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Las bolsas de bioplástico degradables solamente pueden ser consideradas ecológicamente amigables si el proceso de producción es hecho usando energías renovables.
¿Lo Biológico es siempre bueno?
Las bolsas de plástico están literalmente en todas partes. Aunque aquellas usadas para embalar las compras en super-mercados sean el blanco preferido de los ecologistas, las bolsas están prácticamente en todos los productos vendidos en los comercios.
Infelizmente también están en las calles, rutas, campos, basurales, etc, ya que la estructura de reciclado y eliminación de residuos es muy deficiente.
La sustitución de esas bolsas plásticas por “bioplásticos” fueron motivo de grandes discusiones, existiendo investigadores que afirman que las “leyes de las bolsas plásticas” le yerran al blanco apuntado. Con todo, los reales beneficios ambientales, así como las eventuales desventajas de la sustitución de plásticos por bioplásticos todavía no están muy claros.
Por eso, Hsien Hui Khoo y sus colegas del Instituto de Ingeniería y Ciencias Químicas de Singapur decidieron hacer una evaluación del ciclo de vida de las bolsas hechas con bioplásticos para verificar si son tan buenas para el ambiente.
Evaluación del ciclo de vida
La evaluación del ciclo de vida (ECV) es una técnica usada para analizar los impactos ambientales asociados a todas las fases de un proceso productivo, con la elaboración de un inventario de la energía y los recursos consumidos, y de las emisiones y los residuos generados en la producción de un producto determinado.
Los investigadores usaron un ECV para comparar el uso de las bolsas hechas con polihidroxialcanoato (PHA) –un bioplástico a base de almidón de maíz- en relación a las tradicionales bolsas de polietileno. El polietileno es actualmente el material más usado para la fabricación de bolsas plásticas.
La producción de bolsas de polietileno requiere la extracción y refinación de combustibles fósiles, una conver-sión de los combustibles en polietileno y la extrusión del polietileno en bolsas plásticas.
Los investigadores calcularon que son necesarios 1,22 kg de petróleo bruto, 0,4 kg de gas natural y 48 mega-Joules de energía para producir 1kg de bolsas de politelineo.
Por otro lado, el PHA es un bioplástico hecho a partir del almidón de maíz. La producción de las bio-bolsas de PHA involucra el cultivo de maíz, la cosecha, maduración húmeda y fermentación. Los investigadores calcularon que para producir 1 kg de bolsas de PHA son necesarios 4,86kg de maíz y 81 megaJoules de energía.
Desafíos para los bioplásticos
De manera muy inesperada, Khoo y su equipo descubrieron que la energía consumida en la producción de bolsas de PHA es un 69% mayor que la energía usada para la fabricación de bolsas de polietileno.
Aunque el cultivo de maíz pueda ayudar a compensar las emisiones de carbono a través de la fotosíntesis, los investigadores descubrieron que la fabricación de las bolsas de bioplástico exige mayor consumo de energía durante la producción, en comparación con la producción de bolsas de polietileno.
Llegaron a la conclusión de que las bolsas de PHA sólo se pueden considerar ambientalmente amigables si el proceso de producción fue hecho usando energías renovables. Finalmente, los científicos advierten que, antes de que los biomateriales sean considerados como alternativas sustentables a los plásticos convencionales es necesario superar algunos desafíos: “La cuestión principal reside en la reducción de demanda de energía para la conversión de biomasa en materiales con propiedades semejantes a la de los plásticos,” afirmaron.
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