Por Paul Reiter y Roger Bate
The Wall Street Journal – Abril 10, 2008
Puede resultar una sorpresa para muchos que la malaria haya sido muy común en la mayor parte de Europa y Norteamérica. En partes de Inglaterra, la mortalidad por “ague” era comparable a la del África sub-sahariana de hoy. William Shakespeare nació al comienzo del período especialmente helado conoci-do como la “Pequeña Edad de Hielo”, y sin embargo él estaba muy conciente de la enfermedad como para mencionarla en ocho de sus obras.
La malaria desapareció de gran parte de Europa Occidental durante la segunda parte del siglo 19. Los cambios en la agricultura, condiciones de vida y una caída del precio de la quinina –una cura usada todavía hoy- ayudaron a erradicarla. Sin embargo, persistió en algunas regiones hasta que el insecti-cida DDT la barrió por completo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no certificó a la templada Holanda como libre de malaria hasta 1970.
El concepto de malaria como “enfermedad tropical” no tiene ningún sentido. Es una enfermedad de la pobreza. Los alarmistas en las naciones ricas impulsan la noción de que un aumento de la malaria en los países pobres es consecuencia del calentamiento global, y que esto llevará eventualmente a que la malaria se esparza a áreas que antes estaban libres de ella. Esa es una representación falseada de los hechos y resulta totalmente hipócrita cuando se la adjunta a la oposición al mejor y más barato insecticida jamás conocido para combatir a la malaria: el DDT.
Es verdad que la malaria estuvo creciendo a un ritmo alarmante en partes de África y otros lugares del mundo. Los científicos adscriben este aumento a muchos factores, incluyendo al crecimiento de la población, deforestación, cultivo de arroz en pantanos antiguamente no cultivados en las tierras altas, el apiñamiento de poblaciones alrededor de estas marismas, y a gran cantidad de personas que han debido huir de sus hogares a causa de revueltas civiles. También son factores que colaboran en la evolución de parásitos resistentes a las drogas, a mosquitos resistentes a los insecticidas, y al cese de las operaciones de control de mosquitos en varios países.
Por supuesto, la temperatura es un factor en la transmisión de enfermedades transmitidas por mosqui-tos, y la futura incidencia podría ser afectada si el clima de la tierra continúa calentándose. Pero a lo largo de toda la historia los factores más críticos en la extensión o la erradicación de enfermedades ha sido el comportamiento humano (cambio de los centros de población, cambio en los métodos de cultivo y otros cambios por el estilo) y los niveles de vida. La pobreza sigue siendo el mayor asesino del mundo.
Los científicos serios raramente se enzarzan en disputas públicas. Con frecuencia los alarmistas se ven sin oponentes al ofrecer simplicidad en vez de complejidad, ideología en vez de diálogo científico, y emoción en lugar de perspectivas científicas. Los alarmistas pueden hoy robarse el show en los festejos del Día de la tierra. Pero cualquiera que esté realmente preocupado por la malaria en los países empo-brecidos haría muy bien en hacer foco sobre mejorar las condiciones de vida humana, y no en el clima.
Nota de FAEC: El Dr. Paul Reiter, de la sección de "enfermedades tropicales" del Instituto Pasteur en París, es reconocido como la mayor autoridad mundial sobre enfermedades tropicales. Ha trabajado durante más de 20 años junto al CDC, (Centro de Prevención y Control de Efermedades) de los Estados Unidos, en Atlanta, Georgia, y fue el autor principal del capítulo "Enfermedades tro-picales" del último Informe 2007 del IPCC sobre el cambio climático.
Sin embargo, el Dr. Reiter tuvo que amenazar al IPCC con una acción judicial para que su nombre fuese retirado del listado de autores del "AR4" y del Resumen Para Políticos presentado al público el 7 de febrero de 2007 porque sus conclusiones sobre la relación entre calentamiento global y aumento de las enfermedades habían sido eliminadas y/o tergiversadas totalmente, presen-tando al Dr. Reiter como partidario de la predicción de que un aumento del calor en la Tierra haría que las enfermedades tropicales, en especial la malaria, avanzaría a regiones donde previamente no existía.
El Dr. Paul Reiter no quiere ser visto como parte de esa gran estafa que se está impulsando con el calentamiento global causado por el hombre y un cambio climático del que el hombre no tiene culpa alguna.