lee en La Voz del Interior de Córdoba una estadística donde se muestra que las muertes de inocentes en asaltos domiciliarios y a locales comerciales aumentaron 36% en un año. Los criminales están matando por placer, y no porque los asaltados se hayan resistido. No es necesario resistirse al asalto para perder la vida. Sólo es necesario no tener el dinero que a los criminales les parece suficiente premio por sus esfuerzos.

¿Resistir y Armarse -o Dejarse Matar?

Hay cientos, miles de declaraciones de policías en los Estados Unidos diciendo que los mismos criminales en las cárceles afirman que les tienen más miedo a los ciudadanos armados en sus hogares que a los policías en las calles. La razón es simple: la policía no puede disparar sobre un criminal si no ha sido atacado prime-ro, porque saben que serán acusados de “gatillo fácil.” Prefieren los policías dejar escapar a un criminal que perder su trabajo, su jubilación, o ser condenados por defender a la sociedad como la sociedad se los ha encargado, en virtud de leyes estúpidas destinadas a proteger los “derechos humanos” de los criminales. Los “derechos humanos” de la gente decente no tienen importancia.

Siempre es bueno recordar que los criminales hoy están organizados y saben cuáles casas están desarma-das, dónde hay jubilados y ancianos indefensos, y como lo dicen los asaltantes ingleses y norteamericanos que cumplen condenas, saben dónde hay quienes tienen armas y están dispuestos a usarlas. Esas casas son evitadas porque saben que corren peligro de recibir una perdigonada del 12 grande en medio del pecho.

También es bueno recordar que tener un arma para defensa significa haber tomado la decisión de usarla cuando la ocasión se presente, aprender a usarla y practicar el tiro de defensa hasta que se convierta en un reflejo instintivo, y convencerse de que no se puede dudar ni un segundo en reaccionar porque un se-gundo de retraso nos puede costar la vida. Siempre será mejor “que nos juzguen tres a que nos carguen 6.” De última, de la cárcel se sale –pero al cementerio se llega por una ruta de una sola mano de ida.

Otro video ejemplar está en You Tube y se trata de un corto promocional pagado por una supuesta asociación de “Criminales por la prohibición de las armas”. Como es lógico pensar, es una parodia a lo que los criminales opinan sobre la prohibición de las armas y de una población indefensa. El video muestra a un señor con el rostro “pixelado” para evitar ser identificado, mientras llena con balas un cargador de pistola, explicando las cosas. Más o menos, y traducido al español, dice el criminal:

Yo trabajo en asaltar casas, y a veces en violaciones, si las chicas son sexy, pero la compe-tencia es mucha y enfrento la posibilidad de ser baleado y muerto. Permitir que los civiles posean armas en su casa crea un ambiente hostil para mí y mis asociados.

Nadie debería tener que trabajar en esas condiciones. Todas las armas de fuego deberían ser prohibidas, créame. Yo soy un profesional, y trabajo en esto y hago del quebrar las leyes mi modo de vida, por eso la prohibición de las armas no me molesta para nada.

Saber que nadie tendrá un arma en su casa me hace trabajar con mayor confianza y con toda seguridad aumentará mi productividad.
El video promocional termina con leyendas que van haciendo un lento scrolling vertical:


“Sus violentos criminales locales trabajan duro y ponen
sus vidas en peligro cada vez que intentan un asesinato,
una violación, un secuestro o el asalto a la casa
de algún ciudadano.”

Ellos necesitan desesperadamente de su apoyo.

Con su ayuda, llegará el día en que un criminal violento podrá llegar hasta usted, o alguien a quien usted ama, sin el miedo, la ansiedad y la angustia de saber que existe la posibilidad de que su víctima podría estar armada y esperando.

Por favor muestre su apoyo a nuestra causa votando por legislación más prohibitiva para las armas –porque nosotros, los criminales, preferimos a los ciudadanos desarmados.

¿Qué funciona para reducir los asaltos?

En Kennesaw, Georgia, USA, se dictó una ley que obliga a cada hogar tener un arma para defensa. ¿Aumentó el número de crímenes y violencia? No, por el contrario, disminuyó un 87%! Vea el video del programa 20/20 de John Stossel en la cadena ABC:

ESTADÍSTICAS REVELADORAS



Crimen y Defensa Propia
Referencias para Estadísticas Reveladoras

6. Lott, John R. Jr. More Guns, Less Crime. The University of Chicago Press, 1998. Pages 1, 11, 43
7. "ILA Research & Information Division Fact Sheet." National Rifle Association of America – Institute for Legislative Action – Research & Information Division, 3/1/98. Source Cited: The National Center for Health Statistics.
8. "1995 Sourcebook Of Criminal Justice Statistics." Page 507. U.S. Department of Justice.
9. Kopel, David B. "How Strict are U.S., Colorado, and Local Gun Control Laws." Independence Institute, August 20, 1999
10. Study: “Armed Resistance to Crime: The Prevalence and Nature of Self-Defense with a Gun.” By Gary Kleck and Marc Gertz. Journal of Criminal Law and Criminology (Northwestern University School of Law), 1995. Accessed at http://www.saf.org/LawReviews/KleckAndGertz1.htm.
11. a) "1997 Uniform Crime Reports." Federal Bureau of Investigation. Table 2.11. - b) "National Crime Victimization Survey - Criminal Victimization in the United States, 1997 Statistical Tables." United States Department of Justice. Table 66.
Conclusiones

Las sociedades se han constituido sobre una serie de usos y costumbres, que luego han sido convertidos en “leyes”, creyendo que las leyes servirán para vivir en paz, armonía y libertad. Pero cada ley no es otra cosa que un pequeño recorte que se hace a las libertades de cada individuo, nos guste o no. Hay muchas liber-tades a las que renunciamos voluntariamente porque sirven para asegurar una convivencia pacífica y pro-ductiva. Una de esas libertades y derechos es la de la “justicia por mano propia.” Hemos renunciado a ese elemental derecho que fue practicado desde los albores de la historia con excelentes resultados, porque eran grupos familiares los comprometidos en ejercer la justicia y ver que el culpable de un delito contra algunos de los suyos recibiera el castigo merecido. Se llama “venganza”. Hoy la venganza grupal ha sido delegada a las “fuerzas del orden” que poco o nada pueden hacer para llevarla a cabo.

Pero esa venganza pública, y también ese derecho a la defensa propia y a la justicia por mano propia se la hemos traspasado a nuestras fuerzas de seguridad para que sea ejercido con prontitud, eficacia y con la seguridad de que podremos andar los calles sin temer asaltos, o dormir con tranquilidad en nuestras casas sin que se nos despierte a las cuatro de la mañana con una pistola en la frente.

Hoy no podemos contar con la protección de las fuerza de seguridad, no por falta de material, equipo o número de efectivos ni falta de buena voluntad de sus miembros, sino porque tienen sus manos atadas por estúpidas leyes garantistas que parecen haber sido ideadas por los criminales –o por sus amigos en el poder legislativo, judicial o ejecutivo. Pero añadida a esta desprotección de hecho, tampoco podemos contar con la alternativa de hacer uso de nuestro legítimo derecho a defender nuestras vidas y nuestros bienes.

JIM BRADY, autor de la ley Brady de Estados Unidos, que restringe la compra y tenencia de armas dice: “Las armas de puño para tiro al blanco, están OK. Obtenga una licencia y vaya al polígono. Para la defensa de la casa, para eso tenemos a la policía.” No es lo que piensan los miles de familiares de muertos y heridos durante asaltos domiciliarios donde la policía ni estuvo presente, o llegó demasiado tarde o ni siquiera se enteró. Las veces que la policía impidió un asalto se cuentan con los dedos de una mano.

Gracias a las leyes “garantistas”, los criminales tienen hoy más derechos que los ciudadanos decentes. Quienes se defiendan irán a la cárcel, y quienes asalten a la gente tienen un abogado “sacapresos” y un cuerpo de leyes que le hacen salir por la otra puerta y les mantendrán en el ejercicio de su “derecho a matar gente incapaz de defenderse” que ha sido desarmada por sus amantes y paternales autoridades.

Lo increíble es que estas leyes “garantistas” han sido elaboradas e impuestas por quienes en una época sembraban el terror entre la ciudadanía haciendo uso de un supuesto “derecho a ser guerrilleros” o “ser terroristas” o “secuestradores” para imponerles a la sociedad su muy particular punto de vista sobre cómo tenemos que vivir los argentinos. No les importaba si los argentinos compartíamos esa manera de pensar.

Ya hemos visto cómo estos “garantistas” se han venido comportando al comando de la nave del estado. Ya vimos cómo comenzaron desarmando a su principal enemigo, las fuerzas armadas, y cómo dejaron indefensa a la Nación frente a nuestros vecinos que sólo esperan el momento propicio para reclamar la Patagonia, la Mesopotamia, o la república entera. No podemos esperar otra cosa sino que terminarán por dejar indefensos a la sociedad entera en manos de la delincuencia –que hoy ingresa a cualquier casa a sangre y fuego matando a ancianos, niños o a quien su drogado cerebro se lo indique.

El conocimiento que la gente tenía de que la venganza de un individuo o de su grupo le alcanzará, tarde o temprano, fue siempre un efectivo freno a la comisión de delitos. El miedo al castigo o a un mal mayor es el único freno que impide que todos aquellos de escasa o nula cultura den rienda suelta a sus instintos de posesión primaria que se traduce en: “Lo veo, me gusta, lo tomo.” Hoy es suficiente que a algún degene-rado le gusten las zapatillas o la bicicleta de cualquiera para que mate a su dueño durante la conquista de su botín.

Otra ley que funcionó de mil maravillas en el Lejano oeste fue la famosa del Juez Lynch. Se le aplicaba únicamente a los ladrones de caballos, pero no a los de ganado. El ganado era muy abundante, pero los buenos caballos no. Y el robo de caballos, en una época en que todos andaban armados hasta los dientes, se mantuvo dentro de niveles muy bajos. Nada frena más a un potencial asesino que la posibilidad cierta y concreta de perder la vida. Si la policía hiciese la vista gorda a los intentos de linchamiento que vemos en muchas partes, los asaltantes y violadores lo pensarían dos y tres veces antes de arriesgarse. Quizás hasta decidieran a seguir sus carreras delictivas en la política, donde las oportunidades de salir impunes es mucho mayor.

Dicen algunos juristas que "el miedo al castigo no es freno para el delito.” Me gustaría llevar a esos juristas a Arabia, donde el cortarle la mano a los ladrones es permitido por la ley, y poner un millón de dólares en oro sobre una mesa y decirles: “Si consiguen llevárselos, son de ustedes –pero estaré al lado con un machete para cortarles la mano cuando lo intenten.” Veremos cuántos “juristas de sillón” se atreven a apoderarse del oro, a riesgo de perder su mano.

Donde las leyes son duras y severas, y se cumplen a rajatabla, el delito es escaso. Donde abundan los “sacapresos”, las agachadas legales, las triquiñuelas jurídicas, los resquicios en la ley, el delito florece. Donde la gente está desarmada e incapaz de tomar la ley en sus manos, el delito crece hasta convertirse en epidemia –como en la Argentina de hoy. Cuando los delincuentes saben que recibirán un balazo en el pecho si intentan un robo, el delito disminuye hasta desaparecer. No es nada nuevo.

Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC



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