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Hace 20 años ocurrió un extraordinario incidente en Taiwán. Acero reciclado, contaminado acciden-talmente con cobalto-60 (vida media: 5,3 años) fue convertido a acero para la construcción para más de 180 edificios que fueron ocupados por 10.000 personas entre 9 a 20 años. Sin saberlo, recibieron dosis de radiación que promediaron dosis colectivas de 0,4 Sv de 4.000 Sv-persona.
Basados en la observación de siete muertes por cáncer, la tasa de mortalidad por cáncer para esta población fue evaluada en 3,5 por 100.000 personas/año. Tres niños nacieron con malformaciones congénitas de corazón, indicando una tasa de frecuencia de 1,5 casos por 1.000 niños menores de 19 años.
La tasa promedio de muertes espontáneas por cáncer en la población general de Taiwán durante esos 20 años es de 116 personas por 100.000 personas/año. Basados en estadísticas oficiales parciales y experiencia hospitalaria, la tasa de ocurrencia de malformaciones congénitas es de 23 casos por cada 100.000 niños. Asumiendo la edad y distribución de ingresos de estas personas son las mismas que la población en general, parece que significativos efectos benéficos para la salud pueden estar asociados con esta exposición crónica la radiación.
Los descubrimientos de este estudio son un alejamiento tal de las expectativas, basadas en el criterio de la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP), que creemos que deben ser cuidado-samente revisadas por otras organizaciones independientes y que la información sobre población no disponible para los autores les sea provista, de manera de poder llevar a cabo un análisis epidemioló-gico completamente calificado. Muchos de los factores confundentes que limitan a otros estudios usados hasta la fecha, como los de los sobrevivientes de las bombas atómicas, los trabajadores Mayak, y los evacuados de Chernobyl, no están presentes en esta exposición poblacional. Debería ser unos de los eventos más importantes sobre los cuales basar las normas para la protección radiológica.
La información sobre la reducida mortalidad por cáncer u malformaciones congénitas son compatibles con el fenómenos de la hormesis de radiación, una respuesta de adaptación de los organismos biológi-cos a los bajos niveles de estrés por radiación o daños, una modesta sobrecompensación a una pertur-bación que da por resultado un mejoramiento en el estado físico. Recientes evaluaciones de más de un siglo de información han llevado a la formulación de un sólido y bien fundado modelo científicos de este fenómeno.
La experiencia de estas 100.000 personas sugiere que exposiciones a largo plazo a la radiación, a una tasa de dosis en el orden de los 50 mSv (5 rem) anuales, reduce en gran medida la mortalidad por cáncer, que es una gran causa de muerte en los Estados Unidos. Los científicos médicos y las organiza-ciones podrían desear seriamente acceder a esta y otras evidencias actuales para decidir si la radiación crónica podría ser un efectivo agente para reforzar las defensas contra el cáncer.
IntroducciónAcero reciclado, contaminado accidentalmente con fuentes de cobalto-60 de desecho (vida media: 5,3 años), fue transformado en acero para la construcción de más de 180 edificios que contienen unos 1700 departamentos, y también escuelas públicas y privadas y pequeños comercios en la ciudad de Taipe y condados cercanos. Mientras que esta construcción ocurrió entre 1982 a 1984, la mayor parte de estos edificios fueron completados para 1983.
En esta evaluación preliminar, consideramos a 1983 como el primer año del incidente. El estado radio-activo de los edificios fue descubierto gradualmente, comenzando el 31 de julio de 1992. Menos de 100 departamentos contaminados fueron identificados en 1992. El número aumentó a mas de 200 en 1993; 896 en 1995; 1.206 en 1996; y 1,277 en 1997. Una intenso programa de investigación se condijo en 1998, y finalmente el Consejo de Energía Atómica de Taiwán documentó más de 1.600 departamentos.
Después de aproximadamente cuatro vidas media de cobalto-60, la mayoría de los departamentos tienen ahora niveles de radiación relativamente bajos, menos de 5 mSv (500 mrem) por año, y están todavía en uso. En 1996, los residentes comenzaron a ser evacuados de los departamentos con niveles de radiación elevados, y la mitad de los residentes fueron mudados para 2003. todos ellos han vivido en estos edificios por lo menos 9 años, con algunos con estadías de hasta 20 años.
Las tasas de dosis fueron medidas con instrumentos de medición GM muy precisos calibrados en unidades dosis-equivalentes: Sv/hora. Las dosis fueron determinadas cuidadosamente usando un procedimiento AEC específicamente diseñado para este proyecto. Para la evaluación de la dosis promedio de los residentes, su tiempo de ocupación promedio fue tomado de manera conservadora como 12 horas en living rooms, ocho horas en dormitorios, y cuatro horas en otras ubicaciones (por ej., se asumió que la mitad de los residentes estuvieron ausentes durante ocho horas por día). Las evalua-ciones de las dosis se usaron para clasificar a los habitantes de los departamentos en tres cohortes, basados en los niveles de contaminación (tasa de dosis promedio), para las medidas oficiales de reme-diación y cuidado: la cohorte de alta contaminación (~11%) recibieron >15 mSv/año. El cohorte de contaminación media (~9%) recibió entre 5 y 15 mSv/año. La cohorte de baja contaminación (~80%) recibió entre 1 y 5 mSv/año.
Se registraron a más de 1.600 personas que vivieron en los departamentos que estaban alta y mode-radamente radioactivos (tasa de dosis > 5mSv/año), y más de 2.400 personas en los departamentos de baja radioactividad (1 a 5mSv/año).
Los estudios AEC, comenzados en 1992, indicaron que la tasas de dosis promedio en el 20% de los departamentos era superior a los 5 mSv/año. Asumiendo que el restante 80% de los departamentos habían tenido la misma tasa de ocupación, el número de esos departamentos fue estimado en (1.600)(0.80/0.2) = 6.400, dando un total aproximado de 8.000 residentes.
Un niño de jardín de infantes, que había ocupado un aula radioactiva, murió de leucemia en 1996, y otro alumno murió de leucemia en el 2000. Como resultado, se registró como afectados a 2000 estu-diantes. En simposios internacionales en Japón y Taiwán, los especialistas recomendaron aumentar el número de personas afectadas a aproximadamente 10.000. Por consiguiente hemos usado este núme-ro en esta evaluación.
La cantidad de personas afectadas está abierta a discusión. La Asociación de Seguridad y Protección de Radiación en Taiwán (RSPAT) estimó que el número total podría llegar a ser de 15.000, pero ese número incluiría a personas presentes en las áreas públicas de los edificios que habrían recibido sólo exposiciones de muy corta duración.
Una estimación de las dosis integradas a los residentes era necesaria para evaluar los efectos sobre la salud de la exposición a las radiaciones.
En revistas científicas nacionales e internacionales se reportaron muchos estudios de reconstrucción de dosis. Algunos usaron detectores de termo-luminiscencia (TLDs) en diferentes ubicaciones del cuerpo; algunos usaron TLDs suspendidos en el aire; otros se apoyaron en collares TLD, y algunos usaron fan-tasmas Rondo. Nuestra evaluación usó un método simplificado para aproximar las dosis que recibieron los residentes y para modificar las dosis AEC, estimadas por el equipo de tareas del Instituto de Inves-tigación Nuclear (INER), con factores razonables.
En diciembre de 1996, el AEC estimó que 20% de los residentes recibieron una dosis anual (1996) en el rango de 5 a 160 mSv, y por consiguiente 80% de los residentes recibieron dosis menores que 5 mSv. Una estimación cruda de la dosis promedio de 1996 para cada cohorte es: Cohorte de alta dosis: (~11%), (160 + 15)/2 = 87,5 mSv; cohorte de dosis moderada (~9%) (15 + 5)(/2 = 10 mSv; cohorte de baja dosis (~80%) (5 + 1)/2 = 3 mSv.
Por consiguiente, en 1996 la dosis media anual recibida por todos los residentes era aproximadamente 13 mSv, o (87,5)((0.11) + (10)(0,09) + (3)(0,80), y la dosis máxima fue de 160 mSv.
Para el año 1983, hemos calculado que la dosis media fue de unos 74 mSv, y el máximo de unos 910 mSv. Ajustando la dosis media para un factor de residencia de 0.7 y una corrección de 0,95 para las dosis TLD, da 49 mSv. La dosis media individual desde 1983 hasta 2003 fue 0,40 Sv para todos los cohortes. Para la cohorte de altas dosis, la dosis media fue de 4 Sv, con un máximo de 6 Sv, asumiendo que la mitad de los residentes se mudaron en 1996. Las dosis están resumidas en la Tabla 1.
Hace poco se publicó una detallada reconstrucción de las dosis individuales para los residentes de los departamentos con contaminación moderada y baja. Estas dosis reconstruidas son varias veces más bajas que las dosis máximas evaluadas por el AEC.
Los residentes con dosis anuales mayores que 5 mSv recibieron exámenes médicos en hospitales contratados por AEC, y aqullos con dosis auales de 1 a 5 mSv se les proporcionó exámenes solamente en la ciudad de Taipei. Los residentes que los departamentos que tenían niveles de radiación de fondo normal (&rt;1 mSv/años) recibieron exámenes médicos a su solicitud.
Además, 13 de los residentes más expuestos fueron enviados al Hospital Mazda en Hiroshima, Japón, para realizarse un examen médico conducido para los sobrevivientes de las bombas de 1945.
Aunque muchos de los residentes habían recibido altas dosis totales de radiación, los exámenes médi-cos no revelaron la presencia de ninguna enfermedad por radiación perjudicial tal como fue visto en los sobrevivientes de los bombardeos atómicos o por los operarios irradiados agudamente a continuación del accidente de Chernobyl.
Cuando los residentes de uno de los edificios altamente radioactivo demandaron al gobierno por una compensación monetaria, los funcionarios de los hospitales relacionados testificaron que ellos no tenían evidencia de que la radiación hubiese causado ningún efecto perjudicial. Cuando un niño de jardín de infantes que había asistido a una escuela radioactiva murió más tarde a causa de una leucemia, y otro alumno que también estuvo en una escuela radioactiva también murió de leucemia, los medios infor-maron la opinión de un especialista en radiación de que algunos niños tenían una estatura inferior al promedio, y que había indicaciones de tiroides anormales en algunos niños. Estos informes no fueron sustanciados en nuestro estudio.
A causa de que se llevaron a cabo numerosos estudios de aberraciones cromosómicas entre los sobre-vivientes de las bombas atómicas y en trabajadores de reactores nucleares después del accidente de Chernobyl, se hicieron una serie de análisis de aberración cromosómicas en los residentes irradiados. Se les pidió una muestra de sangre a todos aquellos que recibieron una dosis anual mayor que 15 mSv o dosis acumuladas mayores que 1 Sv para hacer los análisis que fueron realizados en el Laboratorio INER.
No se observaron aberraciones significativas, comparados con los resultados de nuevos empleados en el INER. También se publicaron informes en el simposio anual de AEC sobre investigaciones y desa-rrollos, como también en revistas científicas internacionales. Los informes revelaron que no se habían observado ningún tipo de cambio en los cromosomas, ni relaciones dosis-efecto. Un grupo de especia-listas que estudió a los residentes en la Villa Min-Sheng, un edificio altamente radioactivo, encontró que la frecuencia de formación de micronúcleos era mayor que la vista en los controles y que los lin-focitos de otro grupo de residentes eran diferentes a los del grupo de control.
La interpretación de estos hallazgos es que la radiación gamma de bajas dosis de cualquier fuente de radiación induce cambios celulares, pero que no hay indicación de estos cambios produzcan ningún efecto adverso para la salud. La conclusión global del AEC es que los estudios de aberraciones cromo-sómicas indicaron que los grupos que recibieron dosis elevadas parecen tener niveles menores de aberraciones cromosómicas.
La “dosis colectiva” de la población expuesta es aproximadamente 4000 personas/Sv. De haber sido una exposición de corto término (aguda), la hipótesis “lineal sin umbral” (LNT) de la carcinogénesis de radiación predice (4000)(7,8)(10) o 312 muertes por cánceres estocásticos, con una latencia de aproxi-madamente 20 años. Dado que se trata de una exposición crónica, se puede aplicar un factor hipotético de reducción del riesgo de entre 2 y 10.
De la experiencia del Estudio de Extensión de Vida (LSS o 'Life Span Study') de la Fundación de Investigación de Efectos de la Radiación (RERF), sería difícil discernir a ese hipotético exceso de muertes por cánceres sólidos de las muertes naturales (espontáneas) por cáncer de los residentes, especialmente después de 20 años. Pero el exceso de muertes por leucemia, que tiene un período de latencia mucho más corto, ya debería haber sido evidente, en especial entre aquellos que recibieron una dosis mayor que 1 Sv. Basados en el modelo ICRP, se deberían esperar un excesos de 70 muertes por leucemia y cánceres sólidos después de 20 años, además del número de muertes espontáneas por cánceres sólidos. De hecho, sólo se observó un total de dos casos de leucemia y tan sólo cinco muertes de cánceres sólidos.
El AEC no atribuyó a la radiación las muertes por leucemia de los dos niños.
Suponiendo que la población expuesta tiene la misma distribución que la población de Taiwán en 2002, un 40% de las personas expuestas estaban en el rango de edad reproductiva, y sus dosis colectivas serían (0,40)(4.000) = 1600 personas-Sv. Para esta dosis, el modelo estándar ICRP predice que (1600)(1,3)(10) o que nacerían 21 niños con malformaciones congénitas observables, en exceso al número usual de niños nacidos con esos defectos hereditarios. En realidad, sólo tres niños nacieron con malformaciones congénitas cardíacas, y que estaban aún en buenas condiciones. No se observaron otras malformaciones congénitas.
En estas comparaciones, los efectos observados sobre la salud contradicen fuertemente las prediccio-nes del modelo ICRP. El real número de muertes por cáncer y el de las malformaciones congénitas son muchas veces inferiores que las cifras esperadas, basadas en la incidencia natural de la mortalidad por cáncer e incidencia natural de malformaciones congénitas (ver abajo), mientras que los modelos ICRP predicen una cantidad muy superior a las observadas en la realidad.
La mortalidad media en Taiwán durante el período 1983-2002 (Figura 1) es de 116 muertes/100.000 persona/año. (La creciente incidencia es probablemente atribuible al aumento de la expectativa de vida de la población, como en la mayor parte de los países modernos.
Asumiendo a la mortalidad por cáncer en 2003 igual a la de 2002, la cantidad de muertes por cánceres espontáneos que podría esperarse entre 10.000 personas durante 20 años serían 232 muertes, es decir (10.000) (20) (116/100.000).
Basados en la investigación conducida por el RSPAT, el número total de muertes por cáncer entre esos residentes es solamente de 7 en 200,000 personas-año, o 3,5 muertes por 100.000 persona-año, o igual a sólo una tasa de 3% (es decir, 116), esperada para la población en general!
También se expone en la Figura 1 la tasa de mortalidad por cáncer de la población expuesta. Las dife-rencias de las muertes por cáncer y la tasa de mortalidad tienen una alta significancia estadística
(< 0,001). La tasa de mortalidad por todas las causas no fueron estudiadas; sólo la mortalidad por cáncer y malformaciones congénitas fueron consideradas de interés en esta población.
Mientras que no existe una completa y oficial distribución de las malformaciones congénitas en Tai-wán, hay disponibles algunas estimaciones. Basados en estadísticas parciales oficiales y en las expe-riencias descritas en los medios, hay unos 23 casos por 100.000 niños, incluyendo dos muertes infantiles atribuidas a malformaciones congénitas en 1000 nacimientos, alrededor de casos de Sín-drome de Down, y unos 0,4 casos de parálisis cerebral por 1.000 niños.
Asumiendo una población de 2000 niños menores que 19 años entre los residentes, sería de esperar una incidencia de 46 niños con anormalidades congénitas. Sin embargo, solamente se observó que padecían malformaciones congénitas (problemas cardíacos) nada más que 3 niños que están aún en buenas condiciones. La tasa de anormalidades congénitas para esta población parece ser de apenas 6,5% de la tasa de la población en general (3&46). Esta diferencia es altamente significativa (< 0,001).
La Tabla 2 resume las comparaciones entre poblaciones expuestas y sin exponer. Los resultados de este estudio sugieren fuertemente que las irradiaciones crónicas de cuerpo entero, en el rango de dosis recibido por los residentes de los departamentos, no causaron efectos sintomáticos adversos para la salud, tal como la enfermedad aguda por irradiación o el aumento del cáncer o las malformaciones congénitas que son predichas por las teorías del ICRP. Por el contrario, aquellos que fueron expuestos tuvieron menor incidencia de mortalidad de cáncer y malformaciones congénitas.
En esos estudios es muy importante examinar los factores de confusión que podrían afectar las compa-raciones hechas entre la población expuesta y la población general de Taiwán. ¿Existen diferencias cualitativas entre ambas poblaciones? Aunque es un factor crítico, la distribución de edades de la po-blación expuesta no ha sido determinada todavía, y se supuso que la distribución de edades de la po-blación expuesta es la misma que para la población general de Taiwán.
Sin embargo, los 2.000 estudiantes incluidos tienen definitivamente una distribución diferente. Aque-llos en jardín de infantes tienen entre 3 y 5 años, y los de escuela primaria entre los 6 y 12 años. Su mortalidad promedio por cáncer es de apenas 2-4 personas/100.000. Ellos no deberían ser incluidos en la cohorte afectada y deberían ser sujetos de un estudio separado. Si los estudiantes no son inclu-idos, las tasas de cáncer predichas y esperadas en la cohorte de 8.000 personas deberían ser 5, como se ve en la Tabla 3. Pero la cantidad de malformaciones congénitas permanecerán las mismas porque 2.000 estudiantes no nacieron en los departamentos afectados.
Otra consideración importante es el nivel de vida, ya que esto afecta a la dieta y a la calidad de la atención médica. Este factor fue revisado y se determinó que los residentes tienen aproximadamente la misma distribución de ingreso que la población en general.
¿Cómo podrían se explicadas tales reducciones en cáncer y malformaciones congénitas? Científicos de radiación, practicantes médicos, y toxicólogos hace mucho que han reconocido efectos benéficos de las exposiciones a cuerpo entero a las bajas dosis y a las exposiciones crónicas a las bajas dosis de radiación ionizante. Muchos científicos en el siglo pasado han estudiado este fenómeno de la hormesis de radia-ción. Es una respuesta adaptativa de los organismos biológicos a los bajos niveles de estrés de radiación o daños –una modesta sobrecompensación a la perturbación- dando por resultado en un estado físico mejorado. Las recientes evaluaciones de más de un siglo de información han llegado a la formulación de un bien fundado modelo científico de este fenómeno.
Los organismos vivos tienen mecanismos defensivos muy capaces, que son afectados significativamen-te por la radiación. La forma típica, no lineal, del efecto se muestra en la figura 2. Al revés que los efec-tos adversos del tasas en aumento de cáncer y enfermedades congénitas asociadas con dosis crónicas a niveles superiores a los 10Gy/año, o dosis agudas mayores que 0,3 Gy –que son estocásticas y pueden tener períodos de latencia muy largo- los efectos benéficos de las bajas dosis se observan de manera típica muy poco tiempo después de la exposición inicial a la radiación y afectan a todos los individuos expuestos. En el caso de la exposición crónica se observan efectos significativos efectos biopositivos en un amplio rango de dosis: cuatro órdenes de magnitud, desde 1 a 10.000 mGy/año. En consecuencia se pueden esperar efectos benéficos similares para las tres cohortes de exposición. Los recientes estu-dios sobre humanos sugieren que las exposiciones agudas pueden ser empleadas para tratar cánceres y prevenir metástasis.
El concepto de efectos benéficos para la salud después de cualquier exposición a la radiación ionizante es un tema muy controvertido porque la hipótesis LTN de la carcinogénesis de la radiación, que se basa en la extrapolación a cero lineal LSS de Hiroshima-Nagasaki, está muy bien establecida. Sin embargo, la evidencia presentada en esta evaluación de muy diferente a la evidencia LSS, y más relevante a las exposiciones crónicas de la población a contaminación radioactiva de larga vida.
Del mismo modo, se debería llevar a cabo un estudio epidemiológico muy detallado, patrocinado por el gobierno, de estos residentes para enfrentar las incertidumbres que surgen de las suposiciones hechas en este estudio. Esos estudios han sido prometidos.
Los métodos usados para la estimación de dosis en esta revisión son simplificados. Ellos son probable-mente tan precisos y exactos como los métodos de estimación usados en la revisión de los efectos en la salud de los sobrevivientes japoneses de las bombas atómicas, y del público afectado por el accidente de Chernobyl. En 1997, Cardarelli et al., estimaron que las dosis podrían ser hasta 500 veces más altas que las tasas naturales de radiación de fondo. En 1998, Tung et al., estimaron que la tasa máxima de dosis anual en 1983 era de 600 mSv/año, y que en 1996 las dosis individuales variaron entre pocos mSv a varios Sv. Aún así creemos que evaluaciones refinadas de dosis no afectarían a las conclusiones de manera significativa.
La observación de que la tasa de mortalidad de cáncer de la población expuesta es sólo el 3% de la tasa de mortalidad normal de la población en general (2.7% si se excluyen a los estudiantes), es particular-mente impactante y resulta consistente con el modelo de hormesis de radiación. Esta evaluación sugiere que la irradiación crónica puede ser una muy efectiva profilaxis contra el cáncer.
Los descubrimientos de este estudio son un alejamiento tal de las expectativas, basadas en el criterio de la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP), que creemos que deben ser cuidado-samente revisadas por otras organizaciones independientes y que la información sobre población no disponible para los autores les sea provista, de manera de poder llevar a cabo un análisis epidemioló-gico completamente calificado. Muchos de los factores confundentes que limitan a otros estudios usados hasta la fecha, como los de los sobrevivientes de las bombas atómicas, los trabajadores Mayak, y los evacuados de Chernobyl, no están presentes en esta exposición poblacional. Debería ser unos de los evento
La teoría LNT de la carcinogénesis de radiación resulta en la noción que todas las exposiciones a cual-quier cantidad de radiación son potencialmente dañinas. A causa de que esta hipótesis está muy bien asentada y porque muchas organizaciones protectoras contra las radiaciones fuertes están en la esce-na, los científicos y funcionarios de gobierno son muy renuentes a considerar seriamente las implica-ciones del fenómeno de la hormesis por radiación, que podría tener muy importantes consecuencias en la salud pública.
Existen numerosos estudios en la literatura que sugiere el uso de dosis bajas en el tratamiento del cáncer. Desgraciadamente, por lo general no se les enseña a los médicos y no están enterados de las evidencias científicas de la hormesis de radiación. La extrema preocupación sobre la seguridad de todas las aplicaciones de la tecnología nuclear está impulsada en gran parte por los temores a los potenciales cánceres y los efectos genéticos de relativamente pequeñas dosis de radiación. Irónica-mente, se ha demostrado que tales exposiciones están asociadas con una disminución de la incidencia de cáncer y efectos genéticos.
Durante los últimos 25 años los científicos médicos en Japón estuvieron realizando muchos estudios diseñados para revelar tanto los efectos benéficos como los adversos sobre la salud de las dosis bajas de radiación en animales y humanos. Se han estado haciendo en numerosos países investigaciones científicas sobre los efectos de dosis bajas de radiación. Sin embargo, en muchos casos los experimen-tos no han sido diseñados para detectar los efectos benéficos sobre la saludo, cuando tales efectos se observan, son ignorados.
Por consiguiente recomendamos que los futuros estudios sean diseñados para detectar efectos con-sistentes con el modelo de hormesis de radiación. La evidencia médica de este experimento afortunado sugiere que las actuales políticas de protección radiológica y normas son inapropiadas. Por ello reco-mendamos una reevaluación de estas normas, tomando en consideración los efectos benéficos, como también los perjudiciales, de la radiación ionizante.
Los autores:Reconocimientos: los autores están agradecidos por la asistencia del Dr. Jerry M. Cuttler en la preparación del manuscrito para la publicación en esta revista.
Advertencia: los autores declaran que no están afiliados de ninguna manera con el contratista que hizo los edificios, el abastecedor del acero contaminado, o el gobierno de Taipei. También declaran que ninguno de ellos ha recibido pagos de ninguna clase de ninguna fuente para aventar preocupaciones sobre los daños potenciales de la exposición a la radiación gama.
Informes Técnicos de AEC Taiwan:Vea desde donde nos leen
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