Por John Stossel
Miércoles 4 de octubre, 2006
¿Quién dice que nunca hay buenas noticias? Después de más de 30 años y decenas de millones de personas muertas –en su mayoría niños – la Organización Mundial de la Salud (OMS) he dado fin a su prohibición sobre el DDT, el pesticida más efectivo que se conoce contra los mosquitos y la malaria. Ero gracias al movimiento ecologista mundial y a los burócratas políticamente correctos en los Estados Unidos y las Naciones Unidas, el uso de este benigno producto químico fue desalen-tado en África y en todas partes posibles, permitiendo que los mosquitos asesinos desparramen la muerte. No espero ninguna disculpa de la gente que permitió que esto ocurriese. Pero estoy agra-decido de que esta pesadilla esté terminando.
El DDT fue prohibido en 1972 por la Agencia de Protección del Ambiente del presidente Nixon, después de que el libro de Rachel Carson, “Primavera Silenciosa” afirmara que el DDT amenazaba la vida de los seres humanos como tam-bién a las poblaciones de aves. Pero algunos científicos no hallaron evidencia para esas afirmaciones. Aún si había un peligro para los huevos de las aves, el problema era la cantidad de DDT usado y no el producto químico en sí mismo.
En Estados Unidos se pulverizó enormes cantidades. He visto viejas películas de gente en los picnics que seguían comiendo mientras los camiones fumigaban blancas nubes de DDT encima de ellos. Algunas personas hasta corrían hacia los camiones –como si fuese un camión de helados- estaban tan contentos de que les ahuyentara a los mos-quitos. Se pulverizaron toneladas de DDT sobre alimentos y personas. A pesar de este uso excesivo, o hubo un brote de cáncer ni de ninguna otro perjuicio para los humanos.
Un mosquito tigre asiático, una peste invasiva transmisora de enfermedades, mostrada en esta foto de archivo de 2001. La Organización Mundial de la Salud está decidida a proveer un uso más amplio del DDT en su lucha contra la malaria. Prohibido durante mucho tiempo en los EEUU a causa de “daño ambiental,” el DDT es usado de manera legal en algunos países empobrecidos para luchar contra los mosquitos transmisores de la malaria. (Foto AP/Jim Newman, Univ. de Florida/ IFAS)
Sin embargo, la histeria ecologista llevó a la supresión del DDT en África, donde su uso había redu-cido las muertes de manera dramática. La ayuda externa norteamericana podía usarse para finan-ciar alternativas anti-maláricas inefectivas, pero no para el DDT. En poco tiempo los mosquitos y la malaria reaparecieron, y las muertes aumentaron vertiginosamente. En esos años murieron decenas de millones de personas.
Los partidarios del DDT hicieron notar que la prohibición equivalía a un asesinato masivo. Pero no podían conmover a los ricos ecologistas blancos dogmáticos que de manera refleja condenan a toda clase de productos químicos, y que probablemente no perdieron el suelo cuando niños pobres en África morían por millones.
Pero esto ha cambiado ahora. El mes pasado, la OMS anunció que apoya el rociado interior de las viviendas con DDT y otros insecticidas, “no sólo en áreas epidémicas, sino también en áeras de constante y elevada transmisión de malaria, incluso en toda África.” “La evidencia científica y programática apoya claramente esta revaluación,” dijo el Dr. Anarfi Asamoa-Baah, el Director General Ayudante para el HIV/SIDA, TB y Malaria, de la OMS. “El DDT no presenta problemas de salud cuando es usado de manera adecuada.”
La OMS llama ahora el DDT “el pesticida más efectivo” para uso en el interiorde las viviendas. Algunos grupos ecologistas han cambiado su postura anti-DDT, incluyendo a Greenpeace, Envi-ronmental Defense y el Sierra Club. El año pasado, el vocero de Greenpeace Rick Hind le dijo al New york Times, “Si no existe nada más y va a salvar vidas, estamos a favor de él. Nadie es dogmático al respecto.”
Eso resulta fácil de decir ahora.Pero, ¿qué hay de todas aquellas personas que murieron cuando grupos como Greenpeace se negaron dogmáticamente a cambiar de opinión con respecto a la prohibición? ¿Sería adecuada una disculpa? El desmitificador de ciencia basura Steven Milloy, un becado adjunto del Competitive Enterprise Institute, se pregunta por qué a los ecologistas les llevó tanto tiempo para cambiar de opinión. “No hay ningún dato nuevo sobre el DDT –toda la ciencia relevante sobre la seguridad del DDT estaba disponible desde los años 60,” dice Milloy.
Y añade: “Puede ser fácil para algunos desechar los pasados 43 años de eco-histeria sobre el DDT con un simple, 'no importa', excepto por la sangre de millones de personas que gotea de las manos del WWF, (Worlwide Fund for Nature), Greenpeace, Rachel Carson, el Environmental Defense Fund, y otros oponentes al DDT impulsados por la ciencia basura.”
Milloy nos recuerda que la misma gente que distribuyó la histeria del DDT están ahora empujando el miedo al cambio climático y calentamiento global. “Si ellos y otros podían estar tan equivocados sobre el DDT, por qué deberíamos confiar en ellos ahora?”
Esa es una pregunta justa. Por ahora, celebremos el arribo de la próxima eliminación de la malaria en África.
John Stossel es un corresponsal premiado y autor del libro “Mitos, mentiras, y Directa Estupidez: Prepare su Pala - Por qué Todo lo que Usted Sabe Está Equivocado.”
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