por Carlos A. Ortiz
A quienes conocemos el historial y los objetivos encubiertos pero claramente percibibles de ese apéndice del Club de Roma, señalado además como agente de difusión al servicio del MI 5 (el Servicio Secreto Británico), y financiada o asociada a la petrolera holando - británica, no nos puede asombrar ni menos sorprender, pero lo negativo es el daño que persistentemente hace en la opinión pública, en la cual instala sus falsedades conceptuales y sus distorsiones de la realidad; habitualmente concebidas, redactadas y ejecutadas en un estudiado “formato catástrofe”, con títulos “gancho” y con contenidos fuertemente emotivos, dosificados con algunos datos seudo técnicos, con los que le agregan un toque de supuesta cientificidad.
A ello se le suelen aderezar algunas “caras bonitas” de mentes huecas o algunas pulposas nalgas y turgentes bustos femeninos en contoneantes danzas eróticas; y muchas veces sumado al accionar de muy bien orquestadas manifestaciones de activistas, a los que suelen sumarse ciudadanos de buena fe que desconocen el oscuro trasfondo de esta empresa con activistas seguramente bien rentados, todo disfrazado de una inocente ONG.
Uno de los aspectos de las campañas “ecologistas” de Greenpeace, es la notable direccionalidad de las mismas, con objetivos siempre muy puntuales, de altos impactos sobre la opinión pública, y en temas casi siempre previamente “trabajados” por los canales de TV “culturales” transnacionales (por regla general con tendenciosos contenidos en los temas ambientales), y también por deter-minados periodistas “exitosos” en programas de audiencias masivas o de corte ambientalista.
Por supuesto esos temas que son los objetivos políticos centrales, están “mechados” con otros de alto impacto emotivo, como la caza de ballenas, las matanzas de focas (estas últimas denunciadas como prearmadas con personal pago por cuenta de la citada “ONG” transnacional).
Y mientras dirigen unidireccionalmente sus dardos a esos blancos predeterminados, omiten otros temas de tanta o mayor importancia, pero que “no parecen entrar” en sus agendas de agitación y terrorismo cultural.
Es bueno analizar que Greenpeace parecería “no darse cuenta” de problemas ambientales muy importantes, con notables impactos en la gente, pero que “casualmente” tienen que ver direc-tamente o al menos rozan los intereses de las petroleras transnacionales, o de otros grupos de poder como las grandes empresas químicas también transnacionales.
Dentro de estos podemos citar los gravísimos problemas de salud ocasionados por el Polo Petro-químico de Dock Sud, igual que los de Riachuelo, las pérdidas de petróleo que fluyen al mar en el Sur Argentino, los desastres sociales provocados por el uso y abuso de poderosos venenos en las plantaciones de tabaco de Misiones, los largos penachos de muy contaminante humo que despe-dían las usinas de Capital Federal pocos años atrás (solucionados con mucha eficiencia pero sin prensa con tecnología aportada por la Comisión Nacional de Energía Atómica); y un largo etcétera.
Por otra parte, recurrentemente Greenpeace ataca a las grandes centrales hidroeléctricas y a todo el Plan Nuclear Argentino. En líneas generales, ambos tipos de ataques “cierran bien” al tratarse de tecnologías de generación eléctrica alternativas, más eficientes y menos contami-nantes que la termoelectricidad (pues esta última quema hidrocarburos, y es de vital interés para las grandes petroleras transnacionales, a las que responde el accionar de la citada “ONG”).
Pero a la vez, la persistente política de atacar a todo el Sector Nuclear Argentino, es coincidente con los objetivos de poderosos sectores de poder transnacionales, que son los que han impulsado las políticas y presiones de todo tipo, tendientes a imponer –como sea y al costo humano que sea-, el “pensamiento único” (el neoliberalismo a ultranza) y su consecuencia geopolítica; la globalización, con la ulterior desaparición de los Estados Nacionales.
El neoliberalismo salvaje ha buscado (y estuvo a punto de conseguir) la primarización completa de la economía argentina (“reconvertirnos” en un país pastoril, sin industrias, sin tecnologías propias, sin ninguna protección social, una semicolonia de “peones de pata'l suelo” como decía Jauretche); y en última instancia la disolución total del Estado Argentino.
Y es evidente que un sector tecnológico con niveles de excelencia, como lo es sin duda todo el Sector Nuclear Argentino, entorpece fuertemente los planes de esos sectores transnacionali-zantes; pues los vastos efectos multiplicadores positivos que son resultantes del fortalecimiento de un área de enorme importancia estratégica, llegan a ámbitos económicos, sociales, políticos internos y geopolíticos; dando realce y mayor relevancia a la Nación Argentina toda en los foros internacionales.
Por los motivos muy sucintamente reseñados, es coherente la política de acoso permanente de Greenpeace al Sector Nuclear Argentino, utilizando para ello bajezas de todo tipo, con el necesario concurso de los “profesionales de la ecología” y de incautos de buena fe que se dejan usar para tan deleznables políticas. Y esto último tiene que ver directamente con el proceso de colonización cultural, que precisamente en forma tan contundente y brillante describió Jauretche en su “Manual de Zonceras Argentinas”, en “Los Profetas del Odio y la Yapa” y otros libros de su autoría.
Dentro de ese proceso de colonización mental, caben destacar a los fundamentalistas de la ecolo-gía, que repiten dogmas sin siquiera analizarlos, y por supuesto reemplazan toda pizca de amor a La Patria, por el “amor a la diosa atea Gaia”, la Tierra transnacional a la que buscan de hecho volver a las épocas de las cavernas (al menos en el Tercer Mundo).
También deben incluirse en ese proceso de colonización mental a los “revolucionarios de café”, capaces de recitar de memoria parrafadas de Marx, Engels, Gramsci, Bakunin o Malatesta u otros íconos del comunismo o del anarquismo; pero son incapaces de entender la realidad nacional, impropia de sus preconceptos concebidos allende los mares. Y también a los economistas educa-dos en los preconceptos del “pensamiento único”, expertos en farragosos modelos matemáticos y en “leyes de la economía clásica y neoclásica”, de dudosas o nulas certezas; pero incapaces de advertir y menos de reconocer los genocidas efectos sociales y disolventes efectos políticos del cuarto de siglo neoliberal impuesto por la fuerza bruta, la fuerza de las finanzas y el engaño masivo, a Argentina a casi toda América Latina.
Volviendo a los ataque de GP al Sector Nuclear Argentino, podemos reseñar los más trascenden-tes y con “mayor prensa”.
Hace varios años un buque con los colores de Greenpeace entró al Río de La Plata y centra-lizó una circense “manifestación” frente a Atucha I, con TV, diarios y todo el aparataje mediático; ignorando las visibles contaminaciones de las usinas térmicas frente a las que habían navegado para llegar a su “objetivo”.
Mintió alevosamente acerca de la “peligrosidad” de los residuos radioactivos australianos que eventualmente la CNEA puede tratar en Ezeiza (hasta llegando a “alertar del riesgo de explosiones” de materiales inertes y absolutamente incapaces de estallar); con lo que bus-caba torpedear la ratificación parlamentaria del acuerdo de venta de tecnología nuclear a Australia.
La supuesta “contaminación radioactiva” de las aguas de Ezeiza, quedó fehacientemente probada como totalmente falsa, pero claro está...Greenpeace no se rectificó ni se disculpó... y los medios apenas mencionaron la total desmentida a la patraña urdida por GP; siendo que antes habían concedido grandes espacios a las “denuncias” sin sustento de las “aguas subterráneas radioactivas”.
Ahora difundieron un “comunicado de prensa” en contra del relanzamiento del Plan Nuclear Argentino, mediante “denuncias” en las que citan como “fuente” a una ignota encuesta y ...en el colmo de la alevosía... a un “especialista” (de desconocidos pergaminos académicos) de la propia GP; abundando además en datos falsos acerca del “abandono” de la tecnología nuclear en el mundo.
Por supuesto que Greenpeace elude olímpicamente mencionar que la opción nuclear está resur-giendo fuertemente en casi todo el mundo, con numerosas nuevas centrales en construcción, siendo recomendada hasta por El Vaticano y por el ex Greenpeace James Lovelock; como opción válida y necesaria, ante las grandes necesidades energéticas y por ser menos contaminante que las opciones termoeléctricas (petróleo, gas y carbón), y mucho más eficiente que las inmaduras, costosas, contaminantes y muy poco previsibles energías “alternativas”, como la eólica y la solar.
Por supuesto también omite Greenpeace que la tecnología nuclear posee múltiples aplicaciones imprescindibles e irreemplazables en la medicina, en la esterilización de material quirúrgico y médico, en la preservación de alimentos, en aplicaciones industriales diversas, y un largo etcétera.
Queda demostrado precedentemente, con meridiana claridad, que atacar al Plan Nuclear Argen-tino es atacar los Intereses Estratégicos de la República Argentina.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZNo se enoje! Sólo díganos su opinión!