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LOS CRÓNICOS Y GRAVÍSIMOS PROBLEMAS
DEL “CHACO PROFUNDO”


Carlos Andrés Ortiz

La llanura chaqueña es una vastísima extensión territorial, que abarca en Argentina el norte de Santa Fe, parte de Santiago Del Estero, toda la provincia del Chaco y casi toda Formosa; mientras que en Paraguay conforma su Región Occidental, la más amplia y despoblada del país hermano, cuya divisoria con la Región Oriental es el Río Paraguay.

A esa hoy muy pobre región geográfica también se la denomina El Gran Chaco, la cual pese a sus paupérrimos indicadores socio económicos tiene un enorme pero aletargado poder de generación de riqueza y bienestar, conceptos que se engloban en el más usual de desarrollo socio económico.

En Argentina la región del Gran Chaco tiene dos partes claramente diferenciadas. La franja costera fluvial, recostada sobre los caudalosos ríos Paraguay y Paraná obviamente no padece falta de agua, pero en contraste sufre periódicas inundaciones cíclicamente provocadas por las grandes crecidas de ambos importantes ríos. Muchas de esas inundaciones han tenido efectos catastróficos, por lo que Resistencia, la capital de la provincia del Chaco, se vio obligada a construir un costoso y extenso sistema de diques de tierra, con algunos cierres y esclusas de hormigón, que le permiten defenderse de dichas crecidas. Cabe acotar que Resistencia es la mayor ciudad de todo el Gran Chaco Argentino y Paraguayo.

Pero adentrándose más allá de esa estrecha franja costera, se extiende el muy extenso Chaco árido, crónicamente ávido de agua, el cual paradójicamente suele sufrir esporádicas inunda-ciones de algunos pocos serpenteantes y erráticos cursos de agua que lo surcan, de los cuales el Bermejo es sin duda el más importante.

A comienzos de la década del '70, en los últimos tramos de la denominada “Revolución Argen-tina”, se licitó y comenzó la construcción del acueducto que lleva el vital fluido desde Barran-queras hasta Sáenz Peña, la segunda ciudad de la Provincia del Chaco.

Conozco muy bien las expectativas favorables que generó ese acueducto en aquella provincia, pues por esos años cursaba mis estudios universitarios de grado en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNNE con sede en Resistencia.

Pero ya en aquellos hoy viejos tiempos, casi cuatro décadas atrás, el Proyecto de Canalización del Bermejo era una antigua y absurdamente postergada obra de infraestructura que había sido estudiada exhaustivamente varias décadas antes.

Por esas cosas aparentemente incomprensibles, ni siquiera en los períodos de gobierno carac-terizados por las construcciones de grandes obras públicas, como los tres de Perón, el de Frondizi y el de Onganía, este importante proyecto pudo entrar en la crucial etapa de la concre-ción. Ya en las primeras décadas del siglo XX se habían realizado varios anteproyectos de grandes obras hidroeléctricas e hidráulicas, siendo una de ellas la Canalización del Bermejo.

Ese tipo de grandes obras no tuvo cabida en aquellos oscuros años de la “Primera Década Infame”, la del '32 al '43. Durante el tercer gobierno de Perón volvió a cobrar fuerza la iniciativa de las obras del Bermejo, pero la reedición corregida y aumentada de aquella primera “Década Infame” comenzada en 1976, volvió a congelar indefinidamente la mayoría de los grandes proyectos de infraestructura.

En aquellos terribles años del más crudo neoliberalismo (que según el respetado y experimentado econo-mista Aldo Ferrer, terminó en 2002), el manejo la decisión de ejecutar estas obras quedó en la esfera de influencia de María Julia Alsogaray, la misma que se caracterizó por su aversión a toda obra hídrica y su estudiada incapacidad para ejecutar obras importantes (recordar la prometida “limpieza del Riachuelo en 1.000 días”).

Ahora a los argentinos de bien nos duele y avergüenza la desesperante situación de los pobladores de la localidad de Castelli, en el noroeste de la Provincia del Chaco, que perdió cultivos, ganado, animales domésticos y en algunos casos hasta sus vidas y salud, por la intensa y prolongada sequía; todo ello mientras que la mayoría de los medios de comunicación apenas si dedican unos pocos segundos o unas escuetas líneas a tan acuciante drama.

Para colmo de males, ante el absurdo achicamiento de los ferrocarriles, también se desguazó el sistema de los trenes aguateros, que tantas situaciones similares habían paliado en décadas anteriores, transpor-tando a costos aceptables enormes volúmenes de agua a los lugares necesitados, tal como se hacía precisamente en Juan José Castelli – Chaco. Al respecto cito un interesante artículo de Juan Carlos Cena, fundador del Mo.Na.Re.Fa. (Movimiento Nacional por la Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos), publicado en Argenpress.Info.

En esta emergencia se tuvo que llegar a la medida extrema de transportar por camión agua mineral desde Buenos Aires a Castelli, seguramente a un costo exponencialmente superior a lo que hubieran insumido nuestros viejos pero aún factiblemente operativos ferrocarriles. El caso principal es que con las obras múltiples de la canalización del Bermejo, se alcanzarán los siguientes beneficios.

Claro está que en su momento “Marijú” se apoyó en ignotos “principios conservacionistas” para poner “en el freezer” las obras del Bermejo, con el beneplácito de los sectores más conservadores de Argentina, y con la complacencia de los sectores ultraecologistas, los mismos que guardan densos silencios ante el inmenso drama de los pobladores del “Chaco Profundo”. Pero de hecho, ese genocidio silencioso de toda esa gran región argentina, es plenamente compatible con los oscuros objetivos del Club de Roma, preocupado en reducir –como sea- la población del mundo a no más de 500 millones de habitantes. Y las grandes transnacionales de la ecología son las herramientas de esos megagrupos de poder transnacional.

¡Las obras múltiples de la Canalización del Bermejo deben estar dentro de las principales prioridades de la Argentina presente, pues son pieza clave para construir el gran país que podemos y debemos ser!

C.P.N. Carlos Andrés Ortiz
Especialista en Gestión de Producción y Ambiente


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