Cerrar las nucleares, paralizar la construcción de carreteras, un nuevo impuesto para los combustibles y un feroz ataque a la agricultura constituyen las perlas de la propuesta ecologista para las elecciones de marzo, a las que no se presentan pero que quieren ganar e imponer por encima de votantes y representados electos. La nueva religión está por encima del bien, del mal, de la urna, de la democracia y de la voluntad popular. Son los sumos sacerdotes de la teocracia ecologista. Los portavoces de la verdad revelada por el profeta "Ecologistus" ante la cual todos hemos de poner rodilla en tierra y obedecer sumisamente a no ser que queramos ser excomulgados y consideras abyectos enemigos de la vida y del Planeta.
Es llegada la urgente hora de que la sociedad española les diga a los ecologistas que si quieren gobernar el país, las comunidades autónomas, los ayuntamientos y hasta las escaleras de vecinos lo que deben es presentarse a las elecciones. Y que si los ciudadanos no se los dan, como tienen por inveterada costumbre, no tienen derecho a a poder representativo alguno. Que su voto vale exactamente igual que el de cualquier hijo de vecino, que su voz tiene el exacto valor a la de cualquier otro ciudadano y que su opinión el mismo peso que la de cualquier persona. Que no son más que nadie, que no tienen superioridad ni moral, ni de destino, ni de origen , ni de divinidad ni de sagrada misión que valga que les suponga superiores a otro ciudadano español, agricultor, ganadero, cazador, oficinista, obrero, empresario , pintor o filarmónico.
Está llegando la insoslayable hora de que los partidos políticos dejen la genuflexión ante estos grupos, dejen de ple-garse miedosamente a cualquier de sus soflamas y caprichos y sepan de si mismos que son ellos quienes representan a los votos y a los votantes y no estos lobbys de poder mediático que parecen se omnipotentes y todopoderosos por encima de los poderes democráticos, amparados ahora, aun más, en las campanas del Apocalipsis del cambio climá-tico. Hora es de que todos nos sacudamos el miedo a ser tildados de ser malignos seres que pretenden destruir la tierra y nos plantemos ante quienes no tienen votos ni para un concejal pero van de salvadores ya no de la patria sino del mundo y del Universo.
Hora es de que cuando por muy ecologistas que se autoproclamen lo que planteen y pretendan sean verdaderas estupideces cuando no acciones contra el conjunto de la sociedad y gravemente perniciosas y lesivas contra la ciudadanía, contra la propia naturaleza que dicen defender y contra el mínimo sentido común, se les de el corte serrano, que llevan buscándose décadas, y se les mande, sin mayores contemplaciones que a cualquier otro que dice tonterías, a tomar por el saco.
Pero lo malo es que son los "validos" todopoderosos de la ministra Narbona y los "gurús" de Zapatero.
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