por Carlos A. Ortiz
Una imagen vale más que mil palabras, y una metáfora puede ser más clara que una larga explicación pedagógica. Por algo El Maestro de Palestina apeló frecuentemente a las parábolas para poder hacer entender temas abstractos y sumamente complejos aún hoy, y seguramente mucho más para los palestinos de aquellas épocas.
Hoy seguramente se lee mucho menos, pero la mayoría de los que pasamos el medio siglo de existencia leímos de niños cuentos clásicos de la literatura infantil, como “Las Mil y Una Noches”.
Uno de esos entretenidos cuentos se refiere a los genios de notables poderes que emergían de lámparas típicas del Medio Oriente al ser liberados mediante algunos pases mágicos. Pero esos genios podían ser bondadosos o genios del mal. Y estos últimos resultaban muy difíciles de dominar al ser convocados intencionalmente o por error. Ese era el serio problema de liberar los genios del mal.
La extremadamente vergonzosa situación a la que se ha llegado con el hermano pueblo del Uruguay, nuestros muy queridos Orientales, configura un lamentable cuadro de situación que bien puede asimilarse a la paradoja graficada en aquel cuento infantil proveniente de la cultura árabe.
Y lo más lamentable es que desde varios sectores, y en actitudes totalmente negativas, se sigue “tirando leña a la hoguera”, entrándose en una escalada de roces y actitudes encontradas que son totalmente impropias entre dos pueblos “nacidos de la misma placenta”; y a los que la fina y perversa diplomacia anglosajona –practicante consumada del “divide y reinarás”-, aliada con el unitarismo argentino más cipayo y su contraparte oriental, más las claras acciones del Imperio del Brasil; nos impidieron ser una sola y mucho más poderosa nación.
Dos veces en La Historia se consumó la secesión de La Banda Oriental, y en ambas ocasiones “la misma banda de apátridas” de Las Provincias Unidas actuó deleznablemente para consumar semejante suicidio geopolítico. La primera fue bajo el nefastísimo gobierno de Rivadavia (el mismo que negó apoyos a San Martín para su campaña libertadora, y que después disolvió el glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo).
La traición la consumó el Ministro Plenipotenciario de Rivadavia, Manuel José García, al aceptar la secesión de la Banda Oriental después que nuestras fuerzas armadas (las de los hermanos orientales y las del resto de las Provincias Unidas del Río De La Plata) vencieran a las brasileñas definiendo la guerra en la Batalla de Ituzaingó, en 1825.
La segunda secesión de la Banda Oriental se produjo al fin de la llamada Guerra Grande de Uruguay, coincidente con la traición de Urquiza quien con ayuda de tropas brasileñas, del unitarismo apátrida y con el oculto pero indudable accionar de los agentes británicos, consumó la destitución de Juan Manuel de Rosas en 1851/52. Todo ese accionar fue “bendecido” políticamente por “Don Bartolo”, quien al “dibujar” la Historia Argentina se desdijo en elogios a Rivadavia, confirmando públicamente el conti-nuismo de la línea histórica rivadaviana – mitrista, continuada después por “el régimen” políticamente conservador y económicamente liberal de 1862 a 1916 y la década infame de 1932/1945; precursores históricos de los neoliberales actuales, los mismos que enajenaron casi todo el patrimonio del Estado Argentino y nos empujaron rumbo a la disolución nacional, a punto de consumarse en la crisis del 2001/2002; gestada meticulosamente desde 1976 y exacerbada desde 1989.
Ahora con la comedia de burdos y deplorables enredos que se van dando sin solución de continuidad por el ahora espinoso tema de las papeleras, parecería estar consumándose la tercera secesión de los hermanos de la Banda Oriental, ahora ambos en el marco del Mercosur.
Sin duda la escalada de agresiones mutuas a la que se llegó, es de compartidas responsabilidades entre las autoridades y otros actores de ambas naciones hermanas. El desafío actual es desactivar la escalada absurda e incoherente a la que se ha llegado, haciendo el máximo esfuerzo por acercar posiciones sin herir susceptibilidades ni fomentar chauvinismos estúpidos.
Seguramente la selección del emplazamiento de las pasteras no fue nada acertada, y eso es imputable a la parte uruguaya. Tampoco fue correcta la inacción inicial argentina, con reclamos posiblemente muy tardíos, con las inversiones ya avanzadas.
Pero sin ánimo de “llorar sobre la leche derramada” y siendo conciente de la urgente necesidad de encontrar fórmulas de acuerdo coherentes y civilizadas; algunos condicionantes principalísimos del tema no pueden ni deben pasar desapercibidos.
Por una parte, inexplicablemente al comienzo el Gobierno Nacional ignoró las preocupaciones de la ciudadanía de Gualeguaychú; permitiendo que un tema en ciernes pudiera ser solucionado satisfactoria y prontamente, sin innecesarias y perturbadoras sobreactuaciones; inadmisibles estas en el plano de las siempre delicadas relaciones internacionales, así sea con uno de los hermanos de sangre y de Historia más cercanos, como es sin duda Uruguay.
Pero por otra parte, el accionar del gobierno entrerriano, haciendo causa común con los sectores ecolo-gistas más duros, inflexibles y proclives a un virtual anarquismo suicida e irracional, fue equivalente a “frotar la lámpara” y “despertar del genio del mal”, el cual una vez liberado asume posturas más y más irreflexivas e irritativas; cobrando un altísimo precio a los pobres resultados políticos cortoplacistas y de bajo vuelo que fueron la moneda de cambio de semejante desatino.
Esa postura no es nueva en el Gobernador Busti, pues unos pocos años atrás también se sumó al “carro triunfal del ecologismo extremista” avalando una nefasta ley antirrepresas, que logró demorar las nece-sarias obras de Paraná Medio, amenazan extenderse hacia el norte de la Mesopotamia, y han servido “como anillo al dedo” a los sectores que lucran con la generación termoeléctrica, mucho más costosa y contaminante que la alternativa hidroeléctrica. En aquella oportunidad eso le valió temporarios prime-ros planos de los medios de comunicación, y alguna ventaja electoral de bajo vuelo; al alto costo de evitar hasta ahora dos grandes obras imprescindibles para toda Argentina que a la vez hubiesen contribuido fuertemente a una positiva transformación socio económica estructural de la propia provincia de Entre Ríos.
Ahora, después de largos meses en que ese gobernador contribuyó claramente a la exacerbación de los ánimos y a alentar medidas extremas –como los cortes de rutas, y las “amenazas” ampulosas e insus-tanciales de cortar el suministro de gas-; evidentemente resulta poco creíble que ahora pretenda desa-lentar los cortes de rutas; pues las poblaciones –con los ánimos ya soliviantados por la prédica apocalíp-tica de las transnacionales de la ecología- no se detienen en el lógico planteo de evitar los vertidos conta-minantes, asumiendo ahora posiciones extremas de un “no total a las papeleras”; posturas que por extrapolación llevarían a combatir todo desarrollo industrial sumiéndonos en el subdesarrollo crónico, que es el verdadero objetivo último de esos agentes del Club de Roma que son las ONGs “ecologistas” transnacionales.
En la misma línea de incoherencias, flacos favores a la buena imagen internacional de Argentina han hecho las gestiones y actitudes de la activista ambiental devenida en Secretaria de Medio Ambiente, ayudando a soliviantar más los ánimos y contribuyendo significativamente con su accionar más emotivo que fundamentado, a las contundentes votaciones en contra que recibió Argentina en los foros interna-cionales, respecto a los reclamos interpuestos contra las pasteras.
Es interesante constatar que varios científicos y profesionales universitarios de ambas orillas emitieron fundamentadas y sosegadas opiniones con las que explicaron que es perfectamente posible neutralizar los efectos contaminantes de las pasteras; con lo cual las posturas extremistas de los ultra ecologistas –transformadas en miedos viscerales de la población- carecen de sustento real.
Pero mientras tanto Greenpeace y otras “ONGs” hacen su negocio, logrando “chapa” e incrementando las donaciones que incautos bien intencionados pero mal informados les suministran, y prosiguen su accionar “de zapa” para alterar y soliviantar al todavía sensible tejido social argentino, trabajando para la disociación y el subdesarrollo; como agentes encubiertos de alguna potencia anglosajona a la cual le interesa evitar que nos transformemos en una Gran Nación.
Es bueno señalar que Rusia expulsó a casi 200 ONGs “transnacionales” por similares acciones que las realizadas aquí por GP y WWF, y que en otros países –como Canadá- estas ONGs pagan impuestos como cualquier sociedad comercial, pues se constató que no son “de bien público”.
Adviértase que Greenpeace y otras atacan con predilección a los temas de alto valor estratégico –para impedir sus concreciones que significan avances socioeconómicos estructurales importantes- pero jamás se ocupan de la contaminación de la miseria extrema; ni tampoco atacan a sus “esponsores” principales que son las grandes petroleras anglosajonas. Y los principales “aliados” funcionales de las transnaciona-les de la ecología suelen ser los dirigentes políticos de cortas miras y bajo vuelo.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Ex Docente – Investigador UniversitarioVea aquí otras interesantes
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