Shell se retira de su último proyecto de granja eólica
Sunday Timespor Danny Fortson
Octubre 18, 2008
La Royal Dutch Shell completó su retiro del sector británico de energía eólica después de vender calladamente el último proyecto que tenía en este país.
El gigante petrolero accedió recientemente a vender su paquete de acciones en el proyec-to de 800 millones de libras esterlinas Cirrus Flat Array, un proyecto de 270 MW fuera de las costas de Blackpool, a socios de Scottish Power y Dong Energy.
Su salida, tres meses después de que se retirara de la propuesta granja eólica más grande del mundo, el London Array, hará surgir preguntas acerca de las ambiciosas metas del gobierno para la energía eólica.
La decisión también enojará a los ecologistas que ya son críticos de la movida de Shell hacia las fuentes de combustibles sucios como las arenas bituminosas de Canadá.
Shell dijo: “Nuestro foco para los nuevos programas es Norteamérica. Estamos compro-metidos a proyectos de energía eólica que tengan sentido.”
Shell parece estar interesada en el proyecto del multimillonario T. Boon Pickens (un fuerte petrolero) de invertir en energía eólica y extracción de gas natural de manera combinada. Sine embargo, su plan tiene problemas serios con la naturaleza del gas natural y las limitaciones de la energía eólica.
La Parte I de los problemas de su plan se relaciona con el uso del gas natural para el transporte. La Parte II es acerca de las limitaciones de la energía eólica.
Dinamarca produce el 40% de su energía eléctrica mediante turbinas de viento, que bajo el plan de Pickens sería un buen comienzo en los Estados Unidos. Dinamarca tiene un área equivalente al 16% de los EEUU, una población apenas mayor que el estado de Colorado.
En el 2005, los investigadores daneses calcularon que las turbinas de viento habían ahorrado a los consumidores $200 millones de dólares en costos de energía. Parece un buen ahorro. Sin embargo, los mismos consumidores pagaron $280 millones en subsidios a los operadores de las turbinas, y $80 millo-nes en impuestos más altos como subsidios a la industria eólica. Desde que Dinamarca dejó de subsidiar a la energía eólica, la construcción de turbinas cesó en el país. Vestas, la compañía fabricante de tur-binas eólicas más grande del mundo, basada en Dinamarca, abrió sus operaciones en Colorado, USA. Entonces, si el viento es gratis, ¿por qué las compañías generadoras de energía eólica no pueden ganar dinero sin estos subsidios?
De acuerdo con el Estudio de Viento de la Comisión de la Corporació Kansas, l costo de instalación de las turbinas de viento es ahora de $2 millones/megawatt. Añádase un estudio de Colorado que encon-tró que la granja eólica propuesta en las planicies del este tenía suficiente viento para generar sola-mente el 30% del tiempo. Esto quiere decir que el costo efectivo del proyecto es en realidad $6,67 millones por cada MWatt de capacidad utilizable.
Esto coincide con un estudio en 2006 de Vattenfall, el cuarto mayor distribuidor europeo de electricidad que provee a Suecia, Dinamarca, Finlandia, Alemania, y Polonia. Se halló que los costos de instalación de la nueva generación de electricidad eran el doble de caros para la energía eólica que para la energía nuclear. Vattenfall es la dueña de las granjas eólicas fuera de la costa de Dinamarca, donde el viento sopla el 40% del tiempo, de manera que los resultados allí son más favorables para el viento que los que serían para las granjas en Colorado. Serían necesarias unas 2.250 gigantescas turbinas a un costo de $4 millones cada una, operando el 30% del tiempo para igualar la capacidad de Vattenfall, y a una planta nuclear de 1350 MW.
Se requiere una gran cantidad de aluminio para cablear una granja eólica grande. Los generadores eó-licos grandes están espaciados a una tasa de uno por cada 50 hectáreas, de modo que 2250 turbinas necesitarán 112.500 hectáreas para generar la misma energía que una planta nuclear entrega en ape-nas 20. Considérese el valor de una hectárea en Colorado y multiplíquese por 112.500. Digamos que una hectárea allí valga tan poco como $10.000 dólares, el resultado es: $200.000 para una planta nuclear y 1,125 mil millones de dólares para la granja.
El relativamente bajo voltaje de los generadores eólicos es aumentado en varios pasos combinando la potencia de todas las turbinas hasta los 110.000 volts, para enviar la energía a los usuarios a cientos de kilómetros de distancia. Una gran cantidad de la energía eólica se pierde por la resistencia eléctrica de los cables debido a las grandes distancias involucradas. La única solución al problema es usar cables de mayor diámetro (y mayor costo), voltajes más elevados, o distancias más cortas. Sin embargo, las granjas tienen que estar esparcidas en grandes extensiones para minimizar los efectos de la variabilidad del viento.
Serían necesarias unas 250 turbinas adicionales para compensar por las pérdidas de la resistencia eléc-trica. La variabilidad del viento también significa que con la actualmente instalada base de líneas de transmisión, tan sólo el 10% de la energía proveniente de la eólica es permitido en una red eléctrica de transmisión.
La carga de base y las plantas de reacción rápida de generación tienen que absorber la carga cuando el viento se detiene –y ello pasa el 60% del tiempo. Esta es la razón por la que los Daneses en realidad obtienen solamente el 9% de su electricidad de las turbinas de viento. Cuando el viento sopla, la ener-gía va a toda al área de servicio de Vatterfall. Cuando el 60% del tiempo en que el viento está ausen-te, Dinamarca recibe su energía de plantas generadoras de otros países.
La única manera de enfrentar el problema de la variabilidad son combinaciones de sistemas de almace-namiento de energía; gran dispersión geográfica, o plantas de gas natural de reacción rápida. Aunque es un sistema caro, la energía de las turbinas de viento podría enviarse a sistemas de almacenamiento de agua en un lago inferior y bombearla a otro lago superior a gran altura. Esto se hace en varias partes del mundo, como la estación generadora de Río Grande, en la Provincia de Córdoba, que emplea la energía sobrante de la Central Nuclear Embalse en horas de la noche, cuando el pico de la demanda desciende, para accionar las turbinas en reversa y enviar al agua del lago inferior al superior. Cuando el viento deja de soplar, el agua del lago superior produciría energía al descender al lago inferior
También grandes bancos de enormes baterías cerca de los generadores eólicos podrían equilibrar la distribución de la energía. La dispersión geográfica requiere todavía más líneas de transmisión y sus asociadas pérdidas de energía por resistencia de los cables.
Las turbinas de gas natural de reacción rápida son relativamente baratas, pueden ubicarse cerca de los usuarios minimizando los costos de transmisión por las líneas de alta tensión y sus pérdidas. Sin embar-go, se puede esperar que el gas natural sea un gasto considerable sólo para poder usar la energía “gratis” del viento.
La mejor solución podría ser usar las turbinas de viento para separar el hidrógeno del agua. El hidrógeno podría ser almacenado, enviado por cañerías y alimentar a turbogeneradores ubicados cerca de donde será usada la energía. Los “hidrógeno-ductos” enterrados serían más estéticos que miles de kilómetros de líneas de alta tensión. Pero primero habría que resolver una multitud de problemas relacionados con el transporte del hidrógeno, un elemento altamente explosivo y combustible.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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