Por Luis Anastasía *
Desde hace tiempo está presente en la sociedad un debate sobre la cuestión de la instalación de plantas de celulosa. Asociado a este tema hay otro debate sobre la conveniencia o no de la forestación con fines de obtener materia prima para la producción de pulpa de madera y madera aserrable. Este debate es históricamente anterior al de las celulosas aunque ahora ha tomado más relevancia.
La forestación está acusada de ser culpable de varios efectos negativos, como provocar desertificación, agotar y empobrecer los suelos, llegar a niveles tóxicos de algunos elementos presentes en el suelo, afectar negativamente la disponibilidad de agua subterránea, desplazamiento de la ganadería y otros cultivos y aumentar la emigración rural, por mencionar algunos.
Hagamos un repaso de los aspectos relacionados con la forestación y analicemos, entonces, en su con-junto este problemático tema.
Un Poco de Historia
El nombre eucalipto proviene del griego (bien cubierto) definiendo una característica de sus flores, ya que los pistilos y los estambres están protegidos por una tapa. El nombre engloba a un grupo (género) de más de 500 tipos [1] (especies y subespecies) de árboles, originarios de Oceanía, específicamente Australia y algunas islas al norte de ese continente. Se adapta a un amplio rango de ambientes, con la excepción que no es muy bueno para soportar climas fríos. Actualmente el eucalipto es parte del paisaje en prácticamente todo el mundo entre los paralelos 40 al Sur y al Norte del ecuador.
En Uruguay fueron introducidos desde el Cabo de Buena Esperanza en el año 1853. El empresario y arquitecto paisajista José de Buschental fue quien le dio el mayor impulso a su uso. Actualmente todavía existen en el residencial barrio de El Prado en Montevideo eucaliptos de más de 140 años plantados por él.
Aprovechando sus principales características de rápido crecimiento, buena producción de madera y follaje, se utilizó inicialmente como plantación de protección y abrigo, incluso siguiendo las líneas de las antiguas rutas, y para el suministro de madera para combustión tanto en industrias como uso doméstico.
Actualmente es una de las especies que más expansión tiene en su plantación destinada a la generación de materia prima para la producción de maderas aserrables, pulpa de celulosa y papel. En América Latina quien tiene la mayor superficie forestada con eucalipto es Brasil con cerca de 3 millones de hectáreas, seguido por Uruguay, Chile y Argentina.
Regulación de las Plantaciones en Uruguay
En la década de 1960 se crea un equipo de trabajo, la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE) cuyo objetivo fue recabar toda la información necesaria para conocer el Uruguay en aquel mo-mento, investigación que no se hacía desde 1908. A partir de la información relevada se realizó un análisis prospectivo, entre otras cosas, para diversificar la producción en el país en un momento de estancamiento pasadas las ventajas económicas circunstanciales que significó la colocación de pro-ductos durante las guerras mundiales y la de Corea.
De ese trabajo surgieron varios textos de base para una serie de leyes y planes. Entre otros se realiza la ley de reforma agraria, una ley de viviendas, el plan azucarero, y lo que viene al caso surge de esa comisión la carta de suelos del Uruguay y la Ley Forestal No. 13.723 del año 1967. En esa ley ya fueron definidos los suelos de prioridad forestal.
Sin embargo, el punto de partida del verdadero desarrollo forestal no ocurre hasta el inicio de la década de 1990, luego de promulgarse la Ley 15.939 de diciembre de 1987. Esta ley, reglamentada en los decretos 452/88 y 333/90 entre otros, recoge como antecedente la anterior ley incorporando además como suelos de prioridad forestal los de serranías de laderas medias, llegando a una superficie de 1:768.263 ha.
Además se expresa claramente una política de largo plazo para llegar, finalmente y en un futuro cercano para aquella época, a la expansión de la industria y la economía forestal. Como herramienta fundamental en la ejecución de esa política, considerando que es un negocio de largo plazo de retorno de capital, quedó definido que el estado subsidiaba las plantaciones e inversiones relacionadas, donde el foresta-dor recibía un reintegro (50% del valor ficto de la plantación) del capital invertido en el cultivo si tenía éxito y la exoneración impositiva total a la superficie cubierta de bosques, entre otras medidas de promoción.
Pensemos que no es un cultivo de ciclo anual sino que hay que esperar un mínimo de 8 a 10 años para poder cosechar y obtener un resultado económico. Pero pensemos también que la aplicación del subsi-dio y las otras medidas de promoción representó uno de los pocos casos donde el estado es socio en la inversión en este negocio y no solamente socio en las ganancias, a través del cobro de impuestos.
El subsidio lo podemos definir como una inversión por parte del Estado para el desarrollo de esta acti-vidad. Como toda inversión, ésta también puede ser estudiada para evaluar cual es el retorno esperado (tasa interna de retorno, TIR) en un determinado plazo. En este caso, de acuerdo al estudio realizado por el Ing. Agr. R. Vázquez Platero [2] el retorno esperado es del 30% a 30 años. Este subsidio caducó y ya no es aplicable para nuevos proyectos forestales (Ley 17.905 de setiembre de 2005).
Resulta destacable y de sumo interés el Código Nacional de Buenas Prácticas Forestales, publicado en septiembre de 2004, un trabajo de síntesis de normativas y procedimientos a aplicar en toda forestación, realizado por la Dirección General Forestal (DGF) del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca; la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente; el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA); la Facultad de Agronomía – Departamento Forestal; la Asociación de Ingenieros Agrónomos de Uruguay; la Sociedad de Producto-res Forestales y la Asociación de Empresas Contratistas Forestales de Uruguay.
La legislación forestal está siendo revisada y actualizada. El Decreto del 16 de junio de 2006 del MGAP [3] modifica la lista de suelos de prioridad forestal retirando algunos e incorporando otros como los suelos del grupo 2 en los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres en el Este del país (superficie aproximada 850.000 ha), y otros suelos en algunos sectores del departamento de Maldonado y de Canelones. En el mismo decreto se promueve la forestación en todos los predios, siempre que no superen el 8% de la superficie, con la clara intención de ampliar la base incluyendo a los pequeños productores.
La Ley de Protección Ambiental 16.466 del año 1994 define la política nacional y los mecanismos aplica-bles para la defensa del ambiente. El decreto reglamentario de la ley, No. 435/94 (art. 2, num. 24) esta-blece que los proyectos de “explotaciones hortícolas, frutícolas o vitícolas de más de 100 há” requieren una autorización ambiental previa (AAP). En el numeral 26 define que también los proyectos de foresta-ción de más de 100 ha necesitan también una AAP, pero exceptuando los bosques definidos como de rendimiento (Dec. 452/88), ya que éstos estaban bajo la jurisdicción, control y monitoreo de la DGF. En el Decreto 349/05 esto se modifica quedando expresado en el numeral 30 del artículo 2 que “las nuevas plantaciones forestales de más de 100 há en un establecimiento o unidad de producción” necesitan de la AAP, a gestionar ante la DINAMA y en coordinación con la DGF.
Hasta aquí tenemos una síntesis de las leyes y decretos aplicables a estos proyectos. Sin embargo es importante destacar que existe normativa de aplicación voluntaria. Para este caso específico de la protección ambiental y manejo sustentable se toman en cuenta las ISO 14.000 y las normas del Consejo de Manejo Forestal (Forest Stewardship Council – FSC). Las normas ISO 14.000 tienen como objetivo que la organización debe minimizar los efectos negativos causados en el ambiente por su actividad y tener un mejoramiento continuo en su comportamiento ambiental, mediante mecanismos de certificación y auditoría permanente. Las normas FSC marcan las pautas para garantizar la trazabilidad de los produc-tos maderables obtenidos de bosques gestionados de forma ambiental, social y económicamente sus-tentables. En Uruguay hay cerca de 400.000 ha forestadas que están certificadas por estas normas.
Evolución de la Forestación en Uruguay
Como en muchos casos, también en la forestación nos hemos acostumbrado a escuchar contundentes opiniones sin fundamentos o aún basadas en un total desconocimiento, planteando un escenario negro, terrible y además mentiroso. El tema de la forestación no escapa a este esquema de pensamiento. He escuchado y leído declaraciones de personas que afirman que la mitad del país ha sido forestado con eucaliptos. Y, como siempre, nada más lejos de la realidad.
En primer lugar, consideremos que la superficie total del país es de 17:622.000 ha. Dicho esto, la super-ficie de suelos de prioridad forestal de 1:768.263 ha es aproximadamente el 10% de la superficie del país.
Sin embargo, al estudiar los datos disponibles en los registros de la Dirección General Forestal vemos que en el año 1990, en todo el país, las hectáreas forestadas eran 45.460. Al año 2005 se alcanza una superficie de 714.081 ha. En términos porcentuales, esto significa el 4,05% del país contemplando la totalidad de la forestación cultivada, de las cuales 464.401 há son de todas las especies de eucaliptos.
En este punto es importante hacer una precisión ya que hay un aspecto que nadie toma en cuenta cuando se refiere a este tema. Cuando se habla de “superficie forestada bajo proyecto” implica que están inclui-das las áreas para caminos y linderos, cortafuegos y áreas de protección de cuencas y monte nativo. En algunos casos eso significa que se foresta efectivamente un 60-70% de la superficie. Aún tomando la mayor ocupación de la superficie bajo proyecto tenemos que, en realidad, el área efectivamente foresta-da rondaría en las 499.860 ha o el 2,8% del país. ¿No les parece, entonces, que estamos bastante lejos del 50%?
Forestación y Biodiversidad
Una de las tantas expresiones, conceptos, afirmaciones o acusaciones, como quiera llamarse, cuando se refieren negativamente a la forestación es que se hace en desmedro del monte nativo, identificando al eucalipto como protagonista sentado en el banquillo de los acusados. Otra vez, nada más lejos de la realidad.
Uruguay tiene como mérito en su política y plan de largo plazo de la forestación justamente que se realiza protegiendo el monte nativo de forma explícita, tal como está escrito en la ley 15.939.
En primer lugar, como consecuencia directa del aumento de la oferta de madera cultivada como combus-tible, de buen poder calórico y a precio menor que la leña de monte nativo, provoca que la presión sobre este recurso natural sea menor. Por otro lado, los propios requerimientos para la aprobación como pro-yecto forestal implica la protección de superficies naturalmente arboladas, quedando como áreas de exclusión de actividades.
El efecto de la aplicación de la normativa es altamente positiva. En el año 1990 la DGF registraba una superficie de 670.000 ha de monte nativo, incluyendo áreas de palmares. En el año 2003 la superficie creció un 21%, alcanzando las 811.000 ha de monte nativo. Solo que a diferencia de la superficie bajo proyecto, en este caso debemos tomar toda la superficie como efectivamente bajo la sombra de los árboles. En términos más simples, en ese período de 13 años el monte nativo aumentó su superficie a razón de casi 11.000 ha en cada año.
Veamos ahora algunos ejemplos de cómo la forestación afecta la fauna en composición y densidad.
En primer lugar no hay duda ninguna que el cultivo de eucaliptos, una vez se cierran las copas, ofrecen un nicho de poco valor para los animales, salvo y fundamentalmente el de protección y abrigo en algunos ca-sos. Pero lo que resulta más que interesante es conocer lo que sucede en el área de influencia de estos cultivos que tienen un manejo y control adecuados.
La empresa Forestal Oriental Sociedad Anónima (FOSA) tiene varios años de actividad silvícola. Entre otros predios, es la propietaria del establecimiento Mafalda [4], sobre el Río Uruguay en el Departamento de Río Negro. Este sitio tiene 9.600 ha, destinando 5.200, el 54% del total de la superficie, a la produc-ción de madera. Mafalda es uno de los 4 sitios seleccionados por la empresa para realizar monitoreos de fauna en un plan de investigación que incluyó un relevamiento anterior a la actividad forestal y luego relevamientos periódicos posteriores al inicio de la forestación, llevando ya 10 años de investigación. Con toda la información relevada se llegó a resultados muy importantes indicando no solamente que aumentó el número de especies en el lugar sino que además se observaron especies que no estaban incluidas en la lista de país [5]. Lo que puede ser más significativo respecto a los mamíferos es que encontraron dos especies consideradas extinguidas como el aguará-guazú y el puma.
EUFORES es una empresa forestal que posee una superficie total de 52.810 ha distribuidas en varias partes del país. Tiene 8.000 ha que son gestionadas exclusivamente como áreas de reserva natural. Santo Domingo [6] es un establecimiento perteneciente a esta empresa, ubicado al Norte del Depar-tamento de Paysandú. Este es uno de los predios de esta empresa sometido a planes de mejoramiento y manejo ambiental. Tiene un exhaustivo registro de flora y fauna, con años de investigación y relevamiento, cuya conclusión es que ha habido un enriquecimiento del ambiente.
Perteneciente a la misma empresa, y casi su establecimiento insignia, está M'Bopicuá [7] con. En ese sitio no sólo se ha establecido una estación de recría y área de reserva de especies autóctonas que ha venido realizando un notable trabajo, sino que además se hace la preservación de patrimonio histórico nacional del Saladero de M'Bopicuá (The River Plate Pressure Meat Preserving Company Limited, 1872-1878). En el lugar también se han observado especies raras o consideradas extinguidas como el aguará-guazú, el coendú y el pecarí de collar. Los trabajos de relevamiento de flora y fauna le han permitido tener también un exhaustivo registro de los componentes.
La información y datos de investigaciones tanto nacionales, como estos casos, e internacionales indican que la forestación induce un aumento significativo en la biodiversidad, aplicando adecuados planes de manejo y gestión ambiental. Lo más curioso es que si no hubiera sido justamente por el desarrollo de la actividad forestal, estos estudios y manejos ambientales nunca se habrían hecho.
Forestación y Suelos
Otra acusación realizada en forma reiterada es que la forestación con eucaliptos degrada los suelos alterándolos en forma radical.
Un equipo de la Facultad de Ciencias, integrado por Céspedes, Panario y Brazeiro, realizó un estudio comparativo de un suelo, de textura arenosa, bajo cultivo de eucalipto durante 25 años y el mismo suelo pero que continuó siendo pradera. Ese estudio, sus datos y conclusiones han tenido difusión en los medios escritos y radiales, incluyéndolos además en el reciente estudio realizado y presentado por un grupo de esa Facultad [8].
En ese estudio se identifican diferencias en el suelo bajo cultivo y de la pradera. Las diferencias funda-mentales se explican por el alto consumo de calcio (Ca) que tiene el eucalipto. Este consumo de Ca provoca que baje el pH [9], aumentando de esa forma la acidez del suelo. El valor más bajo que presenta un suelo arenoso es de 3,8. En el caso del suelo bajo cultivo de eucaliptos el valor fue de 4,3. Al bajar el pH, según lo observado, se destruyen arcillas liberando además aluminio [10].
Por otro lado, los investigadores comprobaron que no hubo disminución marcada del contenido de arci-llas en las capas superiores, siempre comparando con el suelo que no fue afectado por la forestación, mientras que encontraron un aumento de arcillas en niveles inferiores del suelo, interpretando que se debería a formación de arcillas como consecuencia de elementos liberados durante el proceso de acidi-ficación de los niveles superiores. El aumento de arcilla en las capas inferiores induciría una disminución de la permeabilidad del suelo.
A su vez, la disminución del pH, asociado siempre al alto consumo de Ca, provoca un cambio en la capacidad de intercambio catiónico (CIC) del suelo. La CIC determina el potencial de fertilidad del suelo en función de la capacidad de las plantas de tomar los nutrientes presentes. A menor CIC las plantas están en menor capacidad de extraer nutrientes.
Me permito abrir un paréntesis para pedir disculpas, se que esto puede resultar engorroso y de difícil comprensión. He tratado de manejar un lenguaje sencillo para explicar estos procesos y las observa-ciones y conclusiones de los investigadores. Mi mayor anhelo es que por lo menos esta información básica pueda ser comprendida para seguirla estudiando pero ahora en otro contexto.
Así que, hecha la aclaración, ahora nos cabe hacernos una pregunta: ¿es el eucalipto la única planta que consume Ca en grandes cantidades? Pues resulta que no. La siguiente tabla nos muestra los requeri-mientos de nutrientes para eucaliptos y otros cultivos.
Especies | Edad | Componentes | Biomasa | Cantidad de nutrientes consumidos (kg/t) | ||||
Años | M - C | t/ha | N | P | K | Ca | Mg | |
Eucalyptus grandis | 10 | M | 160 | 0,8 | 0,02 | 0,6 | 1,7 | 0,5 |
C | 23 | 3,0 | 0,27 | 3,0 | 3,1 | 1,0 | ||
E. grandis | 6 | M | 62 | 2,3 | 0,11 | 0,8 | 0,5 | 0,2 |
C | 11 | 3,4 | 0,76 | 6,0 | 7,9 | 1,4 | ||
E. saligna | 10 | M | 129 | 0,9 | 0,23 | 0,6 | 0,8 | 0,1 |
C | 8 | 3,1 | 1,51 | 6,0 | 9,5 | 3,9 | ||
Maíz | Ciclo | Granos | 5 | 23,0 | 5,60 | 7,0 | 0,4 | 2,0 |
Soja | Ciclo | Granos | 3 | 66,7 | 8,67 | 19,0 | 3,3 | 3,3 |
M= madera; C= corteza.
Fuente: de Moraes Gonçalves, JL – Recomendaçoes de Adubaçao para Eucalyptus, Pinus e Espécies Tipicas da Mata Atlántica. Instituto de Estudos e Pesquisas Forestais - IPEF. 1995
Podemos hacer unas simples operaciones y vemos que el eucalipto grandis consume unos 35 k/ha de Ca en cada año, mientras la soja, tomando en cuenta sólo lo que almacena en los granos y en los meses que dura el ciclo, consume 10 k/ha. Algunos pueden decir que comparo un alimento con algo que no lo es, pero ambos sin embargo tienen un valor económico.
Ahora bien, el efecto negativo de consumo de Ca por parte de los eucaliptos puede ser perfectamente aplicable a otras plantas. De hecho todas las plantas, en mayor o menor medida, consumen calcio. Siendo así, entonces las conclusiones aplicables a los eucaliptos por ese hecho también puede ser aplicada a otras plantas en su afectación del recurso suelo. De todas maneras, esto no produce un efecto irremediable en el suelo. Siempre se puede realizar remediación o suplementación aplicando nutrientes en el suelo, en este caso específico calcio agrícola.
Uruguay es un excelente productor de calcio agrícola, que se emplea no sólo como nutriente en sí mismo sino también como mejorador de suelos y, por supuesto, aumentar la CIC ya que los nutrientes quedan más fácilmente disponibles para las plantas. Para el caso del eucalipto, una bolsa de 50 k nos alcanzaría para prácticamente 1,5 ha por año, mientras que para la soja con una bolsa cubrimos la necesidad de 5 ha en un ciclo de cultivo, por mencionar sólo un par de ejemplos.
Forestación y Agua
Esta es la temática que podemos definir como una de las más sensibles cuando se vincula a la fores-tación con el consumo de agua, asociado además con un drástico escenario futuro de escasez de agua dulce y el significado para la vida que tiene este elemento.
Se afirma tajantemente que es tan elevado el consumo de agua de los eucaliptos que la forestación en grandes superficies de esta especie provoca la desertificación.
Hasta ahora nadie me ha mostrado un solo metro cuadrado de desierto provocado por la foresta-ción. Cuando insisto buscando una respuesta directa o una argumentación que sostenga esa afirmación lo que me dicen es que Australia, el lugar de origen de este árbol, es un desierto. Cosa que resulta un tanto risible. Australia está bajo la influencia de la corriente circumpolar antártica con una marcada in-fluencia en su clima, determinando que las zonas de mayor humedad estén en el borde del subcontinente mientras que todo el interior es un gigantesco desierto. Sin embargo las especies de eucaliptos evolucio-naron y se adaptaron justamente en ese clima resultando en unas plantas rústicas, resistentes, eficientes y hasta podemos decir que frugales como sus principales características.
Entre los factores que influyen en el clima más o menos seco de Australia figuran los eventos climáticos El Niño y La Niña. El primero provoca en Australia severas sequías proporcionales a la severidad del fenómeno, cosa que está determinada por el SOI (índice de variación de la presión entre dos puntos alejados del océano Pacífico). La segunda cusa intensas lluvias e inundaciones en las regiones costeras más fértiles, al sur y oeste del país y la Isla de Tasmania.
Ya vimos el consumo de nutrientes, analicemos el consumo de agua y veamos su consecuencia en el ambiente.
Para entrar en tema cito textual “Si bien no existen estudios concretos en Uruguay, en general se entiende que cada eucalipto consume en promedio unos 30 litros de agua por día. La mayoría de las plantaciones de eucaliptos tienen 1.100 árboles por hectárea. Haciendo un simple cálculo aritmético, se concluye que esas plantaciones consumen diariamente la gigantesca cifra de 6.864 millones de litros, que equivale a una fila de camiones cisterna de 20.000 litros que empieza en Montevideo y termina mucho más allá de Río de Janeiro. ¡Todos los días!” [11]
Las cuentas están bien hechas pero referidas únicamente a las 208.000 ha que poseen en conjunto Botnia y Ence. Si consideramos el total de la superficie forestada, el consumo diario es mucho mayor. Y si sumamos el consumo de agua de todos los cultivos, más las pasturas naturales, el monte nativo, los animales y hasta los humanos que habitan en Uruguay el consumo es infinitamente mayor.
Lo que está mal es el concepto. El agua cumple un ciclo en la naturaleza. Parte importante de ese ciclo es la evaporación y evapotranspiración, dos mecanismos por los cuales el agua vuelve a la atmósfera en forma de humedad. Ocasionalmente y de acuerdo a diferencias locales de temperatura, parte de esa humedad relativa se puede condensar y vuelve a la superficie del suelo. Pero el volumen mayor y más significativo se integra a la atmósfera para volver nuevamente como precipitación.
Entonces debemos ajustar las palabras ya que el concepto consumo tiene una implicancia negativa y expresado como está en ese contexto parece que el agua literalmente desapareciera. No es así, el agua sigue en el ciclo. En este caso el agua se utiliza, no se consume o desaparece.
De acuerdo a los datos del texto y para esa densidad de plantación, los eucaliptos utilizan 3,3 mm/día [12, 13] . Este resultado es coincidente con un trabajo de investigación realizado en la Provincia de Santa Fe donde se obtuvieron valores promedios de 1,6 mm/día y de 3,8 mm/día de transpiración en E. dunii, una de las especies de mayor requerimiento de agua. La diferencia en los valores está relacionada con la pluviosidad anual registrada: 549 y 1375 mm/año respectivamente [14].
Se han hecho muchos estudios relativos al empleo de agua por los eucaliptos. En una región de la India con una pluviosidad anual similar a la de Uruguay (1300 mm/año) se determinó que el E. globulus trans-pira 347,5 mm/año (promedio 1 mm/día). Los restantes 953 mm/año quedan disponibles para la esco-rrentía superficial, evaporación, interceptación e infiltración [15].
De hecho en la bibliografía se manejan varias metodologías para estimar el uso de agua por los eucalip-tos y otros cultivos, destacando modelos matemáticos que contemplan todas las variables involucradas en el ciclo hidrológico o aún midiendo directamente el flujo de savia mediante sensores colocados en el interior del árbol. Los resultados son convergentes en las conclusiones indicando que el eucalipto tiene una elevada eficiencia en el uso del agua (EUA) para producir biomasa.
1 kg GIRASOL / 3250 Litros * |
1 kg PAPA / 2000 litros ** |
1 kg SOJA-TRIGO / 1700 litros *** |
1 kg MAIZ / 1000 litros ** |
1 kg AZUCAR / 500 litros ** |
1 kg MADERA / 350 litros ** |
No obstante esta alta eficiencia, es innegable que los cultivos de eucaliptos introducen un factor nuevo que de alguna manera incide en el ciclo hidrológico ya que la evapotranspiración es mayor que en praderas o en flora arbustiva. En el trabajo de investigación y relevamiento que realizó Danilo Antón, estudiando el Sistema Acuífero Litoral, fue cuantificado el efecto de las plantaciones forestales en la recarga de acuíferos e indica las medidas adecuadas para compensar y aún superar el efecto negativo, implantando sistemas de reducción del flujo superficial y tajamares escalonados de retención de fondos permeables entre otras medidas. Con esto se lograría captar un volumen significativo del agua que integra la escorrentía, estimada en un mínimo de 50% de la precipitación torrencial.
Sin embargo, dado el régimen irregular de lluvias en el país, me atrevo a sugerir que estas medidas son recomendables para aplicarlas en toda la superficie del territorio donde exista o se prevea una explota-ción agrícola, como hemos visto en la utilización de agua de algunos cultivos en la tabla anterior. Con la salvedad, obviamente, de tener en cuenta que estos sistemas de retención no modifiquen en forma apreciable los caudales de recarga de los cursos superficiales alimentados por el volumen de escorrentía que se intenta retener.
El déficit hídrico que muchas veces se padece en el país no es de ahora; desde siempre y periódicamen-te ha sucedido en mayor o menor grado. Aún en ocasiones el volumen anual de lluvias total no es signifi-cativamente diferente al promedio, pero sucede que la distribución temporal o espacial, así como la intensidad, provoca también situaciones de déficit importantes.
Grandes sequías han asolado el país como la de 1916-17 o en 1933-35 cuando se secó la Laguna de Castillos. En los años 1943 a 45 la mortandad del ganado vacuno en los departamentos de Salto y Artigas fue enorme y los bañados de Rocha ardieron durante meses, ya que la turba seca es un buen combustible [16].
En los años recientes hemos tenido también déficit hídrico localizado en algunas regiones del país. Aún cuando no exista vegetación que extraiga agua del suelo, se produce la evaporación natural asociada por el índice de humedad relativa y temperatura del aire, velocidad del viento e insolación. En verano por ejemplo puede tenerse una evaporación de 10 mm/día, lo que significa una extracción de 100.000 litros por hectárea en cada día, bastante más que la evapotranspiración asociada a los eucaliptos. De hecho es fácil observar, como en el verano y otoño pasado, que cuando en la pradera había pastura seca el lugar donde estaban los pastos más verdes y abundantes era bajo las superficies forestadas, ya que los árboles ofrecen una protección y abrigo contra el viento y la evaporación.
Finalmente analicemos el hecho que según el estudio de suelos que mencioné, se observa un incremento de arcillas en el horizonte B del sitio estudiado. Sin duda que si hay un aumento de las arcillas disminuye la permeabilidad por lo que se introduce un efecto de retardo en la percolación del agua hacia los niveles inferiores del freático. Pero debemos considerar que en condiciones de saturación de agua, aún en la condiciones subsuperficiales el agua se va a desplazar hacia cotas inferiores siguiendo las curvas de nivel. Y además las raíces de los eucaliptos, que pueden alcanzar hasta los 2 m de profundidad (el 90% de las raíces están en el primer 1,5 m), penetran en el horizonte B modificando su estructura y facilitando de alguna manera la migración inferior del agua.
En la prensa se menciona reiteradamente casos de pozos que se han secado por culpa de los eucalip-tos. En una de esas crónicas mostraron con un documental el caso de un predio cercano a la ciudad de Mercedes donde no tenían agua. Para mi asombro la cámara mostraba el interior de los pozos donde se vía claramente que había agua (de aspecto sucio y con un envase plástico flotando) el caño de toma estaba por debajo del nivel.
A mi criterio, si de verdad se puede vincular la escasez de agua con el cultivo de eucaliptos a través de los estudios correspondientes, entonces el propietario de ese predio está en condiciones, desde hace años, de plantear una demanda para ser compensado. El proceso de estudio debería ser relativamente sencillo, comprobando de qué tipo de pozo se trata, profundidad, mantenimiento periódico, comporta-miento histórico del o de los pozos tanto del predio como los cercanos para saber si se secaban o no antes de la presencia de los eucaliptos en el área y vinculando las posibles situaciones extremas detec-tadas con los registros pluviométricos.
Además se puede evaluar el comportamiento de pozos similares en distintos puntos del país donde no esté presente la forestación y también compararlos. Únicamente así podemos saber con exactitud las razones. El argumento que se basa en que se secó el pozo y hay eucaliptos entonces la culpa es de los eucaliptos no parece que sea suficiente. De todas maneras sería muy bueno hacer ese estudio ya que su resultado va a enriquecer el conocimiento y las eventuales medidas correctivas, en caso que sea necesa-rio aplicarlas, pueden ser extensivas a otros sitios en que se detecten casos puntuales similares a éste.
Forestación versus otras Producciones
Una vez un periodista, haciendo gala de una extraordinaria capacidad de síntesis, me puso el micrófono adelante y me preguntó: ¿Uruguay forestal o ganadero?
En realidad estaba expresando la duda que se le plantea a las personas en general con todo lo que se habla en contra de los eucaliptos interpretando que la actividad forestal es excluyente de otras formas de producción. No es así.
Mi respuesta al periodista fue que Uruguay debía ser ganadero, arrocero, sojero, frutícola por decir algu-nos y además forestal.
La forestación y actividades industriales y comerciales relacionadas agregan producción, no restan o suplantan. Aumenta la capacidad de las cadenas productivas. Amplía y diversifica las posibilidades de generar riqueza.
Si observamos lo que ha pasado en el mundo en los últimos años desde 1987 a 2005, cuando global-mente aumenta el ritmo de forestación, vemos que de acuerdo a los datos de la FAO [16] el incremento en la producción mundial de alimentos fue de 46% mientras que en Uruguay ese incremento fue de 82% en el mismo período. Recordemos que en Uruguay no sólo la forestación artificial fue la que aumentó en este período, sino que también la superficie cubierta por los bosques nativos se incrementó en 141.000 hectáreas.
Para abundar en información tomemos los datos de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias del MGAP en algunos rubros, producidos en los años 1990 y en el 2005, como valores comparativos en la siguiente tabla.
1990 | 2005 | % aumento | |
Rubro | Toneladas | Toneladas | |
Cebada | 133.500 | 406.500 | 204 |
Maíz | 133.500 | 250.592 | 88 |
Arroz | 522.097 | 1.292.400 | 148 |
Trigo | 417.400 | 532.600 | 28 |
Soja | 15.387 | 478.004 | 3007 |
Girasol | 58.355 | 150.484 | 158 |
Miles de Toneladas en Pie | |||
Carne Bovina | 647.507 | 1.133.025 | 75 |
Millones de Litros | |||
Leche | 936 | 1.494 | 60 |
Por más que debemos considerar que ha habido fluctuaciones de producción entre el año inicial y el final del rango presentado, la tendencia es netamente creciente.
En ocasiones se suele citar a los demás para expresar mejor los propios pensamientos. Nada más adecuado, ante los resultados de la tabla, que tomar las palabras del Prof. J. Balseiro [18]: “El agua y la explotación agropecuaria tradicional ... gozan de buena salud” y que “...nadie le roba nada a nadie. Ni el agua ni la tierra desaparece, ni es birlada por un árbol”.
¿Cuánto significa en porcentajes la actividad forestal en los resultados económicos?
De acuerdo al Anuario 2005 de la DIEA – MGAP el aporte a la producción bruta en el país al año 2004 es de 60,8 % del total de pecuaria, el 31,8% corresponde al total de la agricultura y el 7,4% a la silvicultura. Algunos dirán que es apenas o nada más que el 7,4%, pero no olvidemos que ese resultado proviene de una fracción de la superficie forestada que entra en el ciclo comercial y que cada año no supera el 1% de la superficie país.
En cuanto a los valores de exportación para el año 2004 la forestación representó un 5,3% y la carne bovina, el rubro de mayor participación del sector, correspondió al 23,5%. Pero, de nuevo, debemos considerar que el 5,3% se produjo en menos del 1% de la superficie del país mientras que la producción de carne ocupó aproximadamente el 70% de la superficie.
En términos de valores absolutos de acuerdo al Censo Agropecuario de 2000 (DIEA – MGAP), la renta-bilidad anual de una hectárea forestada es de U$S 272, mientras que la rentabilidad para cereales y oleaginosos es de U$S 244, la lechería es de U$S 170 y la producción de carne y lana es de US$ 56.
Hasta aquí he estado comparando la forestación y la ganadería, en algunos casos, tal como si una desplazara a la otra. En realidad esto tampoco es cierto. Ya tiene años de desarrollo la metodología de silvopastoreo que implica, básicamente, el aprovechamiento de las pasturas en las zonas forestadas. En Uruguay se está comenzando a implementar y difundir en lo que se ha dado en llamar “negocio en dos pisos”: mientras el ganado se alimenta los árboles siguen creciendo, aplicable a plantaciones destinada a pulpaje pero fundamentalmente a aquellas plantaciones de productos aserrables, donde existe un período de 20 años para cosecha pero con plantaciones de menor densidad por la poda y raleo.
En la propia Dirección General Forestal se está llevando un registro de experiencias nacionales de este tipo en establecimientos donde se está realizando un aprovechamiento combinado integrando la fores-tación con el pastoreo de bovinos, ovinos y equinos [19].
En lo personal conozco los resultados de un establecimiento de 1000 ha en la zona de las sierras de Lavalleja donde existen 700 ha forestadas. En ese mismo campo se realiza engorde de ganado por capitalización. Llamativamente tiene en promedio anual unas 700 a 800 cabezas, la misma cantidad de bovinos que antes de haber sido forestado. El administrador es una persona muy meticulosa y detallista, lleva registro de toda la información, incluso pesando periódicamente a una muestra representativa de los animales.
Observó para su asombro que durante el invierno el ganado no pierde peso sino que sigue acumulando kilos y llega en muchas mejores condiciones a la primavera. Esto es debido al efecto de protección y abrigo que ofrece la forestación. El microclima generado, tanto interno en la plantación forestal como el efecto en su área de influencia (una distancia igual a 8 veces la altura de los árboles) como cortaviento, suavizando los extremos de temperatura permite que exista un menor gasto energético en producir calor interno.
Hemos planteado para aplicar en el mismo campo una mejora de las pasturas de la zona no forestada, un área de producción de forraje y utilizar pastoreo por franja con el planteo de llegar a tener una capaci-dad soporte que permita incrementar la población de ganado entre 20 y 25%.
Forestación y Generación de Empleos
Este es un tema sensible en el que también se manejan datos presentando a la forestación como la actividad que genera menor mano de obra, comparando una ocupación de 4,49 y 5,84, respectivamente para la forestación y la ganadería, por cada mil hectáreas [20] a partir de un análisis que hizo el Téc. Forestal Ricardo Carrere.
Aquí me permito un comentario personal; siempre me llamó la atención esta ocupación ya que hace más de 30 años, cuando trabajaba justamente como peón de campo, éramos en total 3 para casi 1.800 ha con vacunos y ovinos. Obviamente estábamos muy debajo de la media.
En franco contraste con los datos que se presentan, las conclusiones de un trabajo de síntesis de infor-mación realizados por el Ing. D. San Román [21], basados en la misma fuente de información que cita Carrere que es el Censo Agropecuario del 2000, llega a conclusiones más que interesantes. Sin tomar en cuenta los puestos zafrales en la actividad forestal ni los empleados en viveros para la producción de plantas así como tampoco los trabajos de contratistas, los empleados permanentes son de 2 a 9 por cada mil ha y de 1,96 a 2,65 en la actividad agropecuaria en la misma superficie.
Pero se debe tomar en cuenta además que la mayoría de los establecimientos forestales no habían llegado a esa fecha, no todavía lo han hecho, a los momentos de mayor actividad desplegada cuando llegan a una etapa de equilibrio en que se desarrollan otras actividades vinculadas al quehacer forestal (cosecha, tareas previas a las replantaciones y replantaciones, producción de plantas, vigilancia y man-tenimientos, podas, etc).
En conclusión, considerando todas las tareas involucradas la actividad forestal empleaba al año 2000 entre 7 y 11 personas cada 1000 ha. Pero lo que se puede considerar aún más interesante es que a partir de los datos de la DGF y del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, la permanencia de residen-tes en el campo en predios forestales ha aumentado al doble, revirtiendo las consecuencias de la emi-gración rural.
Cuando se habla de actividades forestales incluyendo complejos forestoindustriales, la ocupación es del orden de 20 personas por cada 1000 há.
Cuando Vázquez Platero realizó el análisis del desarrollo forestal, basado en los bosques plantados en el período 1989-1994 y contemplando el plazo de producción de 24 años, estimó una ocupación total per-manente de 22 personas cada mil hectáreas forestadas bajo proyecto.
Recurro a una fuente inobjetable de información para comparar con números de la realidad ya que hasta aquí he presentado estimadores o indicadores basados en números globales.
El Sindicato de Obreros de la Industria de la Madera del Norte del País (SOIMANORPA), constituido en marzo de 2004, manifiesta que 4 empresas forestales y forestoindustriales del norte del país ocupan en forma directa unos 3.000 obreros [22]. La suma total de la superficie ocupada por estas empresas es aproximadamente 200.000 há, lo que equivale a 15 personas por cada 1000 há.
Algunas Consideraciones Finales
Debemos tener en cuenta que la madera tiene un uso masivo y generalizado pero a la vez surge de un recurso renovable. Hay aproximadamente 10.000 productos derivados de la madera cuyos potenciales sustitutos consumen entre 9 y 30 veces más energía, contaminantes y no reemplazables. De acuerdo a datos aportados por Raga [23] en base a información de la FAO, la madera es el commodity de mayor volumen de comercialización y lo seguirá siendo. La mitad de ese volumen se usa como combustible renovable. Raga toma en cuenta un incremento anual mínimo sostenido de 1,5% de la demanda (en otros estudios se toma el 2,1%) en el mundo previendo para el año 2040 un volumen de 3 billones de metros cúbicos/año de madera de uso industrial. Esta oferta puede ser atendida sostenidamente con 148.000 millones de ha forestadas con especies de alto crecimiento. Esta superficie representa sólo el 5% de la superficie de los bosques del mundo.
En Uruguay se llevó adelante un plan que se está ejecutando, y se proyecta promisoriamente en el futuro, que le permite integrarse inteligente y satisfactoriamente en la producción de madera y comercialización de madera a partir de bosques cultivados.
Está lejos de mi intención plantear una defensa acérrima y caprichosa de la actividad forestal en el país. Mi objetivo es presentar la situación y la evolución de esta actividad desde diferentes ángulos y en un contexto adecuado, basándome en estudios y datos aportados. En realidad estoy en contra de forestar indiscriminadamente pero es claro y evidente que en el país se ha forestado aplicando criterios de regul-ación y control adecuados.
Todas las actividades que potencialmente tengan una incidencia ambiental y económica debe necesa-riamente ser controlada y revisada continuamente. El desarrollo forestal no escapa a esta situación y es un aspecto que se está realizando por parte de profesionales y técnicos que han acumulado mucha experiencia y conocimiento, tanto en el estado como en la actividad particular.
Uno de los principales efectos de esa continua revisión y mejora es la modificación del marco normativo que regula la forestación y los planes futuros de incremento de actividades potencialmente asociadas. Y el principal indicador que hasta ahora se han ejecutado de manera correcta los planes dentro de la ley es que los mapas de las zonas forestadas coinciden casi exactamente con los suelos previamente definidos como de prioridad forestal.
Pero todo indica que, cualquiera sea el abordaje del tema que se trate, la forestación resulta en un efecto positivo. Respecto a las consecuencias en la biodiversidad poco más queda para agregar más allá de los resultados presentados por los estudios realizados, donde se están recuperando aún especies consi-deradas extinguidas en el país. Desde el punto de vista productivo es una actividad que suma desarrollo, generación de divisas y fuentes de trabajo sin que exista un desplazamiento significativo y trascendente de otras actividades vinculadas al recurso suelo.
Debemos tener en cuenta que cuanta mayor diversificación exista en la actividad económica de un país, resulta globalmente menos sensible a la oscilación de efectos económicos externos. Respecto a los efectos en el agua y el suelo considero que, como mínimo, los argumentos que se manejan oponiéndose a la forestación son francamente exagerados. Por esto mismo, completando la frase del título, yo diría que los supuestos desiertos gozan de buena salud. Pensemos que hay quien ha ofrecido pagar U$S 100 por cada ha de desierto provocado por los eucaliptos y hasta ahora nadie se ha presentado.
Cuando observo esta actividad desde el punto histórico llego a la conclusión que estoy frente a uno de los planes de largo plazo que se presenta como plenamente exitoso tanto en la situación actual como en la perspectiva futura. El estado, todos nosotros, realizó una inversión en forma de subsidios pero está más que demostrado que este aporte ha resultado y resultará en un pingüe negocio para las arcas estatales, de nuevo todos nosotros. En ese sentido no he encontrado otro caso que se asemeje en la historia del país. Creo también que esto debemos tomarlo como un ejemplo a seguir, acostumbrarnos por un lado a pensar en término de décadas y proyectar en función de esa escala temporal y por otro actuar de acuer-do a las normas más estrictas y modernas, incorporando en todas las etapas productivas, cualquiera sea la actividad, planes de gestión ambiental adecuados para ser certificados.
En el mundo ha habido un cambio que creo que ha pasado desapercibido por estas latitudes. El concep-to mercantilista de obtener la máxima ganancia en el mínimo plazo ya ha perdido algunos escalones, por sobre ese concepto prevalece el objetivo de permanencia en el mercado a través del respeto por el con-sumidor y el ambiente en un enfoque de responsabilidad empresarial y social.
Uruguay no es un país chico. No sé en que momento de la historia o por cual razón empezamos a vernos así, autodenominarnos como el paisito y casi actuar en función de esa percepción. Creo que debemos revertir ese concepto e incorporar audacia emprendedora. Deberíamos volver al ejemplo de la CIDE que estudió la situación del país en la década de 1960 y se proyectó a varios años en el futuro, tiempo en el cual vivimos ahora.
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