La irracional histeria verde que ha copado a la Unión Europea se está convirtiendo en flagrante estupidez. La última movida de los verdes europeos es una prueba más de que el conocimiento humano tiene límites, pero la Estupidez Humana puede ser infinita.
Desde Europa llega la noticia de que el Parlamento Europeo ha aprobado con 559 votos a favor, 22 en con-tra y 8 abstenciones (todavía quedan 22 personas con cerebro sin lavar en ese Parlamento), un proyecto que de ley que imponga un alejamiento de las antenas de radiotelefonía de hospitales y centros de salud, geriátricos, escuelas y jardín de infantes, aún cuando no existe ni la mínima evidencia científica de que las antenas impongan un riesgo sobre la salud. ¿A cuánta distancia tendrán que estar las antenas? ¿Me van a creer si les digo que no lo saben?
Este esperpento legal fue presentado por la diputada “liberal” belga Frédérique Ries, donde reconoce que no hay evidencia científica sobre la peligrosidad de las antenas para la salud humana o de animales. Sin embar-go, pide se aplique el nefasto “Principio de Precaución” para “garantizar que al menos las escuelas, guarde-rías, residencias de ancianos y centros de salud se sitúen a una distancia específica, fijada de acuerdo con criterios científicos, de este tipo de equipos.”
Nos hemos cansado de comprobar el dislate que es el tan mentado “consenso científico” sobre el enorme fraude del calentamiento global, la destrucción de la capa de ozono, el aumento del nivel del mar, y otros caballitos de batalla –o mejor, Caballos de Troya donde se esconden intenciones non sanctas para el futuro de las libertades individuales de la humanidad y sus deseos de progresar. Sin embargo, donde existe un verdadero consenso en la comunidad científica es precisamente sobre los efectos –o nulos efectos- que las ondas electromagnéticas de la telefonía móvil tienen sobre las criaturas vivas. El verdadero consenso es que no representan un riesgo. Cero, y punto.
La Razón de la Sinrazón
Algo que resulta sorprendente y verdaderamente insólito es ¿cuáles criterios científicos serían usado para determinar una distancia segura si ni siquiera se sabe si esas ondas representan un riesgo? “Increíble pero cierto,” como decía mi amigo Ripley.
La oferta de ondas electromagnéticas viene en muchas frecuencias o longitudes de onda, por ejemplo las ondas de radio AM (u onda larga) andan en los KHz, o kilohercios, las de la FM o frecuencia modulada en los MHz (megahercios), las de la TV usan ambas, y también usan microondas de mucha mayor frecuencia, en el orden los GHz, o millones de Hercios, especialmente las señales de la televisión satelital. Todos los aparatos tiene reductores de frecuencia para transformarlas a otras más manejables por los osciladores dentro de ellos.
Los teléfonos celulares usan frecuencias que van de los 5 Mhz hasta 5 GHz como se puede leer en cualquier tratado de telefonía celular:
La G3 ofrece velocidades de datos de más de 144 Kbit/s y de este modo brinda la posibilidad de usos multimedia, por ejemplo, transmisión de videos, video conferencias o acceso a Internet de alta velocidad. Las redes de G3 utilizan bandas con diferentes frecuencias a las redes anteriores: 1885 a 2025 MHz y 2110 a 2200 MHz.
El estándar G3 más importante que se usa en Europa se llama UMTS (Sistema universal de telecomu-nicaciones móviles) y emplea codificación W-CDMA (Acceso múltiple por división de código de banda ancha). La tecnología UMTS usa bandas de 5 MHz para transferir voz y datos con velocidades de datos que van desde los 384 Kbps a los 2 Mbps. El HSDPA (Acceso de alta velocidad del paquete de Downlink) es un protocolo de telefonía móvil de tercera generación, apodado "G3.5", que puede alcanzar velocidades de datos en el orden de los 8 a 10 Mbps. La tecnología HSDPA usa la banda de frecuencia de 5 GHz y codificación W-CDMA.
Pero la peligrosidad de las ondas electromagnéticas no reside tanto en su longitud de onda o frecuencia, sino en la potencia de la onda. Los radares, por ejemplo, trabajan a una frecuencia entre 3 MHz y 300 Ghz, con variadas potencias. En Inglaterra se instaló poco antes de la 2ª Guerra Mundial una cadena de radares llamada “Chain Home”, que usaba la frecuencia de 20 a 30 Mhz y una potencia de 350 Kilowatts, y los alemanes usaron un radar Freya de 125 Mhz y 10 KW instalado en isla de Wangerooge, en la costa de Frisia. Se decía que la exposición frente a la onda emisora y a poca distancia podía resultar letal en pocos segundos, pero los actuales radares policiales de tráfico trabajan con potencias en el orden de los miliwatts y no matarían un mosquito raquítico.
Esto se aplica con mayor razón a las antenas transmisoras que quieren prohibir en todos lados, porque la intensidad de la señal disminuye en relacion inversa al cuadrado de la distancia. Como decía Paracelso, “La dosis es el veneno,” en este tema, la potencia es lo riesgoso. Las antenas de los teléfonos celulares trans-miten en un máximo admitido por las normas de 10 mW/cm2 (miliwatts) mientras que en la actualidad, los límites más aceptados para la exposición a campos electromagnéticos son del orden 900 mW/cm2 para la norma GSM 1800 y la mitad para la GSM 900. Por lo tanto la dosis es despreciable.
Quizás el mejor estudio hecho sobre este tema es el del Dr. John Moulder, Profesor of Oncología Radiote-rápica, Radiología y Farmacología/Toxicología del Colegio Médico de Wisconsin, que se encuentra traducido al español en este link. Quienes tengan alguna duda aquí se las harán desaparecer.
Sin embargo, los verdes no dan brazo a torcer. Se recuerda aún la manifestación convocada por los “ecolo-quitos” frente al último congreso mundial de radiotelefonía móvil en Barcelona para exigir que los celulares se usaran únicamente para las emergencias. Apoyaban su reclamo irracional en los “estudios” de un aluci-nado sueco llamado Olle Johansson, quien afirma que las ondas de los celulares se comparan a las de los Rayos-X o a las radiaciones gamma de las bombas atómicas. Esa comparación equivale a decir que los seres humanos debemos evitar la cercanía de un gatito porque el león africano, como el gatito, los dos son animales. De la irracionalidad verde a la estupidez crónica sólo hay un pequeño paso.
La pregunta de “¿Duele ser estúpido?”, tiene su respuesta: “No, sólo a los que los tienen que aguantar.”
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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