CAPÍTULO 8



EL PLOMO
DE LAS NAFTAS


$$ Un Mito Costoso $$

 

 Un Fraude Tonto, Pero Efectivo
Aclaración Importante: este capítulo sobre el plomo en las naftas es una traducción y adaptación al castellano del artículo escrito por el "Posthumous Papers of Leaded Gasoline" , publicado en la revista "21st Century Science and Technology", Spring 1994, p. 34-41. El Profesor Jaworowski es un brillante científico multidisciplinario que se desempeña en el Laboratorio Central de Protección Radiológica de Varsovia, Polonia. También se desempeñó como Jefe del UNSCEAR, Comite Cientifico de las Naciones Unidas sobre Efectos de las Radiaciones Atomicas. El autor se ha permitido hacer algunos comentarios en distintas partes del capítulo, sólo para reforzar la idea de que el fraude que se ha cometido con el tema del Plomo -no sólo en las naftas- es mucho más grave de lo que parece a primera vista.



También se trata de un fraude científico, con la consabida complacencia de la prensa, ya sea la amarilla común o la científica. La prohibición de las naftas o gasolinas con plomo le cuesta a Francia y a Gran Bretaña unos 500 millones de dólares anuales, y al resto del mundo probablemente le cuesta más de 5.000 millones por año. La mayor parte de este dinero se gasta en refinaciones especiales, asociado con un aumento del 25% del consumo de petróleo crudo, consumo que se hace a expensas de las generaciones futuras. Se estimó que el costo de recambio para las industrias del petróleo y del automóvil es de unos 4.24 miles de millones de dólares, sólo para los Estados Unidos.

Es hora de preguntarse si la prohibición del plomo en las gasolinas fue algo necesario para disminuir el nivel de plomo en la atmósfera, o si sólo ha sido un innecesario derroche de recursos y dinero, un sacrificio hecho para complacer a los que culpan a la Humanidad y al desarrollo industrial por arruinar a la Naturaleza.

Esta carísima eliminación de «una maldición de los dioses», como se llegó a catalogar a los aditivos para las gasolinas, fue cantada como una victoria por los involucrados con los riesgos públicos, en una batalla terrible contra las industrias petroleras multinacionales y automotrices.(1) Pero, ¿Realmente contaminaban las gasolinas con plomo al público en general?

La respuesta es simple: NO. La carga de plomo en el organismo humano ha disminuido desde el advenimiento de la industria moderna y las gasolinas con plomo ­ a pesar de décadas de propaganda anti-plomo que ha llevado a la gente a creer, equivocadamente, lo contrario. Esta disminución es largamente debida al mejoramiento de las tecnologías que hicieron posible la eliminación del plomo en la vajilla, elementos de cocina, cañerías y otros ítems relacionados con la comida.

Entre 1870 y 1972 la producción de plomo se multiplicó por un factor de 100. El consumo de las gasolinas con plomo alquídico aumentó en los Estados Unidos de manera constante, desde 0 en 1923 hasta 25.000 toneladas en 1930 y 270.000 toneladas anuales para 1970. En 1971 se alcanzó el pico máximo de consumo de plomo para las naftas en todo el mundo, con 640 mil toneladas. Sin embargo, y a pesar de toda la malintencionada propaganda en contra (naftas ecológicas. . .) la verdad científica es que, en el mismo período, los niveles de plomo en el organismo humano disminuyeron de manera sostenida!.

No debe resultar sorprendente que este enorme aumento del plomo de las naftas no se refleje en los niveles de plomo hallados en el organismo, porque primero es necesario fijarse en la fisiología de la incorporación al organismo, y en las concentraciones de plomo en la atmósfera. Primero y fundamental: sólo el 10% del plomo que se encuentra en el organismo humano proviene del aire, mientras que el 90% restante proviene de las comidas y bebidas que ingerimos.

De manera general, no existió un aumento sino una disminución de las concentraciones de plomo en las mediciones del aire realizadas en las ciudades norteamericanas entre 1941 y 1965, precisamente cuando el uso de las naftas con plomo se incrementaba vertiginosamente! Para dar sólo dos ejemplos comprobables, los niveles de plomo en el aire de Cincinnati y Salt Lake City disminuyeron durante ese período a una cuarta parte de los niveles de 1940.(2) Al mismo tiempo, existió una disminución paralela del contenido de plomo en los productos agrícolas. En Dinamarca, por ejemplo, las trazas de plomo en los alimentos se redujeron desde 1962 a 1976 en un factor de 3 a 5, mientras que las emisiones de plomo de las naftas se multiplicaron por 2.5! (3)

Corta Historia del Tetraetilo

La propiedad del tetraetilo de plomo (TEP) como aditivo para las gasolinas, fue descu-bierta en 1921 por Thomas Midgley, el principal investigador químico de la General Motors. Curiosamente, Midgley fue también el jefe del equipo de investigadores en el mismo laboratorio que descubrieron y sintetizaron los famosos cloro-fluoro-carbonos, o CFCs, que tanto barullo están provocando actualmente por su presunta y jamás demos-trada acción destructora sobre la capa de ozono. En mi opinión, Thomas Midgley debería figurar en el Hall de la Fama de los Benefactores de la Humanidad, aunque los ecologistas lo consideren un Cagliostro.

El TEP, cuando se agrega en pocas milésimas por litro, hace que la combustión interna sea más uniforme, incrementando la potencia (HP), aumentando la eficiencia del combustible y reduciendo notablemente su consumo. Por otra parte, los depósitos de plomo que se forman lubrican muy eficientemente a las válvulas y mantienen limpios a los asientos de válvulas. No es necesario el uso de asientos de cromo tungsteno ni de caras válvulas de sodio. Por ello, para 1923, las gasolinas con plomo se habían hecho popula-res, mientras que las autoridades de Salud Pública de los EEUU determinaron que el agregado de plomo a los combustibles imponía muy poco riesgo a la salud de la pobla-ción, aunque fuese sumamente tóxico durante su proceso de fabricación.

Las primeras regulaciones para restringir el uso del plomo en las gasolinas se encuentran en las regulaciones del Acta del Aire Limpio de 1970, autorizando a la EPA a regular cualquier aditivo para las naftas que pudiesen resultar perjudiciales para la salud. La EPA determinó que las gasolinas sin plomo debían estar ya en el mercado para Julio de 1974. En Diciembre de 1973 la EPA ordenó la progresiva y definitiva erradicación de las naftas con plomo, porque se descubrió que el plomo inutilizaba al recubrimiento de platino de los nuevos convertidores catalíticos de los escapes de los autos. La histeria del calentamiento global ya estaba en marcha. Por último, el Acta del Aire Limpio de 1990 prohibe el uso definitivo de las naftas con plomo después del 31 de Diciembre de 1995. ¿Y todo por qué? Sigamos informándonos sobre los hechos que forman parte de la Verdad Científica.

 La Fisiología Humana y el Plomo

Para entender algo de la cuestión del plomo en el ser humano se debe mirar en su fisiología. Más o menos el 90% del plomo contenido en el organismo está depositado en los huesos donde está firmemente unido a minerales del hueso. El plomo también está fuer-temente unido a la queratina del pelo.

Por consiguiente, huesos y cabellos humanos bien conservados son excelentes indicado-res de los cambios históricos en las concentraciones de plomo en el cuerpo humano. Aunque no se ha investigado a fondo, es probable que mínimas cantidades de plomo sean esenciales para la vida.(4) La absorción del plomo en el tracto humano se ve prácticamente eliminada por un ligero aumento del contenido de calcio y fósforo en la dieta. Por ello, las aguas duras (ricas en estos elementos) protegen a quien las beben de la absorción de plomo. Los mayores niveles de plomo en la sangre se encuentran en zonas de aguas blandas.

Estos son hechos científicos comprobados.(5) Los aditivos minerales en suplementos alimenticios para vacas son sumamente eficientes para eliminar la absorción de plomo. En los huesos de vacas expuestas al plomo del tráfico pesado cerca de París, los científicos no pudieron encontrar ni una pizca de plomo, a pesar de emplear sofisticados métodos de análisis. Parece ser que el calcio y el fósforo de los aditivos bloquean totalmente la absorción del plomo en las vacas francesas. Por el otro lado, las vacas de otras partes de Europa que no fueron alimentadas con los aditivos mencionados, y los animales salvajes, tenían concentraciones de plomo en sus huesos que eran dos o tres veces más altas que en los humanos. (6)

Esta es la razón, en parte, de que entre 1940 y 1960 ­ esto es, durante el máximo incremento del consumo de gasolinas con plomo ­ no se encontró ningún aumento de las concentraciones de plomo en los residentes de muchas grandes ciudades norteamericanas.(7) El investigador Stopps tabuló toda la información disponible sobre sangre humana «normal» y los niveles de plomo en la orina humana, y no encontró ningún cambio significativo entre 1925 y 1965. (8)

Tampoco existen niveles inusualmente elevados de plomo en gente que vive en regiones de alto tráfico, como tampoco existe una asociación entre tener un automóvil y los niveles de plomo en la sangre. (9) La gran disminución de los niveles de plomo en el organismo humano durante las últimas décadas es, sin embargo, la continuación de una tendencia mucho más antigua. ¿Qué muestran las estadísticas al respecto? Durante los últimos cien años, los niveles de plomo en los huesos humanos en Alemania han estado disminuyendo de manera continuada. También en Dinamarca los valores han disminuido de 19 microgramos por gramo de hueso (o µg/g) en los años 40, hasta 1,4 µg/g en 1972. (10)

En los EEUU, entre 1871-1923, el contenido de plomo en los cabellos de los adultos era de 93 µg/g, pero en 1971 había caído a 6 µg/g! Por consiguiente, en el período donde los gases con plomo de los autos aumentaron de cero hasta 270.000 toneladas, el nivel del plomo en los cabellos humanos se redujo por un factor de 15! Son más hechos comprobados e irrefutables, aceptados por todos los científicos serios del mundo. (11)

En una escala de tiempo mayor, el contenido de plomo en el hombre ha cambiado aún más dramáticamente en muchos países industrializados. El Dr. Zbignew Jaworowski revisó recientemente 23 estudios del contenido de plomo en 1000 huesos de humanos que vivieron y murieron durante los últimos 6.000 años en 13 países. La información de 7 de esos países permite hacer una comparación de la distribución geográfica de los niveles de plomo, tanto contemporáneos como prehistóricos.(12) Los residentes actuales de 7 países industrializados tienen un promedio de niveles de plomo en hueso que se incrementa sistemáticamente de 1.5 µg/g en Dinamarca, hasta 25 µg/g en Gran Bretaña.

Hace unos 2000 años, existía una tendencia geográfica similar. (Figura 1) En lugares donde los niveles de plomo eran bajos en épocas prehistóricas (p. ej.: Dinamarca, Japón y Polonia) también lo son ahora. Y en los lugares donde prehistóricamente los niveles de lomo eran altos, actualmente lo siguen siendo, como en Gran Bretaña. Esto demuestra que el control de la carga de plomo humana en hueso lo ejercen más la geología, la comida y el agua local, y no la actividad industrial o los escapes de los automóviles.

La figura 1 también demuestra que el actual nivel de plomo en huesos de Dinamarca, Japón, Polonia, Alemania y Francia es sólo ligeramente mayor que el que existía en el advenimiento de la tecnología del plomo, y en los Estados Unidos y en Gran Bretaña son menores que los niveles prehistóricos. De hecho, en 186 huesos del año 900 el contenido promedio de plomo es de 40 µg/g, mientras que en los residentes actuales de los Estados Unidos los valores son de 17 µg/g.

Sin embargo, entre el período prehistórico y el siglo 20, tanto los Americanos como los Europeos tenían una alta concentración de plomo. En los tiempos medievales y hasta el final del siglo 19, los niveles de plomo en los europeos se elevó desde los bajos niveles prehistóricos hasta los 40 µg/g en Suecia y Dinamarca, desde 58 µg/g en Alemania hasta los 100­280 µg/g en Francia; y hasta los 100 a 370 µg/g en Polonia. En Perú, el nivel de plomo en hueso se incrementó de 0.1­2.7 µg/g del período precolombino, hasta los 100 µg/g de principios del 1800. Los colonos virginianos del siglo 17 tenían un pro-medio de plomo en hueso de 93 µg/g. En las remotas Islas Faroe del Artico, los niveles eran de 33 a 240 µg/g a comienzos de la Edad Media. (13)

DISTRIBUCION GEOGRAFICA DE CONCENTRACIONES DE PLOMO
PROMEDIO EN HUESOS CONTEMPORANEOS Y PREHISTORICOS



Las diferencia geográficas son similares para ambos tipos de huesos. Los niveles prehistóricos en Dinamarca, Japón, Polonia, Alemania y Francia eran ligeramente menores que los niveles actuales, mientras que en los Estados Unidos y Gran Bretaña los niveles pre-históricos eran mayores que los actuales.

FIGURA 1

 

TENDENCIAS HISTÓRICAS EN LA PRODUCCIÓN GLOBAL DE PLOMO
Y LAS CONCENTRACIONES DE PLOMO EN HUESOS Y CABELLOS



Figura 2

En los tiempos medievales y hasta el fin del siglo 19, la intoxicación sub-aguda de plomo había alcanzado dimensiones pandémicas. Esto fue el resultado del uso extendido de utensilios y vajillas de peltre y de los compuestos de plomo empleados normalmente en las medicinas. La subsecuente declinación del ingreso de plomo al organismo ocurrió durante el mismo período en que la producción global de plomo metálico creció 100 veces y la producción de plomo para las gasolinas subió de cero a 640.000 toneladas anuales.

Más Ciencia Fraudulenta

Lo mismo que muchos otros fraudes y engaños científicos en la ecología, la historia del plomo en las gasolinas se basa en ciencia fraudulenta. En 1979, C.C. Patterson y sus colegas hicieron un curioso intento de establecer un valor natural único para los huesos humanos, que fuese válido para todas las regiones del mundo y para todas las eras, basándose en sólo dos (!) muestras de antiguos huesos. (15) Hicieron ensayos con cinco muestras de huesos Peruanos de 1300 años de antigüedad, lavándolos en ácido nítrico y acetona. Este drástico procedimiento se llevó consigo gran parte del plomo depositado in vivo (16) por lo cual los análisis posteriores produjeron resultados absolutamente inválidos.

Pero, peor todavía, la información fue manipulada de una manera inaceptable para los standards actuales de metodología científica. El contenido de plomo de las cinco muestras peruanas dieron valores de 0.11; 0.16; 0.71, 1.4; y 2.7 µg/g, siendo el promedio de estos valores de 1.02 µg/g. Los autores del estudio rechazaron de manera arbitraria los tres valores mayores, sin embargo, porque no "encajaban en los niveles que deseaban encontrar" en las muestras de huesos y dictaminaron que se trataba de valores erróneos para los perua-nos, que no producían plomo.

De los dos valores restantes ­los más bajos­ obtuvieron un promedio de 0.13 µg/g, de-mostrando de esa manera un desprecio total por las estadísticas, la metodología científica y la ética, sea del tipo que fuere. Este valor amañado fue entonces presentado y bendecido como «valor natural», y en base a esta aberración metodológica los autores declararon que existía un aumento de más 100 veces en los niveles de plomo en hueso del hombre actual, exactamente como se había especulado en el famoso trabajo de Patterson de 1965 (17)

Los líderes del movimiento anti-plomo, como Russel-Jones,(18) rechazaron entonces cualquier otra evidencia en contra y aceptaron este valor «natural» como la Ultima y Absoluta Verdad Científica. Usando las mismas palabras de Patterson, dijo que los resultados de Patterson «comprenden toda la información disponible del núcleo esencial y confiable de información . . . el resto de información sobre el tema carecía de todo valor científico», y que todos los demás investigadores «deberían considerar si sus trabajos no son fútiles ejercicios que gastan tiempo y recursos.» Patterson rechazó cualquier tipo de crítica a sus afirmaciones sin dar más explicaciones.

Por ejemplo, cuando el Prof. M. Rutter cuestionó a Patterson diciéndole: «Estoy seguro de que usted estará de acuerdo en que la replicación constituye la esencia de la Ciencia», Patterson respondió secamente: «No, no estoy de acuerdo» . (19) Para quienes no lo saben, la replicación es el sistema usado por los científicos para comprobar la validez de las teorías expuestas por algún investigador. Esto, es lo que jamás se hizo con la teoría de la Capa de Ozono y muchas otras, como la prohibición del DDT, los PCB, el Bromuro de Metilo, los CFCs, el Radón, el asbestos, etc.

La «replicación» consiste en repetir los experimentos realizados por el investigador y comprobar si se llegan a los mismos resultados. Si el trabajo original ha respetado todos los pasos y métodos que se requieren en un trabajo científico, los «replicantes» van a llegar indefectiblemente a los mismos resultados que el trabajo original. Esto «valida» los trabajos y permite suponer que la teoría o hipótesis del investigador puede ser correcta.

Mal puede Patterson estar de acuerdo con la postura del Prof. Rutter, porque el método de trabajo y su teoría no pasaron jamás ningún intento de «replicación». Esto debería ir echando luz sobre la manera en que el lobby anti-plomo consiguió la regulación prohibi-tiva.

 Los Profetas del Plomo

Hubo dos «papers» o trabajos (pseudo) científicos publicados en 1965, que cavaron los cimientos para la mitología del plomo como amenaza. Las fantasías se llamaban «Envenenamiento con Plomo y la Caída de Roma», por S.C. Gilfillan, (que desparramó por todas partes el miedo a la deficiencia mental provocada por el plomo) (20) y «Ambientes Contaminados de Plomo Natural del Hombre», por C.C. Patterson, que se despachó con la absurda teoría que el ambiente global estaba actualmente contaminado con niveles de plomo 1000 veces por encima de los niveles «naturales». (21) Estos dos trabajos, que son la piedra fundamental del movimiento anti-plomo, merecen un rápido examen, para comprobar hasta donde puede llegar la deshonestidad del movimiento ecologista anti-ciencia, anti-progreso, anti-Humanidad

Gilfillan sostenía que el plomo de la lujosa vajilla y comida envenenaba a los romanos ricos, pero no a los pobres. En apariencia, esta «aristonacia» mató a los más sabios y brillantes pensadores que, en cada generación, eran promovidos desde las clases más bajas a la riqueza y luego a la extinción. Los ricos envenenados vieron disminuir su fertilidad, su muerte adelantada, y sus hijos sobrevivientes dañados mentalmente. Por ello ­ según afirma Gilfillan ­ los componentes genéticos buenos fueron eliminados de la población romana y «el resultado fue la disgenia y el desastre cultural del Oscurantismo y el estancamiento Bizantino».

El «paper» de Gilfillan es simplemente un Cuento de Hadas. Los historiadores se ponen furiosos cuando se enfrentan con esta explicación simplista basadas en evidencias apenas anecdóticas.(22) Gilfillan se lanzó entonces a analizar una colección de antiguos huesos griegos y romanos en el afán de encontrar niveles de plomo elevados que apoyaran su insólita teoría, diciendo que « ... la necromancia clínica agregará el sello final de aproba-ción a una evidencia suficientemente lógica que no la necesita». Realmente creía que hallaría elevados niveles de plomo y prometió que los daría a conocer en un informe posterior.

Cuando después de varios años los resultados aún no habían sido publicados, el eminente científico Zbigniew Jaworoski (profesor emérito del Laboratorio de Protección Radio-lógica de Varsovia y Presidente del Comité Científico de las Naciones Unidas para el Efecto de las Radiaciones Atómicas) le solicitó los resultados completos. Sin embargo, Gilfillan no le respondió ni una línea a los insistentes reclamos, no sólo de Jaworoski sino de muchos otros notables científicos. Hasta la fecha, los resultados de la famosa teoría de Gilfillan sobre el plomo en los huesos romanos no han sido hechos públicos ni conocidos por nadie. Fue un fiasco total.

Sin embargo, como se ha visto antes, desde los tiempos medievales hasta fines del siglo 19, los Europeos estaban altamente contaminados con niveles sub-agudos de plomo. Históricamente, es el mismo período en el que Europa experimentó un dinamismo cultural, social, artístico, económico y científico sin precedentes en la historia ­ un fenómeno que contradice la teoría de Gilfillan del retraso mental a consecuencia del plomo.

A pesar de tan absurda teoría, el primer «paper» de Gilfillan recibió una publicidad inmensa en todo el mundo y tuvo un inmediato atractivo popular. Desde entonces, la opinión en boga es que la caída del Imperio Romano se debió a la intoxicación con plomo de los antiguos aristócratas. El mensaje del «paper» era bien claro: la sociedad moderna también estaba condenada a la extinción porque usa mucho más plomo que los antiguos romanos.

Esta increíble teoría ­ especulaciones sin ninguna base científica ­ fue aceptada sin mayor esfuerzo intelectual por el investigador norteamericano H. L. Needleman, quien sostenía que el nivel normal de plomo en los niños en edad escolar (24) (bastante bajo en esa época), disminuía su capacidad mental. Aunque los estudios de Needleman eran constantemente criticados por sus deficiencias científicas y metodológicas, (25) eran sin embargo aceptados a rajatabla por las agencias regulatorias. Las controvertidas declaraciones de Needleman fueron fácilmente aceptadas por la EPA (no hay nada como escuchar lo que uno desea escuchar. . .) y otras agencias similares de otros países porque el terreno había sido perfectamente preparado por el «paper» de C.C. Patterson de 1965 que había causado sensación.

 Las Falsas Hipótesis de Patterson

Las afirmaciones de Patterson sobre que la atmósfera estaba extremadamente contaminada por el plomo producido por el hombre, y que el actual contenido de plomo en el hombre es 100 veces mayor que los niveles normales del ambiente, eran puras especulaciones que no se basaban en mediciones de cambios históricos de los niveles de plomo en el aire o en el cuerpo humano.

Patterson no midió los niveles de plomo en ningún objeto del pasado o del presente, sino que determinó lo que él llamaba el «nivel normal global» por medio de extrapolaciones, cálculos absurdos y suposiciones alocadas. La base para los niveles correspondientes al cuerpo humano, era la suposición de que existe una estrecha correspondencia (relacionada con el peso atómico) entre la abundancia de metales en la corteza terrestre y en el hombre: la relación «corteza/cuerpo». Las diferencias fundamentales entre estos elementos fueron ignoradas totalmente.

En su lugar, el nivel natural teórico de plomo en el hombre se encontró simplemente dividiendo la abundancia de plomo en la corteza terrestre por la relación corteza/cuerpo para el bario! ¡¡¡¿Qué tendrá que ver el bario con el Plomo?!!! A pesar de ello, Patterson afirmó que, de esta manera, había podido calcular el contenido total natural de plomo en el hombre y que, según él, era de 2 miligramos ­ es decir, 100 veces por debajo de los niveles de plomo comúnmente medidos por el resto de la comunidad científica. Como se ha demostrado más de mil veces, Patterson estaba equivocado.

En la tabla de la próxima página, se puede ver que la relación corteza/cuerpo varía ampliamente, sin depender del peso atómico, ya sea para los elementos esenciales como el hierro y el zinc como para los no esenciales como el estaño. No está claro por qué, en el grupo alcalino térreo (calcio, estroncio, bario y radio), se eligió de manera arbitraria la relación corteza/cuerpo para el elemento no esencial bario, y no se eligió la de los tampoco esenciales radio o estroncio, para calcular la carga de plomo en el cuerpo humano. Usando la relación del radio, por ejemplo, se puede calcular el contenido natural de plomo en el hombre como de 0.65 mg; usando la relación del estroncio: 11 mg, y usando la del calcio esencial, la carga natural de plomo resultaría ser de 290 mg.!

Tales cálculos son, sin embargo, simples ejercicios académicos que no tienen nada que ver con el mundo real. Los niveles de plomo preindustriales en el hombre sólo pueden ser correctamente estimados analizando los antiguos huesos humanos, en donde se de-posita el 90% del plomo absorbido por el organismo. Como es sabido, para llegar a estas cifras se analizaron más de 1000 muestras de huesos de todas partes del mundo, y los resultados refutan de manera absoluta la hipótesis de Patterson.

Es obvio que en la prístina atmósfera las concentraciones de plomo deben variar en las distintas áreas de acuerdo a las variaciones locales o regionales de las fuentes de plomo, tales como polvo de rocas y suelos soplados por el viento y así por el estilo. Por consiguiente, y de acuerdo a las condiciones geoquímicas, es de esperar que en el manto glacial central de la Antártida se encuentre muy poco plomo, y por otro lado, se detec-ten altas concentraciones en las planicies pantanosas del interior de los continentes ­ que emiten tetraetilo de plomo de manera natural (26), o en partes de países con grandes extracciones de minerales, como ser los Andes peruanos, el Africa Ecuatorial, o el Spitzberg oriental en Noruega.

La mayoría de los continentes están en el Hemisferio Norte, de manera que la atmósfera allí debe contener más plomo que en el Sur. También, después de las erupciones volcánicas se observan aumentos de plomo en la atmósfera. Por ello (y esto es fundamental) no es posible tener un solo y uniforme nivel de plomo en la atmósfera que sea válido para todo el mundo y para todos los tiempos.


ABUNDANCIA DE METALES EN LA CORTEZA
TERRESTRE Y EN EL CUERPO HUMANO

 ELEMENTO

PESO

ATÓMICO

CORTEZA

(mg/kg)

CUERPO HUMANO (mg/k)

Relación Corteza/cuerpo

    Ca (calcio)

40.08

41.500

14.0

3.0

    Fe (hierro)

55.85

65.300

60.0

938.0

    Zn (zinc)

65.39

70

33.0

2.0

    Sr (estroncio)

87.62

375

4.6

82.0

    Sn (estaño)

118.71

2

0.00024

8333.0

    Ba (bario)

137.33

425

0.31

1371.0

    Pb (plomo)

207.2

12.5

1.7

7.4

    Ra (radio)

226.02

0.0000009

0.00000000044

2045.0

    FUENTE: Adaptado de Weast et al., 1987, y del ICRP, 1975

TABLA 1

Traducida de: "Posthumous Papers of Leaded Gasoline", por Zbigniew Jaworowski, 21st Century Science & Technology, Spring 1994.

De hecho, las concentraciones de plomo en áreas remotamente dispersas varían en un factor de 1000 ­ desde 0,0001 µg/m3 en el Polo Sur, a 0,01 µg/m3 en Groenlandia y 0,1 µg/m3 en los Andes. (27) Todos estos hechos, datos y factores reales y comprobados no fueron tomados en cuenta por los "Profetas Apocalípticos del Plomo" como Patterson, cuando calculó un solo y uniforme nivel natural de plomo en la atmósfera de 0,0005 µg/m3, afirmando que este valor era válido para todo el mundo y para todas las épocas.

Este valor fue estimado a partir del contenido de polvo en el aire rural de algunas partes de los Estados Unidos, y de la supuesta masa de partículas volcánicas, de incendios forestales, agua salada y partículas de meteoritos en la atmósfera global, multiplicada por las concentraciones de plomo que se suponían para varios tipos de polvo de abundancia en la corteza, contenido de sílice, y así por delante.

Sin embargo, las bases para estimaciones de concentraciones de plomo en aire, o para similares estimaciones de flujos de plomo en la atmósfera global no son correctas porque los aerosoles aéreos están muy enriquecidos con plomo ­ hasta varios ordenes de magni-tud por encima de los niveles en la corteza terrestre, sal de los mares o ceniza orgánica.

El enriquecimiento con plomo de los aerosoles aéreos, descubierto a comienzos de los '70, se consideró primero como una prueba de la contribución antropogénica, y los profetas del plomo fueron rápidos para interpretar esto como una prueba de la contaminación a escala global provocada por el plomo de las gasolinas. Pero muy poco tiempo después se descubrió que no era este el caso, ya que aerosoles aéreos recogidos en remotas partes de tierra y mares estaban enriquecidas con plomo con niveles de hasta 2.000 veces más.(29) También se encontraron enriquecimientos de factores similares o mayores, para otros tipos de metales (cadmio, plata, mercurio, zinc, cobre y antimonio), que no son dispersados en el aire por el hombre en cantidades comparables con el plomo.

Más aún, fue el descubrimiento de que los factores de enriquecimiento para el plomo y otros metales en el polvo aéreo preindustrial, preservados en muchos glaciares, eran similar a los encontrados en las actuales precipitaciones, promediando 300 para el plomo. (30) Este enriquecimiento es causado por varios procesos naturales, el más importante de los cuales es probablemente la metilación de los metales por las bacterias y las algas, y la actividad volcánica.

En consecuencia, toda estimación del contenido natural de plomo de la atmósfera o flujo en donde el enriquecimiento de metal en el polvo aéreo no es considerado ­están errados hasta en 2 órdenes de magnitud. El flujo anual natural de plomo en la atmósfera global es de unas 4500 kilotoneladas ­ estimadas por medio de los clásicos métodos de trazadores usando al Plomo-210 (natural) y al Cesio-137 (de las explosiones nucleares). Este flujo de plomo de origen natural minimiza ridículamente a las emisiones de plomo de los escapes de los automóviles, que alcanza apenas a las 340 kilotoneladas.

 Glaciares y Evidencias Fraguadas

En los años '60, Patterson recolectó 22 muestras de nieve y hielo en 5 sitios de Groenlandia, y 17 muestras en 4 sitios de la Antártida. Los resultados de la determinación del contenido de plomo en estas 39 muestras, como lo publicara Murozumi et al. en 1969 (31) son el más poderoso argumento que hay para la teoría de que la «Megaexposición de plomo» cubre todo el ambiente del planeta. La conclusión de los autores fue que, como resultado de la actividad del hombre, la concentración de plomo en la nieve de Camp Century en Groenlandia se había incrementado 500 veces durante los últimos 2.800 años, y 300 veces en la estación Byrd de la Antártida durante las «recientes décadas».

Sin embargo, del análisis del trabajo de Murozumi et al. no surge ninguna evidencia que permita hacer tal afirmación! Aunque la pobrísima calidad de la metodología científica de este trabajo ha sido duramente criticada desde el comienzo de los años 70, (32) sus conclusiones son a menudo usadas por los ecologistas como prueba de que el hombre ha causado dramáticos aumentos de plomo en el ambiente (33) y las decisiones y regulaciones anti-plomo fueron tomadas usando las bases de este estudio!

Otros investigadores no han hallados tales aumentos en los hielos de Groenlandia y la Antártida, o en los glaciares de los Alpes, Alaska, Spitsbergen, los Himalayas, Noruega, Africa o los Andes. (34) Por el contrario, cientos de mediciones de glaciares indican que los niveles del plomo atmosférico son ahora inferiores que los del período pre-industrial, probablemente a causa de una menor actividad volcánica del siglo 20.

A pesar de todo, las 39 muestras de Murozumi et al., tal como se describen en 47 páginas, se convirtieron en las Sagradas Escrituras del lobby anti-plomo. Se sospecha que muy poca gente ha leído con cuidado el redundante texto del estudio de Murozumi.

La mayoría de la gente ha mirado, en su lugar, al gráfico reproducido en innumerables publicaciones, que mostraba dramáticos cambios temporales del plomo en Camp Century, Groenlandia, o echaron un ligero vistazo a las conclusiones, que se centraron en identificar a las gasolinas con plomo como las culpables. Muy pocos lectores notaron dos fallos importantes en el estudio, que hacen que sus estimaciones de las tendencias históricas del plomo sean absolutamente inválidas: la inaceptable manera en que se manipularon los resultados del estudio para hacer que la conclusión encajase dentro de las especulaciones de Patterson de 1965, y los incorrectos métodos analíticos, que produjeron resultados erróneos.

 Conclusiones

Sin embargo, el estudio de Patterson es la base para la prohibición irracional de las naf-tas con plomo. Varios trabajos más (siempre relacionados con el poderoso lobby ecologista) han intentado demostrar, aunque sin conseguirlo, que el plomo en la atmósfera se ha incrementado 500 veces desde los tiempos antiguos, que el hombre está envenenado con plomo y otras historias aterrorizantes por el estilo. Será una interesante tarea para los historiadores del futuro descubrir por qué gran parte de la comunidad científica aceptó crédulamente las conclusiones de un aumentox500 del plomo de origen humano en el ambiente, a partir de un único y deficiente estudio, plagado de metodología anti-científica ­ mientras que se han despreciado numerosos trabajos que probaban que virtualmente no existe ningún aumento del plomo ambiental, y al mismo tiempo una importante disminución del plomo en el organismo de los animales y los seres humanos, a partir de mediados del siglo pasado. ¿Naftas ecológicas? Primero definamos que entendemos por Ecología. La gente no tiene ni idea de qué se trata la Ecología Científica!

La reciente disminución del plomo en el cuerpo humano no es el resultado de ninguna regulación anti-plomo. Es un beneficio de la industria moderna, que nos ha traído un mejoramiento sin precedentes de la calidad y niveles de vida, y condiciones de higiene y salud. La tecnología moderna hizo posible que se eliminara de nuestro ambiente más próximo una cantidad de fuentes de plomo, tales como las vajillas y utensilios de cocina de peltre, envases de almacenamiento, cañerías de agua de plomo, medicinas, cosméticos, pinturas y otras cosas que habían conducido a masivos envenenamientos con plomo en los siglos pasados.

La detoxificación del plomo de la Humanidad es un proceso que comenzó hace 120 años y no tiene nada que ver con el ascenso y caída de las gasolinas con plomo, ni con ninguna acción emprendida por las organizaciones ecologistas ni sus absurdas regulaciones. El lobby antiplomo podrá continuar con su mito del plomo asesino, pero la sociedad está pagando un precio demasiado caro por este mito estúpido y fraudulento, lo mismo que lo harán las generaciones futuras.

 

 


Referencias

  1. J.O Nriagu, 1990. «The Rise and Fall of Leaded Gasoline.» The Sci. Tot. Environ. Vol. 92, pp. 13-28
  2. NAS, 1972. Lead:Airborne Lead in Prespective. Washington D.C. National Academy of Science, pp. 1-330
  3. P. Solgaard, A. Aarkrog, J. Fenger, H. Flyger y A. M Graabaek, 1978. Nature, Vol. 272, pp. 346-347
  4. P.T.S. Wong, B.A. Silverberg, Y.K. Chau y P.B. Hodson, 1978. «Lead and the Aquatic Biota», en «The Biochemistry of Lead in the Environment», Part B, ed. J.O. Nriagu, Amsterdam: Elsevier, pp. 279-342 y Royal Commission, 1983 
  5. P.T.S. Wong, B.A. Silverberg, Y.K. Chau y P.B. Hodson, 1978. «Lead and the Aquatic Biota», en «The Biochemistry of Lead in the Environment», Part B, ed. J.O. Nriagu, Amsterdam: Elsevier, pp. 279-342 y Royal Commission, 1983 
  6. Z. Jaworowski, 1990. «The History of Trace Element Contamination of Human Bones» En: «Trace Metals and Fluoride in Human Bones and Teeth», ed, N.D. Priest y N. Van de Vyer, Boca Raton, Fla., CCR Press, pp. 175-190 y Jaworowski, F. Barbalat, C. Blain, y E. Peyre, 1985. «Heavy Metals in Human and Animal Bones from Ancient and Contemporary France»,The Sci. Tot. Environ. Vol. 43, pp. 103-126
  7. R.A. Kehoe, 1964. «Standard with Respect to Atmosferic Lead.» Archives on Environmental Health, Vol. 8, pp, 348-354
  8. G.J. Stopps, 1965. «Lead Concentration in Blood and Urine of 'Normal' Populations: A Review», Symp. Environmental Lead Contaminations, Washington, D.C. (Dec.13)
  9. P.C. Elwood, 1986. «The Sources of Lead in Blood:A Critical Review.» The Sci. Tot. Environ. Vol. 52, pp. 1-23. Ver también el Isotopic Lead Experiment Status Report, EUR-8352-EN, publicado por la Comisión de Comunidades Europeas en 1982.
  10. Ver Jaworowski (nota 6)
  11. D. Weiss, B. Whitten y D. Leddy, 1972. «Lead Contents in Human Hair (1871- 1971)», Science, Vol. 178, pp. 69-70
  12. Jaworowski, 1990. (nota 6)
  13. O.V. Nielsen, P. Grandjean y P. Bennike, 1982. «Chemical Analysis of Archeological Bone Samples: Evidence for High Lead Exposure on the Faroe Islands.», Journal of Danish Archeology, Vol. 1, pp. 145-148
  14. Jaworowski, 1990 (nota 6)
  15. J.E. Ericson, H. Shirahata y C.C. Patterson, 1979. «Skeleton Concentration of Lead in Ancient Peruvians New England Journal of Medicine, Vol. 300, pp. 946-951
  16. P. Grandjean, 1988. «Ancient Skeletons As Silent Witnesses of Lead in the Past.» CRC Critical Reviews in Toxicology, Vol. 19, pp. 11-21
  17. C.C. Patterson, 1965. «Contaminated and Natural Lead in Environments of Man.» Arch. of Environmental Health, Vol. 11, pp. 344-360
  18. R. Russel Jones, 1983. «The Contribution of Petrol Lead to Blood Lead Via Air, Dust and Food Atmospheric Environment, Vol. 17, pp. 2367-2370
  19. M. Rutter y R. Russel Jones, 1983. «Lead Versus Health, Sources and Effects of Low Level Lead Exposure.» New York: John Wiley & Sons.
  20. S.G. Gilfillan, 1965, «Lead Poisoning and the Fall of Rome.» Journal of Occupational Medicine, Vol. 7, pp. 53-60
  21. C.C. Patterson, 1965 (nota 17)
  22. A. Cameron, 1983. «Fall of the Roman Empire: More Than Lead.» International Herald Tribune (June 20); y J. Eisinger, 1984, «Lead in History and History of Lead.» Nature, Vol. 307, pp. 573
  23. H.L. Needleman, C. Gunnoe, A. Leviton, R.R. Reed, H. Peresie, C. Maher, y P. Barret, 1979. «Deficits in Psycological and Classroom Performance of Children With elevated Dentine Lead Levels New Englan Journal of Medicine, Vol. 300, pp. 689-695
  24. Los críticos de Needleman han presentado una querella en la Justicia Federal, alegando que Needleman incurrió en fraude científico. Ver. J. Palca, Science, Aug. 23, 1991.
  25. R.M. Harrison y D.O.H. Laxen, 1978. «Natural source of Tetraalkyllead in Air.» Nature, Vol. 275, pp. 738-739
  26. J.H. Harley, 1970. «Sources of lead in Perennial Ryegrass annd Radishes», Environmental Sci. Technology, Vol. 4, pp.225; y G.B. Wiersma y C.I. Davidosn, 1986. «Trace Metals in the Atmosphere of Remote Areas.» En: J.O. Nriagu y C.I. Davidson: «Toxic metals in the Atmosphere.» The Sci. Tot. Environ. Vol. 91, pp. 201-266
  27. L. Kownacka, Z. Jawoeoski y M. Suplinska, 1990. «Vertical Distribution and Flows of Lead and Natural Radionuclides in the Atmosphere.» The Sci. Tot. Environment, Vol. 91, pp. 199-221
  28. F.C. Boutron, U. Görlach, J.P. Candelone, M.A, Bolshov y R.J. Delmas, 1991. «Decrease in Antropogenic Lead, Cadmium, and Zinc in Greenland Snows since the Late 1960s», Nature, Vol 353, pp. 153-156
  29. Ver referencias en Z. Jaworowski, M. Bysiek y L. Kownaka, 1981, «Flow of Metals into the Global Atmosphere.» Geochim. Cosmochim. Acta. vol. 45. pp. 2185- 2199
  30. M. Murozumi, T.J. Chow, y C.C. Patterson, 1969. «Chemical Concentrations of Pollutant Lead Aerosols, Terrestrial Dusts and Sea Salts in Greenland and Antartic Snow data.» Geochim. Cosmochim. Acta. vol. 33. pp. 1247-1294
  31. Ver, p.ej.: la revisión en D.H.M. Alderton y D.O. Coleman, 1985. «Ice Cores and Snow.» En: «Historical Monitoring». Monitoring and Assessment Research Centre, University of London, pp.97-153.
  32. Ver el informe de 1983 «Lead in the Environment: The Ninth Report of the Royal Commission on Environmental Polution», Oficina de Impresiones de Su Majestad.
  33. Alderton y Coleman, 1985, (nota 33)
  34. R.S. Bradley y J. England, 1978. «Volcanic Dust Influence on Glacier Mass Balance at High Latitudes.», Nature, Vol. 271, pp. 736-738

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