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En los últimos meses se ha intensificado en Argentina la campaña que se opone a las represas hidroeléctricas, o a simples diques para riego y provisión de agua potable. Es una bien organizada campaña conjunta con el movimiento anti minería y anti agricultura del ecologismo multinacional para mantener al país en su evidente estado de atraso económico.
Este fenómeno anti represas no se limita sólo a la Argentina sino que se extiende a casi todos los países atra-sados cuyos políticos lo permiten obligados por las presiones de ONGs ecologistas que obedecen directivas de sus filiales en los países de G7. Obedece a la necesidad de ampliar cada vez más el mapa del neocolonialismo que vino a reemplazar al colonialismo de invasión y ocupación militar. Las tropas han sido reemplazadas por funcionarios del Banco Mundial, el FMI, y cientos de ONGs instaladas en los lugares apropiados.
Un caso muy claro de esta política anti-represas, anti-desarrollo, se desarrolla actualmente en Etiopía, país que se cuenta entre los más atrasados y pobres del mundo, debido a su clima desértico y la sempiterna sequía –como primer fundamental factor- y la permanencia desde hace décadas de una casta de políticos ineptos, o corruptos, como es común en casi todos los gobiernos africanos.
Pero, en una de esas raras excepciones que confirma la regla, el gobierno etíope había iniciado la construcción de una represa hidroeléctrica Gibe III sobre el Río Omo que, una vez completada será la segunda más grande de África, detrás de la represa de Asuán, en Egipto. Es una la tercera parte de un conjunto de cinco represas sobre ese río, y se espera que extienda el acceso a la energía eléctrica gran parte de la población etíope, elevando el ingreso per cápita y salvando numerosas vidas al reducir el fuerte impacto de las inundaciones y la sequía.
Sin embargo, los ecologistas no están contentos con este proyecto generador de riqueza, de oportunidades para millones y el cambio de vida que traerá el acceso a abundante electricidad y la posibilidad cierta de ins-talación de industrias proveedoras de mano de obra y productos manufacturados a menores precios que los importados. La semana pasada han renovado sus esfuerzos para detener el proyecto y seguir manteniendo a los pueblos del desierto en su hermosa condición de “nobles salvajes” –diezmados por la miseria y el atraso.
Oposición inhumana sistemática
Los verdes se han opuesto al proyecto de la represa Gibe III desde sus comienzos, allá por 2006. Ahora un grupo de anti-desarrollistas lanzaron una campaña con una petición en la internet urgiendo a los donantes de Occidente y a los bancos a retirar los fondos para completar el proyecto. La excusa es, como de costumbre, que afectará negativamente “al ambiente” y los “ecosistemas”. Uno de los peores y más fundamentalista de los grupos opositores, International Rivers, dice que destruirá el modo de vida “de cientos de miles de granjeros nativos, pastores y pescadores que dependen de las 'enriquecedoras inundaciones' del Río Omo para mantener sus fuentes de alimentos más confiables.”
Precisamente, una de tales “enriquecedoras inundaciones” mató en 2006 a casi 400 personas y miles de cabe-zas de ganado. Y de acuerdo con un informe del Programa de Alimentos de las Naciones Unidas, las inundacio-nes que regularmente azotan la región han desplazado a más de 20.000 personas de sus hogares. Las ONGs alzadas en armas contra la represa Gibe III, por el “efecto negativo” sobre sus vidas pasan por alto el hecho de que el río hace miles de años que está arruinando la vida de los lugareños y lo seguirá haciendo hasta que la nueva represa comience a funcionar.
La represa Gibe III impedirá que las inundaciones y los éxodos vuelvan a ocurrir al controlar las crecientes violentas. El Dique también creará un lago de poco anchura a lo largo de unos 140 kilómetros, trayendo mayor humedad a la región y una alteración del patrón de lluvias que no puede más que favorecer a los granjeros y pastores. En los mapas de abajo se ve la ubicación del proyecto, el actual estado del río Omo y el tamaño que tendrá el futuro lago.
La BBC, esa gran agencia verde
La BBC es, como sabemos, una tremenda propagandista del ecologismo como lo demuestra su incondicional apoyo al fraude del calentamiento global y todo aquello que contribuya a la expansión del neocolonialismo iniciado Gran Bretaña. Cubriendo el tema de la represa Gibe II envió un equipo de su TV que hicieron un repor-taje que es necesario verlo para poder creerlo. Por ejemplo, el cronista alaba las condiciones de vida que tienen las miserables chozas de barro, ramas, pasto y cuero de animales, y que “son increíblemente conforta-bles en su interior”. Luego se entusiasma por la aparición de nuevas versiones “deluxe” de chozas –donde el cronista no pasaría una “confortable” noche si quiere sobrevivir a las plagas de insectos que azotan al África.
Los habitantes de la región del Río Omo viven en la más abyecta miseria. Siguen técnicas agrícolas prehistóricas que los ecologistas encuentran “encantadoras” y “sustentables”. Nadie en su sano juicio –que se conside-re miembro de la especie humana- puede hacer campaña para que esos etíopes permanezcan en ese estado espantoso. Quizás los ecologistas encuentren inspiración en mantenerlos en un zoológico humano cercado por la miseria, la sequía y las pestes, perfecto para que los turistas saquen coloridas fotos, pero eso muestra su falta de sentimientos humanitarios, predicando su hipócrita evangelio desde sus cómodas oficinas iluminadas, con aire acondicionado en verano y calefacción en invierno.
Si la gente no toma conciencia sobre adónde nos está llevando el “eco-logismo de denuncia”, con sus falsas e irracionales denuncias, las con-diciones de miseria que hoy vemos en Chaco, Formosa, Jujuy, etc, muy pronto comenzarán a parecerse a las de Etiopía.
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