por Carlos A. Ortiz
Sin perjuicio de existir personas sanamente preocupadas por el medio ambiente, que buscan pro-tegerlo desde posturas racionales, basadas en postulados científicos, y sin oponerse al imprescin-dible desarrollo socio económico; también coexisten militantes de cerrado fanatismo, por lo general agresivos e intolerantes en extremo, para quienes los "escraches", el patoterismo piquetero, los "aprietes" de todo tipo, y otras manifestaciones de violencia, son el modus operandi habitual.
Adviértase que esa es la metodología de Greenpeace, de otras transnacionales de la ecolatría (como WWF), y de grupúsculos de fanáticos intolerantes; con grandes puestas en escenas cargadas de emotividad pero usualmente vacías de verdades científicas, o –peor aún- llenas de verdades a medias, que tienen por objetivo instalar por la fuerza un tema en la sociedad, sembrando la duda, el desconcierto, y todo tipo de miedos irracionales.
Cuando las mañosas argucias de ese tipo de fundamentalistas son rebatidas en forma contundente; con profusión de informes técnicos y con basamentos científicos; siempre les queda a mano el último recurso: el de sentirse "ofendidos" o "agredidos", por quienes puedan tener la "osadía" de refutar los dogmas "ecológicamente correctos", los que por regla general suelen ser verdades a medias amañadamente manipuladas, cuando no verdaderos disparates que no resisten ningún razona-miento coherente y bien fundamentado.
Precisamente ese sentimiento de "sentirse agredido" manifestó en el diario El Territorio del viernes 27/04/07, un conocido dirigente ecologista misionero, en un largo artículo plañidero y cargado de sentimentalismo, pero –como siempre- hueco de las mínimas fundamentaciones imprescindibles para cualquier debate o cambio de ideas serio, coherente y con visión de grandeza nacional.
Ese dirigente y activo militante del ecologismo "duro", más bien es un conocido mili-tante antirrepresas a ultranza , pues su enjundia ecologista parece centrarse casi exclusiva-mente en atacar los proyectos hidroeléctricos, dedicándole poco o ningún esfuerzo –según todo parece indicar- a temas de real gravedad ambiental en Misiones, como el uso y abuso de los agrotó-xicos (precisamente en el entorno de la localidad que vive se dan los peores índices de malforma-ciones congénitas de todo tipo, las que según diversos informes médicos son originadas por los fosforados que se utilizan principalmente para eliminar las plagas que atacan los cultivos de tabaco).
También son escasas las manifestaciones de este ecologista (y de otros en esta provincia) para con-denar y proponer alternativas factibles al desmonte que está terminando con los bosques nativos, otrora orgullo de todos los misioneros; y otros problemas varios.
Es importante dar el contexto al fuerte movimiento antirrepresas que se instaló como uno de los ejes principalísimos del dogmatismo ecologista. Es bueno enfatizar que los dogmas son ideas insta-ladas sobre las cuales no se admite ninguna discusión ni razonamiento. Los dogmas son propios de las religiones, y en ese contexto deben ser respetados, en un marco de tolerancia y coexistencia debida y totalmente necesaria en los aspectos religiosos. Pero los dogmas son totalmente incom-patibles con la técnica y la ciencia. Analicemos sintéticamente como se desarrolló el movimiento ecologista a nivel mundial.
Desde su creación a fines de los años '60, fogoneado, financiado e incentivado por el Club de Roma (constituido en 1968, y cuyo primer documento vio la luz en 1972), el movimiento ecologista adqui-rió un fuerte cariz dogmático; y como tal se cargó de fanatismo, irracionalidad, y escasos fundamen-tos científicos. Al punto tal que para más de un analista serio y concienzudo, el ecologismo pasó a ser una nueva seudo religión pagana, que al adorar a Gea ( La Tierra) han llegado a extremos en muchos casos cargados de planteos incoherentes.
El documento primigenio del Club de Roma adquirió un fuerte cariz genocida, al exigir el abrupto detenimiento de todo proceso de desarrollo socio económico, lo cual equivale ni más ni menos que condenar a la muerte por inanición y por plagas de todo tipo, a más de las dos terceras partes de la población mundial. En línea con semejante bárbaro neomaltusianismo, varios seudo intelectuales enrolados en el ecologismo duro no dudaron en calificar al ser humano como "al azote de La Tierra" y otros calificativos semejantes. ¡¿Eso es humanismo?!
Greenpeace fue calificada como agente al servicio del MI6 (el servicio secreto británico), y existen afirmaciones concretas de estar financiada por la petrolera anglo holandesa Shell. Por su parte, el primer Presidente de World Wild Fund (WWF) fue su "graciosa majestad" el príncipe consorte Felipe de Edimburgo, el mismo que en los años '60 viajó a Argentina para "sugerirnos" echar por la borda nuestro por entonces importante desarrollo industrial. Por su parte, Greenpeace fue el ariete con el cual recientemente se atacó con singular dureza y malicia al Sector Nuclear Argentino, preci-samente el sector tecnológico en el cual Argentina está entre las diez naciones más avanzadas. ¡Que casualidades! ¿no?
Por algo la Rusia de Putin expulsó de su país por operaciones de espionaje a casi dos centenares de organizaciones seudo ecologistas.
Por otra parte, sin duda no es casualidad que todo el abanico ecologista "duro", ataque exclusiva-mente a las centrales hidroeléctricas y las nucleares, pero jamás -¡jamás!- a las centrales termoeléc-tricas, que funcionan en base a hidrocarburos. ¡Como van a atacar a sus "patrones" y financistas!
De hecho, muchos militantes duros de las pequeñas organizaciones ecologistas de corte fundamen-talista, pueden tener otras motivaciones. Muchos desconocen al "poder detrás del trono" y actúan de buena fe, seguramente varios son simplemente tozudos que se niegan a reconocer la banalidad y negatividad de sus huecas argumentaciones, otros buscan notoriedad, algunos canalizan sus frustra-ciones de antiguos militantes o simpatizantes del comunismo, del anarquismo y otros "ismos" vio-lentos y cargados de resentimientos, etc.
Las "alternativas" que estos militantes antirrepresas postulan van de lo sencillamente disparatado, a lo inaplicable técnica y económicamente. Dentro de lo disparatado, recordemos a aquel enjundioso ecologista que en carácter de "desafío" proponía abastecer a Misiones (y a Argentina) … ¡con ener-gía solar del Sahara!
También en la misma línea de incoherencia total, están los que pretenden reemplazar las mega presas hidroeléctricas con micro centrales. Eso es como querer reemplazar a una flota de grandes excavadoras mecánicas con una pala de 40 m3 de capacidad, enormes camiones de 300 toneladas de carga útil; con un pico, una pala y una carretilla de mano.
Dentro de las falsas "alternativas", llenas de dificultades técnicas y de altísimos costos por KWh, están las mal llamadas "nuevas fuentes de energía", como la solar, la eólica, la geotermia, etc. A sus insalvables limitaciones e incluso a sus importantes poluciones ya me he referido en muchas ocasio-nes, por lo que en mérito a la brevedad a esos previos artículos me remito. Cabe aclarar que los países que lograron cierto grado de aplicación de la energía eólica en sus matrices energéticas, lo hicieron en base a fuertes subvenciones, las cuales compensan al exportar estos carísimos y comple-jos molinos eólicos, de cortas vidas útiles, en comparación con las casi eternas presas hidroeléctricas.
Adviértase que ante las demoras acaecidas en los Planes Nuclear e Hidroeléctrico en Argentina, se ha tenido que recurrir de urgencia a la instalación de nuevas usinas termoeléctricas, muy polucio-nantes, de altos costos por KWh …¡pero que no originaron ningún reclamo "ecologista"!.
La generación hidroeléctrica sigue siendo la más limpia y la más económica por KWh. ¡Pero además estamos en una crítica situación de nuestro mercado eléctrico, entrando ya al colapso! Para salir del atolladero al que nos llevó la antiplanificación neoliberal, debemos apelar a todas las alternativas de generación, pero por sobre todo a las que no consumen nuestros escasos hidrocarburos, o sea la hidroeléctrica y la nuclear.
Respecto al meneado "plebiscito antirrepresas" de 1996, es bien conocido que "se montó todo el circo" en base a gruesas falsedades con las que la espuria sociedad de ecologistas fanáticos y polí-ticos "juntavotos" y/o de escasos valores éticos engañaron a la opinión pública. A todo ello me referí abundantemente en varios artículos, a los que también en mérito a la brevedad me remito.
De paso, reitero que en no menos de tres oportunidades –en medios escritos y radiales- "hice el convite" de un debate público a los "ecologistas antirrepresas" de Misiones; entre quien suscribe y un ecologista vernáculo, con un moderador serio y en un contexto académico, libre del patoterismo de los militantes piqueteros, …¡y jamás me respondieron!
Sin energía abundante no es posible el desarrollo ¡Oponerse a las represas es oponerse al desarrollo socio económico!
C.P.N. Carlos Andrés OrtizVea desde donde nos leen
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