La zona de exclusión alrededor de la planta nuclear Chernobyl está rebosante de vida. Cuando los humanos fueron evacuados del área hace 24 años, los animales se mudaron a la región. Las especies existentes se multiplicaron y las especies no vistas durante décadas –tales como el lince y el búho águila- comenzaron a regresar.
Hasta existen inquietantes huellas de pisadas de oso, un animal que no se aventuraba en esta parte de Ucrania durante siglos.
“Los animales no parecen sentir la radiación y ocuparán un área sin tener importar las condiciones de radiación,” dice el radio ecologista Sergey Gaschak.
“Una gran cantidad de pájaros está anidando en los sarcófagos,” aña-de, refiriéndose al escudo de acero y concreto construido sobre el reactor que explotó en 1986. “Estorninos, palomas, golondrinas, peti-rrojos, he visto nidos y he hallado huevos.”
Puede ser que haya plutonio en la zona, pero no hay herbicidas o pesticidas, ninguna industria, no hay tráfico, y los humedales ya no están siendo drenados. No hay nada que perturbe al jabalí salvaje –que dicen se ha multiplicado por ocho entre 11986 y 1988 –si no fuese por su igualmente resurgente depre-dador, el lobo.
IncomibleLa imagen no era tan rosa durante las primeras semanas y meses después del desastre, cuando los niveles de radiación eran mucho más elevados. Cuatro kilómetros cuadrados de bosques de pinos en la vecindad inmediata del reactor se volvieron marrones y murieron, ganando el nombre de el Bosque Rojo.
Algunos animales en las áreas más impactadas también murieron o dejaron de reproducirse. Los embriones de ratones simplemente se disolvieron, mientras caballos dejados en una isla a 6 km del reactor murieron cuando sus glándulas tiroides se desintegraron. El ganado en esa misma isla fue de tamaño mucho más reducido a causa del daño a la tiroides, pero la gene-ración siguiente fue sorprendentemente normal.
Ahora es típico que los animales sean radioactivos –demasiado para que los humanos los coman con segu-ridad -pero de todas maneras son muy sanos.
AdaptaciónPero hay señales de que estas infortunadas criaturas pueden adaptarse a sus circunstancias. Sergey Gaschak ha experimentado con ratones en el Bosque Rojo, donde partes del mismo está volviendo a crecer otra vez, aunque con árboles de tamaño reducido y deformes.
“Nosotros hemos marcado animales, luego los recapturamos otra vez mucho más tarde,” dice “Y hemos descubierto que viven tanto tiempo como los animales de áreas limpias.”
El próximo paso fue tomar esos otros ratones y ponerlos en un encierro en el Bosque Rojo. “No se sintieron muy bien,” dice Sergey. “La distinción entre los animales locales y los recién llegados era muy evidente.”
Mutación
En toda su investigación Sergey ha encontrado nada más que un solo ratón con síntomas similares al cán-cer. Descubrió amplia evidencia de mutaciones del ADN, pero nada que afecte a la capacidad fisiológica o reproductiva de los animales. “Nada con dos cabeza,” dice.
Mary Micio, autora de “Bosque de Ajenjos”, una historia natural de la zona de Chernobyl, hace notar que un animal mutante en el ambiente salvaje normalmente morirá y será comido antes de que los científicos pue-dan observarlo. Y en general, nota ella, los científicos estudian poblaciones como un todo, y no están tan interesados en lo que le sucede a algunos animales en particular.
Guardián Nuclear
Pero ella también argumenta que los beneficios para la vida silvestre causado por la remoción de gente de la zona han tenido mucha más consecuencias que cualquier daño causado por la radiación.
Ella cita en su libro al científico británico en ecologista James Lovelock, quien escribió de manera aprobadora en el Daily Telegraph en 2001 sobre la “aparición no prevista” de vida silvestre en Chernobyl.
Él prosiguió: “Yo me he preguntado si los pequeños volúmenes de residuos nucleares de la producción de energía deberían ser almacenados en bos-ques tropicales y otros hábitat como un confiable guardián contra la des-trucción de los grandes urbanizadores.”Una gran parte de la zona de Chernobyl dentro de Bielorusia ha sido convertida en una reserva natural. Sergey Gaschak quiere que Ucrania siga el ejemplo y convierta sus 2500 km2 de tierras evacuadas en un parque nacional. A diferencia del Partido Verde Ucraniano, él no se molesta si el gobierno sigue adelante con el plan de construir un profundo depósito en la zona para los residuos nucleares provenientes de toda la nación.
Dice que al búho águila no le importa, y no dirá ni pío.
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