por Carlos A. Ortiz
Pocas semanas atrás, y en el marco de la Maestría en Gestión de la Energía, los maestrandos visitamos las centrales nucleares de Atucha I y II, situadas en la localidad de Lima, cerca de la gran urbe que están formando Zárate – Campana, favorecidas por el enorme desarrollo industrial y portuario del área de influencia de dichas ciudades.
Yo ya había visitado esas centrales en 1990, al participar de un curso para periodistas de una semana de duración. En aquella oportunidad, causó profunda tristeza conocer el gigantesco domo del reactor de Atucha II, prácticamente vacío, rodeado por varias carpas climatizadas y presurizadas en las que se guardaba casi todo el costoso equipamiento de altísima complejidad tecnológica, y sin que se desarrollen otras tareas que las mínimas necesarias para el mantenimiento.
Es bueno recordar que en esa oportunidad la parálisis del Plan Nuclear Argentino ya llevaba en 1990 más de media década, inducida por la miopía de miras estratégicas del alfon-sinismo, que vinculando inco-herentemente al área nuclear con el “proceso”, le impuso a la Comisión Nacional de Energía Atómica y a todo el Sector una fuerte restricción financiera que paralizó todas las impres-cindibles inversiones.
Esos ataques al Plan Nuclear arreciaron durante el fatídico menemato, en cuya década se buscó la privatización (léase extranjerización lisa y llana) de las actividades más rentables en el corto plazo, y la disolución de las áreas de investigaciones puras y aplicadas.
Durante la anomia del breve pero negativo interregno delarruista, todo el Sector Nuclear siguió “en el freezer”, con las vacantes congeladas y los presupuestos muy reducidos, oxigenándose providencial-mente con la venta del reactor a Australia, que generó mucho valor agregado argentino de altísima calificación.
El Plan Nuclear siguió sin reactivarse durante la breve gestión post crisis del 2001 de Duhalde, y tampo-co hubo cambios durante los tres primeros años de la actual presidencia.
Afortunadamente en el segundo semestre de este año hubo un fuerte golpe de timón, y en pocos meses se tomaron varias decisiones trascendentes, que volviendo a poner fuertemente en marcha al Sector Nuclear buscan recuperar algo de las dos décadas y media largas perdidas.
En este renovado y muy promisorio contexto, se puso en marcha la terminación de Atucha II; se decidió la prolongación de la vida útil de la Central Nuclear Embalse, de forma tal que pueda prestar servicios por tres décadas más; se reactivó el muy interesante proyecto CArEM (Central Argentina de Equipamiento Modular) –netamente de tecnología argenti-na-, que permitirá construir centrales nuclea-res modulares de entre 25 a 300 MW, con amplio mercado potencial tanto propio como de exportación; se está planificando la cons-trucción de la cuarta gran central nuclear argentina; y se reactivaron numerosas acti-vidades conexas, como la elaboración de com-bustibles nucleares, lo relativo a la medicina nuclear, la producción nacional de uranio, y un largo y positivo etcétera.
La semana pasada, como se destacó en las muy interesantes jornadas de la AATN (Asociación Argentina de Tecnología Nuclear) se rubricaron los documentos para concretar la asistencia tecnológica y la venta de equipos del ente nuclear estatal canadiense AECL para Atucha II y la repotenciación de Embalse, dejándose abierta la posibilidad de contar con dicho respaldo tecnológico para la cuarta gran central nuclear argentina. Ello sin perjuicio del desarrollo de las centrales modulares CArEM de tecnología pro-pia de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica).
Por otra parte, a partir de la exitosa venta a Australia, nuestro país concretó otras operaciones de ex-portaciones de combustibles nucleares, posicionándose como uno de los grandes exportadores del mun-do, más precisamente según datos fidedignos volcados en las jornadas de la AATN por la Ingeniera Norma Boero (responsable del Centro Atómico Constituyentes), nuestro país alcanzó la categoría de segundo exportador mundial de combustibles nucleares.
Pero volviendo a la visita a Atucha I y II, observar el interior del domo en la actualidad permite consta-tar una realidad diametralmente distinta al triste panorama del año 1990.
Ahora pudimos ver un importante número de obreros trabajando; las enormes y muy sólidas estructu-ras divisorias internas muy avanzadas, con varios niveles internos que se proyectan aproximadamente cuarenta metros hacia arriba y veinte hacia abajo desde el nivel exterior del suelo, con pisos reticulados de acero que permiten observar el panorama general hacia los distintos niveles; el abigarrado conjunto de cañerías conductoras de líquidos o portadoras de cableados ya instalado en buena parte; las dos gigantescas calderas prominentemente instaladas a lo alto y rodeando la futura instalación del reactor; el enorme recipiente de aleación de acero compuesto de una sola pieza de más de 700 toneladas que contendrá al reactor ya está instalado, rodeado de sólidas paredes interiores de cemento armado de un metro de espesor, con los grandes huecos circulares en los que se instalarán las cañerías principales; muchas otras instalaciones de gran complejidad; arriba dominando internamente toda la estructura un enorme puente – grúa que es otro orgullo tecnológico e industrial argentino, hecho por una gran empresa mendocina; y afuera, a escasos trecientos metros estacionada una gran grúa móvil montada sobre orugas, cuya única pero importantísima finalidad es transportar los componentes de gran porte hacia la central.
La extraordinaria maqueta modular movible y desarmable por partes, de gran tamaño y con notable fidelidad en los detalles, construida para facilitar el montaje y posteriores reparaciones de la central, es otro de los aspectos notables que nos impactaron profundamente a los maestrandos visitantes de Atucha II.
El enorme domo de la central puede ser calificado como una enorme catedral del desarrollo tecnológico y económico argentino; que para fines del año 2010 estará aportando al Sistema Argentino de Intercone-xión (SADI) una potencia neta de 700 MW, contribuyendo a paliar la crisis energética en la cual ya esta-mos inmersos.
Y ya que hablamos de crisis energética, resulta cuanto menos destacable que ciertos conocidos ex Secre-tarios de Energía, directos corresponsables del estado actual de situación, con notable liviandad levanten hoy sus opiniones acusadoras y detractoras, como si ellos nada tuvieran que ver con la propia crisis que contribuyeron a provocar, al ser todos ellos copartícipes de las políticas neoliberales que tanto daño hicieron al país y especialmente al Sector Energético.
Tal es el caso del Ing. Lapeña, funcionario del radicalismo en las dos últimas gestiones, responsable di-recto de operar las centrales nucleares en forma arbitraria, obligando a sucesivas paradas que deterio-raron los costosos equipamientos, además de dilatar las necesarias construcciones de nuevas centrales hidroeléctricas y nucleares.
O del Ing. Montamat, dilecto funcionario del neoliberalismo y actual vocero de las petroleras y gasíferas privadas (o sea que “cambió de lado del mostrador”, lo cual es al menos éticamente deplorable); que durante su gestión favoreció la hipertrofia de la generación termoeléctrica, con las consecuencias nega-tivas que hoy estamos padeciendo por nuestra excesiva dependencia de los hidrocarburos.
O del “cavallista” Ing. Bastos, sindicado como personero de la quebrada Enron de EEUU, empresa que en algún momento quiso dominar los sistemas de transmisión de Latinoamérica. Bastos también preten-dió concretar la aberración de transformar Atucha II en una central a gas, además de contribuir con Cavallo a denigrar a los científicos argentinos, cuando el petulante economista cordobés los mandó “a lavar los platos”, mientras favorecía claramente a los intereses petroleros y gasíferos extranjeros.
La reactivación del Plan Nuclear Argentino es un hecho sumamente auspicioso. Ahora falta reactivar el Plan de Grandes Obras Hidroeléctricas, para lo cual deberán enfrentarse las previsibles presiones encu-biertas de los intereses de las hidrocarburíferas extranjeras, y las campañas de difamación y de presio-nes mediáticas de las transnacionales de la ecología; hoy envalentonadas a partir de la azarosa conduc-ción del gobierno argentino respecto a las pasteras de Uruguay.
Todos esos aspectos son cruciales para construir La Gran Nación que podemos y debemos ser.
Por: Carlos Andrés Ortiz,Vea aquí otras interesantes
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