por Carlos A. Ortiz
La reciente inauguración del reactor nuclear de tecnología argentina, adquirido por Australia, ha sido sin duda un enorme triunfo del Sector Nuclear Argentino, y a través de él, de todo Nuestro Querido País.
Ese reactor fue construido en Bariloche por el INVAP, empresa estatal vinculada con la Comisión Nacional de Energía Atómica, entes que junto con todos los que forman el complejo de empresas nucleares argentinas (mayoritariamente estatales), son motivo de verdadero y muy genuino orgullo para todos los argentinos de bien, que amamos profundamente a Nuestra Patria; por sobre todos los otros antivalores globalizantes y/o extranjerizantes que se nos quieren inducir por distintos medios subliminales o directos; sobre todo a través de los medios masivos de comunicación.
Es bueno recalcar que en lo referente a usos pacíficos de la energía nuclear, Argentina está en el selecto grupo de los 10 países tecnológicamente más avanzados, y no precisamente en los últimos puestos de ese "top ten".
La concreción definitiva de esa exportación –en su momento ganada en una licitación pública en la que superamos por calidad a potencias del Primer Mundo-, estuvo permanentemente atacada por una sumatoria de costosas campañas sucias de Greenpeace; las cuales llegaron al paroxismo cuando con nulos fundamentos técnicos y con abundantes argumentos huecos pero de fuertes contenidos emotivos, llegaron a copar las escalinatas del Congreso Nacional y virtualmente patotearon a los legisladores que no se plegaron a sus prepotentes exigencias de no refrendar tan importante conve-nio de exportación y de transferencia tecnológica.
Pero ese triunfo argentino tuvo su contrapartida en la abortada operación de procesamiento de materiales radioactivos, que la CNEA estaba en condiciones de realizar en Ezeiza, y que hubiese dejado no solo dividendos financieros para las arcas de Nuestro Sector Nuclear; sino también un valiosísimo antecedente que habría acrecentado el prestigio de la CNEA a nivel internacional.
Grotescamente Greenpeace celebró la pérdida de ese contrato adicional por parte de Argentina, pues sin duda el demérito de esa consecuencia es totalmente adjudicable a esa poderosa transnacional de la ecolatría.
Para lograr tan antinacional objetivo, Greenpeace montó una campaña falaz, basada en miedos inculcados en la población, distorsionándose además la letra y el espíritu de la Constitución Nacional, pues las importaciones de esos residuos inertes iban a ser temporarias, rodeadas de la mayor seguridad, e involucraban a cantidades ínfimas de material anual, que caben con holgura en un contenedor de formato internacional chico.
El material nuclear proveniente de la central adquirida por Australia –que por cierto no es explo-sivo ni mucho menos- será enviado a EEUU para su procesamiento. Es decir que una operación que pudo ser un triunfo total de la tecnología argentina, se transformó en un "empate al final ganado por puntos", pues la parte concretada es la más importante, la de mayor nivel tecnológico y de mayor valor económico, pero hemos sido privados del reprocesamiento de los residuos nucleares; para lo cual la CNEA desarrolló tecnología propia específica.
Recordemos que entre muchas otras campañas "non sanctas" de Greenpeace, habían desarrollado una fuerte campaña mediática acerca de las presuntas "aguas radioactivas de Ezeiza", demostrada-mente falsa; también atacando al Sector Nuclear Argentino.
La absoluta falta de protestas de Greenpeace ante las instalaciones de nuevas usinas termoeléctri-cas (en base a petróleo o gas), dan mucha credibilidad a las acusaciones que numerosos analistas serios realizaron respecto a la financiación que esa multinacional de la ecología fundamentalista recibe de la petrolera Shell; así como al hecho de operar como agente encubierto del MI6, el servicio secreto exterior británico.
¡Por algo la Rusia de Putin hecho a casi 200 ONGs "ecologistas" con cajas destempladas, acusadas de operaciones de espionaje!
¡Por algo también en Canadá a ese tipo de ONGs les hacen pagar Impuestos a las Ganancias, como cualquier sociedad comercial!
¿Algún ente del Estado Argentino audita los Balances Generales Anuales de Greenpeace? ¿Alguien lleva la cuenta de cuantos hechos graves de contaminación son ignorados por estos tan particulares "ecologistas sectoriales", a los que solo parecen importar algunos temas, mientras omiten otros de notable gravedad?
¿Se ocuparon de la contaminación de Dock Sud (donde opera una petrolera extranjera), o de los agrotóxicos (que producen empresas anglosajonas)? Y un largo etcétera
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZVea desde donde nos leen
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