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La debacle del consenso sobre el Agujero de
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Agosto 5, 2010


El Protocolo de Montreal para prohibir a los freones fue un ejercicio de calentamiento para el IPCC. Muchos de los actuales jugadores del IPCC ganaron entonces fama impulsando hacia el pánico al Congreso de los Estados Unidos para apoyar al Protocolo de Montreal. Aprendieron el uso de afirmaciones científicas dramatizadas y falsas como “agujeros de ozono sobre Kennebun-kport” (la residencia al borde del mar del viejo presidente Bush en Nueva Inglaterra).

La cruzada del ozono también tuvo oportunidades para hacer negocios para firmas como DuPont para producir gases refrigerantes “amigables con el ozono” a precios mucho más altos que los freones convencionales, que eran más fáciles de usar, que hacía tiempo habían perdido la pro-tección de las patentes y eran un commodity barato con muy poco potencial de lucro.

En esos momentos yo era el Director de Investigación en Energía en el Departamento de Energía de los Estados Unidos, y sabía muy bien que la información científica que apoyaba al tratado no existía. Ya desde la primera expedición de Dobson a la Antártida a principios del Siglo 20 sabía-mos que los niveles de ozono allí eran siempre bajos, pero no teníamos una idea real de cuáles eran las fluctuaciones naturales. Hasta donde nosotros conocemos, siempre existió un “agujero” en el ozono de la Antártida, con un tamaño que varía de un año para el otro. El tamaño del agu-jero escasamente ha cambiado desde 1990, como usted lo puede ver el sitio web de la NASA.

No conozco cuál es el actual estado, pero dos o tres años atrás, algunos investigadores del Jet Propulsion Laboratory del Instituto de Tecnología de California volvieron a medir la tasa de des-trucción del ozono por el óxido de cloro, clave en la reacción química, y encontraron una cifra 6 veces menor que la promovida durante la Cruzada Anti-Freones. Aún el valor usado por el esta-blishment no era realmente lo bastante alto para causar una sustancial del ozono.

El agujero de ozono sobre la Antártida involucra partículas hielo a gran altura, hechas de una mezcla de agua, ácido nítrico, cloro, etc. No está para nada claro si los freones hicieron alguna diferencia en esto. El comportamiento de estos cristales podría ser determinado mejor por la temperatura de la estratosfera, y la cantidad de vapor de agua que existe allí, todo esto cam-biando con el tiempo en los polos. De cualquier manera, los freones en la estratosfera y sus productos disociados están disminuyendo de manera sostenida, pero muy poco está sucediendo con el agujero de ozono.

Como Director de Investigación en Energía yo argumenté fuertemente para obtener mediciones mejores para estar seguros de entender bien la ciencia para apoyar al Protocolo de Montreal. Conseguí desplegar una nueva red de sensores de UVB para medir los cambios anuales en la radiación UBV a ras del suelo. La red fue un bochorno para los alarmistas ya que mostró que los niveles de UVB eran estables o se estaban reduciendo. Pienso que esto podría ser análogo a los problemas de la isla de calor urbano que tanto distorsionan las mediciones de las temperaturas de superficie. Los suburbios habían crecido alrededor de la vieja red de sensores, de manera que existía la posibilidad de que la polución del aire estuviese atenuando a los UVB. La nueva red del Departamento de Energía (DOE) tenía instalaciones rurales, lo más lejos posible del smog urbano. Estas actividades realmente enfurecieron a Al Gore que me hizo despedir del DOE apenas se convirtió en vicepresidente.

El Protocolo de Montreal puede no haber sido necesario para “salvar al ozono”, pero tuvo limita-do daño económico. Ha causado mucho más daño en la manera en ha corrompido a la ciencia. Mostró la velocidad a la que un científico u un activista puede ganar fama y fortuna pretendien-do salvar al planeta Tierra. Tenemos la misma situación con el CO2, pero el CO2 es totalmente natural, a diferencia de los freones. El planeta Tierra está sumamente feliz de tener más CO2 que los niveles actuales, tal como lo muestran claramente los registros geológicos. Si la jihad contra el CO2 tiene éxito, habrá un enorme perjuicio económico, y todavía peores consecuencias para la libertad de los humanos a manos de los exitosos jihadistas.

Vea este informe sobre el artículo de Nature del colapso del consenso del agujero de ozono.



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