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Compuestos cancerígenos
en las Cremas Solares


Por Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC

Junio 12, 2012

La FDA, o Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos ha establecido nuevas y mucho más estrictas directrices para las etiquetas de los productos incluidos en cremas bloquea-doras de los rayos ultravioletas usadas por bañistas en playas y piscinas de todo el mundo.

Se debe a algo que FAEC vino denunciando desde su actividad como denunciante de mitos y fraudes relaciona-dos con la ecología, como la disminución de la capa de ozono y el calentamiento global, entre unas decenas de mitos más que son constantes titulares de diarios: los filtros solares usados para impedir el desarrollo de cánce-res de piel bajo la exposición a los rayos solares contienen sustancias y compuestos cancerígenos que no estaban declarados en las etiquetas.

De acuerdo con la FDA, los rayos ultravioleta A (UV-A) causan cánceres benignos de la piel, como los basoce-lulares -o de las células basales- y los espino celulares -o células escamosas. La FDA sostiene que los rayos UV-B son aceptados por la mayoría de los dermatólogos como los causantes del cáncer de los melanocitos o melanomas malignos, aunque una significativa porción de la comunidad científica opina distinto o tiene sus severas dudas. Pero esa discusión es demasiado extensa para ser tratada en este momento.

La gran mayoría de las cremas bloqueadoras de la radiación solar bloquean a los rayos UV-B. Las nuevas direc-tivas de la FDA exigen ahora que los productos protejan contra ambas radiaciones ultravioleta, la A y la B. Esto sería llamado “cobertura de amplio espectro”. Las etiquetas son diseñadas para incluir declaraciones autoriza-das por la FDA sobre qué productos protegen sólo contra quemaduras de sol y cuáles claman proteger contra el cáncer de piel.

En mi libro “Ecología: Mitos y Fraudes”, de 1998, expuse la opinión de los dermatólogos norteamericanos Frank y Cedric Garland, acerca de que lo que había causado el aumento de cánceres benignos desde los primero años de la década de los 90 eran productos cancerígenos usados en las cremas protectoras y no un aumento en la radiación UV-B supuestamente causada por una, también supuesta, disminución de la capa de ozono. La eviden-ia era muy clara: la capa de ozono sólo disminuía en la Antártida durante dos meses y medio por causas diná-micas naturales, sin relación con la química de los CFC –y lo hace en una región enorme donde no hay seres humanos, y los pocos que viven en las bases no toman “baños de sol”. Los registros de la concentración de ozono en el resto del mundo no habían sufrido variaciones –fuera de las normales de acuerdo a las estaciones y a la hora del día.

Una pequeña evidencia de que el fenómeno de la dismunción del ozono, en cualquier parte del mundo, tiene causas naturales, lo ilustra la figura de un estudio francés de la década de los 80 donde, tomando investigacio-nes de Toensberg y Olsen de 1942, muestra una muy fuerte correlación entre los niveles de ozono y el número de manchas solares: un aumento de las manchas del sol provoca un aumento de la concentración de ozono en la estratosfera:

En un estudio publicado en la revista Science el 12 de febrero de 1988, Joseph Scotto, del Biostatistic Branch del National Cancer Institute de EEUU, presentó dura evidencia científica probando que la cantidad de radiación UV-B que llegó a la superficie de los EEUU no sólo no había aumentado sino que, por el contrario, había dismi-nuido un 7% entre 1974 y 1985. Este estudio, que fue ignorado por los medios de prensa, estaba basado en lecturas directas de una red de estaciones de monitoreo a nivel del suelo que habían estado registrando diaria-mente la radiación UV desde 1974. Scotto dice lo siguiente:

«Los registros R-B anuales promedio [R-B se refiere a los instrumentos con que se mide la radiación UV, llamados medidores Robertson-Berger] obtenidos durante dos períodos consecutivos de 6 años cada uno (1974 -1979 y 1980 -1985) muestran un cambio negativo en cada estación, con disminuciones que varían del 2 al 7 por ciento … muestran que no existe una tendencia positiva en las lecturas R-B anuales para 1974-1985 ... El cambio anual promedio estimado varió de ­1,1% en Minneapolis, Minnesota, hasta ­4% en Philadelphia, Pénsilvania. Para todas las estaciones las lecturas R-B disminuyeron un 0,7% por año desde 1974. . . .» (pág. 762).

Nótese la clara tendencia descendente en los niveles de radiación UV. La mayor dis-minución total ocurrió en las estaciones de monitoreo de El Paso, Texas y Minneapolis, Min. FUENTE: Scotto et al., Biologically Efective Ultraviolet Radiation: Surface Measurements in the United States, 1974-1985", Science, Feb. 12, 1988

Como lo demostró el estudio de Joseph Scotto, al no haberse registrado un aumento de la radiación UV-B, el aumento de los cánceres de piel no podía deberse a los rayos UV-B sino a otra causa desconocida. La causa desconocida fue sospechada por los hermanos Garland. En 1992 escribía yo en el capítulo referido al fraude del ozono los siguiente:

¡Cuidado con los Bronceadores!

Una nueva hipótesis sugerida por Cedric Garland y Frank Garland del Departamento de Epidemiología del Cáncer de la Universidad de California, en San Diego, es que el incremento en los casos de cánceres de piel se debe al extendido uso de los aceites bronceadores en uso desde hace más de 20 años! Según Frank Garland, es posible que sea el UV-A (ultravioleta cercano, 320-400 nm) lo que puede estar provo-cando los tumores de piel, aunque siempre se haya considerado al UV-B (286 - 320 nm) como el rango peligroso de la radiación ultravioleta. Esto es porque el melanoma maligno aparece en los melanocitos de la dermis ­ y menos del 10% de la radiación UV-B llega a la dermis, mientras que más del 50% de los UV-A lo hace.

Las modernas cremas protectoras contra el sol están diseñadas para bloquear la radiación UV-B, pero son transparentes a la supuestamente benigna banda UV-A. Pero, la sobreexposición a los rayos UV-B, ¿no causa daños a la piel provocando quemaduras en ella? En efecto, así es. La quemadura de la piel (o «eri-tema») es el mecanismo de alerta del organismo que le avisa al individuo que ha permanecido ya demasia-do tiempo al sol. Las personas que usan cremas de «pantalla solar» de cualquier factor, están haciendo un «bypass» al mecanismo de alerta y exponen sus cuerpos a dosis masivas de radiación UV-A. Esto hace que una persona llegue a recibir dosis 50 veces superiores de rayos UV que si su piel le pudiese avisar que «ya es suficiente» poniéndose colorada.

El otro peligro de la radiación UV proviene de las llamadas «camas solares» de gimnasios e institutos de belleza, que suministran los presuntamente inofensivos rayos UV-A. Al suprimir nuevamente los rayos UV-B, el mecanismo de alerta del cuerpo es engañado otra vez, y los pacientes son irradiados con dosis 100.000 a 300.000 más concentradas que si hubiesen permanecido el mismo tiempo expuestos al sol. Dada la cantidad de gente que toma este tipo de «baño de sol» (en EEUU son más de un millón de personas por día) el problema puede llegar a ser de grandes proporciones y las estadísticas culparán al Agujero de Ozono.

Las pantallas solares también bloquean algunas de las longitudes de onda más beneficiosas para el organismo, dentro del espectro del UV-B, incluyendo las que sintetizan a la hormona de la vitamina D3 y que «gatilla» la función reparadora del organismo combatiendo infecciones, reparando células dañadas y DNA, y aún combatiendo algunos tipos de cáncer.

La verdad sale finalmente a la superficie

Los Dres. Garland también sospechaban que algunos compuesto de las cremas filtrantes de rayos UV-B podrían ser cancerígenos, pero no había estudios al respecto y que debería hacerse para advertir a la gente sobre un posible peligro. Recién ahora la FDA llegó a la conclusión de que eso era lo que estaba sucediendo, y ha puesto en un serio aprieto a la industria farmacéutica y de cosméticos porque tendrán que modificar, no sólo las etique-tas de sus productos sino también su composición química.

Muchos de los ingredientes hallados en las cremas solares están prohibidos por la FDA, pero la FDA se niega a prohibir al benzophenone-3, un ingrediente de las cremas “protectoras”.

Coincidiendo con el aumento de las ventas de las cremas anti-UV, están las tasas de aumento de los cánceres de piel. Debe usarse precaución para evitar la sobreexposición, pero como un creciente número de personas muestran una deficiencia de vitamina D, podría ser que el péndulo ha balanceado demasiado lejos en la otra dirección.

Recientemente se han promovido píldoras de suplemento de vitamina D sintética. Sin embargo, la exposición al sol de manera metódica y prudente promueve la producción natural de la Vitamina D en el organismo, sin la necesidad del uso de la Vitamina D sintética.

Lista de sustancias contenidas en las cremas solares

Ácido Aminobenzoico: posible cancerígeno; puede estar implicado en enfermedades cardiovasculares.

Avobenzone: probable cancerígeno.

Cinoxato: alguna evidencia de toxicidad para la piel.

Dioxibenzone: fuerte evidencia de toxicidad cutánea y probable cancerígeno; disruptor hormonal y hallado en vías de agua, suelo y aire.

Diazolidinil urea: probable cancerígeno, efectos endócrinos, en el sistema nervioso central y el cerebro, toxicidad cutánea y compromete al sistema inmunológico.

Ecamsule: podría ser cancerígeno.

Homosalato: disruptor endócrino.

Metilparaben: interfiere con los genes.

Octocylene: se encontró que es persistenete y bioacumulativo en la vida silvestre, problemas en el hígado y probable cancerígeno.

Octyl metoxicinnamato: se acumula en el cuerpo, podría causar disrupción del hígado y es un probable cancerígeno.

Octyl salicilato: amplios efectos sistémicos en dosis moderadas.

Oxibenzone: posible cancerígeno y contribuyente a enfermedades vasculares; podría afectar al cerebro y sistema nervioso en animales.

Padimate: sospechado de ser cancerígeno.

Phenil benzimidazol: posible cancerígeno.

Phenoxyetanol: irrítante, posible cancerígeno, disruptor endócrino.

Sulisobenzones: fuerte evidencia de toxicidad cutánea; afecta órganos sensoriales en animales.

Dióxido de titanio: sospechado como cancerígeno en forma de nanomaterial.

Óxido de Zinc: bioacumulativo en la vida silvestre, efectos de toxicidad reproductiva.


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