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Realmente, ¿cuán “caritativa” es Greenpeace?

Por Thomas Deichman
De SpikedOnLine.com
Lunes 12 de febrero, 2007

Thomas Deichman informa desde Alemania, donde Greenpeace parece estar a punto de perder su status de organización “caritativa” a causa de sus campañas explícitamente políticas

El grupo ecologista Greenpeace es reconocido en Alemania como una organización de caridad sin fines de lucro. Pero ahora el gobierno alemán está planeando reducir los beneficios impositivos asociados con este status –y los activistas de Greenpeace están furiosos. Pero, ¿es realmente Greenpeace una organización de caridad?¿Se beneficia la sociedad por sus campañas?

Los activistas alemanes de Greenpeace son perseverantes. La organización gasta millones de Euros todos los años, a veces en algunas iniciativas espectaculares. También publica numerosos folletos, panfletos y gacetillas, argumentando contra la introducción de la ingeniería de productos genéticamente modificados (GM) en la agricultura y la producción de alimentos en Alemania. Sus esfuerzos han tenido su impacto: el escepticismo del público acerca de los GM permanece alto, y los políticos alemanes están reacios a promover el uso de cultivos GM.

Una razón por las que la organización con base en Hamburgo ha conseguido llevar a adelante tales actividades de alto perfil es porque tiene el status de “organización de caridad”, lo que significa que está exenta de altísimos impuestos. Recientemente, sin embargo, el gobierno alemán anunció sus planes de reformar las leyes alemanas sobre las organizaciones de caridad y las donaciones, y desde entonces Greenpeace y otros grupos han estado alzados en armas.

Greenpeace puede tener un elevado perfil público, pero las donaciones a la ONG se han reducido en los últimos años. En diciembre de 2006, los líderes de Greenpeace anunciaron que estaban despidiendo a 20 de sus 160 empleados en Alemania, y recortando el sueldo del resto. Dos meses antes, en Octubre, Greenpeace Alemania anunció que estaba discontinuando su campaña Einkaufsnetz, que había lanzado en 1997 para alentar a los alemanes a cambiarse a automóviles de mayor eficiencia en el uso de combustibles, comprar comida orgánica e invertir en fuentes de energía alternativas. Aparentemente, el proyecto se convirtió en demsiado costoso, y tuvo un éxito muy limitado. Ahora, el anuncio del gobierno de reformar la ley de organizaciones de caridad pone en riesgo la misma existencia de Greenpeace.

¿Qué es una “caritativa?

El fondo de las planeadas reformas del gobierno alemán es el sostenido aumento del llamado “tercer sector” de las sociedades de caridad, iglesias y asociaciones. Desde que las leyes de caridad fueron implementadas en 1989, ha sido muy fácil para esta clase de organizaciones ser certificadas como instituciones de caridad, exentas de ciertos impuestos. Esas exenciones impositivas han, según las cifras del gobierno, llevado a una declinación de los ingresos de impuestos de unos 10 mil millones de Euros anuales.

En agosto 2006, el comité científico asesor del Ministerio Alemán de Finanzas publicó un informe que no ahorró palabras. Argumentó que hubo una “caótica proliferación” de organizaciones caritativas, que había permitido a grupos de intereses especiales evitar el pago de ciertos impuestos y ganar una excesiva influencia en el público como resultado de ello. El coité asesor dijo que hay una necesidad urgente de una “clara restricción de los privilegios impositivos actualmente asociados con el status caritativo.”

Varias organizaciones están protestando en contra de las reformas propuestas, temiendo muchas de ellas que no podrán sobrevivir en un mercado libre. Uno de los grupos que más hace escuchar su voz es la Asociación Alemana de Servicios de Bienestar No Estatales, que representa a los líderes del mercado alemán de servicios de bienestar: la Protestante Diakonie y la Católica Caritas, la Asociación de Bienestar de los Trabajadores, la Cruz Roja Alemana, y la Paritätischer Wohlfahrtsverband. Estas organizaciones han rechazado de manera unánime la reforma propuesta, ya que las actuales leyes impositivas garantiza su existencia como grandes corporaciones.

Con aproximadamente 500.000 empleados full-time, la Caritas de Alemania es la empleadora más grande de Alemania. Tomados en conjunto, todos servicios no estatales de bienestar proveen actualmente 1,5 millones de empleos, y estos servicios tienen un retorno anual de 55.000 millones de Euros (de acuerdo con el Instituto de Investigaciones Económicas de Colonia). Según el economista de Hamburgo Dirk Meyer, la exención de estos servicios de bienestar de los impuestos corporativos y de comercio le confiere una ventaja competitiva de alrededor de 600 millones de Euros.

Greenpeace también se beneficia de manera significativa de los privilegios impositivos. Al final de 2006, tenía 550.000 donantes y generó un ingreso anual de aproximadamente 40 millones de Euros. Esto quiere decir que la oficina de Hamburgo tiene el ingreso más alto de cualquier equipo de Greenpeace, estando al tope de la lista de las 27 sucursales de Greenpeace en el mundo. En consecuencia, si Greenpeace Alemania tiene su status caritativo revocado o disminuido, entonces podría tener implicaciones para Greenpeace Internacional, para la organización toda. La oficina de Hamburgo paga regularmente una gran proporción de los costos globales de las actividades de Greenpeace. Sólo en el 2006, Greenpeace Internacional gastó más de 12.000 millones de Euros en campañas internacionales.

El comité experto del Ministerio de Finanzas ve a la actual ley demasiado generosa para acordar exenciones de impuestos. Una de sus propuestas claves para la reforma a desarrollar una clara definición de “status sin fines de lucro” para el código impositi-vo. Los expertos quieren que los beneficios impositivos sean acordados solamente a las organizaciones que proveen “reales beneficios colectivos” –en otras palabras, organizaciones que no sólo afirman en sus estatutos que el público en general se bene-ficia de sus actividades, pero que también suministren la prueba de esos beneficios. Los hacedores de decisiones en Berlín ahora están en un gran acuerdo sobre que las iniciativas emprendidas por las iglesias y otras asociaciones de caridad deberían continuar recibiendo los beneficios, pero hay evidencia de que quieren restringir tales beneficios para los grupos activistas que se autodescriben como “caritativos” –incluido Greenpeace.

“Protección Ambiental”

El status de “caritativo sin fines de lucro” de Greenpeace deriva de su declara meta de actuar como “una organización ecológica internacional para aumentar la toma de conciencia de los problemas ambientales e impedir la destrucción de los recursos naturales que forman la base de la vida humana, animal y vegetal.”

El código de impuestos alemán explícitamente lista la protección del ambiente como una causa que califica para beneficios impositivos. Sin embargo, los expertos del Ministerio de Finanzas están reclamando una manera más precisa de medir “los beneficios colectivos” ofrecidos por los grupos verdes. Ellos proponen que, para calificar para una actividad caritativa, la protección ambiental no debería estar dirigida “de manera primaria a la influencia política sobre la opinión pública”; en lugar de ello, se debería evaluar cuidadosamente los resultados específicos de las actividades ambientales, y sobre todo, deben ser probadas.

Algunas de las actividades de Greenpeace cumplen con estos requisitos. Por ejemplo, recientemente Greenpeace reveló que los pesticidas cuyas licencias habían sido canceladas estaban todavía disponibles en la industria agrícola y se pueden hallar en algu-nas frutas. Esto se podría considerar un mensurable acto de “protección ambiental.”

Sin embargo, hay una razón por la que los expertos del comité están haciendo foco sobre Greenpeace. Han notado que las campañas de Greenpeace apuntan fuertemente –quizás hasta de manera primaria- a ejercer una influencia política sobre la opinión pública. Greenpeace hasta busca influenciar a las decisiones parlamentarias y el comportamiento de los votantes. Esto es claro en el activismo del grupo contra la energía nuclear y la prohibición de la ingeniería genética en Alemania.

El costo de estos esfuerzos para influir a la opinión pública en relación con algunas agendas es considerable. En el año financiero de 2004, los gastos de comunicación se elevaron a 7,7 millones de Euros en el presupuesto de Greenpeace Alemania. Otros 2,5 millones de euros se gastaron en publicidad. Los gastos para varias otras campañas sumaron unos 26,6 millones de euros más. Si las recomendaciones para reformas del comité asesor son puestas en práctica, las autoridades financieras de Hamburgo debe-rían evaluar hasta que punto las Campañas de alerta” de Greenpeace contribuyen a verdaderos mejoramientos en la protección ambiental.

El informe del comité asesor no es el primero en expresar dudas acerca de si la meta primaria de las actividades de Greenpeace es realmente la protección de los recursos naturales. Patrick Moore, quien cofundó Greenpeace en Canadá en 1971, también tiene sus serias dudas. Él cree que el impulso de las campañas del grupo fue, durante algún tiempo, dirigido primariamente a la autopromoción. Y asegura que esas erradas prioridades pueden verdaderamente terminar siendo perjudiciales para el ambiente.

Por ejemplo, More nota que el hundimiento de la plataforma de petróleo Brent Spar de propiedad de Shell Corporation en 1995 –que Greenpeace protestó en contra llamando a un boicot mundial a la Shell. No habría causado ningún daño al ambiente. En Alemania, dirigentes de Greenpeace tuvieron que reconocer que habían engañado y desinformado al público exagerando el riesgo de contaminación de los residuos de petróleo de la plataforma Brent Spar. Moore también cree que el fuerte rechazo de Greenpeace a la ingeniería genética no beneficia al “bienestar público”, ya que tien-de a aterrar a la gente sobre el uso muy seguro y de excelentes avances científicos en la producción de cultivos y en la agricultura en general.

Desde 2004, Greenpeace ha escalado sus campañas en contra de la ingeniería genética “Verde”; casi un tercio de las declaraciones de prensa que ha emitido durante los dos últimos años han sido dedicadas a la GM. Aquí, la relación entre los objetivos no esta-tales ambientales de la organización es muy tenue en verdad. Como un avance en la cría clásica de plantas, la ingeniería genética verde ofrece un rango de opciones para hacer a la agricultura más eficiente y más ecológica. Este hecho está demostrado por organizaciones científicas de todo el mundo; el comercio mundial en semillas GM está creciendo de manera sostenida porque tienden a ser productos de buena calidad. Las estimaciones sugieren que el área total de cultivos de plantas GM en el mundo se incrementará de 102 millones de hectáreas (el nivel actual) 200 millones para el 2015. Y sin embargo Greenpeace hace campañas en contra de este bien público, intentando detener los avances en ingeniería genética agrícola.

Dado el cuestionable contenido de algunas de las campañas de Greenpeace, no es realmente sorprendente que tenga su status de “Caridad” comprometido. Desde fines de la década del 90, las autoridades de Hamburgo han recibido numerosos pedidos para revisar los beneficios impositivos de Greenpeace. Hacia fines de 1999, Hermine Hacker, entonces un diputado del distrito de Hamburgo por la Unión Demócrata Cristiana, solicitó el retiro del status “caridad” de Greenpeace basado en que el grupo estaba violando la ley alemana con algunas de sus más espinosas protestas y campañas. Hecker exigió que se aplicara el Decreto de Aplicación del Código Impositivo (AEAO), que dice que a las organizaciones se les debe otorgar el status de caridad, sin fines de lucro “si sus actividades respetan el orden constitucional”. Las autoridades examinaron el asunto, pero no retiraron la condición de “caritativo”.

En la primavera de 2001, los ministros del interior del estado del norte de Alemania hicieron otro intento para forzar una revisión. Después de que Greenpeace protestara contra el transporte de contenedores con residuos nucleares de la estación Castor, Heiner Bartling del SPD, quien era entonces ministro del interior de la Baja Sajonia, argumentó que tal actividad no debía ser subsidiada por el estado. Las autoridades impositivas de Hamburgo investigaron, pero le notificaron a Greenpeace en 2003 que su status permanecería sin cambios. Hacia fines del 2004, Greenpeace fue obligado a notificar a sus patrocinantes una vez más que podría perder su condición de organización caritativa sin fines de lucro. Las autoridades impositivas criticaron esta vez a la organización por no haberse desasociado de las protestas ilegales.

Más tarde, compañías y políticos en Sajonia-Anhalt y Baviera exigieron el retiro de los privilegios impositivos de Greenpeace para los años financieros de 2004 y 2005. Eso fue porque Sajonia-Anhalt se había convertido en el foco de las campañas de Greenpeace después de que el gobierno estatal hubiese decidido subsidiar ensayos de cultivos GM a comenzar en 2004. Greenpeace abrió una sucursal en la capital del estado, Magdeburgo. Primero causó titulares en marzo de 2004 cuando 120 activistas de Greenpeace impidieron exitosamente el sembrado de trigo transgénico para propósitos de investigación al desparramar varias toneladas de trigo “eco” en los dos campos de ensayo cercanos a Bernburg y araron sembrando algo de ello en el suelo.

Se presentaron varios cargos contra Greenpeace; la oficina del procurador público en Dessau inició investigaciones contra 92 sospechosos. Y sin embargo, a principios de 2004 personas desconocidas arrancaron de raíz el último trigo transgénico de la sección del campo que había quedado utilizable para el experimento. El “experto en genética” de Greenpeace, Haenning Strodhoff dijo posteriormente que la compañía de semillas había provocado el conflicto y “no debería sorprenderse por la respues-ta”. La compañía abandonó su proyecto de investigación en Alemania poco después.

Desde el 2004, Greenpeace hizo campañas con el mismo vigor en contra de la Corporación Müller en Ba-viera y su llamada “leche gen”. Greenpeace denunció el uso de alimento GM como forraje para las vacas como un escándalo, dando la impresión de que la leche producida por esas vacas estaría, de alguna ma-nera, infectada, insalubre. De hecho, había ya mucha evidencia científica que demostraba lo contrario. Sin em-bargo tal evidencia –o el hecho de que todos los eructos agrícolas en Alemania están sujetos a profundos ensayos de seguridad antes de su aprobación, y que los alimentos para ganado GM son usados ampliamente en el mercado de la agricultura global- recibió muy poca publicidad. Más del 90 por ciento de las mezclas alimenticias para ganado es ahora clasificada como “genéticamente modificada”. Muchos científicos hicieron notar que la campaña de GrEenpeace contra la “leche gen” estaba absolutamente fuera de contacto con la realidad y carecía de cualquier base científica.

Esto dio lugar a otra cuestión en relación con el status “Caritativo” de Greenpeace. El Código Impositivo Alemán requiere que el “público en general debe beneficiarse de manera material, espiritual y moral del trabajo de los grupos sin fines de lucro”. Pero, ¿dónde está el beneficio espiritual o moral de una campa-ña que ignora los hechos científicos? La ciencia puede proporcionar evidencia fáctica de la seguridad de los alimentos GM permitidos; Greenpeace asegura que lo contrario es la verdad. La organización está perfectamente en su derecho de expresar su opinión –pero ¿es la diseminación de opiniones anticientí-ficas sobre asuntos científicos beneficiosa de alguna manera para el “público en general”? Claramente no, diría yo.

Caridades y la Ley

Las muchas actividades ilegales de Greenpeace han sido citadas como razones para retirarle su condición de “caritativa”. En la primera ronda de acciones que tomó contra la Corporación Müller en 2004, Green-peace quebró la ley de manera repetida. Después de protestas en las instalaciones lecheras y en super-mercados, Greenpeace fue inundada por cargos de invasión, coerción, daño a la propiedad y difamación. Hasta el periódico de Berlín, Tageszeitung, que es generalmente simpatizante de Greenpeace, reciente-mente escribió que los “eco-activistas” de Hamburgo eran conocidos por sus “Agresivas campañas”. Ciertamente parece ser que el quebrar la ley ha sido la marca de fábrica de las campañas de Greenpeace en los años recientes. Considérense sus actividades en 2006.

En abril 2006, miembros de Greenpeace irrumpieron en los galpones de un tambero creca de Neutrebbin en Brandenburgo, que provee a la corporación lechera Campina. Los activistas, incluyendo al agrónomo Martin Hofstetter, notaron que a las vacas se las alimentaba con mezclas GM. Los líderes de la campaña afirmaron que esta práctica normal de alimentación era un escándalo; fueron posteriormente acusados de violación de propiedad privada y robo.

En julio 2006, los activistas de Greenpeace fueron a más de 100 supermercados y señalaron a los productos de Campina, Landliebe, de contener “alimento GM”, aunque Greenpeace estaba todavía bajo la orden del Tribunal de abstenerse de tales acciones como resultado de su campaña contra Müller.

En agosto 2006, Greenpeace visitó a otro proveedor de lecha a Campina, esta vez un granjero en Wölsickendorf, en Brandenburgo. Allí, 15 activistas invadieron sus campos para recoger maíz GM que planeaban descargar frente a los cuarteles generales de Campina en Heilbronn. La protesta fue detenida por la policía, que puso a los activitas bajo custodia por un breve tiempo y recuperó el maíz robado.

Otros grupos de campaña e individuos también han públicamente reclamado la “liberación de campos” –es decir, el robo o la destrucción de cultivos GM de las granjas en toda Alemania. Greenpeace general-mente no hace comentarios acerca de tales exi-gencias. Sin embargo, los incidentes de destrucción de cultivos han aumentado desde que Greenpeace aumentó su campaña contra la ingeniería genética. Desde 1993 hasta 2003, hubo unas 60 protestas en tierras agrícolas. Desde enero 2004 hasta fin del 2006, se registraron 30 de tales eventos. La Asociación Alemana de Criadores de Plantas (BDP) estima que el costo de los daños causado por tales acciones ronda 1,5 a 2,5 millones de Euros anuales.

Algunos críticos afirman que el “mapa de ubicación” de campos de cultivos GM de Greenpeace muestra que el grupo apoya la destrucción de los campos. El mapa está publicado en el sitio web de Greenpeace, suministrando información detallada sobre la ubicación de cada uno de los campos con cultivos GM. Por supuesto, existe una enorme diferencia entre palabras y acciones en la ley, y sin dudas Greenpeace tiene el derecho a la libertad de expresión y a la libertad de protesta. También, no puede se la puede hacer responsable por los actos ilegales de otros grupos. Empero, ¿es correcto que un grupo que a veces usa o apoya los métodos ilegales para detener los desarrollos científicos y la producción de cultivos deba ser subsidiado por el gobierno? Las leyes de la exención de impuestos establecen con toda claridad que las organiza-ciones “Caritativas” deben trabajar dentro del marco constitucional.

Debate público

Por supuesto, Greenpeace puede argumentar contra las cultivos GM y otros avances científicos tanto co-mo le venga en ganas. Pero cuando se le da efectivamente el apoyo estatal para hacer esos argumentos, eso añade un peso extra a sus reclamos, aún cuando son a menudo anticientíficos y antitecnológicos.

Greenpeace es un grupo de abogadores que, en mi opinión, se erige en una barrera contra el progreso científico. Puede recolectar el dinero suficiente de manera independiente para impulsar su caso, y que tengan suerte; aquellos que estamos en desacuerdo podemos presentar nuestros argumentos en respues-ta. Pero es una materia totalmente diferente cuando un grupo semejante es privilegiado por encima de otros y se le otorga una plataforma de “exentos de impuestos” desde la cual sólo se hace campaña política.

Algunos de nosotros tenemos una visión muy diferente de la de Greenpeace acerca de los que el interés público y el bien social. Debates sobre estas cosas deberían ponerse en un campo de juego nivelado, en lugar de esta situación donde un lado del argumen-to está favorecido y elevado en relación al otro.



Thomas Dechmann es editor en jefe de la revista Novo y un escritor y autor indepen-diente. Sus libros más recientes son Natur & Technik, y Mensch & Geshundheit (Mu-nich, 2006), en colaboración con Thilo Spahl para eoinfach wissen, una nueva serie publicada por dtv. Una versión editada de este artículo aparecion en el Frankfurter Allgemeine Zeitung el 24 de enero, 2007. Traducido de: SpikedOnLine.com

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