Hielo Marino
Temperatura Polo Norte
Nos aterroriza cualquier incidente en cualquier central nuclear. Pero ni siquiera un terremoto y un tsunami han producido un accidente grave
Fukushima es el primer incidente serio en una planta nuclear desde el desastre de Chernóbil. Desde entonces hemos oído muchas veces que aquel accidente no podría repetirse en ninguna central construida al modo occidental, es decir, tomando algunas medidas de seguridad que los comunistas se preocuparon de obviar porque, en fin, la preocupación por el ser humano nunca estuvo entre sus principales prioridades.
Esas diferencias quedan claras cuando se estudia el accidente de Three Mile Island, ocurrido en Estados Unidos en 1979, y en el que se produjo la fusión de parte del núcleo del reactor, entendiendo fusión no como fusión radiactiva, sino como paso de sólido a líquido del material radioactivo. Aquel reactor estaba enclaus-trado en una estructura de acero llamada vasija, como sucede en Fukushima y en los demás construidos en Occidente, de modo que el material radioactivo se quedó ahí. Se produjeron fugas, pero no se encontraron consecuencias ni para el medio ambiente ni para los habitantes de las cercanías, aparte del estrés. La media de radiación recibida por estas perso-nas fue de 8 milirem, más o menos lo mismo que se recibe al hacerse una radiografía.
No obstante, el accidente, que tuvo lugar pocos días después del estreno de El síndrome de China, película protagonizada por Jane Fonda y Jack Lemon que retrata un incidente similar y en el que se exageraban los posibles peligros que podía conllevar, produjo un parón en la construcción de nue-vas centrales en Estados Unidos.
El reactor de Chernóbil era del tipo RBMK, que emplea barras de grafito para absorber neutrones y así controlar la reacción de fisión que tiene lugar en el núcleo. Este tipo de reactores tie-
nen la ventaja de que se puede extraer o introducir el com-
bustible nuclear sin necesidad de pararlos, algo especialmen-
te útil si lo que se quiere es producir plutonio para armas nucleares. Sin embargo, son más peligrosos porque el agua necesaria para que produzcan energía puede favorecer la reac-
ción en lugar de moderarla.
Los reactores de Fukushima, en cambio, son de agua ligera o BMK. Actualmente uno de ellos está en nivel de alerta 4 sobre 7. Acostumbrados a clasificaciones como la Defcon que tanto hemos visto en películas norte-americanas como Juegos de guerra eso puede parecer mucho, pero no lo es tanto: significa que "accidente con consecuencias locales". Three Mile Island llegó al 5 y Chernóbil al 7. Las centrales en Japón están cons-truidas para soportar terremotos de 8,2 en la escala de Richter, basándose en la gravedad histórica de los seísmos en la zona. Pese a la gravedad de este terremoto de 8,9 en dicha escala, el quinto mayor registrado en la historia y siete veces más fuerte que aquel para el que habían sido construidas, sólo ese reactor de los 54 que hay en el país ha tenido problemas.
Los reactores tipo BMK usan el propio agua como moderador y regulador, de modo que son más estables. Su funcionamiento es similar al de las ollas a presión que tenemos en nuestras casas. El único peligro es que no se pueda bombear agua al interior del núcleo, lo que haría que aumentara la temperatura, la presión y, eventual-mente, se fundiera el material radioactivo.
La situación en Fukushima
El problema del reactor afectado en Fukushima es precisamente ese: que han fallado los motores que bombean el agua al interior del reactor, lo que ha provocado el aumento de temperatura y presión. Los reactores se pararon todos automáticamente al registrarse el terremoto, como estaba previsto. Eso significa que se introdu-jeron en el reactor unas barras de control compuestas principalmente de boro que permiten moderar la reac-ción y pararla. No obstante, pese a que el uranio se mantenga ahora estable, existen otras reacciones secun-darias en marcha, y que tardan días en detenerse.
Los operarios han liberado a la atmósfera parte de los gases contenidos en el reactor para aliviar la presión, y esa ha sido la contaminación radioactiva de la que hemos oído hablar. Sin embargo, en el actual estado del reactor, se trata de isótopos provenientes de esas reacciones secundarias y con una vida media de segundos, es decir, que tardan menos tiempo en dejar de ser radioactivos que lo que usted tarda en decir "radioactivo".
La explosión no tuvo lugar en el reactor, sino en el edificio exterior, debido a una concentración excesiva de hidrógeno. La razón más probable es que los operarios dejaran salir parte de los gases no al exterior sino a esa última barrera. No obstante, no ha afectado a los esfuerzos de contención del problema. Si se consigue bom-bear agua al núcleo por medio de un motor alimentado por un generador de emergencia, el incidente habrá terminado. Si no se logra antes de que empiece a fundirse el núcleo podríamos alcanzar un accidente de nivel 5 como el de Three Mile Island.
La gravedad real de un incidente de este tipo es muy pequeña. Cabe recordar que en aquella central había dos reactores y el segundo ha seguido funcionando normalmente desde entonces. El problema sería económico, pues habría que acometer una larga y costosa descontaminación. No obstante, como sucede con los acciden-tes aéreos, estos incidentes son noticia, mientras que cada uno de los muertos en accidente de tráfico, mu-cho más numerosos, no lo son. Pero la noticia, en este caso, debería centrarse en las escasas consecuencias que para las instalaciones nucleares ha tenido un desastre de esta magnitud.
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